Ya no oler, ya no ver, ya no hablar, ya no oír. Con lo que cada persona adulta en sus cabales crea, profese, piense y actúe debería ser comprendido y aceptado. Por la primera razón que tiene base en la ignorancia, pues quién podría decir que tiene la razón y juicio verdaderos. Aquí no tengo la canción que deseo, oigo otra, pero pienso en la que no tengo. La que oigo creo es solo para no oír lo de fuera para poder hacer lo que hago. Lo correcto sería buscar la canción, pero en verdad aquí no la tengo y la quiero. Como ven, querer no es poder al menos para mí. Y es que en verdad son complicaciones y uno sabe a veces hasta con quien serlo, golpear a los padres ancianos. Con razones y costumbres antiguas y muy, cuánto podrían disfrutar uno del otro sin miradas que juzguen y descalifiquen? Aunque seguro a algunos ni les importara, por solo pensarse, habían cosas que pesaban más aunque ahora menos y no es que sea del todo malo. Besar o solo tocar su mano era más que suficiente, luego las vendas se acortan y hay excesos como en todo y desde siempre. Llamarías a otro y no dije nada, tal vez se diría que no hay fuego ni pasión ni deseo, no me importó y eso fue más de lo que no se pensaba de lo que no era. No me mires así, menos si no te podía tener o tenerme. Ya nada se puede hacer, la mirada no está. Cada llave a es a cada cerradura; de otro modo qué candado sería? Un país de maravillas en donde nadie se roba ni nada se pierde. Nada se pierde! Y si te decía que te vayas con el ladrón, irías? Está bien, quise robar y no pude, tal vez tampoco no quise. Pensar en el poco tiempo, el olvido, en la rutina que podría terminar lo que no debería hizo que no me atreviera. El olvido es de un tiempo en otro tiempo, el tiempo es todo el tiempo, lo otro más real luego de lo real sería el olvido; la rutina es el carbón y el tiempo con su sombra, el fuego. Ya no sentir.