Darío A. Núñez Sovero
El gobierno acaba de publicar, con fecha 15 del mes en curso, la Resolución Viceministerial Nº 214-2018-VMPCIC-MC por la cual Declara Patrimonio Cultural de la Nación al Carnaval Jaujino de la Provincia de Jauja, departamento de Junín. Con este documento, el estado peruano, le da carta de ciudadanía a “una de las manifestaciones culturales más representativas de la ciudad y la provincia de Jauja”. Los jaujinos, alborozados, no podemos menos que alegrarnos que una de nuestras expresiones del espíritu xauxa merezca el reconocimiento de nuestra nación, con lo cual se cierra y a la vez se inician nuevas aventuras para que el rico acervo patrimonial que existe a lo largo y ancho de nuestra provincia tenga el lugar expectante que merece.
Una atenta lectura de la extensa resolución antedicha, nos mueve a hacer algunos comentarios relevantes. Nuestra añeja costumbre, en primer lugar, tendrá que ser observada o cumplida tal y como reza la exposición de los considerandos, pues, de no hacerlo se corre el riesgo que luego de cinco años que deberá hacerse, por parte del Ministerio de Cultura, “un informe detallado sobre el estado de la expresión declarada…”, con lo cual, cualquier distorsión acarrearía riesgos que son difíciles de precisar. Y los riesgos que me aventuro a comentar están reiterándose tanto que es menester corregir para responder eficientemente al espíritu de la norma.
En segundo lugar, se dice que la fiesta, en su primer día, se inicia cuando el padrino recibe a la comitiva de varones del barrio e invitados para brindarles el desayuno que le otorgue la fortaleza necesaria para derribar y cargar, luego, el árbol. Es del caso que esto se está distorsionando por cuanto, ahora, a este desayuno asisten indebidamente damas y aún niños. Las damas tienen otro protocolo que debe ser observado por la madrina y no deben “entrometerse” en el de los varones. Ya en el mismo campo, alegra saber que la costumbre del “manshu” (castigo con aguardiente para los que no tienen la indumentaria de rigor) ya tiene reconocimiento oficial, todos los padrinos y asistentes estaremos en la obligación de ejercer su cumplimiento. Por el lado de la madrina, también se oficializa el “Shacteo”, que es la comida a manera de almuerzo que ella ofrece a los asistentes sobre la base de la shacta (a base de arveja molida con maní y acompañada con hilachas de carne, queso untado con aji amarillo y cancha). Esto es importante por cuando hacen pocos años que algunas madrinas han optado por la comodidad de entregar “tapers” con pedazos de pollo o carapulcra, lo que, naturalmente, desnaturaliza la tradición. La indumentaria, por demás vistosa y elegante en el segundo día de fiesta es de estricto cumplimiento, tanto por el varón como por su pareja; es menester resaltarlo por cuanto, especialmente, las casas dedicadas al alquiler de ropa de cortamonte, son los primeros en desacatar la norma, lo cual debe superarse. Saber que debe ser de tres colores, en el caso de las damas, y de colores o tonos graves nada estridentes, le otorgará mayor formalidad a nuestra tradición.
He querido mencionar sólo algunos de los aspectos que considero que están contemplados en la resolución materia del presente post y, ligeramente, quiero señalar algunos vacíos. No se menciona la existencia de lo que en el barrio La Libertad se conoce como el Alto Comando, que está integrado por dos o tres respetables cobarrianos que se encargan de todo el aspecto disciplinario: cumplimiento del horario de fiesta, administración de los “manshus”, administrar los agasajos, etc. Tarea menuda que actualmente se deja para los de mayor entusiasmo. Por otro lado, si bien el municipio ya se adelantó en establecer un reglamento de la fiesta, es conveniente otorgarle a éste mayores funciones de fiscalización.
Pese a lo comentado nos sentiremos halagados de saber que todos los jaujinos estamos obligados a dar cumplimiento fiel de todo lo establecido en la norma materia de los presentes comentarios, norma que ha sido promovida, tramitada y fundamentada por la presente gestión municipal a quien saludamos por este importante paso que fortalece nuestra identidad.
Estimado Darío, me alegro grandemente de lo comentado y quiero dar una sugerencia. He visto, no sin desagrado, que el sombrero de la jaujina ha sufrido un cambio en sus dimensiones: estos tenían más altas la copa, así como mayor el vuelo del ala. Razones posiblemente mercantilistas debieron influir en este cambio que desvirtúa la autenticidad de esa importante prenda del vestido de la mestiza jaujina. Propongo que se den dimensiones mínimas y máximas de ese hermoso sombrero para devolver su belleza y autenticidad a esta prenda.