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Unidad Nacional: ¿es posible?

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De alguna manera tenía que suceder. Es muy interesante que las elecciones abran un horizonte de novedades hacia adelante que supondrá cambios generacionales en los liderazgos, renovación de la política en diversos aspectos, invitaciones a soñar con un país más integrado y para todos, mayor crecimiento y maduración ciudadana (esperemos también). Yo lo creo así y así lo espero.

En especial, para la izquierda, se abre un camino muy significativo desde la experiencia del Frente Amplio, donde el liderazgo de Verónica Mendoza y la labor tenaz de sus diversos equipos de soporte político pusieron lo suyo, pero se tendrá que afianzar mejor y consolidar como propuesta de Gobierno a diverso nivel. Empezando con la labor parlamentaria que le corresponderá y lo que venga hacia adelante.

Algo parecido puede esperarse de Acción Popular, con un Barnechea que le ha remozado la cara; tocará al Apra, PPC y otras organizaciones partidarias apostar por lo mismo si desean mantenerse vigentes y contribuir con el país de modo consistente. El caso de Fuerza Popular es un caso especial, por lo que aún representa (herencia del “papá Fujimori”), donde sigue pesando más la herencia familiar que la propuesta política renovada, aunque no podemos negarnos al hecho de que es un camino posible y factible de parte de su hoy líder indiscutible, Keiko Fujimori.

Sin embargo, lo inmediato se jugará aún en lo que será la segunda vuelta electoral, entre Pedro Pablo Kuczynski (PPK) y K. Fujimori. Es real que exista cierto desánimo en PPK sobre su futuro inmediato, ya que K. Fujimori ha logrado la mayoría absoluta en lo que será el próximo Congreso y le sacó casi el doble de votos de ventaja en la primera vuelta (40% a 21%). En una circunstancia similar (en 1985), Alfonso Barrantes (IU) declinó en favor de Alan García (Apra).

Son situaciones distintas pero son. La cuestión es que, aun así, es legítima la segunda vuelta; son reales las posibilidades de ganar de PPK en la segunda vuelta; se hace necesario que PPK despliegue propuestas que le permitan ampliar su base electoral, especialmente hacia la votación concentrada en algunas zonas del país (especialmente el sur y Cajamarca) y hacia la izquierda (expresada o representada en los liderazgos de Mendoza, Barnechea, Santos y otros). Siendo todo ello algo por concertar y plenamente factible, requiere de voluntad política y algo más que buenas intenciones.

Desde mi apreciación, creo que corresponde hacer una propuesta de Unidad Nacional de cara a nuestro país y a las siguientes elecciones de segunda vuelta. Propuesta de Unidad Nacional que debe encerrar una voluntad clara de cambios en una serie de aspectos que la población viene reclamando en sucesivas elecciones y se le niega. Quizás en ese sentido, todos los que votan hacia la izquierda o por opciones diferenciadas de la derecha tradicional siguen haciendo un 30% que suele moverse según los liderazgos de turno, pero que sigue latente y espera respuesta.

Propuesta de Unidad Nacional que debe mirar al conjunto del país y de los votantes. Por tanto, saber dirigirse también a los votantes de K. Fujimori y persuadirlos de la conveniencia de una propuesta distinta; de un futuro que vaya más allá de opciones populistas del regalo y la compra de votos (porque hay “plata como cancha”); del peligro que puede significar que el fujimorismo tenga control absoluto del Parlamento (Poder Legislativo) y del Poder Ejecutivo. Porque nuestro país puede apostar a algo mayor, desde una propuesta de Paz con Justicia Social para todos y todas. Aprovechando mejor nuestros recursos sin sacrificar el buen vivir de todas las personas y su convivencia amigable con la naturaleza.

Hay que saber leer el conjunto del nuevo panorama que se abre para el país. Donde es necesario saber dialogar con argumentos y propuestas (ir más allá de los slogans y la propaganda destructiva); es necesario seguir generando redes diversas de comunicación, debate e iniciativas diversas; legitimar la movilización social como mecanismo justo para expresar opciones distintas y necesarias. Saber tener sentido del humor y alegría en medio de las tensiones que todo ello puede suponer. Finalmente, todos son y somos personas que merecen ser tomadas en cuenta.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 17 de abril de 2016

La izquierda como opción

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A éstas alturas del proceso electoral, en las diversas tiendas políticas debe recorrer la memoria de esa canción de Rubén Blades “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…”. Donde no todo ha sido sorpresa en el pleno sentido de la palabra porque el Fujimorismo (dígase Keiko o Factor K), contra un difícil pronóstico, se pudo mantener todo el tiempo (dígase en los últimos meses) por encima del 30% de intención de voto. No deja de plantearnos la pregunta de si ello fue sólo mérito propio. Alguna vez lo sabremos.

Lo que es real es que tenía que haber un contrincante para la segunda vuelta, al parecer “sí o sí”, porque el Fujimorismo, manteniendo tan amplia y cómoda ventaja, nunca pudo arañar la posibilidad de ganar en primera vuelta. Es más, su rechazo o voto anti-Keiko (o anti-Fujimori) creció en las últimas semanas a cerca de la mitad de los votantes. Y no será una sorpresa que ello se acentúe en la semana final, dada la ola “No-a-Keiko” que viene recorriendo Lima y al país.

Podían haber sido unas elecciones más tranquilas, sin que nada de ello impidiera una polarización en la segunda vuelta entre los candidatos que continuaran en ella. Por la simple razón de que la confrontación en dichos términos conduce necesariamente a ese pulso. Otro tema sería si ella tendría que mantenerse de modo continuado. En el actual escenario corremos el riesgo que ello sea así, si no se manejan las cosas con el tino suficiente, la cabeza fría y con inteligencia; con pasión pero con sentido de estadista finalmente.

Como se han dado las cosas, todo indicaría que, en medio de una polarización adelantada en las elecciones de primera vuelta, las principales votaciones tenderán a concentrarse entre las opciones que mejor las expresen. La opción por el Fujimorismo, cuya mejor expresión (qué duda cabe) está en su candidata natural, Keiko Fujimori. En el caso del polo contrario a ella, quien empieza a expresarlo con mejor sentido y capacidad es Verónica Mendoza, del Frente Amplio (FA).

Esta no era una tendencia previsible. Tampoco era muy claro que Verónica y el FA tendrían la capacidad de avanzar con buen olfato político, humildad y constancia. Sin caer en las provocaciones que fueron apareciendo desde algunos medios de comunicación social, debates y otros. De modo muy limitado inicialmente pero que crecieron conforme se ha ido consolidando la opción “Vero”; y se harán más agresivas si se confirman dichas tendencias.

Hasta aquí, podemos decir que la opción del FA con “Vero” ya cumplió en el propósito de reconstituir a la izquierda como una nueva opción política para el país, acompañada de un sentido de renovación de la política, de su expresión generacional y de contar con una plana técnica capaz de gobernar el país desde julio del presente año o dentro de 5 años si se tuviera que esperar a un siguiente momento.

El FA tiene todas las posibilidades abiertas para ser gobierno en el país. En ello no hay que perder de vista que un gobierno debe de tomar en cuenta al conjunto, más aún en una democracia. Se tiene que ser muy cuidadoso de cómo se va a proceder con las diversas minorías en el espectro político y en el manejo de las reformas que se puedan dar lugar.

Cómo se amplía la presencia dando fe de ser una opción con vocación de paz, justicia y desarrollo para todos. Cómo desde una opción clara de izquierda se puede plantear un sentido de unidad nacional y contemporizadora, sin caer en lógicas autoritarias, triunfalistas o ligeras. Hay grandes tareas y responsabilidades por delante.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 2 de abril de 2016