Recrear nuestras maneras de vivir

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Reflexionando en comunidad sobre los signos de los tiempos en la realidad de nuestro país, veíamos diversos elementos que coincidentemente nos llevaron a situarnos desde el espacio global en el que vivimos. Es real, hablar de nuestro país puede tener más sentido si lo hacemos desde lo global. Hablar de los signos de los tiempos se proponía como una lectura desde la esperanza, desde un discernimiento con sentido.

Identificando que, a nivel global, nos confrontamos con un cambio de época, con interdependencias de unos y otros dentro de la llamada aldea global; donde, sin embargo, unos tienen más poder que otros y seguimos sin resolver problemas tan vitales como el hambre, teniendo la posibilidad de hacerlo. Expresado también en la caída de una serie de paradigmas e ideologías y la noción de “ideas supremas”, lo cual nos confronta en riesgos de relativismos y pragmatismos, o de fundamentalismos, ya sea religiosos, económicos o políticos. ¿Estamos en la disyuntiva de la uniformización o la pluralidad?

Situando que la tecnología nos facilita algunas cosas pero no resuelve el tema de la humanidad y su sentido de existencia. Cuestión que estamos cada uno obligados a resolver y decidir. Sin embargo, como nunca antes, tenemos posibilidad de comunicarnos e interactuar desde distintos lugares y medios. Pero no olvidemos que no todos accedemos a ello. Además, la tecnología puede terminar esclavizando nuestro actuar, o bloqueándonos.

Pese a la crisis de liderazgos en el mundo actual (y en nuestro propio país), asistimos a la presencia de un personaje como el Papa Francisco, quien está hablando al mundo, nos está hablando a las distintas y diversas personas, creo, como Jesús mismo lo haría. Llamándonos a reaccionar frente a las injusticias, el desaliento, el conformismo, la desidia, la inhumanidad de la guerra y la exclusión. Llamándonos también a que sepamos dialogar y construir juntos el mundo que no es de nadie y es de todos.

Haciendo conscientes cuestiones como el individualismo desenfrenado y la “cultura del desecho” que atraviesa de manera dramática nuestras sociedades y se constituye en traba para la solidaridad, el compromiso o la fraternidad en las relaciones. Superando la desconfianza, la volubilidad y la crisis de autoridad, poniendo especial atención en los jóvenes. Ello también nos habla de cómo logramos construir una Iglesia más inclusiva, cercana, laical y misericordiosa.

Recogiendo como aspectos más concretos el enorme significado que tiene la revaloración de la mujer, los niños, las poblaciones indígenas, la ecología y el medio ambiente, el diálogo interreligioso e intercultural, y todo lo que alrededor de ellos se abarca y se recrea. En el fondo se trata de cómo valoramos toda la creación por igual dentro de lo específico y valioso que tiene cada ser y cada cosa.

Alrededor de lo anterior, no podía faltar la pregunta: ¿A qué nos invita de modo personal y comunitario? Dicho más brevemente, nos confrontamos a revisar nuestros propios estilos de vida. Cómo estamos siendo fieles a esos signos de los tiempos y de qué manera tenemos que sintonizar y proceder a cambios en nuestros hábitos y maneras de proceder y vivir, respecto hasta como hoy lo hemos venido haciendo.

Necesitamos tomarnos más en serio el amor que nos reveló Jesús, a saber discernirlo, a buscar darnos mayor profundidad en nuestra vida. En el año de la misericordia que se ha marcado para la Iglesia Católica, es muy importante y necesario situar que es hoy un tiempo pertinente para preguntarnos cómo amamos, a qué le decimos amor y amar, cuál es la radicalidad a la que nos invita en la experiencia de cada uno.

Siento que necesitamos recrear nuestras maneras de vivir, aunque no sé muy bien qué puede significar todo ello; a qué me debiera conducir; qué temores inconscientes debo vencer y superar. Cada vez me convenzo que ello lo podremos saber juntos, responderlo juntos, aproximándonos a mejores significados y buscando caminar en dicha dirección. Un sentido de búsqueda y en diálogo, donde espacios como el comunitario pueden ser bastante sugerentes.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 21 de febrero de 2016

Una experiencia que nos inspira

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Hay diversas formas de relacionarse y, en el intento de integrar a un conjunto de organizaciones, se puede dar la impresión de estar siempre empezando de nuevo. Ya que las personas a cargo de cada una de ellas va cambiando (o las mismas que se encargan de hacerse parte de la coordinación); y muchas veces no se conoce la experiencia previa o no lo suficiente como para pensar que se han hecho cosas antes del estilo o forma que ahora sí habría que hacer.

Eso es común en redes de diversa naturaleza y la Mesa de Movimientos (y Comunidades) Laicales no es ajena a ello. Y es natural. En todo caso, es señal de interés entre las nuevas personas que asumen su responsabilidad en ello el plantearse qué hacer juntos, de la mejor manera, buscando visibilizar su labor en lo que corresponda, estableciendo una identidad más definida a la que se pueda haberse logrado y que, en conjunto, ayude al mejor desarrollo de sus integrantes.

Como todos los años, en ésta parte del año, los integrantes de ésta Mesa Laical se reunieron para dialogar e intercambiar sobre inquietudes recurrentes e importantes, para definir algunas iniciativas comunes en el año. Desde mi mirada paso a comentar algunos detalles que me parecieron pertinentes. Por ejemplo, creo que una cuestión que sería importante considerar es el priorizar algún tema común; en particular, lo que fue sugerido en torno a la misericordia, a tono con el año especial considerado en nuestra Iglesia.

Misericordia que nos debe ser muy vinculante a las diversas reflexiones que nos viene sugiriendo el Papa Francisco en sus diversas actividades y viajes. Por ejemplo, ahora que se encuentra en México, levantando la voz contra el narcotráfico y la corrupción, o respecto a la unidad y transparencia de la Iglesia local. Misericordia que nos sitúa desde actitudes personales, comunitarias y en relación a qué significan en el ámbito de las políticas públicas. ¿A qué nos invita?

En el tejido de buenas intenciones que siempre aparecen como deseo; en el querer hacer diversas cosas, me ha parecido necesario decir que no tenemos que inventarnos nuevas cosas que hacer necesariamente. Que sería muy importante partir desde lo que ya se hace desde cada movimiento, comunidad e integrante de la Mesa. No se trata de añadirnos más tareas e iniciativas. Quizás lo prudente sea empezar por ver cómo apoyamos las diversas iniciativas que ya realiza cada uno de los integrantes. Ya sea en el ámbito de la participación política, la educación o la familia, la formación de liderazgos o acompañantes, la posibilidad de orar juntos y discernir los signos de los tiempos actuales, el plantearnos formas de formas de recreación comunitaria, entre otros.

Los riesgos que podemos correr en éstos casos es la de crearnos falsas oposiciones. Por ejemplo entre actuar hacia “adentro” o hacia “afuera”, cuando la experiencia de la Mesa ha ido por un moverse entre los dos ámbitos, aunque lógicamente de modo especial su labor se haya situado más hacia adentro. Pero, en los últimos años, hemos tenido momentos de hacernos parte de algunos pronunciamientos públicos; de algunas vigilias; de algunas marchas (por la ecología y el medio ambiente la más reciente, en torno a la COP 21). En fin, más importante que tener posiciones públicas meridianas quizás sea el ver cómo potenciamos y aprovechamos lo que ya hacemos, o lo que hacen nuestros amigos más cercanos a la Mesa (IFC, IBC, etc.) y otros.

De otro lado, puede ser necesario clarificar mejor la identidad de la Mesa, después del caminar de 10-11 años que lleva y de la integración de similar número de miembros. Sin embargo, seamos muy cuidadosos en con las definiciones y criterios que se empleen, para que se hagan del modo más amigable e integrador posible. Finalmente, si somos fieles al seguimiento de Jesús, al modo como Jesús nos invitó a vivir el amor que nos reveló, será lo más importante. Haciendo explícitos los puntos que ayuden a su forma y contenido de vivirlo, como la “opción preferencial por los pobres”, los hitos marcados por Vaticano II y el camino de la Iglesia Latinoamericana hasta Aparecida; desde una preocupación activa por la renovación de la política y nuestra participación en ella; deseando caminar hacia una iglesia laical y pobre en Jesucristo. Cuidémonos de los riesgos estatutarios y rígidos. Al final de cuentas estamos entre conocidos y amigos bastante cercanos.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 14 de febrero de 2016

Las elecciones, ¿todo da igual?

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Reflexionaba sobre cómo, en momentos complicados como lo está siendo el tener que elegir por quién votar en las siguientes elecciones presidenciales, donde empiezan a salir las miserias y contradicciones que acompañan a la mayoría de los candidatos, normalmente se nos genera desánimo, desesperanza, desinterés y una propensión al pragmatismo, a la búsqueda de salidas que quizás se plantean poco (o limitadamente) el mediano o largo plazo del caso.

Y, sin embargo, en medio de ello, tenemos que proponernos amar mejor a nuestro país y considerar lo que nos puede ayudar a construir (seguir construyendo) horizontes más amplios, perspectivas que ponen en tensión lo que podemos hacer de inmediato (incluido por quién votamos) y lo que tenemos que seguir trabajando con un más largo alcance. Quizás por ello, sería importante que cada quien se planteara seriamente, quién en las próximas elecciones puede aproximarse mejor a sus propias convicciones, del futuro que quiere para (sus hijos y) las nuevas generaciones, que respeta y cuida mejor el medio ambiente y lo quiere trabajar en democracia, con enorme sentido ético y de respeto por la diversidad y los otros.

Siendo consciente que gobernar un país como el nuestro no es fácil. Tan así que los lobbies de los grupos de poder le pueden terminar de torcer las mejores intenciones que pueda tener un presidente recién electo, aprovechando la crítica debilidad de nuestros partidos políticos o la falta de coherencia o desencuentro existente entre la voluntad popular y los compromisos contraídos con el voto, respecto a lo que termina ejerciéndose como gestión del Estado y conducción gubernamental. Y uno se pregunta, ¿tiene sentido votar en las elecciones si no se va a respetar la voluntad popular? ¿No hay forma de ir contra ese manejo impune?

Nos ha sucedido al menos tres veces en los últimos 35 años. Primero con Fujimori en 1990; con Alan García el 2006, y con Ollanta Humala el 2011, el gobierno actual que ya va concluyendo sin pena ni gloria. ¿Sería posible demandarlos por “incumplimiento de contrato”, descompromiso con lo ofrecido electoralmente, “engaño electoral”…? No hay mecanismo claro al respecto. Lo cual, como decimos, puede llevar a pensar que da igual votar por quien sea, si no se respeta (o se elude) con facilidad la voluntad popular.

Es un mayor esfuerzo el que nos tocará hacer a todos en éstas elecciones. Primero, valorar que siguen siendo (y siempre lo serán) importantes las elecciones para afianzar nuestro aún débil sistema democrático. Con las elecciones de abril tendremos, después de casi un siglo, cuatro elecciones consecutivas sin interrupción del proceso democrático. Parece poca cosa pero qué importante que es, especialmente en la incidencia de una cultura democrática diferente al autoritarismo con el que muchas generaciones nos hemos movido como ambiente natural.

Segundo, marchar contra la corriente de los candidatos ya instalados; de las corrientes del “mal menor” como algo indefectible; del temor irreductible de que salga tal o cual candidato… Por cierto, también me cuestiona que la hija de un gobernante tan corrupto y cínico como lo fue Alberto Fujimori, tenga la cercana posibilidad de salir electa como presidente.

Tercero, requerimos ser muy cautos de lo que es posible y de cómo se tendría que renovar la política en éstos contextos, sobretodo, entendiendo los límites que nos plantean los principales contendores y de cómo es posible acumular esfuerzos a partir de candidatos menores pero que nos pueden abrir una perspectiva de más largo aliento, ayudando a construir partidos políticos más sólidos desde ellos.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 31 de enero de 2016

Construimos juntos

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No ha sido difícil, entender para las diversas culturas, que no se basta uno para vivir una vida adecuada. Hoy en día, ni la radio, ni la televisión, ni el internet (o todas las dimensiones virtuales que se van dando a luz con el avance tecnológico, simples o complejas) pueden sustituir completa o cabalmente lo fundamental que significa, para la vida humana, las relaciones interpersonales positivas, la interacción física cercana, la construcción humana a la que se da lugar con el desarrollo de tales relaciones que se inician en todo seno materno.

Para que eso sea posible es necesario que hayan voluntades en juego, las que normalmente (si son deseadas) establecen su aceptación a dar curso inmediato y posterior a la vida de las personas, las mismas que normalmente se tejen en lo que llamamos el espacio de la familia, tan diversa y quizás traída a menos en la actualidad. Sin embargo, podemos convenir que siempre será necesario un ámbito de crecimiento para toda persona, aunque fuera un orfanato.

También es razonable entender que toda familia, nuclear o extensa, completa o disfuncional, propia o adquirida, o la que se puede tejer en ámbitos como los de un albergue o refugio, se ubica en un ámbito social más amplio, amparado por las leyes e instituciones que lo regulan (formales o informales), lo cual permite que haya una interacción mejor entre las personas. Por cierto, la manera de educar a las personas y sus orientaciones permite que se crezca en imaginarios diversos, ya fuera más inclusivo e integrador o dislocado por factores históricos, prejuicios, complejos, desencuentros, intereses económicos o políticos, entre otros.

Lo cierto es que somos necesarios, unos para otros, aunque sea al nivel del círculo más estrecho. Hasta un delincuente como el Chapo Guzmán, narcotraficante mexicano, lo ha vivido así en las diversas facetas de su vida. Lo es también el caso del llamado Estado Islámico y su guerra contra todos, contra quienes no piensen y vivan su modo de religiosidad y de ver el mundo, aparentemente desfasado.

En medio de ello, y de tantos hechos que tensan nuestra vida, uno se pregunta ¿cómo construir un mundo mejor que nos mueva a superar la indiferencia y la vida de burbuja a la que nos vamos induciendo de tan diversas formas? Ya sea por inseguridades, creencias, temores, mejores posibilidades que encontramos (o conseguimos) en la vida. Si la relación con las demás personas, especialmente si son justas e inteligentes, son factor clave en el crecimiento humano, ¿por qué constantemente estamos renunciando a ella y buscando separarnos de los que desconfiamos o nos generan desconfianza, con razón o con argumentos más emotivos?

En ese sentido, me conmueve la lucha tenaz por la justicia y la paz del Papa Francisco, la cual espero vayamos tomando más en serio y ayudando a abrirse paso a todo nivel. Porque nos señala caminos tan necesarios y sencillos que tenemos que saber situar en nuestro propio discernimiento de los signos de los tiempos, sin ánimos sólo coyunturales o inmediatos (como los electorales), buscando una proyección adecuada de nuestras acciones y prioridades, empezando por lo que cada uno tiene que cambiar y plantearse crecer en consecuencia.

Porque ser humano significa vivir situado, reconocer lo que se ha recibido y lo que le corresponde a uno dar, pasando por la inteligencia de convencerse que en el amor y el servicio está buena parte de la clave de una vida que nos puede permitir cambiar en el sentido profundo. Relacionándonos para construir juntos posibilidades para todos. Discernir los pasos que corresponda. ¿Cómo podría ser esto parte de una agenda de debate más creativa y vinculante?

Guillermo Valera Moreno
Publicado en “La periferia es el centro” – La República: http://larepublica.pe/politica/735303-construimos-juntos

Recuerdos de Roberto Dolland SJ – En todo amar y servir

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Roberto Dolland SJ fue uno de esos jesuitas que sería bueno pudieran estar siempre… Pero le tocó partir a la casa del Padre. El domingo 17 de enero se le hizo una Eucaristía recordándolo, en la que no pude estar. Sin embargo, comparto unas breves palabras de uno de los asistentes. Como nos lo comparte Vicky Paz, “Durante un momento del compartir, Techi Álvarez, una gran amiga suya, leyó un texto que escribió para él”.

EN TODO AMAR Y SERVIR

No muere quien cree en Cristo.
No muere quien vive
en el recuerdo de los que quedan.
No muere quien con su ausencia
está más presente que nunca.

En algunas ocasiones, tuve que decir algo después de la muerte de una persona querida, cercana. En todas hubo dolor. En todas se juntaba dolor y vacío. De alguna forma, sin embargo, lograba transformar relativamente pronto estos sentimientos en esperanza. Esta vez es distinto. Para escribir hace falta claridad en la mente y aliento en el corazón pero, en este caso, durante muchos días, mi mente quedó vacía y el corazón, ciertamente, se me quedó helado, a pesar de que sabía que su partida ocurriría en cualquier momento.

Ahora, cuando poco a poco vuelve la serenidad, quiero dar testimonio sobre su vida desde gestos cotidianos y sencillos. Lo hago como homenaje agradecido -pequeño e innecesario- y lo hago, sobre todo, por si nos proporciona coherencia, luz y camino a los que seguimos en este mundo.

Escribo en forma personal ya que, estando aún fresco el recuerdo, no sabría hacerlo de otra manera. Voy a narrar con sencillez algunos rasgos, diálogos y momentos de la vida de Roberto, que Dios me permitió conocer y compartir durante 40 años, con intervalos, es cierto. Una vida que se formó en el sacrificio, en la entrega total, sin reservas ni cálculos personales.

Era febrero en nuestra tierra cuando fui a visitar al P. Ramón García, S.J., al que con cariño llamábamos “papi Ross”, me había invitado a almorzar. Ese día me dijo voy a presentarte a otro “gringo” -conocía al primero. Me extendió la mano y acogió con extraordinaria gentileza y aprecio. Tenía la sonrisa tierna y la dulce expresión de quien vive a plenitud su fe y amor a Dios y en Él a los demás.

De vitalidad contagiosa. Estaba en todo. Para comprender su vida, es preciso hacerlo desde la palabra de Dios: “Antes de que te formaras dentro del vientre de tu madre, antes que tú nacieras te conocía…” dice el Señor al profeta. Se lo dijo también a él… lo conocía desde siempre. Tengo la certeza de que Dios tuvo para él un magnífico proyecto de amor. Lo tuvo con infinita ternura, pensando su puesto, su tarea y su misión en el mundo. Y fue así, desde la tarea compartida, que “mi pueblo fue su pueblo y su Dios fue mi Dios”.

Recordaba siempre con gratitud a las personas que lo acompañaron en su tarea diaria. Los jóvenes de la Pastoral Universitaria en Huancayo. Los campesinos de Jarpa, CVX, Ilo, Cristo Rey (Tacna) Inmaculada (Lima). Conocía y recordaba a todos por su nombre, como el Buen Pastor. Su amor y fidelidad a Dios le dio sentido a su existencia. Vivió pensando que vivir para los demás era la mejor manera de vivir. Durante setenta años gritó el Evangelio, únicamente con su vida, hasta el final.

El dolor es inevitable. Una verdad importante sin lugar a dudas. No hay como escapar del dolor en nuestras vidas. Se presenta de muchas formas. A pesar de la esperanza, hoy duele su partida, aunque tengo la certeza de que nuestro querido Roberto ha vuelto al Padre. El dolor suele ser inevitable, pero nuestra actitud frente al dolor hace toda la diferencia. A mí el dolor me sirve para dar gracias a Dios por haberlo conocido no solo en el sentido físico sino en lo más importante: su dimensión espiritual. Él me enseñó a ser “agradecida con la vida”, a mantener la mirada en todas las bendiciones que tengo y darle gracias a Dios, empezando con mi vida misma. A tener una fe firme como la roca en el océano “en situaciones desesperadas, hay que orar con desesperación” me decía. A dar como la viuda del Evangelio, de lo que nos falta, sin esperar recompensa alguna.

Aunque a corto plazo su muerte es una gran pérdida, a la larga es una gran ganancia: su vida es una invitación para construir una fe realmente cristiana. ¡Cómo no dar gracias al Señor que lo llevó a su Reino donde se vive de Amor! Ahí se habrá dado un gran abrazo con el “papi” y todas las personas con las que compartió su vida y se habrán llenado de gozo.

Mi deseo ferviente es que Dios, nuestro Padre, transmita pronto esa paz y ese gozo a los que lo conocimos y compartimos su vida con él.

De él puedo afirmar que:

Su casa no tuvo llaves
Siempre abierta como el mar,
el sol y el aire

Entró la noche y el día
y la lluvia azul, la tarde.
El blanco pan de la aurora;
la luna, su nívea compañera.

La amistad no detuvo
sus pasos en los umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.

Su casa y su corazón
nunca cerrados; para que pasen
los pájaros y los amigos,
el sol y el aire.

¡Que su paz nos transmita la esperanza de vivir en un mundo más justo y humano y que
trabajar por conseguirlo no nos deje descansar en paz!.

¡Hasta pronto, querido Roberto!

Chaclacayo, diciembre 20 del 2015 (leído el 17 de enero)

La fiesta de los Deseos

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A continuación, un texto que resume de buena manera el sentido de nuestra “Fiesta de los Deseos” que celebramos todos los años en enero, en nuestra CVX Siempre. Esta escrita por Armando Velazco.

Nuestra fiesta de los deseos no es una reunión cualquiera. Hacen falta varios componentes para que ella realmente se dé.

El primero y principal es la fe. La fe que tenemos en un Dios vivo que nos acompaña día a día, delicadamente, sutil, respetuosa, solidariamente, que no nos dirige ni fuerza, sino nos acompaña en el descubrimiento de nuestra propia realización humana. La fe de cada uno, pero también la fe de la comunidad en ese Dios que nos ha unido para marchar juntos y descubrirle a él a través de los milagros que obra en cada uno.

Luego, lógicamente están los deseos, pero tampoco cualquier deseo. El ansia de “ser” debe ser más fuerte que el de “tener”, debe tener prioridad. Nuestros deseos de “ser más”: más amigo, más padre, más hijo, más hermano, más ciudadano, nos tienen que impulsar a un encuentro con el otro, a dejar de lado nuestro egoísmo y a abrirnos la puerta que conduce a la renuncia y a la generosidad. Tiene que ser el deseo que se traduce en ganas de construir e integrar. No necesariamente hacer más, sino mejor, con más calidad, con más calidez, con más cariño, con más compasión. Por eso aquí iniciamos el año pidiendo a Dios aprender a discernir los deseos para que podamos buscar y elegir aquellos que provienen de Dios.

¿Y qué pasa con los deseos materiales, los de salud, los de afecto, y otros que también tenemos?¿no debemos desear cosas así? De hecho está bien pues tenemos necesidades que cubrir no solo de nosotros sino de los que nos rodean. Por eso, Dios, que sabe de nuestras necesidades, es solidario con ellas. Por eso, también está a nuestro lado en las adversidades y en los logros. Pero buscar primero el reino y su justicia y confiar en que la vida nos irá proporcionando todo lo que necesitamos es una apuesta mayor que no es fácil y por ello hacen falta deseos fuertes y dinamizadores.

Después viene la alegría. El signo distintivo de todo discípulo es la alegría. Jesús, que es Dios, parece que estuvo más alejado de la solemnidad y más cercano a disfrutar de las cosas sencillas de la vida. Por ello talvez se ganó ciertas falsas acusaciones. Pero lo que sí está muy claro es que este Dios en el que creemos nos trae la buena nueva, la noticia de una nueva vida plena invitada a vivirla desde el presente y eso es lo que nos alegra profundamente. No es el ruido estruendoso ni la luminosidad de los fuegos artificiales sino su palabra que cala hondo en el corazón. El evangelio está lleno de planteamientos y situaciones iluminadoras pero hay una evocación de Jesús que particularmente causa cosquillas a nuestro espíritu pues es como si nos invitara al rejuvenecimiento y a recobrar la inocencia: “El Reino de Dios es para los que se parecen a los niños, y les aseguro que quien no reciba el Reino de Dios como un niño no entrará en él. Mt. 10, 14-15. Por ello, debemos presentarnos como son los niños: sencillos, confiados y alegres.

Si a este lindo ambiente de fe, deseos y alegría le agregamos pues algo de comer, de beber y una musiquita para bailar, tenemos una bella manera de acercarnos al reino.

Armando Velazco
CVX “Siempre”
Fiesta de los deseos, Enero de 2016

Lugar, senda y aporte

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Iniciamos un año muy significativo como Iglesia y país. Desde la Iglesia, por lo que el Papa Francisco nos ha sugerido como año de la Misericordia, siendo un llamado especial a revisar nuestra vida ¿vivimos la misericordia, somos misericordiosos? Tanto como experiencia de gratuidad, de lo que recibimos de Dios, de ese amor infinito por el que somos personas y nos hacemos (tenemos la posibilidad de serlo y de desarrollarlo); así como experiencia de lo que damos de nosotros a los demás, de lo que somos capaces de compartir y de servir.

Como país, porque tenemos un proceso electoral en curso que cambiará a las principales autoridades de gobierno, tanto al Presidente como al Congreso de la República. Terminaremos haciéndonos parte del proceso aunque sea sólo (para muchos) ir a votar en la fecha que corresponda; seguro podremos aprovecharlo un poco mejor en informarnos más al respecto, desarrollar mejor nuestra conciencia de país y los caminos que pueden ser más adecuados (y ayudar a otros a ello). Caminos que normalmente toman su tiempo y no se resuelven en el corto plazo.

Discernir ambas dimensiones en nuestro caminar del 2016 nos ayudarán a tener mejores luces y herramientas para nuestras labores, empezando por hacernos responsables por cada ámbito, sentirnos parte de ellas y viendo lo que Jesús, Dios, el Espíritu Santo nos puede señalar como lugar, senda y aporte especial. Con profundo sentido de esperanza en nuestras propias capacidades (las de cada uno) y las que sumadas a otros y otras podrán hacer posible de potenciar, de ayudarnos a crecer, de vencer en esas pequeñas y grandes batallas cotidianas.

Quizás por eso me agrada esa costumbre comunitaria que llamamos “Fiesta de los Deseos” y que celebramos particularmente en mi comunidad (CVX Siempre), normalmente en la primera quincena de enero. Motivo para encontrarnos, festejar, llenarnos de deseos que nos inspiren el año que se inicia, bailar, reír, comer y un largo momento de gracia. Es grato que coincida en una fecha como la que conmemora el bautizo de Jesús, marcado por esa misma gratuidad de Dios hacia todos, hacia nuestro mundo, en el que se hizo uno más para recordarnos, entre otras cosas, que cada uno somos Él en tanto seres humanos y constructores de humanidad centrada en el amor.

Es bueno que tengamos momentos que nos recuerden y nos ayuden a vivir la gratuidad en nuestra vida. Al final de cuentas, todo (o mucho) lo hemos recibido; aunque tenemos también la posibilidad de agradecerlo, aportando lo propio con la propia vida que nos toca encaminar en cada caso, sabiendo o siendo conscientes que somos también presas de nuestros propios egoísmos, pequeños intereses, temores y afanes. En ese camino podemos situar seguro lo que recibimos como posibilidad de formación. La que ya llevamos a cuesta con nuestra propia experiencia, lo ya aprendido. Y lo que se nos abre a nuevas posibilidades. Tal como lo es, sin duda, una experiencia como la del Curso Latinoamericano de Formación Magis.

Estuvimos en la Eucaristía de envío de la nueva “promoción” que inicia su fase intensiva en Guadalajara (México). Qué bueno, qué dulce compromiso, qué motivación para dar mejor testimonio de nuestro ser iglesia, como iglesia misericordia, con especial mirada en los pobres (los que más nos necesitan) y los jóvenes. Qué oportunidad para conversar sobre nuestras diversas realidades latinoamericanas y ayudarse a pensar sobre cómo lograr (y aportar desde cada uno) a tener gobiernos más justos, menos corruptos, más realizadores de la voluntad de Dios.

Todo ello hay que vivirlo desde cada uno, cada uno tiene que saber responder al desafío de la misericordia como sentido de vida y aportar de modo más consciente a construir país, empezando quizás por ser mejor hijo e hija, marido o esposa, padre o madre, hermano/a, familia solidaria. Viviendo todo ello en discernimiento, desde el amor y servicio, recreándolo en libertad, orándolo. E integrándolo al conjunto de nuestra vida, como expresión de nuestra fe.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 10 de enero de 2016

Saludos y buen año 2016 – CVX El Agustino

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Queridos amigos y amigas de CVX El Agustino, concluimos el año 2015 y empezaremos el caminar del 2016, año que viene signado por ser en la Iglesia el año de la Misericordia y en nuestro querido país un año electoral. Habrá que ver en ambos casos cómo tomamos en cuenta en nuestras comunidades pequeñas y como Núcleo su tratamiento, sus consecuencias para nuestras vidas y lo que nos invita a orar, discernir y hacer a cada uno.

Doy gracias nuevamente al Señor por todo lo que nos brindó en el presente año 2015, por tener el privilegio de ser parte de un proceso de compañerismo que se va tejiendo y ordenando en la convicción de ser comunidades porque nos gusta ser CVX, porque lo entendemos como el llamado personal que sentimos cada uno, donde nos motivamos a crecer, a ser mejores personas, a profundizar nuestra formación, nuestros sueños, acompañarnos, saber ser amigos/as…

A veces quisiéramos que todos pudieran ser CVX por lo bueno que significa a cada uno la experiencia. Sin embargo, no todos se motivan a ello, no todos se dan el tiempo, no todos pasan por las circunstancias personales que lo permiten, no todos logran compaginar sus tiempos y ocupaciones priorizando lo “comunitario”, la experiencia de ejercicios espirituales y algunas cosas más. Y somos los que somos. De alguna manera contamos con la gracia del Señor para acoger su llamado e identificar ese llamado como parte de la vida misma que nos toca a cada uno; a vivirla conscientemente en ello, siendo parte de ello. Ciertamente, ello también nos motiva normalmente a ser parte activa de nuestra experiencia comunitaria y a contagiar a otros en ello que no es otra cosa que colaborar en la construcción del reino desde un carisma tal.

Pero la vida también nos lleva por cauces diversos, cosas deseadas y algunas no tanto. Nos facilitamos o nos damos las facilidades para ser parte de una experiencia comunitaria como la CVX (o no necesariamente). Felizmente, no es un tema de que somos más buenos o mejores quienes estamos en CVX respecto a los que no lo son. Sin embargo, es una experiencia que vamos amando y sabemos que nos hace bien y nos ayuda a obrar un poco mejor el bien con nuestro prójimo, con los otros, especialmente con quienes a veces más nos incomodan, no se ríen de nuestras bromas o piensan diferente a nuestras limitadas ideas y buenos deseos.

No se trata de hacer muchas cosas, y es bueno por ello que sepamos identificar a qué le damos prioridad en nuestros tiempos de comunidad, en las actividades comunes de formación que nos damos; cómo preparamos y sacamos el mayor provecho de las Eucaristías comunitarias que podemos realizar. Como nos ocupamos de lo que ocurre con nuestros integrantes de comunidad, el modo como nos acompañamos y cómo nos hacemos parte especial uno del otro.

Integrando las diversas dimensiones de vida que nos corresponde, tanto en nuestro desempeño laboral / profesional (en lo que esta cada uno/a); en lo que es nuestra dimensión de vida familiar, muchas veces difícil, conflictiva, con algunas historias no tan gratas, etc., pero necesaria de integrar en nuestro procesos de vida.

Nuestra dimensión afectiva interpersonal y de proyección en el barrio del que somos parte, tanto en el distrito El Agustino como más allá de éste para quienes viven en otras zonas. Lo que es nuestra experiencia de iglesia, partiendo de nuestra pequeña vida comunitaria CVX, pasando por nuestra integración en las capillas locales de la Parroquia La Virgen de Nazareth, nuestra colaboración a la vida espiritual de ésta y lo que cada uno va construyendo como vocación de vida, integrando fe y vida.

Recordar que vamos haciendo un camino deseado. Algunas experiencias se inician, otras continúan y otras pueden también concluir. Hay comunidades pequeñas que se desarrollan y no necesariamente permanecen (o tienen que permanecer) indefinidamente en el tiempo. Lo cual no quita el valor que tuvieron o la referencia importante que pueda tener para muchas personas. Lo importante es cómo nos disponemos a seguir a Jesús; cómo discernimos su llamado y ponemos los medios adecuados en consecuencia.

Celebremos la llegada de un nuevo año. Con la mejor disposición, esperanza y en la confianza que estamos creciendo como Núcleo CVX. Desde la vida que a cada uno le toca y el discernimiento necesario que pueda hacer de ello. Buen año 2016. Un abrazo para cada uno/a.

Guillermo Valera Moreno
Asistente Eclesiástico CVX El Agustino
31 de enero de 2015

Buen año 2016

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Querida comunidad, vamos concluyendo el 2015. Un año con muchas cosas qué recordar, varias por continuar, algunas que nos hubiera gustado quizás cerrar y se mantienen, otras para olvidar… Todas siendo parte de nuestra vida. Lo cual nos invita a pensar en cómo las hemos vivido, ya que sencillamente nos toca vivir a fondo lo que nos viene dado pero también lo que nos es posible construir más de cerca o lo que está más en nuestras manos y posibilidades de decidir, de cambiar, de encaminar… discerniendo o aprendiendo a hacerlo (una vez más) en el camino.

Gracias a cada uno lo que es como persona. Lo que nos aporta de modo cercano o indirectamente; lo que nos significa de tan variadas tonalidades, porque todos nos significamos unos a otros y qué bueno que así sea, que así lo podamos vivir y sentir. Gracias por poner el acento especial de lo que cada uno hace con su participación en la comunidad. Gracias por sentirse libres de participar en ésta experiencia que significa ponerse en las manos de Dios a través de los compañeros que hacemos la comunidad, centrada en Jesús, en Dios amor, en ese Dios hecho hombre y que hemos recordado vivamente hace tan poco con la Navidad.

Gracias por ayudarnos a hacernos responsables de nuestra vida importándonos lo que pasa con cada uno y cada una. Porque la partida de un ser querido siempre es triste, a pesar que comprendemos racionalmente (y sobre todo por la fe) que vamos hacia algo mejor en Dios. Porque la enfermedad o la salud debilitada nos afecta a todos, pero es más delicado en quién lo padece más de cerca, del modo que sea, aún sabiendo que Dios nos acompaña o a veces nos resulta incomprensible ciertas cosas al respecto.

Gracias por hacernos un poquito más solidarios. En lo que damos como comunidad nacional CVX, en los acompañamientos tan diversos en los que colaboramos (y que a veces no los visibilizamos del todo o los consideramos) o en causas más amplias. Ya sea en acciones como el REMA, en el Instituto de Altura, en el Cerro Candela, en responsabilidades más directas con la CVX, en acciones de formación con jóvenes (o no tan jóvenes), en el impulso de sacar adelante una pequeña empresa (por ejemplo de galletas “Lupita”), en ese fervor por aportar a la educación en el país desde esa condición de maestro o maestra, en nuestra condición general de profesionales que cada uno ha desarrollado y aporta de modo específico con responsabilidad, así como en nuestro ámbito familiar, ya fuera en el rol de padre / madre, de hija/o, esposo / esposa u otras.

El 2016 nos puede invitar a muchas cosas, ya que se nos abre un año de la Misericordia como Iglesia y un año electoral como país. Será muy bueno aprovechar de profundizar nuestras capacidades de discernimiento, nuestra vocación y profundidad en ello. Para obrar de la mejor manera lo que Dios nos puede pedir y estar a tono con los “signos de los tiempos”. Cada uno tiene la palabra sobre lo que le corresponde crecer, acentuar, mejorar, mediar de la mejor manera para intentar y crecer en esa invitación a ser felices que nos incluye a todos, sin excepción, a todos.

Inspirémonos mutuamente en éste 2016. Amémonos (y amemos) un poquito mejor lo que somos y lo que nos corresponda hacer, cada uno en lo que le corresponda, discerniendo (siendo libre) en lo que se encamine y decida, en lo que escuche, dialogue, concerte y practique.

Lo anterior lo digo pensando en nuestra comunidad, aunque me es imposible no hacerlo pensando en la comunidad de El Agustino en especial, ya que (como ustedes saben) he venido siendo el asistente eclesiástico de ellos en los últimos cuatro años y medio. Como también lo hago consciente de que somos una comunidad nacional y mundial de la cual me siento parte y espero que todos aprendamos a sentirlo así también.

No termino ésta palabras que ya se hicieron largas sin agradecer muy de veras al equipo de equipo de Coordinación que tuvo a su cargo facilitarnos la vida en comunidad en éstos dos últimos años, en especial a Armando como cabeza central. Un abrazo siempre con admiración al Cholo (que disculpe si lo “choleo” mucho), más aún por el nuevo libro sobre discernimiento que nos ha brindado recientemente.

Buen año 2016 a cada uno, para sus familias, amigos y para aquellas personas que quizás no nos gustan tanto o sentimos distancias.

Guillermo Valera
Coordinador CVX Siempre

Gratitud y sorpresas

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Concluimos un año que se comportó como la vida, un tanto sorprendente, con algunas cosas algo incomprendibles. También muchas cosas gratas, en fin.

Mi familia y yo, por ejemplo, estuvimos por Ayacucho unos días, a propósito de la Navidad, de modo sencillo y muy grato, conociendo un poco más el campo de esas zonas, en especial de Cangallo. Fue un compartir diverso, con personas que no alcanzábamos a entender porque buena parte habla quechua y no lo sabemos mucho.

Nila, mi esposa, muy impresionada con la pobreza de varios de los pueblos, por los adultos mayores con los que tuvimos ocasión de alternar, algunas de las cuales nos invitaban de modo insistente a su chacra, a disfrutar de sus productos locales, de su hospitalidad.

No exento de problemas al paso, ya que una cañería indebidamente abierta ocasionó algunos perjuicios pasajeros a una vecina donde nos alojamos, o lluvias que empezaban a asomar en los soleados campos de la zona, favorables a la agricultura pero que llenaron de lodo los caminos de trocha. Cosas diversas que nos ocurrieron a diario, pareciendo tan comunes como para darles la importancia del caso o pensarlas de modo más concluyente.

Una vez más, podemos decir que tenemos paisajes de envidia en nuestro gran país que desconocemos o no nos damos tiempo y posibilidad de aproximarlo. En cada zona que podemos visitar. Y Ayacucho no es la excepción, más allá de Huamanga como ciudadela arquitectónica y gente amable. Qué decir del pueblo de Quinua, donde se han esforzado por convertirla en una pequeña joya artesanal y muy acogedora.

Volviendo al inicio de nuestra reflexión, podemos decir que tuvimos un anunciado fenómeno del Niño que no terminó de manifestarse, al menos en éste 2015; esperemos que en los siguientes meses no haya muchas sorpresas. De otro lado, se configuraron las candidaturas presidenciales que tentarán ganar las elecciones en el siguiente mes de abril; creo que nada está dicho de modo definitivo y esperemos que hayan sorpresas mejores que las de algunas candidaturas y su número (19!!).

De ello, me ha significado una grata noticia que. Alguien como Alan Fairle, docente de larga trayectoria en la Universidad Católica, vaya como 2do Vicepresidente del Frente Amplio de Verónica Mendoza. Con él fuimos compañeros de estudio, de militancia universitaria y me da gusto saber de su nueva perfomance y derrotero.

En éste tiempo, creo que a todos se nos invita a vivir con gusto y a realizarnos como personas. Será interesante que el nuevo año 2016 y las elecciones generales que se avecinan nos ayuden a ponerlo debidamente en juego y a ser activos y conscientes protagonistas de lo que nos puede conducir a ello. Más que juzgar ciertas conductas puede ser importante mostrar mejores prácticas.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 29 de diciembre de 2015