Darío A. Núñez Sovero
El insigne escritor jaujino Clodoaldo Espinoza Bravo nos lo recuerda, en su vasta obra colmada de jaujinidad, que desde el gobierno del Dr. Heráclides Balvín Huamán, quien fuera el primero de los que ocuparon el cargo por elección popular el año de 1963, se dio inicio, por Acuerdo del Concejo, a la Semana de Jauja, la misma que se instituía en razón de la vigencia de Jauja en la historia de los pueblos del Perú y América. Esta semana debía tener como día central el 25 de abril, en recuerdo del día en que se consolidó la Fundación Española de la Ciudad de Jauja en 1534. Desde entonces, el mes de abril, para nuestra provincia estaba determinado, a priori, para ensayos y celebraciones que debían realzar nuestro júbilo citadino fundacional, así como también rendir un reconocimiento a quienes, en su momento tuvieron activa participación para la forjación de nuestra idiosincrasia e identidad.
Cronológicamente, este año, es la semana en la que debían desarrollarse todas las actividades de la Semana de Jauja. Estas, naturalmente, afrontan la coyuntura de la grave pandemia mundial que aqueja a la humanidad y que nos enfrentan a una situación de razonable emergencia nacional. Razón más que poderosa para posponer cualquier tipo de programaciones festivas que esperarán una nueva oportunidad. Las penurias de nuestra comunidad y el respeto al sufrimiento de miles de contagiados y fallecidos así lo exigen.
Lo expuesto, sin embargo, no nos impide para que en la interioridad de cada jaujino se desborde la emoción y podamos expresar nuestro homenaje al sagrado suelo que nos viera nacer. Rendir nuestra reverencia a ese espacio geográfico, colmado de infinitas bondades naturales, que fuera el escenario donde hemos visto la luz por primera vez y desde donde hemos iniciado nuestro recorrido por la vida y el mundo. Ofrecer nuestra pleitesía a nuestra Jauja, suelo bendito que es y será nuestra fuente de inspiración para acometer, con entusiasmo y mucha fe, las diferentes vicisitudes existenciales.
Esa es la intención de la presente nota, que no es sino un apretado resumen de sentimientos terrígenos y una exaltación viva a la calidad de exhibir, con orgullo, la condición de ser jaujinos. Por ello es que nos emocionamos al recordar a esa tierra legendaria que aportó objetivamente con el rescate del inca Atahualpa con el cargamento aurífero que hicieran llegar nuestros naturales a Cajamarca, confirmando la fábula europea del “País de Jauja”. Saber que el 24 de abril de 1534, por decisión de Francisco Pizarro, se consolida la fundación de Jauja como la capital de la gobernación de Nueva Castilla es motivo de perenne reflexión, pues nos recuerda el inicio de una orgullosa nación mestiza que supo conjugar los aportes culturales del mundo occidental e indígena. Nos llenamos de euforia patriótica cuando evocamos la participación activa de nuestra Jauja en las Juras de la Independencia Nacional bajo el liderazgo del cura Estanislao Márquez y Alejo Martínez Lira (en Jauja fueron dos juras de independencia las que ocurrieron el 20 de noviembre de 1820, en la mañana en Huancayo y por la tarde en Jauja. No olvidar que Huancayo es desmembrado de Jauja el 16 de noviembre de 1864). Para nosotros es motivo de especial recuerdo el haber sido, aunque sea brevemente, sede de la capital de la república peruana y por ende Capital del Perú cuando Nicolás de Piérola decide establecerse en Jauja en su condición de dictador. Haber estado presente en las jornadas de la Guerra con Chile en las batallas de San Juan y Miraflores así como en la resistencia de Cáceres con los batallones “Jauja”, “La columna de Mito”, “Guardia Nacional de Huaripampa”, “Cazadores de Apata Nº 8”, “Flanqueadores de Llocllapampa”, “Cazadores de Muquiyauyo”, “Batallón Libres” de Marco y Concho, que consagró la gloria de prohombres jaujinos anónimos así como de líderes como Domingo Martínez Martínez, Lucas Hinostroza e hijo.
La Campaña de la Breña fue financiada por los notables jaujinos en 1882
Cabe precisar que Jauja fue quien financió la Campaña de la Breña, por lo que una vez terminada la guerra del pacífico, nuestra ciudad atravesó una grave crisis económica que la superamos posteriormente. Al respecto, en la página 43 del libro “Poder y conflicto social en el Valle del Mantaro” de Giorgio Alberti y Rodrigo Sánchez, se indica lo siguiente:
“Otro factor que contribuyó al debilitamiento de la élite jaujina fue la guerra con Chile (1879). En efecto, todos los gastos para la defensa de la región y la preparación del ejército del general Cáceres fueron sufragados por los notables jaujinos (Bravo Guzmán, 1943). Además, la élite jaujina sufrió las peores consecuencias de la devastación causada por las prolongadas acciones militares en el área”.
Asimismo, haberle dicho al Perú: presentes en la Guerra con Ecuador en 1941, otorgándole la entrega y heroicidad del jaujino Alipio Ponce Vásquez “El titán de Carcabón”. Haber tenido participación viva y arrojada en el conflicto del Cenepa el 1995 con la pericia combativa de Hilario Valladares Zegarra, héroe de dicho conflicto. Recordar todo ese sacrificio de jaujinos en aras de la patria me sacude el patriotismo y lo colma de orgullo, como también me enorgullece saber del bagaje intelectual y cultural de Pedro Monge Córdova, Edgardo Rivera Martínez, Aníbal Moto Vivanco, Wenceslao Hinostroza, Max Espinoza Galarza, Víctor Modesto Villavicencio, Miguel Martínez Saravia, Alejandro Contreras Sosa, entre otras renombradas intelectualidades jaujinas, que han hecho aportes tangibles al enriquecimiento de la heredad nacional.
Hablar de Jauja sería llenar de palabras grandiosas y melifluas las páginas de la historia nacional. Todo ello aflora ante nuestra memoria cuando la nombramos. Aflora también la necesidad de seguir bregando por su desarrollo: i) defendiendo la vigencia de nuestra primer terminal aéreo como Aeropuerto Internacional del Centro -tal como fuera proyectado por nuestros ancestros liderados por Tayta Pancho, José García Frías y Virgilio Reyes-; ii) seguir impulsando la carretera JU 103 que posibilitará abrir una nueva vía de desarrollo de Jauja con su región selva; iii) seguir impulsando la próspera industria de productos lácteos y piscícolas que harán de nuestra provincia una rica fuente de provisiones alimentarias al país; iv) continuar con la explotación racional de los recursos no metálicos de la quebrada del valle del Mantaro, fuente de ingente mano de obra local; v) continuar siendo la dispensa alimentaria de la capital de la república con las ingentes cosechas agrícolas de nuestro campesinado; desarrollar desde una óptica más técnica y productiva la potenciación de los numerosos recursos turísticos de Jauja, fuente de grandes recursos económicos para nuestra comunidad; vi) iniciar la nueva construcción del Hospital de Jauja; vii) iniciar la construcción de la Zona Monumental de Jauja; etc. Y así la relación de tareas pendientes sería larga, pero es lo que ahorita necesitamos como provincia.
Esta apretada mención de las virtualidades de Jauja, naturalmente colman el sentimiento colectivo de nuestros comprovincianos en esta semana de Jauja. Lo hemos querido mencionar como una humilde y modesta tributación de reconocimiento y homenaje a nuestra querida y grandiosa tierra, en este su 486 aniversario de fundación española. ¡Viva Jauja!
Jauja, 21 de Abril del 2020