Una experiencia que nos inspira

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Hay diversas formas de relacionarse y, en el intento de integrar a un conjunto de organizaciones, se puede dar la impresión de estar siempre empezando de nuevo. Ya que las personas a cargo de cada una de ellas va cambiando (o las mismas que se encargan de hacerse parte de la coordinación); y muchas veces no se conoce la experiencia previa o no lo suficiente como para pensar que se han hecho cosas antes del estilo o forma que ahora sí habría que hacer.

Eso es común en redes de diversa naturaleza y la Mesa de Movimientos (y Comunidades) Laicales no es ajena a ello. Y es natural. En todo caso, es señal de interés entre las nuevas personas que asumen su responsabilidad en ello el plantearse qué hacer juntos, de la mejor manera, buscando visibilizar su labor en lo que corresponda, estableciendo una identidad más definida a la que se pueda haberse logrado y que, en conjunto, ayude al mejor desarrollo de sus integrantes.

Como todos los años, en ésta parte del año, los integrantes de ésta Mesa Laical se reunieron para dialogar e intercambiar sobre inquietudes recurrentes e importantes, para definir algunas iniciativas comunes en el año. Desde mi mirada paso a comentar algunos detalles que me parecieron pertinentes. Por ejemplo, creo que una cuestión que sería importante considerar es el priorizar algún tema común; en particular, lo que fue sugerido en torno a la misericordia, a tono con el año especial considerado en nuestra Iglesia.

Misericordia que nos debe ser muy vinculante a las diversas reflexiones que nos viene sugiriendo el Papa Francisco en sus diversas actividades y viajes. Por ejemplo, ahora que se encuentra en México, levantando la voz contra el narcotráfico y la corrupción, o respecto a la unidad y transparencia de la Iglesia local. Misericordia que nos sitúa desde actitudes personales, comunitarias y en relación a qué significan en el ámbito de las políticas públicas. ¿A qué nos invita?

En el tejido de buenas intenciones que siempre aparecen como deseo; en el querer hacer diversas cosas, me ha parecido necesario decir que no tenemos que inventarnos nuevas cosas que hacer necesariamente. Que sería muy importante partir desde lo que ya se hace desde cada movimiento, comunidad e integrante de la Mesa. No se trata de añadirnos más tareas e iniciativas. Quizás lo prudente sea empezar por ver cómo apoyamos las diversas iniciativas que ya realiza cada uno de los integrantes. Ya sea en el ámbito de la participación política, la educación o la familia, la formación de liderazgos o acompañantes, la posibilidad de orar juntos y discernir los signos de los tiempos actuales, el plantearnos formas de formas de recreación comunitaria, entre otros.

Los riesgos que podemos correr en éstos casos es la de crearnos falsas oposiciones. Por ejemplo entre actuar hacia “adentro” o hacia “afuera”, cuando la experiencia de la Mesa ha ido por un moverse entre los dos ámbitos, aunque lógicamente de modo especial su labor se haya situado más hacia adentro. Pero, en los últimos años, hemos tenido momentos de hacernos parte de algunos pronunciamientos públicos; de algunas vigilias; de algunas marchas (por la ecología y el medio ambiente la más reciente, en torno a la COP 21). En fin, más importante que tener posiciones públicas meridianas quizás sea el ver cómo potenciamos y aprovechamos lo que ya hacemos, o lo que hacen nuestros amigos más cercanos a la Mesa (IFC, IBC, etc.) y otros.

De otro lado, puede ser necesario clarificar mejor la identidad de la Mesa, después del caminar de 10-11 años que lleva y de la integración de similar número de miembros. Sin embargo, seamos muy cuidadosos en con las definiciones y criterios que se empleen, para que se hagan del modo más amigable e integrador posible. Finalmente, si somos fieles al seguimiento de Jesús, al modo como Jesús nos invitó a vivir el amor que nos reveló, será lo más importante. Haciendo explícitos los puntos que ayuden a su forma y contenido de vivirlo, como la “opción preferencial por los pobres”, los hitos marcados por Vaticano II y el camino de la Iglesia Latinoamericana hasta Aparecida; desde una preocupación activa por la renovación de la política y nuestra participación en ella; deseando caminar hacia una iglesia laical y pobre en Jesucristo. Cuidémonos de los riesgos estatutarios y rígidos. Al final de cuentas estamos entre conocidos y amigos bastante cercanos.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 14 de febrero de 2016

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