Archivo por meses: agosto 2016

CVX para crecer

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A veces podemos dar “falsas” impresiones (o distintas a las que quisiéramos) sin proponernos ello. No es un asunto de buena o mala voluntad. Ocurre que por querer ser mejores terminamos “creyéndonos” mejores y juzgando “al resto” (o creyéndonos con el derecho de hacerlo, porque no son como uno, pues).

Normalmente un camino de vida de fe exigente genera una selección de personas que se suman a un mismo proyecto y no lo hacen todos por distintas razones, ya sea tiempo, dedicación, prioridades, interés, y varios etc. Y ocurre que una experiencia de vida de fe desde una comunidad CVX suele ser algo o bastante más exigente que el hecho de no pertenecer a una comunidad o el quizás estar en una comunidad que básicamente es un grupo de amigos/as o es una extensión de la Eucaristía en la que se participa y se reúne uno a comentar, hacer una oración más extendida, rezar el rosario y poco más.

No menciono que esté bien o mal las características de otros grupos o comunidades de fe. El asunto es que una CVX suele resultar un poco más exigente, porque no sólo considera todo lo anterior sino que intenta incorporarlo a la luz de un accionar un poco más sistemático de vida de fe, acompañamiento, formación, experiencia regular de Ejercicios Espirituales, revisión de vida y otros elementos. Todo lo anterior, buscando centrarse en la misión, teniendo a Jesús como centro de nuestra experiencia, y buscando crecer como cuerpo apostólico de la Iglesia.

De allí que no es raro que en CVX seamos una suerte de élite en la que no participa toda la gente sino todos aquellos que “se dejan más afectar” por el seguimiento de Jesús, buscando darle más profundidad a su vida espiritual y trascendiendo el hecho de ser sólo amigos. Sin embargo, en ese proceso, algunas comunidades CVX podemos caer en dar una imagen de élite excluyente, de “sobrados”, de sentirnos “mejores” que otras comunidades… Y el propósito no es el estatus o la importancia que nos damos. Lo fundamental es la fidelidad al seguimiento de Jesús en nuestro camino de misión, la manera como crecemos en conocerlo y seguirlo como él nos pide obrar en consecuencia.

Hay que estar muy atentos siempre en comunicar adecuadamente nuestra vida y experiencia de fe. No es difícil que tendamos a generar pequeñas desviaciones sobre las cuales haya que volver a trabajar o considerar de mejor modo. Hasta cierto punto es normal que cosas así aparezcan. El problema es si no las corregimos a tiempo o adecuadamente.

En CVX queremos profundizar en nuestra vida espiritual, personal y social, desde el seguimiento de Jesús. Al modo e incorporando el discernimiento que nos propone San Ignacio de Loyola. De modo sencillo y alegre, aunque exigente y tomando más en serio nuestra vida cristiana. Pues, desde CVX buscamos profundizar el sentido de servicio en nuestras vidas. De cómo tener en cuenta mejor “al otro” (a los otros), especialmente a los más débiles o pobres, y saber salir a su encuentro.

Desde nuestra reflexión, en CVX crecemos como cristianos que no nos son indiferentes los problemas de los demás. Nos proponemos siempre el desarrollar un poco mejor la capacidad de escucha y paciencia hacia nuestros prójimos. Buscando e intentando llevar una vida más consciente del testimonio que nos corresponde dar de modo individual, comunitario y socialmente como ciudadanos. Con sentido de coherencia; reconociéndonos pecadores, sabiéndonos amados y seguidores de Cristo.

Desde nuestra experiencia cristiana no queremos dar lecciones a otros de bondad, de ser buenos o de cómo se deben “hacer bien las cosas”. Sin embargo, sí nos inscribimos en un camino de bien; de buscar obrar el bien. Pues, de modo amable y sencillo, queremos aprender a comunicar que el centro y sentido principal de nuestra vida está en amarnos los unos a los otros, como Jesús nos enseñó. Por tanto, una cuestión muy importante esta en amar cuanto uno realiza y hacerlo de la mejor manera y propósito, empezando por nuestro propio ser comunidad y compromiso que asumimos al ser parte de ella.

Lo anterior nos debe ayudar a crecer como Iglesia, a renovar la Iglesia que somos y que queremos ser. A construir un país más solidario, desde lo que somos y poniendo los medios que nos permitan un Perú nuevo, más grande, justo y mejor.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 30 de agosto de 2016

Cultivar la comunicación

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Creo que estoy aprendiendo a ser menos reactivo y terco frente a determinadas circunstancias en las que, hasta hace un tiempo, hubiera tomado la palabra y dado una opinión, la que sea, pero hubiera dicho algo, así después tuviera que obligarme a matizar, cuando menos. No sé si es mejor dejar que las cosas fluyan como vienen, dejar que se expresen otras voces, otras opiniones y, después, si es necesario o lo veo adecuado, doy una opinión o hago una pregunta sobre lo que se esté conversando.

Ya me ha sucedido varias veces y me hace sentir más en libertad de poder escuchar un poco más, de intentar aprender un poco más de lo que dicen los demás sobre lo que pudiera corresponder e incluso, abstenerme de decir algo por prudencia o pertinencia. Lo experimento en mi trabajo, en mi casa a veces, en mi comunidad CVX… No por eso dejo de hablar y, a veces, en demasía. Nila, mi linda esposa, dice que hablo demasiado o que me encanta hablar como “loro”, seguro algo de razón tiene.

Sin embargo, yo me percibo más bien bastante parco y me gustaría tener un mejor don de la conversación y ser más proactivo en ello. No es fácil. No basta hablar mucho, sino saber ser oportuno y agradable, situarse en cada público y hasta en cada persona. Mantener la atención y la comunicación (siempre es de ida y vuelta, si no es monólogo); es muy importante la variedad, el involucrarse con historias personales propias, algo de humor y el interés del otro (otros). Algo mejor me sobrellevo en lo que escribo, ya que puedo procesarlo un poquito más y hasta volver sobre ello.

Algo que me gusta mucho es cuando mis hijos u otra persona me pregunta sobre temas de su interés personal, sobre el tema que fuera, profesional, afectivo, creencias, opiniones sobre algo, un hecho determinado, etc. En particular, con mis hijos (Pedro y Luis Fernando) suele suceder y cuando hemos tenido tiempo adecuado, nos hemos agarrado a conversar de modo algo extenso. Por ejemplo, yo que soy más que aficionado a la política, que uno de mis hijos me pregunte qué pienso de tal o cual organización política o de su posición sobre tal tema, puede ser un pretexto para una motivada y quizás extensa respuesta.

Mejor aún si se trata de temas más personales, afectivos o afines. Desde “Papá, ¿tú crees que estaría bien si celebro mi cumple en casa de mi amiga tal…?” Pero, cómo, ¿no debiera ser en nuestra casa? “No, pero no hay problema, así estaremos con más amplitud, es más privado ya que tiene un sótano…”. Pasando por “¿podemos estudiar toda la noche con una amiga de la U?” Por supuesto. O temas como “¿Papa, tú qué piensas del racismo? ¿Por qué crees que se da? ¿Estás de acuerdo? (…)”. Y toda una perorata que me puede terminar apasionando más de la cuenta para el interesado.

En todo ello sí debo de mencionar que ayuda y es muy importante el cultivar círculos de conversación recurrentes, donde se pueda conversar un poco de todo pero también algunos puntos que puedan ser más “útiles” y ayuden a mejorar las relaciones entre los implicados, su comunicación, confianza y aprendizajes comunes o de interés general. Por ejemplo, en casa, uno puede tener conversaciones de lo más diversas, pero puede ser importante darse espacio para reuniones familiares donde se comparta de modo más consciente cómo se está, qué planes se tiene, qué se piensa sobre lo que se viene haciendo, el país, etc. Hablando y escuchando, acogiendo todo lo que se dice en el mejor sentido de buscar conocerse y crecer de manera compartida.

Eso mismo se puede situar en diversos ámbitos. Puede ser muy significativo y, en algunos casos, uno se reúne con ese especial propósito. Cultivemos diversos círculos de comunicación, especialmente en cada espacio en el que nos movemos con cierta recurrencia como es la familia, el trabajo, el centro de estudios, el vecindario, la comunidad cristiana o parroquial, entre otros.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 26 de agosto de 2016

La política puede tener sentido

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Hablar del “modelo de desarrollo” o del “sistema” pueden se palabras muy gruesas que abarcan muchas cosas y, a la vez, pueden decirnos poco si no las situamos adecuadamente. Sin embargo, a todos nos afectan, de un modo o de otro. Sobre todo porque estamos hablando de la relación Estado – Sociedad, de cómo se conectan las personas unas con otras, sus interacciones diversas y el modo cómo plantean sus demandas y satisfacen sus necesidades.

Quiérase o no, el Estado juega un rol preponderante en todo grupo social porque ayuda a delimitar las cosas, a establecer “reglas de juego” (democráticas en tiempos modernos), velar por los más indefensos y proteger a los más débiles (al menos debiera ser algo sobre lo cual podríamos tener mucha conciencia). Desde el Estado es posible desarrollar el gobierno de una sociedad (es teórico decirlo, pero en orden al “bien común”) y velar por los intereses de todos. Primando el interés común y el bienestar general sin menoscabo de los intereses particulares que, siendo justos, deben tener espacio y representación adecuados.

La revolución tecnológica, especialmente en las comunicaciones, nos ha replanteado la manera de relacionarnos. Ya no es una novedad decirlo pero si lo sigue siendo el detenerse lo suficiente para establecer cómo nos toca hoy situarnos, educarnos, comunicarnos, escucharnos, atendernos, entendernos, amarnos, incluirnos… No por eso ello sustituye otras formas de relación que, como la marcha por “#Ni una menos” nos muestran que la calle puede ser un lugar de encuentro muy especial y multitudinario, para obligarnos a ver y cambiar. Sin violencia.

Todo lo anterior con sentido de memoria, de historia, de recuperar la experiencia vivida. Porque considerarlas nos posibilita poder mirar hacia delante más lejos, abrir nuestro horizonte con mayor conciencia de lo que queremos vivir hacia lo que llamamos futuro, el mismo que hay que construirlo (si no otros lo harán por uno). Especialmente, para poder pararnos mejor en el presente y vivir mejor situados y disfrutar con ternura lo que nos toca como realidad y cambiarla en lo que corresponda. En todo lo que contradiga a su sentido humano, de belleza y realización para todos.

Puede parecer algo romántico pero eso contiene el sentido más profundo de la política, la cual parte de la preocupación básica de cómo vive la gente, cómo se siente, su sentido de vida… Para situarse en el propósito de posibilitarlo para todos de modo específico. No hay “suerte” en la vida, si bien algunas o muchas cosas no nos las explicamos a cabalidad. Las personas podemos encaminar la vida (mi vida!), darle un derrotero, optar, decidir, equivocarnos, acertar, reír, llorar… todo hace a nuestra experiencia y es necesario que aprendamos de cada una de ellas como algo normal, dándonos ciertamente un sentido de bien siempre, el cual será el mejor indicador de éxito, meta, realización, felicidad. Sin aspirar a ser perfectos (nos genera muchos equívocos), pero siempre mejores, con mucha humildad, sentido de solidaridad y disposición de agradecimiento.

Hay que construir esa cultura. Empezando por saber ver y escuchar. Más aún si vivimos en un contexto especial como el que se ha abierto en el presente tiempo. ¿Cómo nos reconectamos con la gente y con el nuevo contexto? Tanto en lo simple de la vida cotidiana como en el proceso de democratización que estamos experimentando como sociedad peruana. Cómo aprendemos a tratarnos y salimos del “ninguneo” a las personas (o racismo en muchos casos). Cada individuo es singular e importante. Merece el mismo respeto y consideración que las personas que más amamos por las razones que fueran.

Quizás es tiempo de perder el miedo a la libertad, a expresarnos, a saber que podemos hacer y conseguir hacer diversas cosas si nos lo proponemos. Decidirnos a ello es profundamente político. No porque se quiera meter la política en todo. Es para caer en la cuenta que cuando decimos que todos debemos asumir las riendas de nuestro propio destino, estamos aludiendo a la capacidad de tomar nuestras propias decisiones (y no que las tome otro por nosotros, como si fuéramos menores de edad o personas sin razón). La política puede ser muy bella si son bellas las decisiones que tomamos, especialmente las más trascendentes.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 23 de agosto de 2016

PPK, un presidente que da buena vibra

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Se podría decir que por más cara de gringo que tiene PPK (Pedro Pablo Kuczynski), es bastante peruanazo o, al menos, ha aprendido a mostrarse como tal. Esos sus aparentes gestos chiflados que nos han hecho sonreír, reír o (en algunos casos) hasta burlarnos por el bailecito que se da en plena calle o caminata, o los gestos de “hurra” o ponerse a saltar como niño y reírse o tomar a la broma cuanto hecho anecdótico se ha ido sucediendo, nos muestra sobre todo a alguien muy humano, muy emocionado con la nueva posición que ha logrado adquirir, la felicidad de un “viejo” que corona su carrera profesional con un reconocimiento como es la investidura presidencial de su país. ¡Qué premiaso! ¡Qué tan bien logrado!

Y en medio de los vaivenes con los que normalmente se teje un caminar político en un país que todavía está abriendo los ojos a su quehacer ciudadano y de respeto a sus instituciones y vida democrática. Donde cierto azar, acierto y condiciones políticas concluyeron con el resultado que aún le cuesta asimilar a Keiko Fujimori, como ya lo hemos visto reflejado en su ausencia visible del escenario político, da la manera poco amable de proceder en el discurso inaugural del presidente electo el 28 de julio pasado, pero que esperamos se rectifique y se asuman las formas de la pedagogía política, aunque puede ser que estemos pidiendo “peras al olmo”. Sin embargo, es una buena cosa que se haya otorgado -sin mayores problemas- el voto de confianza del Parlamento al nuevo Consejo de Ministros designado para conducir el Poder Ejecutivo.

No es muy difícil darse cuenta que no basta tener mayoría en el Congreso de la República para saber conducirlo. Hay personas con experiencia, como la electa Luz Salgado de Fuerza Popular en la Presidencia del mismo y puede ser de lo más concertador y razonable, si no se deja llevar por los instintos más primarios de terceros. De todos modos, el asunto de fondo sigue planteado, ¿el Fujimorismo actuará con inteligencia o se dejará llevar por la herida de la derrota y del líder encarcelado? Herida que deja necesariamente lecciones para aprender (como sentirse muy tempranamente ganadores; las amistades cercanas –y peligrosas- que estableces…). Creo que a nadie le gustaría estar en los zapatos de la ex candidata Keiko Fujimori, aunque tampoco es el único caso.

¿Dónde situar lo importante? No hay caso que cerrada la etapa electoral, lo que cuenta en adelante son las posibilidades que se abren para el país, a partir de lo que se plantea como iniciativa del nuevo presidente, en éste caso PPK. Especialmente porque sentimos que se ha abierto un tiempo especial. PPK ha planteado 6 puntos clave de política de Estado y de compromiso del nuevo Gobierno. ¿En qué es posible sumar y aportar programáticamente? Porque PPK no ha planteado una agenda cerrada. Más bien, todo lo contrario, con un horizonte muy amplio y eso habrá que tomar en cuenta y ayudar a encaminar.

Por cierto, nada de lo anterior anula el rol o roles de oposición que se quiera jugar en la escena política y cuyo debate mayor puede estar en los medios de los cuales se valga el gobierno para llevar a efecto lo que se propone en torno al agua y desagüe, la calidad educativa, la salud para todos, los avances en la formalización de nuestras empresas, la construcción más extensiva de infraestructura y la lucha contra la corrupción, discriminación e inseguridad. Para ello, al gobierno que recién empieza habrá que dejarlo gobernar, darle una sana “tregua”. Al gobierno le tocará dialogar, concertar y consultar todo lo más posible, como sana metodología para tomar en cuenta la voluntad popular más específica o validar las políticas más generales.

Por ejemplo, cómo se manejan los recursos vitales como el agua. No basta la meta de que llegue a todos los hogares, lo cual es muy bueno. El tema es también si de aspectos claves de nuestro desarrollo podemos anteponer el tema de los negocios antes que el bienestar de la población como, por ejemplo, el pensar que el mejor camino es privatizando el recurso hídrico. O que la mejora de la educación o la salud sólo es posible privatizando ambos servicios, cuando el estado tiene que permanecer como soporte y garantía universal de que dicho derecho llega a todos más allá de su condición económica de la cual se trate.

Así otros temas que irán siendo materia de tratamiento y en los cuales será muy significativo generar los consensos necesarios, tanto en el Congreso, en la sociedad civil y, especialmente con los sectores que se verán más directamente afectados (a favor o en contra) de la ejecución de las políticas. En todo caso, PPK es un presidente que da buena vibra y esperamos que crezca como esperanza.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 22 de agosto de 2016

La marcha habida

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Que yo recuerde, no había visto tanta gente en una marcha, como la realizada éste sábado 13 de agosto, la cual servirá para gestar una mejor consideración en nuestro país por las mujeres, sus derechos, los problemas colaterales a los cuales está vinculado, empezando por la misma atención que debemos tener los varones hacia las mujeres y los modos y usanzas con las que hemos crecido culturalmente y nos hemos educado en el hogar y en la escuela.

Son de esos temas que comprometen al conjunto de la sociedad y sería erróneo pensar que es sólo un tema de mujeres o sólo de “solidaridad” con las mujeres. Provenimos de una historia muy larga de organización patriarcal de nuestras sociedades, a lo cual se le fue agregando diversas manifestaciones de ese mismo sesgo en la cual, lo que hoy denominamos como “machismo”, es una de ellas, muchas veces exacerbada por el individualismo en el que también nos movemos.

Pero estamos iniciando lo que podríamos decir “una larga marcha”, un muy largo camino que ya empezó hace un tiempo también con el esfuerzo de muchas mujeres y situaciones que han ido dando lugar a una toma creciente de conciencia sobre la igualdad de “género”, de considerar con sentido plenamente humano a varones y mujeres, así como toda la diversidad y gama de expresiones de personas a las que puede dar lugar.

Volviendo a la marcha habida, será importante que ella se haya vinculado a los problemas que tenemos con el ejercicio de la justicia en nuestro país. Tenemos aún un Poder judicial muy limitado. Es real que contamos con “islas” de buen ejercicio de la justicia, pero falta mucho. Tenemos a un ex presidente y a muchos corruptos en la cárcel, así como sabemos de buenos casos de administración de justicia. Sin embargo, priman todavía y demasiado las llamadas “influencias” y el poder dinero.

La “justicia” anda mal en nuestro país hace tiempo. Mejor dicho, nunca se ha logrado tener un buen sistema judicial. Puede ser la oportunidad de retomar y pensar en una reforma judicial a fondo. En la cual veamos que es necesario institucionalizar una justicia como condición de “modernizar” mejor a nuestro país (para que prime un “buen vivir”). La reforma judicial es uno de los puntos que tocó PPK en su discurso de inauguración de gobierno, ¿será posible de generar consenso sobre ello? Con el Congreso actual, ¿se podrá avanzar en ese y otros temas neurálgicos para el control de la corrupción, abusos de poder, reglas de juego laborales, narcotráfico y un largo etc.?

Lo que la marcha habida nos plantea da para muchas cosas y derivaciones que habrá que ir desmadejando. Una adicional que resalto es que no es sólo un problema en el Perú. Obviamente, es algo a considerar mundialmente. Empecemos por Latinoamérica, donde éste tema como el de la integración regional, el medio ambiente y otros aspectos tienen que ser motivo de tratamiento común.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 15 de agosto de 2016

La suave cabecita de un petirrojo

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En la naturaleza uno se encuentra con tan diversas especies que algunas ya no llaman incluso la atención. Ver un perro o un gato es común en una ciudad. Gallinas, patos o cuyes no tanto, es más propio de una zona rural. Ver árboles o plantas diversas puede ser aplicable a lo rural y urbano si en una ciudad tenemos parques, calles o jardines que los cultivan con cierta vocación por el “verde” o porque es muy ornamental, tradicional en algunos casos. Saber el nombre de las plantas puede marcar la diferencia. Alguien de una zona rural tiene más versatilidad en ello, salvo que se trate de un jardinero o botánico.

En fin no es necesario seguir con las comparaciones. Pasa que hay un pajarillo que me resulta de lo más hermoso por diversas razones, Hablo del “petirrojo” o “cardenal”. Petirrojo porque tiene el pecho rojo, un rojo intenso que se combina con unas alas negras; más o menos como es la vestidura formal de un Cardenal, aunque en el Perú los vemos poco (es decir, a los cardenales de la Iglesia) o pueden no transmitirnos imágenes tan agradables. El hecho es que se trata de un pajarillo muy agraciado.

En la ciudad de Lima son algo comunes y se dejan de ver con cierta frecuencia, especialmente en las zonas donde hay cierta vegetación. Son de especial compañía cuando me toca tener alguna reunión en las afueras de Lima y alrededores, donde suelen ser más frecuentes y garbosos. Para mí es como encontrarme con alguien especial. Más de una vez he dicho que son como el “Espíritu Santo”, por lo imprevisibles de su presencia y forma brusca de desaparecer, al menos en apariencia, porque siempre están por ahí no más, aunque no se dejen ver.

Cuando uno descubre uno si es muy o altamente probable que lo vuelva a encontrar nuevamente en el mismo lugar o zona muy cercana (hablo de los árboles del entorno inmediato). Será porque cerca tienen su nido o “casa” y ya se hacen a un radio de acción determinado. Normalmente el m acho es el más vistoso en sus colores; la hembra suele ser más tenue en el rojo (casi como despintada). De allí que el macho tiende a lucirse y a estar en lugares muy vistosos.

Casi como si quisiera ser visto y apreciado. Cuando se percata que lo ven hasta parece que se estira un poco más, da vueltitas sobre si, se exhibe… Quien lo dijera. Le gusta ser admirado. Sin embargo, más allá de la vanidad de éste pajarillo, si la tiene, es un animalito hermoso y me llena el alma cuando lo veo y puedo apreciar por algún ratillo, normalmente no muy largo. Ellos mismos se aburren y se van brincando de árbol en árbol o en algún cordel o alambre, siempre en el lugar más visible posible.

La hermosura de éste animalillo me ha hecho caer en la cuenta de otra hermosura, de Nila, mi querida esposa. De pronto, cada vez que veo a un petirrojo, últimamente, inmediatamente me acuerdo de Nila, sobre qué estará haciendo, lo bella que ella también es como persona y lo mucho que he ido aprendiendo a quererla a lo largo de los años que llevamos juntos. Ella es fina también como un pajarillo, aunque único, sólo yo la puedo ver “volar”, yo sólo la he visto hacer sus “nidos”, para cuando tuvieron que nacer nuestros dos hijos. Tengo casi siempre el gusto de tocar su piquillo y acariciar su suave cabecita.

Creo que si tuviera alas yo habría aprendido a volar no sólo en mi imaginación; no sólo en helicóptero o avión. Ella es parte de la naturaleza que acompaña vivamente mi vida y ya me resultaría muy difícil de entender sin su presencia.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 14 de agosto de 2016

Visita en Fiestas Patrias

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Tome su mano y la besé, a modo de saludo, como lo haría alguien con una reina o una dama distinguida. Como quizás lo hizo Pedro Pablo Kuczynski con Luz Salgado, presidenta del Congreso, en la investidura presidencial, pese a la soledad de aplausos de la bancada fujimorista. Así, con delicadas caricias seguí teniendo la mano de mi tía Aurita, postrada ella en su cama, es probable, alcanzando a reconocerme a lo lejos, después de algunos meses que no iba a visitarla.

Aunque sigue lúcida, con más de 90 años, es casi un milagro la capacidad que tiene de continuar, de comunicarse, de estar al tanto de varios detalles de la casa donde vive con otras 3 de sus hermanas, las cuales son también hermanas de mi madre. Delia, Delia… la llamaba en varios momentos; Delia es un año mayor que mi madre que va por los 87 años. Olga (mayor que Delia) estaba en ese momento atendiéndola, le iba a dar de cenar, ya había oscurecido.

Aunque no demostraba muchas ganas de comer, con mucha paciencia, bocado a bocado, fue consumiendo la sopa licuada de varios ingredientes que tocaba en ese día. Con Nila estábamos de visita y ya queríamos irnos porque no podíamos darles más trabajo a mis tías. Entró en la habitación Yola, menor que todas las anteriores, aunque en 70 y algo… Muy contenta, con su bastón en mano, pues el año anterior se había caído y fracturó la cadera y ya tenía miedo de caminar sin su apoyo. Sin embargo, se le encontraba más conversadora pese a la sordera que le acompaña desde casi siempre.

Se ofrecieron a preparar un rico chocolate caliente para el frío y poder compartir algo más en esa visita anunciada ese mismo día 29, poco antes de salir al desfile militar por Fiestas Patrias. La verdad que habíamos dudado de ir, pero la buena disposición de mis tías para recibirnos nos terminó de animar y no nos equivocamos. El día estaba agradable, con solcito de invierno, con la alegría de la gente en la calle, con un desayuno – almuerzo a las 10.30 de la mañana… y algún jaleo conyugal. Compramos algunas cositas para llevar y llegamos bien.

Yola nos contaba, mientras tomábamos el chocolate con panetón (parecía en algo la Navidad), sobre los libros que leía, la relación de autores y sus obras, además de otros datos biográficos, que ella había ido construyendo… “tengo más de 200 nombres” nos decía con mucho entusiasmo, aunque Vargas Llosa no le gustaba mucho porque “muy lizuriento”, nos decía, no se deben decir tantas alas palabras en las novelas… Yo le escuchaba con atención y aprovechaba de comentar que también había leído varias novelas de Varguitas, así como de García Marquez. Ah, y hay una feria del libro que está dedicada a Colombia, me hubiera gustado ir, dice que esta buena y cuántos libros para ver… Hablamos de lo “real maravilloso” de la literatura latinoamericana y otros tantos detalles, la verdad que no se me ocurrió en ese momento pero le vendría bien tener una biblioteca cerca de la cual proveerse de libros de modo regular. Qué bueno ese amor por la lectura y la literatura, algo más creo me la ha contagiado.

Estuvimos riendo hasta pasadas las 9 de la noche, entre bromas, recuerdos y el gusto de estar como un día de tantos, como tantos días compartimos juntos años atrás, cuando estuve una temporada viviendo con ellas, cuando universitario. Qué grandes tías! A través de ellas creo que conozco mejor a mi madre, quien viviendo en Piura, ya no se mueve mayormente de casa y no tenemos ocasión de vernos tan seguido. Esa visita fue una gran cosa, un gran gusto, algo que no debo dejar de repetir, quizás más seguido.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 10 de agosto de 2016