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Hacerlo vida

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Tenemos un Papa (Francisco) en la Iglesia que no busca agradar a sus interlocutores cuando presenta algunas ideas, discurso o mensaje. Tampoco está atento a los aplausos que pueda recibir ni las loas de quienes lo escuchan. Aunque si puede esperar que todos lo escuchen, creyentes o no, presentes o ausentes, líderes o gente común y corriente, pobres y ricos, “buenos” y “malos”.

Su voz es muy ecuménica, confluyente, acogedora y centrada en los valores de justicia, amor, verdad y esperanza. Es interesante todo lo que nos puede sorprender con su palabra y gestos. Con los constantes llamados a ser una Iglesia activa, casi equivalente a una “tienda de campaña”, porque adopta los reflejos para estar allí donde más se le necesita, donde están los enfermos, los heridos, los que necesitan de “médico”. Por eso su insistencia en la necesidad de una Iglesia que “salga a las calles”, que vaya a la gente, se inserte en las necesidades de los pobres de modo especial.

Un Papa como Francisco, cuando se dirige a los jóvenes, no pone el énfasis en pedirles que “maduren” o que sean “sensatos”. Más bien, llama a los jóvenes a hacer lío, a cuestionar todo lo que vean necesario para que las cosas mejoren y se avance mejor por los cauces que Jesús nos invitó a caminar. Porque amar, interesarse por los demás, significa no quedarse tranquilo con la situación actual en que vivimos. En instalaciones con las que actuamos o nos movemos; para intentar ir más allá de nuestras opiniones elegantes y sólo deseos de compromiso.

Ciertamente, el Papa Francisco nos habla (intenta hacerlo) desde la manera como Jesús nos testimonió el significado del amor de su Padre, de nuestro Padre, del Padre de todos. Sensible a los problemas y necesidades de los más pobres, por lo que nos llama de modo reiterado a construir una economía al servicio de los pueblos y no del Dios “dinero”, combatiendo la exclusión, las diversas formas de explotación y la cultura consumista y del descarte. Nos pide construir caminos de paz y justicia en el mundo, desde lo más pequeño de cualquier realidad familiar, a lo más complejo de los atentados y bombardeos que empiezan a sucederse a creciente escala en nuestro mundo globalizado; en los cuales muchas veces no se quiere dialogar caminos de solución adecuados, inclusivos y justos.

Así mismo, nos pide una especial preocupación por la madre tierra, nuestra “pacha mama”. Porque nada justifica su degradante expoliación y manejo exclusivo como interés privado, de un bien que nos pertenece a todos y que se nos ha dado en calidad de uso. Por más riqueza mineral o energética que haya, no puede pasarse por alto la manera cómo se llega a ellos, ni a los beneficiarios que debe de abarcar, ni las políticas públicas (Estados) que deben de actuar en ordenar y hacer lo más equitativo su explotación y tratamiento.

De allí que no es nada extraño que el Papa recuerde a los ex alumnos de colegios Jesuitas la formación recibida. La cual si dejo huella adecuada, nos invita a vivir en “tensión” y nunca contentarnos (o ser ajenos) con lo que pasa a nuestro alrededor, más aún si se trata de situaciones de injusticia, corrupción o lo que fuera. Se nos recuerda que se trata de vivir en tensión entre la realidad del espíritu (nuestra relación con Dios), las realidades del mundo (lo “mundano”, muchas veces signado por el pecado) y uno mismo. Cómo hablamos con Dios a propósito de las realidades existentes en el mundo; cómo me sitúo en las realidades del mundo para orar con Dios y obrar la justicia en el mundo. Todo ello nos lleva a una necesaria tensión en la que tenemos que aprender a vivir, a saber vivir con ella para ayudar a la construcción del reinado de Dios, de su amor. Sólo hay que discernirlo y hacerlo vida.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 22 de noviembre de 2015

Apreciar tantas cosas

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° Es interesante que tengamos días en los que celebramos parte de nuestra “peruanidad”, como es el día de la canción criolla (31 de octubre), la cual para no competir con el día del Señor de los Milagros se movió unos días a la fecha de origen. Quizás, a decir de Esther Dávila (más conocida como Bartola), porque ésta última fecha resultó más importante, por la gran influencia que marcan las procesiones del Señor de los Milagros, la cual crecientemente se van diversificando también por los diversos distritos limeños con dinámica de procesión propia, como ocurre en el distrito de Magdalena donde vivo. Tenemos en música una diversidad muy amplia como nuestra culinaria que debiéramos también saber desarrollar con mayor sentido de crecimiento cultural.

Pude estar de modo familiar en una presentación del guitarrista Pepe Torres, en el Teatro Municipal de Lima, el cual se conserva de modo muy grato y acogedor. Ojalá se pudiera darle más atención como escenario de nuestra cultura y conectarlo a un circuito de iniciativas teatrales en el interior de nuestro país, donde más bien –en algunos casos como Piura- se viene perdiendo los escenarios de antaño, sin que haya un reemplazo que haga eco significativo al creciente dinamismo económico norteño. Tomando en cuenta los circuitos tanto formales e informales.

° Es importante que en diversos sectores, limeños en éste caso, se cultive un sentido solidario por otros sectores más bien alejados de su vida cotidiana como son los jóvenes y niños de Huamanga y Cangallo en Ayacucho; también de los adultos mayores de éstas zonas que suelen ser muchas veces los más olvidados entre los dejados de lado. Puede haber distintos mecanismos. En éste caso, se recurre a un ya tradicional Almuerzo (“Paellada” como siempre lo refiere así Carmen de los Ríos, directora del Centro Loyola de Ayacucho, una de las entidades beneficiadas con el acontecimiento). Ya son 11 años que se hace de modo consecutivo éste gesto, marcado por la generosidad de un grupo de señoras, quienes con mucho afecto colaboran al propósito.

Se logra reunir alrededor de unas 700 personas, compartiendo un momento muy agradable, monitoriado por el Padre Moncho y la Sra. Doris Palma, quienes generan la magia de una organización afincada en un voluntariado de un buen grupo de personas y de la Oficina de Desarrollo – Procura de los Jesuitas. Es una labor que nos sumerge en un estrés alegre y que da sus frutos en diversos aspectos. Salimos siempre aprendiendo un poquito más de cómo es nuestra realidad y lo importante de colaborar unos con otros y de trabajar en equipo, cuestiones que significan un camino a seguir desarrollando. Realmente digno de decirle gracias a todos los que lo hacen realidad y posible, especialmente por sus beneficiarios finales, allá en Ayacucho querido. No fue la excepción lo realizado el pasado 28 de octubre.

° En los últimos días coincidió la partida de familiares cercanos de amigos/as. Siempre es un asunto crítico y de mucho respeto, por lo que supone separarse de una madre o un padre. Nos cuesta pese a que es inevitable. Nos entristece mucho, pese a que por nuestra fe sabemos (y debemos estar seguros) que pasan a mejor vida, la misma que no sabemos de qué se trata y nos genera incertidumbre; la muerte es un misterio, pero la sabemos también sostenida en el amor. Constituye siempre un momento de revisión y es una invitación a crecer en medio de lo que son nuestros límites y posibilidades; la posibilidad de abrirnos un poco más al amor que hemos recibido, que hemos aprendido, que debemos seguir construyendo toda la vida que se nos pueda conceder. Dando gracias por todo lo que recibimos, normalmente sin darnos cuenta.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 1 de noviembre de 2015