‘Se puede tener desarrollo sin sacrificar lo propio’

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:: EL ESCRITOR EDGARDO RIVERA MARTÍ­NEZ CONCILIA LO ANDINO CON LO OCCIDENTAL

Edgardo Rivera Martí­nez acaba de publicar Danzantes de la noche y de la muerte y otros cuentos (Alfaguara, 2006), un libro en donde se aprecia, además de una prosa insuflada de lirismo y atmósferas de corte fantástico, la vigencia de un autor apasionado por su arte.

Carlos M. Sotomayor

Correo: Una caracterí­stica de su literatura es la presencia armónica de lo andino con lo occidental…

Edgardo Rivera Martí­nez: Un viajero francés cuenta que hacia 1875 encontró en Jauja una pequeña sociedad cultivada, conformada tanto por la clase media del lugar como por los extranjeros asentados allí­. En Jauja, los curas encargados de la parroquia, desde mucho antes que yo naciera, eran franceses. Uno de ellos, generosamente, accedió a enseñarme francés. En mi casa estábamos en contacto con los campesinos, porque tení­amos pequeñas propiedades. Hablábamos con ellos, participábamos de las fiestas. Eso explica esa cercaní­a de lo andino y lo universal. Reconociendo yo, como muchos de mis paisanos, que nuestras raí­ces eran, antes que nada, andinas.

Correo: Algunos crí­ticos, al referirse a esta convivencia armónica, emplean el término “utopí­a”.

Edgardo Rivera Martínez: Es una utopí­a, pero no en lo que la palabra puede tener de un orden trazado intelectualmente y que se aspira imponer aunque sea por la fuerza, sino la utopí­a como algo, ojalá, realizable en términos humanos. Con la globalización nos encaminamos a una desaparición de las tradiciones culturales nacionales, a la uniformalización bajo el dominio del capital y del consumo.

Correo: En su obra se observa la presencia de elementos mitológicos…

Edgardo Rivera Martínez: Mi primer libro de cuentos se tituló El unicornio. En ese cuento sucede que un maestro de escuela de los andes se encuentra, en su pequeño pueblo, con un unicornio nada menos, que es un ser de la mitologí­a europea. Después yo recordé que cuando fui al altiplano hay, pues, en las fachadas, en los relieves, sirenas entre ángeles y frutos tropicales. Y las sirenas son de la mitologí­a europea. O está presente el Amaru que sí­ es un ser de la mitologí­a andina. Incluso hay un relato mí­o que se titula precisamente “Amaru”, y también está presente en mi novela Paí­s de Jauja.

Correo: Se observa también su afición por la mitologí­a helénica…

Edgardo Rivera Martínez: Sí­, porque cuando ingresé a la Universidad de San Marcos, a Letras, pensé que mi camino estaba orientado a los estudios clásicos, y encontré la ayuda de Fernando Tola, un gran maestro y estudioso de la literatura clásica, formado en Europa, que después se dedicó al estudio del sánscrito y que ahora vive en Buenos Aires. Yo fui su asistente de griego de literatura griega. Estudié esas asignaturas a fondo.

Correo: La música es otro elemento recurrente en su literatura, incluso, en Paí­s de Jauja, el protagonista toca el piano. ¿Usted lo toca?

Edgardo Rivera Martínez: Tocaba. Ahora poco a poco lo he ido dejando. Pero en una época, cuando era adolescente, pensé en dedicarme a la música. Incluso fui al Conservatorio, pero vi que mi camino estaba más por las letras. Además, para la música hay que empezar muy temprano.

Correo: ¿Qué le parecen los premios obtenidos recientemente por escritores peruanos?

Edgardo Rivera Martínez: Lo celebro, pero lamento mucho que en el Perú haya poquí­simos premios literarios y que éstos no tengan la misma recompensa ni trascendencia: el Cope, el Premio de Novela Corta del Banco Central de Reserva. Sólo dos veces me he presentado a concursos: con Angel de Ocongate gané el Premio de Caretas, y Paí­s de Jauja fue finalista del Rómulo Gallegos. Después no, porque he pensado que mi temática no es la que prefieren las grandes editoriales. Es otro el tipo que prefiere la industria editorial: una temática actual.


Fuente: Diario Correo
http://www.correoperu.com.pe/paginas_nota.php?nota_id=24739&seccion_nota=4

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