¡Qué miedo daba! Pero a la vez era gracioso mojarlos. Tan calurosos días sentados cerca de la puerta que daba a la quinta Santa Rosa. Un balde por cada uno, ¿Cuantos globos? Ya no recuerdo habrían más de cinco o seis en cada balde con agua. -Bueno ya te toca, ¿a quién, a quién?, esperando a las siguientes víctimas a ser empapadas. Por lo general era al primer auto que pasara o con Ángel en la avenida principal de una cuadra arriba, los buses con gente parada en el intermedio, cuántos agradecidos y cuantos iracundos. Ese medio día de verano con los baldes y Johnny repartiendo globos a cuanto auto pasase. Un escarabajo rojo se aproxima -a ese, a ese. ¡Te toca!- Un globo al azar del balde cualquier color y la fuerza necesaria para intentar mojar al conductor o su acompañante. Qué tan gran coincidencia de momentos por la ventana más pequeña del lado del chófer se logra colar el globo y ¡Splash! Preparados a correr, cuando en eso un -¡Gracias!-. Tan caluroso medio día convertido en la salvación de un conductor que de seguro necesitaba un refresco.