Archivo por meses: enero 2011

Algunas amistades

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Felipe era el tercero de cuatro hermanos, quienes habían estudiado en colegio de curas y monjas. De allí que religiosamente iba a la misa los domingos y “fiestas de guardar”, era muy pegado a la letra en eso y otras cosas más. Muy rígido podía parecer para alguno de sus amigos, aunque él decía que una cosa era ser exigente, consecuente y leal con lo que pensaba y otra el no poder ser flexible, en fin según qué cosa.

Roxana aún no terminaba el colegio cuando sus tres hermanos varones y mayores se habían venido a Lima a postular a la Universidad y se había quedado sola con mamá, acompañándola de paso, aunque ella también tenía planes de venir a Lima si la dejaban ir a la U. Por increíble que pudiera parecerle a papá, Felipe fue el primero en ingresar junto con Roberto, pero Francisco se quedó. Los tres habían postulado y, cada cual más chancón para el examen… pero no era cuestión solo de conocimientos sino de nervios, algo de azar en las preguntas y quien sabe si materia gris.

Lo cierto es que Francisco tuvo que regresar sobre sus pasos e intentar otro derrotero, cuestión que consiguió no sin dificultad. Accidentes serios y consecutivos de Roxana primero y luego de papá, obligó a que tuviera que trabajar y así incluso sus hermanos en Lima, cuestión que también llevó a cambiar de planes a la posterior egresada del colegio. Francisco entró a chambear en la recién inaugurada Fábrica Textil de los Romero mientras que Roxana lo hizo a la universidad local para comunicaciones, no estaba nada mal después de todo. Así y todo, logramos salir adelante…

Cuéntame Pedro… y a ti como te fue en tu época de salida del colegio, ¿lograste entrar a la Marina o te fuiste sólo de pescador, jeje? A lo mejor te acostumbraste más a tirar anzuelo como hacíamos en el verano, cuántos veranos estuvimos en Yacila y Colán, hasta Sechura, en Matacaballo, caímos a joder y darnos un chapuzón.

Diana era esa prima tuya que una vez vino de los iunates ¿no?, de New Jersey creo que era. Me hice gran amigo de ella, creo que fue de las pocas veces que sentí una amistad tan profunda, sin necesidad de ir más allá de sentirnos patas y así estuvimos todas esas dos o tres semanas que estuvo en tu casa ¿recuerdas? Todos me decían que me mandara, que me haría caso y de hecho no me cabe la menor duda, pero me decía a mí mismo ¿para qué? si después ella se iría (como ocurrió) y ya no nos volveríamos a ver más allá de escribirnos alguna carta (como así también ocurrió).

Pero fue una amistad intransferible, invalorable, siempre recordable, en realidad me dejó una huella de enseñanza muy grata, de cómo te puedes sentir responsable con tu vida y la de quienes te rodean. Ahora veo que ella me hizo cambiar estando yo tan pequeño aún, pues tenía recién 11 años, empezaba la secundaria, pero empezaba a darme cuenta que eso de la pubertad efectivamente nos cambia, se mezclan otras sensaciones y sentimientos, nos hace crecer. ¿Qué sería de Diana? Estará de hecho casada, con hijos, una gran madre de seguro, una gran profesional. ¿Pensaría ella algo similar de mi persona? Seguro que sí, qué duda cabe.

Pero Pedro, ¿qué fue de ti? Mejor salud, carajo que no te dices nada, ya llevamos hablando cerca de una hora (mejor dicho llevo yo hablando) y naa, no puede ser compadrito, pensar que vivíamos tan cerca y a veces podíamos estar tan distantes por distintas razones, cosas de familia, complejos, huevadas y hasta de aburrimiento. Si yo soy picón pues tú qué podíamos decir, caracho, hasta para aprender a jugar béisbol que no sabías, pero nada, querías darnos lecciones o pasabas por saber lo que no… o cuando te jodíamos por tu nariz larga que alguien tuvo la idea de mencionarla como anzuelo.

Pucha, cómo reaccionabas, con cólera de rabia; cómo te ponías cuando te decíamos “anzuelo”. Cha que nos amenazabas, “no quiero que ni me digan AN porque les saco la mierda”. Y todos bien tranquilos mientras estabas con nosotros, pero te ibas un poquito o te distraías y no faltaba alguien que te lo soltaba “AN” o todo el término completo, ja, ja, no te vayas a picar, jaja…

Cosas de muchachos y cierto que no te aguantaron en la Marina. Es que son exigentes. Estuviste en La Punta del Callao año y medio, al menos aprendiste a nadar, porque en el cole ni eso en la piscina, no se cómo se te dio por meterte con los buques, creo más por la impresión del uniforme y de cómo a las chicas les atraía éste, de sólo ver a los marineros en Paita. Te acuerdas cuando algunas veces íbamos los domingos de la playa para escuchar misa, mi viejo nos llevaba y tocaba muchas veces la coincidencia de encontrarnos con tanto marino suelto dando vueltas en el puerto y la pequeña plazuela donde estaba la iglesia principal.

Pero ahora ya te dedicas a otra cosa, estudiaste en el SENATI de Lima, la de carreras técnicas. Y te metiste a una vinculada con la textilería. Pero fue que terminaste, te volviste a Piura con la idea de trabajar con mi hermano Francisco y te tocó la crisis económica con cierre de fábricas y volviste a quedar en la lleca, cha qué piña. Pero no puedes quejarte que después de eso las cosas se te arreglaron. El nuevo marido de tu vieja te dio la mano y la verdad que se te abrieron las puertas de los negocios. ¡Qué bueno! Ya me hubiera gustado hacerme de un camino con un poco más de productividad dineraria, pero aquí estamos y no me quejo realmente.

¡Salud! Por la promo y los años pasados y venideros. Cómo es, después de 20 años que nos vemos y ya se viene el reencuentro, ojala estemos todos o la mayoría realmente, será bacán. Ahora me voy a seguir chambeando, saludos a tu prima y a tus hermanos.

El refrigerio había durado más de la cuenta y Felipe tuvo que llegar a tomarse un café bastante cargado, después de cepillarse bien los dientes y lavarse la cara para que no se notara que había tomado algo más de una cerveza y lo tenía ya medio picado. Pero había valido la pena, así tuviera que bostezar un poco en la reunión de ejecutivos que tocaba esa tarde.

Gabriel
30 de enero 2011 Sigue leyendo

Renovación de la política, tarea de todos

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A propósito del proceso electoral vivido con las elecciones regionales y municipales, así como las que se encuentran encaminadas hoy para la elección de autoridades legislativas (nuevo Parlamento) y presidencia de la república (en el mes de abril), vemos pertinente preguntarnos sobre la política que vivimos y que recurrentemente nos llena de hartazgo.

Por eso, entre otras cosas, sentimos que es importante procesar una reflexión sobre aspectos claves que nos puedan ayudar a pensar y a actuar en torno a una renovación de la política vista como tarea de todos. Una renovación de la política, que nos ayude a ver cómo se hace para traducir en nueva utopía y organización política, el mundo globalizado y el país en el que vivimos. Tanto desde una mirada teórica, desde lo que puede ser la experiencia de diversas praxis políticas, como desde la acción que podría tener cada ciudadano de a pie.

Para ello, podemos tener distintas entradas o perspectivas: puede ser pensada desde lo político propiamente dicho, entendiéndolo desde una base común de respeto al sistema político democrático, así como la dignidad y derechos de las personas . Otra reflexión puede hacerse desde una perspectiva de fe religiosa, ya fuera confesional o humanista. Pueden haber otras perspectivas más de sociedad civil, por ejemplo, generacionales, ambientalistas, de género u otras.

Esas diversas miradas se pueden centrar en aspectos comunes que, ojala, nos permitieran un sentido de confluencia sobre nuestro quehacer, desde las cuales se debiera pensar y actuar una renovación de la política: (a) la institucionalidad democrática; (b) actores y sistema de partidos; (c) construcción ciudadana; (d) cultura política. Todos ellos debieran servirnos para afinar una mirada encarnada, desde nuestro proceso político como país.

(a) Sobre la institucionalidad democrática: es necesario ser conscientes de la necesidad de una reforma del Estado, empezando porque éste funcione bien y llegue a todos; que integre mejor Estado y sociedad, política y economía. Todo ello con sentido inclusivo, de equidad y justicia. ¿Qué resortes pueden ser centrales en ese proceso? ¿Hasta dónde es central la Constitución Política, el juego de lo formal e informal?

(b) Sobre los actores y sistema de partidos: se requiere innovar las formas de organización, el ejercicio de la democracia interna y el sentido de lo individual y lo colectivo. Promover liderazgos que no se anclen únicamente en caudillismos y permitan valorar lo colectivo y labores de equipo. Posibilidad de vertebrar representaciones sociales en accionar político. ¿Requerimos de organizaciones o se bastan a sí mismo los “líderes”? ¿Dónde puede estar lo importante? ¿Qué puentes habría que establecer?

(c) Sobre la construcción ciudadana: es fundamental que se establezca sobre la base de hacernos todos responsables de lo que acontece a nuestro alrededor y que la construcción del bien común se hace desde cada persona y contando con todas ellas sin excepción. Nos hacemos ciudadanos desde el momento que nos hacemos responsables de todos como personas y de todos como problemas que nos acontecen, especialmente de los más necesitados. ¿Qué nivel de compromiso se puede esperar de las personas o debiera promoverse? ¿Qué claves nos pueden ayudar a caminar en esa perspectiva?

(d) Sobre cultura política: lo apreciamos como sentido ético de todo lo que somos y hacemos como individuos y sociedad. Empezando por tomarnos en serio el hecho de que sí importa cómo se hacen las cosas y cómo se alcanzan los fines, bajo qué medios. Es central la dignificación de todas las personas y su capacidad de realizarse como personas en una cultura política que nos incluye a todos y es para todos. El valor de los acuerdos y promesas; el cumplimiento de la palabra empeñada; hacer lo que se dice; integridad y coherencia; testimonio de vida; entre otros aspectos. ¿Cómo hacer pedagogía política de ello? ¿Cómo se hace posible el provocar los cambios necesarios?

Creemos que es necesario que los debates y campañas electorales que se encaminen, puedan debatir más en serio lo que queremos traducir como renovación política. Tanto para los siguientes cinco años, pero también para los próximos quince y treinta años. En torno a aspectos que se identifiquen con los gestos políticos y las decisiones que puedan corresponder. Siempre, desde una mirada encarnada y desde nuestro proceso político como país.

Guillermo Valera Moreno
23 de enero 2011 Sigue leyendo

Solo recuerdos…

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Miraba una y otra vez y se decía, debo dejar de mirarla, no esta bien. Se encontraba en el micro que lo llevaría hasta su trabajo. Parecía que buscaba en cada chica a alguien o algo que se le hubiera perdido. No, no estaba allí, no debía seguir mirando a la chica de polo verde con bolitas naranja. Especialmente, no debía de mirarla a los ojos como si la conociera o deseara algo de ella cuando no era así, solo el simple hecho de mirarla, observarla, al punto de ponerla nerviosa de curiosidad o espanto.

Esas bolitas color naranja le trajeron el recuerdo cuando niño, en el colegio muy niño, su madre tenía una blusa blanca con bolitas rojo y negro. Le quedaba muy bien, no sólo elegante sino que le daba una perceptible admiración sobre todas las demás mamás. Hubo una fecha en la que cierta actividad con los padres de familia, muy alegre miraba la blusa de su madre hasta que constató que era otra señora, un poco más gorda, y buscó a la suya, en uno y otro rostro, en una y otra blusa, pero ella no había ido, nunca llegó y regresó a casa muy triste. No sólo por la ausencia de su madre sino porque la blusa de su madre había estado en otra mamá que no era ella.

¿Buscaba a su madre en el bus? ¿Le apenaba el recuerdo anecdótico de su blusa? Vivía a veces obsesionado por las chicas. Fernando recordaba cierto afán conquistador que había tenido de adolescente y que solo dio para vencer una timidez que le permitiera hacer algunas buenas amistades de pareja y a sentir el amor como algo más que una atracción, sentimiento, pena, entusiasmo, impulso, masturbación, dolor y alegría. Sobretodo esta última era una expresión muy espontánea en él y le permitía tejer su personalidad junto con su sentido de aventura, riesgo e iniciativa.

Ya iba por la avenida Venezuela, llegando a Breña. El carro se detuvo y pensó. Una chica así que pueda alternar todos los gustos y sabores de uno y de ella. De pronto cayó en la cuenta que estaba siendo muy egoísta al pensar en base a su propia necesidad afectiva… se había golpeado en el codo de otra persona producto de un bache que hizo saltar a todos los pasajeros. Claro, señal de que me estaba yendo por la tangente… así que mejor me concentro en cómo termino el estudio que debo culminar sobre las asociaciones deportivas en zonas rurales. Caramba, pensar que en cada Caserío, anexo, comunidad, etc. uno puede encontrarse fácil que la cancha de fútbol es lo que ordena y organiza la pequeña urbe en muchos sitios, además de una calle larga como fila de pequeñas casas.

El deporte era un tema que le atraía desde la universidad, al punto que su padre (y después él mismo) se había hecho socio del Atlético Grau de Piura en sus buenos tiempos, aunque ahora sólo fueran recuerdos que no dejaban de asomar en cada Copa Perú para disputarse la profesional. Era curioso que siendo así no se hubiera animado a jugar mucho pese a que tenía buen olfato por el gol y pateaba como una fierita. Esos años del Grau de Piura.

Ir al Estadio en Piura, Fernando lo hacía con sus patas y a cualquier tribuna. Si daba para “occidente” a la sombra y, si no, a cualquier lado de la tribuna que pudiera permitirse y gritar y gritar con los barristas como si fuera una forma de recargar pilas para otros propósitos. “Bajan”, “bajan”, sin darse cuenta había llegado a la esquina donde bajaba para caminar 5 cuadras hasta su trabajo. Algo despeinado se encontró en la calle y una cajetilla de cigarrillos vacía en la pista le hizo recordar los buenos momentos que había vivido en la playa, esa playa Yacila tan querida por quienes sabían gozar de ella.

Para alguna gente Colán en Piura es mejor porque tiene el agua tibia y Yacila es agua fría. Pero en Colán hay rayas y eso la desmerece y limita a los bañistas, sobretodo para los que va a bañarse a la playa y no solo a respirar o ver el mar. En ambas playas los atardeceres son una cosa muy hermosa, aunque debo de reconocer que en eso Colán gana, pero en poca cosa más. Yacila de mi vida se decía Fernando y casi se agacha a recoger el paquete vacío de cigarrillos y se reprimió, siguiendo adelante, aunque ello no ocurriera con sus pensamientos que volaron rápidamente a la enorme colección de cajetillas vacías que juntaban, especialmente en los veranos, intentando matar el tiempo y hacerse de diversiones adaptadas a las circunstancias. Las apostaban jugando canicas o jugando cartas; eran objeto de intercambio por caracoles bonitos u otras especies o simplemente podían pasar por una valorización monetaria. Esos días de playa…

A una cuadra de su chamba, Fernando vio cómo un árbol de acacia, de flores rojas, se levantaba imponente con su esplendor de flores y tampoco pudo evitar de recordar que a su madre le fascinaban tanto esos árboles y sus flores y se fue pensando en qué estaría haciendo ella en su casa del norte, tan lejos de allí y en la soledad de la viudez. La llamaría esa noche al regresar a casa, sin falta. Ahora tenía que entrar a su oficina y olvidarse, al menos por unas horas, de los recuerdos que le hacían jugar tanto con su vida real e imaginación.

Gabriel
22 de enero de 2011 Sigue leyendo

Unas palabras de anécdotas celebratorias

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A propósito de que Pedro, mi hijo mayor, terminaba la Universidad en diciembre tuvimos la idea de favorecer al menor, Luis Fernando, para que cambiara de colegio. A un colegio donde pudiera estar más a gusto. No porque fuera malo el colegio donde estudiaba. Era más el deseo de cambiar, de estar en un colegio mixto, de plantearse retos un poco más exigentes.

Para esto debo decir que Nando, así le decimos al menor, tuvo su mejor año de desempeño en los estudios. Pero la decisión estaba tomada. Después de varios rodeos en 5 colegios, nos fuimos inclinando al CIFO, colegio al que quisimos inscribir a nuestro hijo mayor cuando era pequeño y por esas cosas de la vida no se hizo posible. Ahora, estábamos confrontados a una nueva realidad y se hizo.

El tema es que al proceder a su postulación y definición de vacante, nos enteramos que las Teresianas, a cargo del colegio, estaban de celebración de sus 100 años. La fecha: el 11 de enero. La gran sorpresa que nos llevamos estaba en que ese día coincidía con la celebración de mis 25 años de matrimonio con Nila, mujer tan sencilla y querida por tantas razones y coincidencias.

Y ahora estábamos en una nueva coincidencia. Superando otros motivos que podrían habernos evitado ir a una misa juntos, no sólo participamos ese día de una agradable Eucaristía, muy centrada en ser sal de la tierra y luz del mundo, como sentía el Padre Póveda que debía ser la obra que contribuyó a fundar. Fue motivo de encuentro con mucha gente amiga y conocidos que apenas pudimos saludar. Teníamos ya la decisión de una celebración estrictamente familiar y discreta.

Así fue. Compramos un rico pollo a la braza y nos fuimos a casa, donde mi suegra nos esperaba para acompañarnos en nuestra cena de “gala”. Debo decir que brindamos muy discretamente pero con alegría y gusto. Un par de “chilcanos” fue todo lo que tomé de licor. Más fue la conversación, el intercambios del momento, ocurrencias… nada especial, porque lo especial era el hecho de sabernos 25 años juntos, con nuestros hijos y el deseo de seguir adelante con cariño y sentido.

Pensar que 25 años atrás celebramos con carapulca y cerveza; algo de baile, la celebración matrimonial a cargo del “Figue”, sacerdote jesuita con el que trabajé durante 3 años en San Ignacio (Cajamarca), lugar donde conocí a Nila. Un mes antes nos habíamos casado por Civil en la Municipalidad de Lima, acogidos por los compañeros de trabajo, mi grupo comunitario (“Siempre”) y familia.

Recordando un poco, la fecha del matrimonio religioso, tuvimos el gusto de celebrar en familia durante todo el día siguiente a éste. Había ido hasta San Ignacio mi madre, mi hermana mayor (Goncha) y Ester, una prima muy estimada (después sería nuestra comadre y, ahora, ya fallecida).

Al segundo día nos fuimos al Caserío de Huarangos, a cuatro horas de camino en mula, lugar del cual era natural Nila y su familia, donde seguimos celebrando, integrándome mejor a esos campos que ya los había sentido como propios y que ahora me adoptaban más plenamente. Casi una semana después, estuvimos de vuelta a Lima, donde dejamos todo en nuestro nuevo hogar de ambos y nos fuimos un par de días a Paracas para estar un poco más solos y pasear de otra manera por otros lares.

Así empezamos una vida de familia que nunca dejó de tener sus dificultades. Pero pesó siempre el hecho de querernos e intentar ir más allá de nuestros problemas; sabiendo también ceder, comunicarnos, compartir. Aprendiendo a “bajar el volumen” en las discusiones y a renegar menos.

Teniendo disposición para aceptarnos y buscar hacer un proyecto común, aún sabiendo lo distintos que podíamos también ser, las distancias culturales que evidenciábamos. Asumidos más bien como retos y como propósito de aprender a saber amar el Perú amándolo desde lo más fino de sí, como lo es su propia gente y diversidad.

Hoy, 25 años después, son tiempos de celebración. En forma discreta pero celebración. Con mucho cariño hacia Nila mi esposa y mis dos hijos. Los quiero.

Guillermo Valera Moreno Sigue leyendo

La soledad de Felipe

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Rosa daba un paseo en bote con Felipe. Le había conocido comprando gaseosa de un ambulante, camino a su trabajo. Derrepente, ella vomitó y se sintió desvanecer al ritmo de las breves olas que sacudían sus cuerpos.

No le caía mal el mar, lo disfrutaba, pero en esa ocasión los mareos se los produjo un recuerdo de amor. Se vio llena de cosas desagradables, en su imaginación errantes y perdidas, que prefirió arrojarlas a ver si se iban de una vez.

Felipe trató de calmarla pero sólo consiguió que Rosa derramara lágrimas que lo contagiaron. La abrazó, ¡te quiero! le dijo, la vida es compleja y hay que afrontarla, pero ¡te quiero! Para sí pensaba “por eso no quiero ofrecerte nada hasta estar seguros de nuestro amor”.

Varias gaviotas se acercaron y comían lo que podía resultar desagradable; otras efectivamente pescaban, dejándose caer en pleno vuelo al mar, para volver emerger entre su pico con un pez. Las gaviotas distrajeron a Rosa, quien tranquila ya acariciaba las caricias de Felipe, buscando entender lo que él le decía.

Ya en tierra, Felipe comentó sobre una mujer, Azucena, a quien conoció finalizando casi la Universidad, en la militancia política. Pelo negro ensortijado, sintió casarse tantas veces con ella como veces pudo atravesar sus dedos en sus cabellos; profesional, chambera, sencilla, alegre, cuantas cosas podían decirse.

Felipe recordaba cuanta ternura y generosidad puso en ella; pero el machismo de uno o el orgullo del otro; la falta de madurez de la relación; … qué sería? Lo cierto es que Azucena se casó con un joven que se parecía muy poco a él y éste prefirió quedar sólo un buen tiempo, dedicándose a su desarrollo profesional y a cultivar un grupo reducido de amistades.

Entre eso, sentía que no podía amar verdaderamente, lo cual no impedía que sintiera enamorarse de relaciones pasajeras. Se dio el caso que se enamoró de dos amigas al mismo tiempo; pasó el tiempo promedio de sus relaciones y se sentía más atraído a ambas. Una de ellas era Rosa, quien sabía de la existencia de Liz, aunque ésta no de la primera.

Rosa era recurrente en sus recuerdos de amor, particularmente de esa vez, cuando en la cama improvisada de un Hotel tuvo que avisarle a su querido acompañante “nunca lo hice”, cuestión que aceleró más el corazón de Felipe y que a ella la retorció de nervios y agitaciones en cada movimiento de penetración.

Fue un amor que se prolongó aún contra su voluntad, presionado por su conciencia, pero también ganado por su fuerte pasión. Felipe sentía que la quería, deseaba ya no separarse de ella y, sin embargo, era judío; su religión le ponía obstáculos (al menos eso decía), pero sobretodo le habían otorgado una Beca a Israel y viajó.

No supo más de él (hasta ese día), salvo la línea aérea y la hora en que se fue; dos amigos y una amiga le acompañaban.

Todo parecía que no hubiera tenido paréntesis alguno o éste se hubiera diluido al verse. Llegaron a la esquina de Saenz Peña, en el Callao, y tomaron apresurados una combi. Felipe había olvidado que quedaron en ir al cine con Liz y ya ella debía estarle esperando a la salida del trabajo. Avanzaron en el carro juntos hasta que en la esquina de Sucre y la Marina él se despidió.

Entró ligero hacia Pueblo Libre y estaba allí, leyendo los titulares de los periódicos, en la esquina indicada. Con cierto apuro tomaron un taxi para ir, en realidad, a un Hotel. De que tenían relaciones íntimas era lo único que nunca le contó a Rosa, porque ella le hubiera rechazado, no lo hubiera podido aceptar.

Liz estudiaba secretariado, provinciana, había trabajado haciendo limpieza, cuidando niños, vendiendo baratijas y así logró acumular para avanzar en sus cosas; le restaba el último ciclo y después trabajaría más de lleno para ayudar a sus hermanos menores y seguir ella también luchando por superarse.

Compartía un departamento con sus 3 hermanos en Comas, de condición bastante humilde para vivir en la capital, si bien en su tierra, en Carhuaz, sus padres tenían algunas hectáreas y ganado bien habido, con una cierta bonanza de recursos.

Los gemidos, los besos, las caricias y el sopor de la agitación parecía ser sólo una pequeña parte de la película de sus pretextos, película que cuando menos Felipe de todas maneras tendría que ver para contarle a Rosa y evitar sospechas.

Más tarde, en su cuarto, mientras transcurría una hora y media sentado, en la oscuridad, Felipe razonaba que seguía sintiéndose solo y que quizá debía cambiar de vida e irse a trabajar a Arequipa.

Gabriel Sigue leyendo

Susana: esperanza y creatividad para Lima

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Arrancó la carrera de la gestión municipal en Lima y dura cuatro años… Pareciera como que habrá un tiempo holgado (pero no es mucho) para hacer un recorrido que convenza y, sobretodo, esté a la altura de cumplir lo prometido en sus cuestiones básicas: ordenamiento del tránsito, mejoramiento de la seguridad ciudadana, recuperación de la “costa verde” y del “río Rímac” como lugares más habitables y sanos, y varios puntos más. Pero, y sobretodo, la aspiración a otra forma de relacionarse con la población y de hacer de la autoridad un servicio.

Una de las claves en todo ello será el juego de equilibrios que se pueda establecer en diversos niveles. Uno primero es en la concertación de fuerzas que se tendrá que dar entre las fuerzas políticas a las que pertenecen los mismos regidores, donde la “desvanecida” confluencia que llevó a la Alcaldesa al municipio puede ser un problema latente (MNI, Tierra y Libertad y Lima para todos); también habrá que tomar en cuenta los propios liderazgos de la oposición perdedora, algunos de los cuales podrían ser confrontativos, tales como el de Altuve (“huevo duro” – Cambio Radical) y el de Salinas (ingresante por el PPC).

No señalamos al Apra (no tiene representación en el Municipio), pero al menos durante el primer semestre puede ser un incómodo vecino hasta el recambio presidencial, donde Alan García seguirá jugando a su propio caudillismo de conveniencia. Más ocultamente se encuentra el Arzobispo de Lima, Monseñor Cipriani, a quien le gusta hacer su propio juego político y en cualquier momento se puede esperar que intervenga sobre algún tema que le parezca o para dar su apoyo electoral a alguno de los candidatos en carrera para las presidenciales. Lo loable sería la generación de una armonía de trabajo y, de hecho, es todo un desafío.

En esos ámbitos se juega la capacidad concertadora de la Alcaldesa. Pero lo principal, no hay que perder de vista, estará en cómo logra la participación popular y de la ciudadanía en general en la toma de decisiones. En cómo se hace y construye una gestión participativa, la cual es la forma de traducir lo que muchas veces se llama o nombramos como democracia participativa. En ello serán muy importantes los mecanismos a establecer pero, más aún, el lograr concertar voluntades distintas (grupos de interés, sectores sociales, etc.) en aras a propósitos comunes.

Vinculado a ello, se encuentra otro equilibrio clave. El cual se da en torno a participación y tecnocracia. Cómo se establece confluencia entre el manejo técnico del municipio, en sus aspectos claves de gestión y, se hace parte de ello, el lograrlo con mecanismos adecuados de participación y consulta a la población. Susana Villarán ha mencionado ya dos cuestiones claves: el tener todos los sábados cabildos abiertos en distintos lugares de la capital, así como poner en funcionamiento el Consejo Metropolitano de Alcaldes Distritales. Habrá seguramente otros instrumentos más.

Otro aspecto de los equilibrios y que van en correspondencia con lo ya mencionado, es la necesidad de control sobre las decisiones claves de la gestión (lo cual exige un manejo centralizado y de control sobre ellas) respecto de la lógica de una gestión descentralista y participativa. Poner en juego ambos criterios en simultáneo es parte de los desafíos que darán un sentido mayor a otros aspectos (o pueden darlo); por ejemplo, sobre cómo gobernar una ciudad para todos y hacerlo además con atención especial a los más necesitados.

El sentido de gobernar especialmente para los más necesitados, supone un liderazgo muy firme. Porque involucra el tema de un gobierno honesto, donde no se quiere pedir aplauso por cumplir las funciones que competen por obligación y donde además se requiere hacer obras de desarrollo para los sectores más excluidos y pensar en la generación de empleo que es un tema que trasciende la labor de la alcaldía, aunque reclame de ella un compromiso por buscar que las políticas del país se orienten también hacia ello.

Algo que no se abordó explícitamente en la fase inaugural ha sido la dimensión de la cultura en el gobierno municipal. Aunque no sea explícito, habrá muchas iniciativas que ayuden a construir una “cultura de la vida buena” para todos e inclusiva; de derechos y camino de bien como sentido común. Parte de ello esperamos se vea más claro en los festejos próximos del aniversario de Lima, donde reivindicar a Arguedas será una de las piedras de toque.

Es una carrera de cuatro años la que toca como competencia y donde hemos podido ver que existe “talla deportiva” (dígase “talla de estadista”). Ella se correrá todos los días y en toda hora. Habrá lugar también para el descanso. Pero sobretodo, es una invitación a ponernos todos a trabajar (“a correr”). Como dijo Susana al público que se reunió en la Plaza de Armas para celebrar el inicio de sus actividades: no nos demoramos más con el saludo, porque necesitamos tiempo para trabajar. Que ese espíritu, esperanza y compromiso sea el que también emulemos cada uno de nosotros como ciudadanos, además de la alegría de saber que estamos en buenas manos.

Guillermo Valera Moreno
3 de enero de 2011
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