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A 199 AÑOS DE LA REPÚBLICA: JAUJA FUE LA PROVINCIA CON MÁS HABITANTES DEL PERÚ (SIGLO XIX)

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   Darío A. Núñez Sovero

A través de diversos artículos escribí sobre la importancia de Jauja en el Perú, especialmente debido a que fue fundada por Francisco Pizarro como Capital de la Gobernación de Nueva Castilla el 25 de abril de 1534. Ahora ese suceso histórico es conocido como la fundación de la primera capital del Perú, pues Pizarro fundó Lima el 18 de enero de 1535, después que el Cabildo de Jauja decidiera trasladar la capital a Lima.

Ahora bien, teniendo en cuenta que estamos a un año del bicentenario de la independencia nacional, cabe precisar la importancia que tuvo Jauja en la república. Al respecto, quiero compartir el documento denominado “Población y etnicidad en el Perú Republicano (siglo XIX)” de Paúl Gootenberg publicado por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). En dicho documento se cita información sobre los censos que se realizaron en los años 1827, 1836, 1850 y 1862, a partir de los cuales se resalta que Jauja fue la provincia que contó con mayor población comparada con otras provincias, incluso más que Lima -actual capital de la república-.

Economista Juan Carlos Odar teniendo como fuente a Bruno Seminario (APEIM), señala que en 1827 Jauja estaba en el primer lugar con el 4.2% de la población del Perú. Sin embargo, el 2019, Lima está en el primer lugar con el 32,6% de la población del Perú.

Esa importancia conllevó a que el Presidente Pardo decidiera la construcción del ferrocarril de Lima a Jauja para que los pacientes de tuberculosis se curaran en nuestra ciudad como él lo había hecho. Así, también constituyó el fundamento para que los terratenientes jaujinos financiaran la campaña de la Breña, luego que Andrés Avelino Cáceres reclutara a cuatro oficiales heridos en el hospital de Jauja después que nuestra patria había perdido las dos batallas de San Juan y Chorrillos en Lima.

A 199 años de la república y en medio de la grave pandemia que está asolando a nuestra patria, no puedo hacer nada más que reclamar y denunciar el abandono por parte de los distintos gobiernos centrales respecto a Jauja a pesar del gran aporte de nuestra provincia, de sus ciudadanos y el rol que jugó Jauja al momento de clamar la independencia. Es así que ningún gobierno invirtió para construir un hospital del Ministerio de Salud o un hospital de Essalud. El Hospital de Jauja fue construido por una donación de Domingo Olavegoya –inversión privada- y actualmente el Policlínico de Essalud Jauja no tiene local propio y andan mudándose de un lugar a otro arrendando distintos locales, esto a pesar de las decenas de miles de asegurados que residimos en la provincia de Jauja.

En el discurso presidencial de fiestas patrias, desde el Palacio Legislativo, el Presidente del Perú el día de hoy acaba de anunciar que, en el presupuesto del año 2021, se preverá el monto de 20 mil millones de soles para que sean destinados al sector salud, hecho que, según él, es inédito en la historia de nuestra patria. También ha dicho que su período de gobierno es de conclusión del que se inició el año del 2016. Y en este acápite es bueno recordar que el año 2017, el Presidente Kuczynski, visitó Jauja y en el recorrido que hiciera por las instalaciones del viejo Hospital Domingo Olavegoya de Jauja -además de la visita al local del emblemático colegio “San José”- anunció la construcción del nuevo hospital, promesa que hasta este año no ha cumplido quien lo ha sucedido en su gobierno. Este ofrecimiento, por constituir un tema de palpitante actualidad en nuestra patria azotada por la pandemia mundial que vivimos, permanece vivo en el recuerdo de todos los jaujinos. Hoy que los servicios de salud que ofrece el Estado, se ha constatado, son deficitarios, urge que en la región central del país se implemente el nuevo Hospital “Olavegoya” con una infraestructura moderna que amplíe su capacidad de atención, pues como área de salud, también atiende a los enfermos de la vecina provincia de Yauli (La Oroya).

Y en este rubro, también sería bueno decir -en alta voz- que los gobiernos sucesivos de este Perú republicano están en deuda con nuestra provincia pese a saber -porque para eso se organizan los censos- que Jauja demográficamente siempre ha tenido una gran presencia en la escena nacional (Clodoaldo Espinoza Bravo diría demóticamente) y que, al decir de Carlos Hurtado Ames, es esa notable presencia poblacional la que ha movilizado sus energías para hacer las obras más trascendentes de Jauja.

Por ejemplo, el aeropuerto, dice Hurtado Ames en su obra “Aeropuerto Francisco Carlé de Jauja”, es obra del pueblo, no del Estado, de sus organizaciones barriales y comunales: “… los barrios de toda la ciudad culminaron el ripiado y aplanamiento del campo en 23 días de faenas diarias, donde además participaron…los anexos del Cercado, Tambo, Chuclú, Huancas, Pancán, Huertas; los distritos de Masma, Ataura, Julcán, Yauli, Paca, Acolla, Marco, Concho, Llocllapampa, Paccha, Huaripampa, Santa Rosa de Ocopa, Mito y otros más…” (p. 27). La obra del Hospital “Domingo Olavegoya” se concretó por mediación de la Beneficencia de Lima a inicios del siglo XX, gracias a la donación testamentaria que hiciera el empresario minero Domingo Olavegoya para entregar 100,000 pesos de oro para la construcción de un centro de sanación en Jauja, voluntad que hizo cumplir su viuda quien, constatando que era insuficiente, tuvo que añadir más donaciones de su peculio para el equipamiento. La capilla de Cristo Pobre fue una iniciativa de los frailes regulares de Jauja que concretó el sacerdote-arquitecto francés Louis Baudín.

El Estado siempre ha estado ausente en las obras de Jauja, a lo más se ha limitado a dotar de puentes como el llamado Puente Stuart y el de Matachico de la carretera carretera central, el local nuevo del emblemático “San José” y alguna que otra obra menor. Ese mismo Estado amnésico, olvida la importancia de nuestra provincia en el devenir de la historia nacional.

Revisando algunas estadísticas que publica Paúl Gootenberg, investigador del Instituto de Estudios Peruanos, en su obra “Población y etnicidad en el Perú republicano (siglo XIX)”, cita la importancia de Jauja como la provincia más poblada del país, superando incluso a Lima. El cuadro que se acompaña es elocuente:

Población de Jauja y Lima en los censos de 1836, 1850 y 1862. El año 1876 también se hizo otro censo, pero este fue a nivel departamental.

Los números nunca mienten y es, en consecuencia, prioritario que en el plan de inversiones del año 2021 para el sector salud y para el cual el actual presidente ha anunciado un cuantioso monto, se le dé prioridad al cumplimiento del ofrecimiento presidencial de construir una nueva infraestructura para el adecuado funcionamiento del Hospital “Domingo Olavegoya” de Jauja, así como el hospital de Essalud, para el cual nuevamente los jaujinos hemos donado los terrenos para la construcción de esta anhelada obra. Solo de este modo, el Estado estará reivindicándose de esta deuda secular que tiene con el desarrollo socioeconómico de la histórica provincia de Jauja.

JUAN CONTRERAS SOSA Y EL “ESPERA CORAZÓN” DE UN DIAMANTE JAUJINO OPACADO POR EL TIEMPO

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1984, en la Plaza de Armas de Jauja, Alejandro Contreras Sosa y su hermano Juan, acompañando al autor de este post

Darío A. Núñez Sovero

Los recuerdos inevitablemente tratan de refugiarse en la parda e invisible coloración del tiempo, algunos oxidando su difusa humanidad en nuestra memoria. Pero cuando se trata de retrotraer los de un amigo, estos recuerdos mantienen su envidiable lozanía y presencia. Así, enhiestos, majestuosos, como si estuviesen horadando diariamente nuestra razón y nuestro cerebro, se mantienen vivos los recuerdos de Juan Contreras Sosa, una joya xauxa que caló hondo en la sensitiva fibra espiritual de los jaujinos del siglo próximo pasado. Hoy, a nueve años de su lamentable deceso lo evoco con la admiración y el orgullo de haber compartido, aunque no por mucho tiempo, su invalorable y eterna amistad. Lo hago, mientras en mis oídos, una antigua cinta de casete va desenvolviendo como una triste serpentina esa música con sabor xauxa que supo imprimirle a cada una de sus composiciones y en las que, curiosamente, Juan Contreras, hace de segunda voz secundando a Juan “Chino” Loayza Castro, poseedor de un envidiable e insuperable timbre que regodeó en jaranas y cuánto jolgorio alegró el ambiente bohemio de nuestra Jauja novecentera.

Fue al final de sus vidas, que un grupo de notables jaujinos  decidieron, en Lima,  hacer coincidir sus inclinaciones artísticas en un conjunto que denominaron “Evocación, Música y Tradición de Jauja”. Corría el año de 1983 y en ese grupo estaban, como guitarristas Amador Monge Loli, Antonio Suárez Benito e Isaac Montano; como cantantes Juan Loayza y Juan Contreras y como coordinador Alejandro Contreras Sosa, hoy todos finados por ese trágico signo de la muerte. Entonces ellos decidieron retornar a esta tierra de los xauxas y realizar una presentación en el Cine Teatro Colonial. La ocasión sirvió para difundir, en discos y grabaciones de cinta, los últimos registros de sus interpretaciones. La noche de esa apoteósica presentación, fue la última en que alcanzamos a escuchar la valía del arte de estos hombres que, en su tiempo, encandilaban a cuanto auditorio y muchacha guapa caía en sus redes a través de sentidos huaynos y mulizas. Digo última porque al poco tiempo falleció Juan Loayza, quien no pudo superar un coma diabético y luego de a uno fueron yéndose los siguientes al país de la parca. Hoy que en mi equipo escucho aquella vieja cinta de grabación, al mismo tiempo que reviso un escrito autobiográfico, me he detenido para releer algunas apreciaciones del mismo Juan Contreras sobre una muliza que, como una letanía del campanario de nuestra iglesia, arrullaba nuestros sentidos por lo melodiosa de sus notas y la profundidad del contenido de sus versos. He vuelto a recordar las circunstancias en que fueron escritas esas líneas de “Espera Corazón” que a juzgar de su propio autor es  “…la más aplaudida de mis mulizas…”, confesión que Juan registra en una de sus publicaciones finales que tituló “Tierra de mi canto” (el último fue el poemario que llamó “Variedades de la vida y la esperanza” que fuera presentado en el Casino Jauja, ese mismo año).

¡Cuánta belleza se encuentra en el alma de los versos de esta muliza! Y ¡cuánta fuerza y entusiasmo se le puede insuflar al amigo caído en desgracia con un sencillo aliento!. Juan Contreras era una persona que valoraba muy alto la amistad y, ocurre, que la fuente de su inspiración -en esta muliza- no fue la mujer amada ni aquella que despertaba su pasión, sino que estaba dirigido al amigo y colega caído en desgracia y en prisión por haber matado a su esposa a quien sorprendió en abierta infidelidad en su propio tálamo. De allí que, en un día de visita y cantando, al ingresar al penal, le anuncie a este amigo desventurado:

“…Calma tu sed, tus ansias

de tierna pasión, la vida es toda tuya.

Mira más alto y risueña y grácil dueña

hallarás en ti esperanza.

Si la vida desencanta y es tan breve,

no hagas del amor una cruz.

Espera, espera, que la dicha siempre llega…”

Cuando Juan me visitó en Jauja, mi ignorancia me llevó a preguntarle, ingenuamente, por el nombre de la mujer que le despertó estos versos y mi estupor llegó cuando me respondió que no estaba dirigido a ninguna dama sino al amigo caído, cuyo nombre con mucha reserva calló. Entonces me di cuenta que el cariño que uno puede tener a otra persona, también puede ser para aquellos de  quienes uno atesora su amistad. Admiración que se acrecienta cuando veo que en esas palabras autobiográficas, Juan Contreras, refiriéndose a la tierra donde nació expresa “(…) Temprano amanecí en el subyugante jardín del ensueño y el amor, cantando a mi bella Jauja, enamorado de su historia y tradiciones, de sus gentiles y hermosas mujeres; de sus barrios jaraneros y acogedores: La Samaritana, Huarancayo, La Libertad, Cruz de Espinas, La Salud, Huacllas, Yauyos; de sus furtivos parajes de tálamos afelpados donde el amor asciende en los cuerpos apareados mientras la luna se oculta entre nubes y suspiros (…)”.

¿Puede amarse en esta dimensión a Jauja? ¡Por supuesto! Y Juan Contreras Sosa nos lo demuestra, aún cuando desde el año 1955, después de haberse desempeñado como docente del colegio “San José”, se fue a radicar a Ica, donde luego de sufrir dos infartos cardíacos, falleció dejando el inmenso testimonio de una obra fecunda inspirada en su tierra materna. A él le corresponde la autoría de infinitos huaynos y mulizas, enhebradas con puro sentimiento terrígeno. Y he querido recordar estos pasajes por cuanto advierto el enorme olvido y desmerecimiento que algunos destacados intelectuales sufren de parte de quienes les debemos  gratitud y reconocimiento por todo aquello que nos legaron .

Y mientras concluyo este post, vuelvo a resetear la cinta de 1983 para seguir embebiéndome de la música terrígena de “Evocación, Música y Tradición de Jauja”, mientras mi espíritu se embriaga del halo delicado y perfumado de retamas, callecitas estrechas y acogedoras de mi Jauja.

  Jauja, 22 de Julio de 2020

 

LAS BIBLIOTECAS DE JAUJA

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Darío A. Núñez Sovero

Esta tarde de julio, me he dado tiempo para hurgar entre viejos cajones de cartón, algunas cosas que guardamos sin que, a veces, valoremos la calidad del infinito valor que hay en el contenido de muchos papeles antiguos, revistas y libros que creemos ya no nos sirven. Hallé entre ellos restos de algunas hojas de una revista que, me parece, fue editada en la década del 80 pasado, llamada “Mirador Xauxa” que (así lo creo) dirigió el extinto periodista local Oriol Morales. Hojeando lo que sobrevive de lo hallado, encontré este artículo que escribí como colaboración de dicha edición y que lo reproduzco y actualizo.

“Libros que son depositarios de cuánta verdad científica rodea al hombre. Libros que resumen la inquietud de infinitos desvelos y de pasiones innombrables. Tantos afanes costó coleccionarlos y qué fácilmente son desarticulados por manos biblioicidas. Libros que sucumbieron por manos bibliocastas, ignorantes de los tesoros que extinguían.

Estas líneas preliminares resumen un poco la ira de saber cómo nuestras bibliotecas jaujinas fueron progresivamente desapareciendo. Las bibliotecas de Jauja que conocí casi ya no existen. Habría que indagar en detalle la forma en que fueron exterminándose sin que nadie se ocupara de ellas.

Recorro las líneas de “Jauja Antigua” de Clodoaldo Espinoza Bravo, obra que relieva el hermoso pasado de Jauja y advierto que, por ejemplo, hacia el año 1941 sólo en el distrito de Apata había dos bibliotecas de renombre: la Biblioteca Municipal “Domingo Faustino Sarmiento” y la Biblioteca Pedagógica “Moisés Sáenz”. La pregunta fluye inevitable: ¿seguirán perviviendo todavía? Que yo sepa, han desaparecido. Sus numerosos y preciosos volúmenes deben haber corrido igual suerte. No menos infortunio debe haber sufrido la biblioteca fundada por el Centro Progreso Huaripampa en 1917 denominada “Andrés Avelino Cáceres” y que era una ofrenda a la gesta conocida como Huaripampeada. Tengo memoria, todavía, de una biblioteca renombrada que funcionaba en Marco hace pocas décadas, Cuando la visité no pude constatar sus existencias porque un velo de polvo, silencio y olvido me lo impidieron. Tantos libros juntos debieron ser un precioso alimento que nutrió la inteligencia de los marqueños.

También visité la casa del malogrado poeta Algemiro Pérez Contreras y su tía -que aún vive- alcanzó a mostrarme algunas obras de su valiosa biblioteca. Estaba en vida nuestro “Maiqui” Núñez Suárez -aquel amigo de Mariátegui, María Wiese y José Sabogal- y cuando me condujo a su “atelier” -donde recreó la policromía y delicada belleza de muchos paisajes jaujinos- pude advertir la riqueza de libros que guardaba en estantes adosados a una de sus paredes. Un buen día, mientras vivía en Trujillo, familiares descendientes directos del gran jurista jaujino Víctor Modesto Villavicencio, me obsequiaron un ejemplar de su obra “Vida Sexual del indígena peruano”. Hoy desconozco qué fueron de las numerosísimas obras que conformaron su biblioteca. Otro día, hace buen tiempo, uno de esos mozalbetes que han abdicado vilmente frente al alcohol me ofreció, por unas monedas, un libro cuya autoría recae en nuestro paisano Abelardo Solís Vásquez, autor de “Monografía de Jauja”, sorprendido tuve la torpeza de no aceptarlo por temor a ser cómplice. Otro mozuelo, lastimosamente desquiciado, me ubica en el mercado y, también, me ofrece un libro con una autógrafa firmada por un tal Lizárraga y fechada en Ticlio en 1924, su contenido es invalorable y hoy lo guardo celosamente entre mis libros. No hace mucho, nuestro buen amigo Lucho Castro me invita a su casa y luego de un frugal desayuno me conduce a la nutrida biblioteca de su padre, desprende un volumen y me lo obsequia, el tiempo apremiante que me agobiaba me limitó para verificar el valioso contenido de las otras obras existentes. Visito la casa de Henoch Loayza y, furtivamente, me doy tiempo para ver los numerosos libros que sobre Jauja contiene su biblioteca, igual ocurre cuando visito la casa de Luis Cáceres, Lucio Villanes y del alcalde Luis Balvín Martínez. Sé que otro Lucho, el profesor Rafael Sánchez del “San José” tiene otra valiosa colección de obras. Igual, de alegre, me sentí cuando en la casa de Arturo Mallma constaté la enorme cantidad de libros que asesoraban sus consultas investigativas. Y, en contraste, me dio mucha pena saber cómo el profesor Olavo Delgado vendía sus libros en una tiendecilla de la calle Grau, habiendo alcanzado a adquirir algunas.

Renglón especial merece comentar la biblioteca de nuestro querido Alejandro Contreras Sosa. Cuando lo visité en su casa del Jr. Iquique en Breña-Lima, advertí entre las numerosas obras de su biblioteca, las primeras ediciones de autores jaujinos y, luego, supe que le habían solicitado en venta una colección completa que posee de la revista “Fanal”, muy apreciada en su tiempo. Cosa similar, coincidentemente, me ocurrió cuando visité la casa de su hermano Juan en Ica; ver su biblioteca me devolvió a esta olvidada Jauja en versión de sus numerosos autores. Fui a Trujillo y visitando a otro jaujino, Godofredo Bonilla, pude ver entre los libros que guardaba obras con la autógrafa de Víctor Raúl Haya de la Torre. En Manchay, he tenido la oportunidad de encontrar en la valiosa biblioteca del R.P. José Chuquillanqui Yamamoto, numerosísimas obras de autores oriundos de Jauja y, a la vez, agradecer la generosidad que le expresé por la donación de algunos ejemplares de obras cuya publicación él acertadamente promovió.

¡Cuánto gozo interno se siente al saber que nuestros comprovincianos son contumaces consumidores de lectura e incrementan sus saberes con el respaldo, solvente y probo que da ese arsenal bibliográfico que significa tener una biblioteca personal!, pero también, cuánta decepción se sufre de saber cosas ingratas como la que me comentó don Alejandro Contreras Sosa al decirme que había visto, en las aceras de la Avenida Grau en Lima, cómo se vendían volúmenes de la invalorable biblioteca de Clodoaldo Alberto Espinoza Bravo o saber la suerte que han corrido los libros de la biblioteca del finado artista Hugo Orellana Bonilla, de quien cuando lo visité en su casa “Huayta Huasi” de Ataura, constaté numerosas obras en idioma español y francés. Al igual que los citados, tengo el convencimiento que, cientos -sino miles- de jaujinos atesoran sus bibliotecas personales en sus domicilios, aquellas delicadas y fieles compañeras del reconocido bagaje intelectual de sus dueños y seguras auxiliares del desempeño que les toca asumir en cada una de sus obligaciones. ¡Esas son las bibliotecas de los jaujinos!

Justo, por lo anterior, desde estas líneas quiero destacar la fidelidad y altruismo de don Miguel Martínez, quien ha tenido el cuidado y acierto de cautelar la biblioteca más renombrada que hay en Jauja y que en vida perteneciera a Pedro Monge Córdova. Él, en su condición de albacea y cumpliendo su voluntad, la ha donado a la Municipalidad Provincial de Jauja  (así como también su casa de la primera cuadra del Jr. Manco Cápac) y permanentemente cuida de su integridad. Con seguridad afirmo que si hubiésemos tenido más personas como Gustavo Miguel Martínez Saravia el patrimonio bibliográfico de nuestra tierra sería envidiable. Como envidiable es contar con el aporte de dos surtidores colosales de cultura como son las bibliotecas de la Parroquia jaujina y la biblioteca de la Sociedad Unión Artesanos de Jauja. En la primera, en ordenados anaqueles se acomodan más de 7 mil volúmenes de libros físicos y según nos comentó el párroco del año 2017, R.P. Percy Castillo,  está pendiente el proyecto de implementar la biblioteca virtual de esta entidad para lo cual ya tienen 17 computadoras -también no deja de expresar su desazón porque el otro proyecto de la Sinfónica de la Parroquia donde se han invertido mas de 250 mil soles en instrumentos provenientes de aportes de personas benefactoras en este momento carece de iniciativa y funcionamiento, situación que si no bien no viene al caso lo comento para conocimiento de nuestra comunidad-, el tema es que en esta biblioteca los autores jaujinos tienen prioridad en sus archivos. La biblioteca de los artesanos es más pequeña pero no deja de tener importancia por la valiosa hemeroteca que posee. Lo fundamental, en ambos casos, es que estos dos centros de cultura atienden diariamente por las tardes, lo que lo digo nos colma de singular entusiasmo y alegría.

Y sostengo esto porque, en contrario y con tristeza, he verificado que la administración de la Biblioteca Municipal de Jauja ha tenido responsables que en vez de cuidar su patrimonio, la han depredado. Hacen diez años, cuando era regidor de Cultura del municipio, se adquirieron numerosos volúmenes de Ciencias Sociales y hoy constato que ya no existen. Las interrogantes son obvias. El caso es que nuestro municipio y, más todavía, el Ministerio de Cultura, deberían inventariar el patrimonio bibliográfico de nuestra provincia y declarar su intangibilidad. Esto por un lado y, por otro, sería de desear que los jaujinos sigamos el ejemplo trazado por Pedro Monge -el año 2018, el profesor Julio Abel Churampi y su hija Adriana, una distinguida intelectual que labora en Bélgica, hicieron una donación de más de 1300 libros a la biblioteca municipal-. Este inusual desprendimiento iluminará la conducta de todos quienes aspiramos a que nuestra tierra siga siendo la ciudad-provincia de connotados intelectuales, envidiada por otras”.

Sobre la Biblioteca Municipal, en un post difundido en el blog “Jauja Primera Capital del Perú”, de noviembre del 2010, el conocido historiador Carlos Hurtado Ames expresaba su desazón por el estado en que se encuentra hoy en día, la improvisación de sus conductores y la precariedad de sus existencias, reclamando un giro radical y la modernización de ella bajo la responsabilidad de bibliotecólogos. Es más, al final de este post, Hurtado Ames expresó que había escuchado de Edgardo Rivera Martínez su voluntad de donar su biblioteca personal a nuestro municipio, sugiriéndole que, por el momento y mientras siga administrándose desordenadamente, se abstenga. También está pendiente el ofrecimiento que el reputado historiador jaujino Heraclio Bonilla Mayta, autor de “Historia del Perú Colonial”, ha hecho para que parte de su biblioteca sea entregada a la comuna jaujina, habiendo designado como mediador de su voluntad a Lucho Castro Hurtado. Si se concretara la voluntad de Edgardo Rivera Martínez, más la de Heraclio Bonilla Mayta y se diera un nuevo giro a la conducción de la biblioteca municipal, estaríamos ante una formidable institución que dé vigor al cultivo de inteligencias y cultura jaujinas. Así sea.

Jauja, 03 de Julio de 2020