El escritor peruano, nacido también en Jauja, acaba de publicar un libro que desanda la historia de esta ciudad que se convirtió en quimera de los españoles.
Cuando unos duros extremeños, hombres bajitos y extenuados por el hambre, divisaron la ciudad de Jauja, llena de gente y riqueza, desde la cumbre del cerro Huancas, se hincaron entre gemidos y alabaron su destino: arribar al mítico país de la abundancia.
Les colmaron de comida, regalos y doncellas. Su capitán, analfabeto y bastardo de los Pizarro, decidió refundar Jauja como la primera capital del Perú. Poco después la abandonó, pero la leyenda del paraíso alimenticio y metálico había nacido.
Xauxa para los nativos y Jauja para los españoles, era la consumación de una vieja quimera medieval, llegar más allá de los mares al País de la Cucaña o de Jauja, el lugar donde: “ Se nada en opulencia/y pobres no hay…sin crímenes, ni policía,/ni pleitos, ni guerras civiles…ni abogados, ni notarios/no se pagan contribuciones…porque como no hay dinero,/no se conoce nunca la miseria”, el poema es de Antoni Bori y Fontestá y aparece en el nuevo libro de Edgardo Rivera Martínez, Historia y leyenda de la Tierra de Jauja. La calidad de la narrativa de Rivera Martínez opaca la trayectoria académica, de investigador y antólogo, pero no por eso deja de ser importante su largo trabajo ensayístico. Sus libros sobre viajeros y ciudades como Lima, Trujillo, Arequipa, Huamanga, la Amazonía y Jauja son de gran ayuda para conocer la opinión de los más selectos intelectuales a través de los siglos.
En Historia y leyenda…, encontramos a François Delpech, posiblemente el mejor estudioso de la leyenda de la Tierra de Jauja en el siglo XVI. Carlos Urani, profesor en Ontario, dice: “Es un lugar ideal para los glotones, no hay jerarquías sociales; pagan por descansar y castigan por trabajar” (p.26)
De Lope de Rueda, transcribe un breve juguete teatral, La Tierra de Jauja, impreso en 1567 con 3 personajes a cual más confundidos y hambrientos. De Manuel González de la Rosa, presenta un texto publicado en París en 1907 sobre la leyenda de Jauja y un largo poema anónimo, “La isla de Jauja”. Por su parte, Manuel Herrero estudia la significación de Jauja en el contexto cultural español de mediados del siglo XX.
De Porras Barrenechea: “Jauja, mito y realidad”, donde el maestro dice: “Y aunque el Cuzco o Pachacamac fuesen más ricos, es Xauxa el nombre que retiene el prestigio de asombro.”(p.79 ) y un artículo de Rosa Pellicer sobre Islas singulares: Amazonas y Jauja. Finalmente, los textos de Rivera Martínez y Espinosa Bravo.
El apasionante libro trae reproducciones de cuadros afines donde sobresalen los de Pieter Brueghel, O. Berrfurth, Wenceslao Hinostroza y de K. Kasparavicius.
Aquí el amigo Villanes Cairo, no repara un detalle, que se dio a través de la historia. Todas las personalidades, que visitaron el valle, quedaron fascinados por el valle en su conjunto y no sólo por la actual provincia de jauja,-que es parte del valle-, dado que la planicie paisajística es una sola unidad geográfica y en aquellas épocas del siglo XVI, el valle carecía del denso follaje arbóreo del eucalipto, que lo hacia aún perceptible en su profundidad. El Wancamayu, -su nombre original del valle-, en razón a la primigenia etnia, que asentó su hábitat, en wanka simi, sería: "tarpuyta callariscaiqui pachamanta". Lo de Xauxa(simplificación grotesca del topónimo Hatunxauxa, denominado por los hispanos), fue ya una adjetivación hispana, ni siquiera, Wankawamani, que fue una rebautización política-territorial, dado por el imperio de los orejones. La exaltación estética-paisajística, esta dado en función a la profundidad, que estimula al cono visual del individuo, que lo contempla. Obviamente lo que era el valle del Mantaro(nombre actual), los hispanos le dieron a conocer como el valle de Jauja, por ser el primer punto territorial de contacto. Espero publique mi cordial discreoancia. Gracias