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Que, Jauja, siempre estuvo presente en los grandes acontecimientos de la Historia Nacional, no cabe duda. Nuestra tierra siempre responderá: ¡presente!, cuando se trate de revisar hechos que han marcado su impronta en el devenir de nuestra historia, especialmente republicana. Los jaujinos vivimos orgullosos de constatar el valioso legado que nos dejaron nuestros ancestros en este quehacer de luchar por la patria hasta ofrendarle la vida misma. Pocas nacionalidades del país pueden mostrar al mundo estos ejemplos de elogioso coraje como lo han hecho los jaujinos.
Es justo, en este acápite, recordar que fueron jaujinos los que estuvieron presentes en el proceso de ‘la independencia nacional’. El 20 de Noviembre de 1820, el cura Estanislao Márquez y el patriota jaujino Alejo Martínez Lira presidieron la proclamación de la Independencia de Jauja, dando impulso exitoso a la independencia de otras ciudades, objetivo que buscaba la campaña de Alvarez de Arenales en el centro del Perú. A este respecto, en su obra “Jauja Antigua” Clodoaldo Espinoza Bravo reclama un reconocimiento para el prócer de la independencia Alejo Martínez Lira (reclamo inútil, pues hasta hoy nada se ha hecho), para que alguna calle, avenida principal o plaza jaujina lleve su nombre pues intervenir decididamente en la Independencia Nacional costó a este valeroso jaujino la represalia del español Ricafort quién ordenó el fusilamiento de su familia (pensar que en pleno 2008 seguimos mencionando en Jauja: jirón Colina, estadio Monumental, cine teatro Colonial, etc., que hiere el orgullo Xauxa y no le dice absolutamente nada).
Caminando años adelante y ya en plena guerra con Chile fueron nuestros paisanos quiénes dieron una hermosa lección de coraje y amor a la patria. Primero en la Batalla de San Juan donde participó el Batallón “Jauja” Nº 23 comandado por el Coronel Nicolás de San Martín y, luego, en Miraflores otro Batallón de 600 jaujinos estuvo presente en esta gesta con don José Rodríguez al frente. Ya en plena Campaña de la Breña, Jauja no sólo fue escenario sino que, cual una madre homérica y enteramente épica, vio cómo se enrolarían sus hijos en las huestes del gran Andrés Avelino Cáceres, “El Brujo de los Andes”. Es en estas circunstancias que en el valle se formaron muchos batallones como la Guardia Nacional de Huaripampa, los Flanqueadores de Llocllapampa, la Columna de Cazadores de Muquiyauyo, el Batallón Libres de Marco y Concho, el Batallón Cazadores de Apata, etc. La Gesta de Malpaso es la mayor elocuencia del valor de los bravos Xauxas, paralela a otras victorias que los lugareños tenían en el valle de Jauja.
Capitán PNP Alipio Ponce Vásquez
En la primera mitad del siglo XX, fue otro jaujino el que dio a la Patria la ofrenda de su propia vida luego de dos acciones heroicas y ello se dio en la Guerra de 1941 contra el Ecuador. Fue Alipio Ponce Vásquez el encargado de ello. Nacido en el distrito de San Lorenzo – provincia de Jauja; hacia el año de 1941, tenía el grado de Teniente y prestaba servicios en Huanta cuando tras la pretensión ecuatoriana de apoderarse de Tumbes, Jaén y Maynas, el presidente Manuel Prado ordenó la movilización de nuestras Fuerzas Armadas y Policiales hacia la frontera con dicho país. De este modo es cómo Alipio Ponce aparece al mando de un destacamento en Matapalo. Desde allí organizaría la incursión hacia Carcabón, en el Ecuador, la cual fue tomada y por el que Alipio Ponce sería llamado el Titán de Carcabón, luego tomaría Huabillos, acciones que le merecieron el reconocimiento y admiración nacional, hasta que en un acto traicionero fue emboscado en la Quebrada de Porotillo donde fue abatido por ráfagas de ametralladoras enemigas en plena tregua con el Ecuador. Este gesto llenó de gloria a nuestro paisano, quién fue reconocido como Héroe Nacional por el Congreso de la República.
En la década del 50 del siglo anterior, fue noticia nacional el fatal accidente que tuvo el oficial FAP Erasmo Adrián Aliaga Becerra, nacido en Jauja, quién piloteando una nave de Transportes TAM cayera en la selva peruana, este hecho enlutó a la familia jaujina por la temprana desaparición de este promisorio prospecto de la aviación de la Fuerza Aerea del Perú.
Coronel FAP Hilario Valladares Zegarra, jaujino, héroe del Cenepa
En la década de los 80 y 90 del siglo pasado, otro jaujino de acendrada estirpe, escribiría una página brillante en la Historia del Perú. El autor fue el Coronel FAP Hilario Valladares Zegarra. Jaujino nacido en l955, luego de concluir sus estudios secundarios en el glorioso colegio “San José” de Jauja, muy joven, se enroló en la Fuerza Aérea de donde salió como Piloto de Caza. Hasta ahora, muchos residentes de nuestra ciudad recuerdan con nostálgico regocijo cuando, al principio, el Teniente Valladares hacía sus prácticas de vuelo a borde de poderosos Mirage sobre el límpido y azulado cielo jaujino, frescos están en nuestra memoria la estela blanca que dejaba esta nave cuando atravesaba rauda el espacio Xauxa proveniente de las bases de las Palmas, Pisco o la Joya. Hacia el año 1982 y siguientes, Valladares recibió la orden de asumir el combate contra el terrorismo que estaba germinando y empezaba a asolar el país. Siempre a bordo de su nave, luego, se sumaría a la lucha frontal contra el narcotráfico. Es en estas circunstancias que se inicia un conflicto con el Ecuador y Valladares es enviado allí, en plena Cordillera del Cóndor, donde interviene en el problema del conocido Falso Paquisha. Cuando el año de 1995, nuevamente el Ecuador provoca al Perú en el Alto Cenepa, la Fuerza Aérea, conocedora de la experiencia de Hilario Valladares, pues para entonces lo avalaban más de 7000 horas de vuelo, lo comisiona a esta guerra.
Cessna A-37B “Dragonfly” subsónico de la Fuerza Aérea del Perú
Es así que, luego de haber bombardeado tropas enemigas que ya estaban en Tiwinza, el entonces Comandante FAP Hilario Valladares, denominado Comandante Fiera y piloto de una nave A-37B, sería el protagonista principal del primer combate aéreo que se ha dado en nuestro continente, donde fue alcanzado por un misil aire – aire disparado desde un poderoso avión K-FIR enemigo. Es de resaltar que los ecuatorianos atacaban con dos aviones a un solo avión peruano. Para que el lector tenga una idea del desigual enfrentamiento diremos que las naves ecuatorianas estaban equipadas con lo último en tecnología bélica. El K-FIR, que probablemente estaba al mando de un piloto de entrenamiento israelí, tenía superioridad frente a nuestra nave pues eran aviones supersónicos (rompían la barrera del sonido) mientras que la nave peruana era subsónica. Inicialmente Valladares trató de eludir un misil y lo logró, pero el segundo lo alcanzó, pues su velocidad era tal que llegó a impactar en la cola del avión, destrozando los motores y el timón de mando. El avión, caía en versión de un tirabuzón invertido, sin ningún control. Cuando trató de coordinar con su co-piloto, éste ya se había eyectado. En esta circunstancia, más o menos a 1000 metros de altura, optó por jalar su maneta de eyección (manija que acciona automáticamente el asiento del piloto en cero segundos y abre el paracaídas en forma casi simultánea, un segundo). Desde ese cielo del norte peruano violado por disparos de ráfagas de ametralladora, trató de guiar su paracaídas con dirección al río. Tenía el presentimiento que era el único modo de conectarse con alguna población, sus conocimientos de supervivencia así se lo indicaban. Sin embargo cayó en plena selva desde donde buscó afanosamente llegar al río Cenepa. Una vez logrado, infló su bote y navegó aguas abajo. La tarde pesaba y su humanidad se hundía en una noche lóbrega por lo que buscó un peñón plano en medio del río donde optó por esperar el amanecer. En esa noche inmensa e interminable, parafraseando a Neruda, nuestro Hilario Valladares era un cabello solitario en la ubérrima dimensión de esa misteriosa y agresiva selva. Un jaujino que se auto insuflaba fuerzas para sobrevivir por su familia y por su patria, estaba en el reino de la enigmática Yacumama. Lo logró porque, al amanecer y luego de reiniciar su nado en su ya raído bote inflable, oyó a lo lejos unas voces. Temió inicialmente que fueran de soldados ecuatorianos, pero extrañamente los dos parlantes le hacían señas para que se acerque más. Preguntando quiénes eran se dio cuenta que eran soldados peruanos a los que se unió no sin poder ocultar su alegría por haberse salvado. Ellos lo condujeron por la espesura de la selva y ya en el PV-1, fue recibido con alegría y alborozo de todos los combatientes peruanos, luego sería llevado a la Base de Piura donde lo aguardaban sus superiores y familiares, felices por saber de la sobre vivencia de nuestro paisano. Allí mismo, en severa Ceremonia, fue calificado como Defensor de la Patria y Héroe de la FAP por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú. Posteriormente ascendió al grado de Coronel luego de una evaluación regular, estando pendiente el ascenso automático que dispone la Ley Nº26511.
Caza Kfir supersónico ecuatoriano
Hoy, Hilario Valladares, desde la mullida paz de su hogar, evoca con especial acento las peripecias que le tocó vivir en esta guerra. Muy quedo, comenta el fatal rol que le deparó la vida de vivir en permanente combate. Jauja se siente orgullosa de tener un hijo de los quilates y pergaminos de Hilario Valladares. Nuestro Colegio “San José” se siente orgulloso de haber aportado a la formación de este Héroe que nos enaltece a todos. ¡Loor a Hilario Valladares Zegarra! Los que vivimos en este tiempo, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos tendrán que reconocer su valía y su perennidad en el tiempo.
Coronel FAP Hilario Valladares Zegarra
Asimismo, es conocido que el Aeropuerto de Jauja sirvió el año 1995 para trasladar a combatientes del centro hasta la frontera con el Ecuardor, entre ellos, muchos soldados jaujinos defendieron la patria.
La contribución de Jauja a la Historia del Perú es rica. Pocos pueblos como el jaujino pueden jactarse de ello. Gracias a nuestros HÉROES, de verdad, nuevamente: muchas gracias.
Más datos:
– Alipio Ponce Vásquez
– Heroicos pilotos peruanos en el conflicto del cenepa
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