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BREVES RELATOS PARA EL SORPRENDENTE ANECDOTARIO JOSEFINO

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                                                   Darío Núñez Sovero

Hurgando sobre las motivaciones de una aparente “confrontación” entre jaujinos y huancaínos, encuentro que,  en los orígenes de este hecho y que es una realidad, hay antecedentes remotos y  están referidos, entre otras razones, a las competiciones de antaño entre los colegios centenarios del “San José” de Jauja y el “Santa Isabel” de Huancayo. Estos antagonismos tienen data antigua y se remontan al siglo anterior. Cuando escolar, recuerdo que el año 1956 se realizó en Huancayo un Campeonato entre los colegios aludidos y, aquella vez, se extendió a los colegios femeninos “Nuestra Señora del Carmen” de Jauja y “Nuestra Señora del Rosario” de Huancayo.

Sobre dicho evento, tuve la oportunidad de asistir, subrepticiamente, con la delegación de nuestro colegio, para lo cual conté con la complicidad de los estudiantes-deportistas  de la rama del básquetbol Eduardo “Chino” Onuma y Orfeo ”Volvo” Huatuco. Viajé con la delegación oficial, bajo el liderazgo de los profesores de Educación Física, Alfonso “Loco” Alcántara y Eugenio “Negro” Susaníbar. Las competiciones se realizaron en tres escenarios: el estadio isabelino, el “pampón” del viejo recinto del estadio “Edilberto Chávez” y, por las noches, la cancha de básquetbol del “Colegio Inmaculada”. De este evento, dos hechos nítidos han quedado registrados en mi memoria: primero, cuando se realizaban las competencias atléticas, tocó el turno del salto con garrocha en el cual  nuestro representante era el estudiante, de tercer año, Luis Núñez Figueroa. Nuestra opción era de primera y su contendor –de apellido Loncharich- también era bueno. Superados los saltos iniciales, colocaron  la varilla a una altura mayor. Fue allí donde, en el turno del josefino y para desgracia nuestra, se rompió la “pértiga” –que era de caña bambú- cuando nuestro atleta estaba a una altura de más o menos tres metros. La caída  de espaldas fue inevitable, ante el estupor general, e inmediatamente fue auxiliado por los presentes, pues se temía lo peor. Para contento de nosotros, y fuerte como era, Lucho se sobrepuso un tanto magullado por la inesperada caída. El segundo recuerdo de esta competición, fue que, en la disciplina de salto alto, la representante del colegio del Carmen era la estudiante Luz Borja. Luego de dura competencia con su antagonista rosarina y ante la alegría y el incansable aliento de los josefinos, ella logró el campeonato en esta rama por lo que fue calurosamente felicitada.

El antecedente primario de estas competiciones, según Manuel Espinoza Galarza en su obra “Relatos referentes a Jauja”, se remonta a 1922. Dice nuestro ilustrísimo paisano que aquella vez él también era estudiante. Por entonces la Educación Secundaria en el país pasaba por una serie de innovaciones derivadas de que el Presidente Leguía había traído al país reformadores educativos norteamericanos, bajo el concepto de que era inspiradora para la educación peruana. Para nuestra región fue designado, como “innovador, un docente educativo “gringo” de apellido Albertson y a quién, con el apoyo los profesores de la naciente disciplina de Educación Física, no se les ocurrió mejor idea que organizar una competencia deportivo literaria entre los colegios más antiguos de esa época: el “San Ramón” de Tarma, el “San José” de Jauja y el “Santa Isabel” de Huancayo. La sede y por sorteo, fue fijada en Tarma donde deberían desarrollarse las competencias en noviembre del año siguiente, 1922. Para esa fecha, ya había ocurrido en el viejo colegio jaujino la primera huelga estudiantil –Mayo de 1920- fruto de la cual la Asamblea de profesores no tuvo peor acuerdo que expulsar a connotados estudiantes supuestamente instigadores de la medida de fuerza, entre los cuales estaban el notable Clodoaldo Espinoza Bravo y Manuel Espinoza Galarza, este último de reconocidas dotes artísticas y literarias. Pues bien, en este rubro, el “San José” tenía limitaciones por la escasez de estudiantes de solvencia que debían representar con altura y dignidad el ya renombrado prestigio del colegio, razón por la cual, el Director del plantel se vio en la necesidad de constituirse a la casa de Manuel Espinoza para informar a sus padres que como Director levantaba el “castigo” impuesto, en mérito de lo cual nuestro escritor volvió a su colegio y empezó a prepararse para la competencia. Un día antes de la fecha indicada y por las limitaciones económicas de la delegación decidieron ir a Tarma a pie. Llegado a su destino, desde ya, fueron recibidos con admiración por los lugareños, con el antecedente de que la delegación huancaína vanidosamente se insuflaba como invencible y amenazaba con arrasar los primeros puestos. Los resultados dijeron lo contrario y el colegio jaujino fue logrando triunfos en las competiciones de las que Manuel Espinoza recuerda haber logrado ser el triunfador del concurso literario, ante la ira de los contendientes quienes empezaron a agredir a los jaujinos. Los tres días de reñidas competencias fueron muy halagadoras para nuestros paisanos que satisfechos retornaron a nuestra ciudad con la alegría de haber representado con honor a su colegio y a Jauja, provincia que empezó a ser denominada, con justicia, como la Provincia Rectora del Centro del Perú muy respetada en todos los escenarios del país.

Pasados, dos años, el 6 de agosto de 1924, y en versión del extinto Julio Saravia Ancieta,  quien por entonces estudiaba el cuarto año y tocaba la tarola en la banda de música, ocurrió una nueva  y singular anécdota. El gobierno peruano dispuso que, en honor al centenario de la Batalla de Junín, se realizaría una gran parada escolar-militar para la que, nuevamente, fueron participados los colegios “Santa Isabel” y “San José”. Los estímulos eran especiales y la delegación josefina tuvo esmero en su preparación. El viaje, fue acordado realizarlo en tren. El día citado y con el afán de ser ganador, la delegación del colegio huancaíno, que también viajaba en tren, presionó al maquinista para que no ingrese a Jauja, cosa que así ocurrió. Enterados de esta situación y ante la larga espera, en acertada decisión, los directivos del colegio alquilaron dos omnibuses y decidieron llegar a como dé lugar a tan especial efemérides. La delegación huancaína no previó que el tren paraba en la ruta y, en otros paraderos, donde se detenía para proveer de agua a la locomotora, lo que les causaba retraso. De este modo, la delegación jaujina llegó primero al recinto del desfile y fue, en primer lugar, estimulada con el primer premio por puntualidad. La delegación huancaína, al llegar mostró su sorpresa y con contenida rabia, no pudo menos que pasar por el estrado de honor bajo los acordes de la banda josefina que ganaba el aplauso de la concurrencia por ser la delegación oficial del desfile. Concluido el desfile y ya en retirada, los josefinos, en coro, exclamaban al unísono: “te cuadre o no te cuadre, “San José” será tu padre” (Esta última versión me fue contada por Maruja Saravia Espinoza, quien comentó que su padre se lo repetía con acentuado gozo).

La historia de nuestro ahora colegio centenario jaujino es riquísima en anécdotas, como las relatadas. Nuestra intención es motivar a nuestros distinguidos ex alumnos y docentes para incrementar tan valioso legado con nuevos relatos vividos a través de los tiempos.