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Keiko Fujimori: el peor resultado para el país

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Un importante grupo de intelectuales politólogos peruanos y extranjeros se pronuncian en contra de la candidatura de la representante de la corrupción y la mafia fujimontesinista

Politólogos se pronuncian en contra de Keiko Fujimori
Lun, 30/05/2011

A la opinión pública

El Perú se prepara para una elección el próximo 5 de junio donde ninguno de los dos candidatos presidenciales exhibe las credenciales democráticas que desearíamos. Sin embargo, ante el dilema existente es ineludible optar, y los politólogos abajo firmantes creemos que la llegada de Keiko Fujimori al poder sería el peor resultado para el país.

Como politólogos valoramos especialmente el régimen democrático, pues permite el pluralismo y el debate abierto, protege las libertades fundamentales y los derechos humanos, restringe las oportunidades para la corrupción y favorece el logro de acuerdos que generan desarrollo y políticas públicas a favor de la población más vulnerable.

Debido a estas consideraciones de principio vemos con suma preocupación la elección de la señora Fujimori como Presidenta de la República, pues constituiría la reivindicación del gobierno de su padre que, precisamente, liquidó la democracia en el Perú e impuso un régimen autoritario que cometió crímenes de lesa humanidad como política organizada desde la cúspide del poder, y que hizo de la exclusión, el clientelismo, el abuso y la corrupción sus mecanismos principales de gobierno.

El fujimorismo actual, lamentablemente, no ha deslindado con las prácticas que deploramos del gobierno de Alberto Fujimori. En las últimas semanas hemos visto que sus voceros han elogiado, justificado o minimizado esas prácticas, lo que nos hace imposible creer que la señora Fujimori represente una opción diferente y democrática. Por tanto, y porque creemos que la defensa de los valores democráticos es parte fundamental de nuestro compromiso con el Perú, nos pronunciamos en contra de la candidatura de Keiko Fujimori.

Finalmente, independientemente de quién gane las elecciones presidenciales, consideramos que habrá que mantenerse alerta ante cualquier intento de pasar por encima del Estado de derecho y de las instituciones democráticas.

Rolando Ames, Pontificia Universidad Católica del Perú
Julio Cotler, Instituto de Estudios Peruanos
Henry Pease, Pontificia Universidad Católica del Perú
Francisco Miró Quesada, Diario El Comercio
Martín Tanaka, Pontificia Universidad Católica del Perú
Carlos Alza, Pontificia Universidad Católica del Perú
Rosa Alayza, Pontificia Universidad Católica del Perú
Mariana Alvarado, Pontificia Universidad Católica del Perú
Jorge Aragón, Pontificia Universidad Católica del Perú
Omar Awapara, Pontificia Universidad Católica del Perú
Rodrigo Barrenechea, Instituto de Estudios Peruanos
Fabiola Bazo,
Jo-Marie Burt, George Mason University
Maxwell Cameron, University of British Columbia
Julio F. Carrión, University of Delaware
Catherine Conaghan, Queen’s University
John Crabtree, Oxford University
Eduardo Dargent, Pontificia Universidad Católica del Perú
Henry Dietz, University of Texas at Austin
Joanna Drzewieniecki,
Graciela Ducantenzeiler, Université de Montréal
Romeo Grompone, Instituto de Estudios Peruanos
Carlos Indacochea, The George Washington University
Farid Kahatt, Pontificia Universidad Católica del Perú
Charles Kenney, University of Oklahoma
Denise Ledgard, Pontificia Universidad Católica del Perú
Steven Levitsky, Harvard University
Cynthia McClintock, The George Washington University
Andrés Mejía Acosta, University of Sussex
Carlos Meléndez, University of Notre Dame
Cynthia Milton, Université de Montréal
Paula Muñoz, University of Texas at Austin
Philip Oxhorn, Mc Gill University
Simón Pachano, FLACSO (Quito)
Luis Pásara, Universidad de Salamanca
Kenneth Roberts, Cornell University
María Ana Rodríguez, Pontificia Universidad Católica del Perú
Eduardo Romero, Nonprofit Roundtable of Greater Washington
Mariela Szwarcberg, University of Chicago
Carlos Torres Vitolas, London School of Economics
Jorge Valladares, University of Essex
Sofia Vera, Instituto de Estudios Peruanos
Alberto Vergara, Université de Montréal

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Comunicado que personalmente también suscribo, Guillermo Valera Moreno
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Queremos confiar, queremos construir…

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Queremos confiar en que es posible construir un país en donde la persona sea el centro de todo, lo más importante y donde la consideremos nuestro principal sacramento, porque cada uno somos imagen y semejanza de Dios.

Queremos construir un país sin pobres, sin desnutridos que se mueren de hambre o se quedan limitados de inteligencia de por vida, porque no tuvieron lo necesario en su primera infancia; porque nuestra sociedad no supo darles el cobijo necesario, pese a que llevamos 10 años de continuo crecimiento económico. A ellos les debemos principal atención pero no asistencialismo ni dádivas; empleo productivo, iniciativas empresariales, capacitación… pero no regalos.

Queremos confiar que se terminarán los abusos hacia los más débiles, recuperándose derechos laborales, respetando el medio ambiente, reinvirtiendo buena parte de las ganancias que se generan, tributando de forma justa, redistribuyendo y garantizando un crecimiento para todos y a todo nivel, velando por el desarrollo inclusivo y con equidad en todas las regiones de nuestro país.

Queremos construir una democracia que se respete y sea respetada, mejorando todos los mecanismos participativos de la población; garantizándose instrumentos efectivos de fiscalización, propiciando los cambios en el sistema político, que permitan reforzar su mejor funcionamiento, la representación y la búsqueda del bien común. Una democracia en la que el voto de cada ciudadano sea respetado y valorado; se ejerza con libertad y no se diluya en el miedo; sea signo de conciencia, compromiso, identidad y responsabilidad.

Queremos confiar en que podemos mirar el futuro sin incertidumbre o pesimismo; sin que sigamos marcados por ese pasado de violencia, corrupción, autoritarismo, mala administración económica y política del país, desánimo cultural o la increencia de nuestras propias posibilidades. Somos un país grande, con una gran historia, multiétnica y pluricultural, hermosa diversidad, creatividad e iniciativa, gente generosa y de mucho potencial; queremos que todo ello marque en adelante nuestro camino.

Queremos construir una Iglesia comprometida con los más pobres, que resalte los valores de respeto, tolerancia, solidaridad y diálogo, en la cual existan servidores comprometidos y no jefes; una Iglesia en la cual el cultivar sentidos de libertad y responsabilidad sea irrenunciable; una Iglesia de ciudadanos “adultos”, en la cual no se necesite que se nos diga lo que tenemos que hacer, cómo debemos comportarnos e incluso por quién votar en una elección.

Queremos confiar que surgirán más liderazgos que vayan sintonizando mejor con un sentido común de servicio y empatía, con amor al país y al mundo, cosmopolitas con raíces, de trabajo exigente, sencillos y aportando cosas concretas.

A la luz de lo mencionado y de lo que cada uno tiene en su corazón y pensamiento, reflexionemos sobre nuestro voto a emitir el próximo 5 de junio. Realmente sí importa quién pueda salir elegido. Tenemos que saber elegir y sentirnos parte de lo que viene después, con responsabilidad, apertura, identidad y patriotismo.

Lima, 26 de mayo de 2011

MESA DE MOVIMIENTOS LAICALES
Comunidad Héctor de Cárdenas – CHC; Comunidad de Vida Cristiana – CVX; Equipos Docentes del Perú – EDOP; Juventud Obrera Cristiana – JOC; Movimiento Internacional de Apostolado en los Medios Sociales Independientes – MIAMSI; Movimiento de Profesionales Cristianos – MPC; Movimiento de Trabajadores Cristianos – MTC – Unión Nacional de Estudiantes Católicos UNEC Sigue leyendo

Honestidad y visión en la opción del voto

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Discutiendo en familia, con amigos y personas diversas, he caído en la cuenta que hay forma de hacer razonables los puntos de vista por más confrontados que puedan estar ellos. El asunto esta en cómo consideramos que cada quien puede tener una “verdad” que le aguarda, más allá de consideraciones argumentativas y que muchas veces se mueve por posturas emotivas y de búsqueda de seguridades.

A propósito del proceso electoral peruano, veo que hay quienes defienden posiciones sin importar las razones que puedan sustentar éstas. Allí se sitúan los casos más difíciles de tratar, porque normalmente no dejan lugar a un diálogo de posiciones, sino que manda quien se impone de cualquier manera, también echando mano a argumentos pero sin importar bien lo que pueda considerarse como tales.

Por ejemplo, hay quienes defienden su voto por Keiko Fujimori, porque es mujer y, simplemente, debe ser presidenta y es la mejor opción porque sí… Otros dirán, porque mantendrá el modelo económico… sin saber muy bien de sus capacidades técnicas ya que los seis ministros de economía del primer gobierno de los Fujimori están procesados por corrupción. Desde el lado político, habrá los que afirmen que ella garantizará la democracia… a pesar que durante el primer gobierno de los Fujimori se dio un autogolpe y se impuso la reelección continuada. No faltará la palabra de quien afirme que defenderá los derechos humanos, aún a pesar de que Alberto Fujimori esta preso justamente por violentar los mismos.

Por el lado de Ollanta Humala también puede haber incoherencias que suscitan dudas. Donde a pesar de la firma de compromisos públicos por la democracia y alcances más razonables y concretos sobre lo que haría de ser gobierno, no terminan de arrancar un sentido de mayor confianza en la ciudadanía. Hay un halo de incertidumbre que perturba todo lo que puede ser propuestas de cambio, a pesar que la mayor motivación en el voto de Humala tendría que ver con representar una propuesta o sentimiento de cambio para el país, especialmente para las regiones. De hecho, la campaña orquestada de la mayor parte de medios de comunicación contra su candidatura ha ido haciendo mella en su imagen, dibujándose muchas veces una caricatura de lo que verdaderamente se esperaría de una opción así.

Sin embargo, de la manera como se han ido pintando las cosas y la polarización política entre Ollanta – Keiko, es importante compartir y aceptar el hecho que hay y habrán sectores independientes que apoyen a una u otra candidatura, y es necesario que no se les meta en “un mismo saco”. No sólo por ser sectores que se mueven por motivaciones distintas a las que pudieron votar en primera vuelta por cada uno de los dos candidatos. Algo más elemental e importante es que sepamos reconocer en una democracia (como la que estamos tratando de construir en el país) pueden haber opciones muy variadas y disímiles. Pero una clave está en la capacidad de diálogo que pueden expresar y lo mejor será que no se caiga en una polarización fanática que nos reduce la posibilidad de éste y de un sentido argumental.

Es, por tanto, conveniente y necesario que sepamos (y ayudemos) a dar sustento razonable a cada opción de voto (de una u otra opción, porque así será menos posible perder los cauces deliberativos. Que no sea que yo voto por tal porque fulanito me dijo que… Voto por tal candidato porque me regaló una bolsa de arroz. Mi voto es por tal postura porque soy anti- o tengo terror a que salga tal persona electa…Peor aún, voto por tal porque me dan asco los cholos o los de ojos rasgados y de ambos hemos visto manifestaciones lamentables y contrarias.

Es real que hay sectores que preferirían no votar o hacerlo en blanco y viciado, antes que darle su voto a uno de los contendores. Y hay que partir del hecho de ser muy franca y honesta una postura así, como lo son también la de muchos (o la mayoría) que pueden haber optado ya por alguna de las opciones en juego. El desafío parece estar en quién es más convincente con los gestos que pone en práctica o las declaraciones que desarrolla. La imagen que se construye o las propuestas que pueden resumir mejor las expectativas de la población.

Reconociéndose que, en ambos casos, se es factor de incertidumbre y desconfianza. Que se requiere una cuota de humildad y sencillez que no sea prefabricada. Que se tiene la habilidad de plantear propuestas pero también la capacidad de escuchar la voz de la población y de generar compromisos que no linden con la demagogia, sino que sean elementos de sintonía efectiva, como lo ha sido “pensión 65” o la defensa del gas para el consumo interno (en el caso de Humala) o “mi primera chamba” o el ofrecimiento asistencial de víveres, ollas, etc. para la población más pobre (como en el caso de Fujimori). Más allá de que se esté de acuerdo o qué tanto con ellas.

En todo esto, desde mi opinión que también cuenta, lo vemos más capacitado a Humala para establecer una pauta de mayor credibilidad, con mayor “cabeza propia”, rodeado de gente intelectual de mucho nivel, con apoyos de personalidades como los Vargas Llosa y otros. Confrontado a una opción complicada, difícil y que siento nos reclama desde nuestra propia dignidad; es decir, frente a la experiencia del primer gobierno de los Fujimori, la cual se caracterizó por ser una gran mafia organizada y corrupta, la cual nunca se disolvió del todo y siguió actuando de distintos modos. Pero también es verdad que no fue solo eso y pudo, en dicho contexto, meterse a la cárcel a los principales cabecillas de los grupos armados Sendero Luminoso y MRTA; además, se generó un cauce de reforma económica que revirtió tendencias inflacionarias y de crecimiento significativas para el país, llegando a muchos sectores pobres (en forma clientelista, pero llegó a ellos).

Por eso, es importante mantener el respeto por la diferencia en lo político; guardar respeto a todos aquellos a quienes creen con sinceridad en una opción como la de Keiko Fujimori. Lo cual no quita mi rotunda preocupación sobre el pasivo enorme que arrastra la candidata, reflejado en exabruptos como el más reciente, del fujimorista Jorge Trelles, quien reclamaba como mérito para el primer gobierno del Fujimorismo el que hubiese matado menos personas que los gobiernos anteriores. Cuestiones que seguramente se irán ampliando conforme se sientan más seguros de ganar. Sin embargo, necesitamos menos Trelles y menos Marthas Chávez (ambos voceros del fujimorismo, puestos en salmuera para “curarse en salud”). Necesitamos más Carlos Iván Degregori o Valentines Paniagua, por mencionar dos personalidades que ya nos dejaron. Nuestro país requiere de mejores liderazgos y cada uno esta llamado a construirlos.

Guillermo Valera Moreno
Martes, 24 de mayo de 2011
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Confiar en el país

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Alguien ha señalado a Jaime Bayly como un “mercenario mediático”, debido a su cualidad de venderse al mejor postor para tareas de demolición mediática. En ésta última oportunidad lo viene haciendo contra el candidato Ollanta Humala y a favor de la señora Keiko Fujimori, cuestión que pareciera que la hace, además, con la convicción de su voto, ya que piensa votar por ella. Ya empezó dicha labor desde un programa dominical de la televisión y, de mi parte, espero que no tenga mucho éxito.

También ha enfilado sus baterías contra Mario Vargas Llosa cuestionando su opción de voto en la segunda vuelta. ¿Se puede creer que si Ollanta Humala fuera un comunista, alguien tan inteligente y negado a esas posturas como nuestro premio Nobel de Literatura, haría campaña a favor de Ollanta Humala? ¿Ustedes creen que todo el problema con Keiko se reduce a que es hija de su padre, principal razón además que explica por qué salió como la segunda más votada en las últimas elecciones? ¿Se puede pensar que alguien ha deslindado con la persona que dice admirar como gobernante, como es el caso de la señora Keiko Fujimori respecto a su padre?

Si el problema con la señora Keiko Fujimori fuera sólo que es hija de su padre, la cosa sería muy benévola y totalmente inocente. Pero que se quiera recurrir a ello como argumento central de una discusión, cuando sabemos que la hija es nada sin la imagen, presencia y proyección política del papá, no hay comparación. Como tampoco puede haber punto de comparación entre el padre del señor Ollanta Humala, quien no ha gobernado el Perú, no está en la cárcel por robo o asesinato, ni es reivindicado por su hijo en sus opiniones políticas; tampoco se puede decir que su éxito político o el alcance del partido político Gana Perú se debe a su persona. A diferencia de Keiko Fujimori, en la cual su padre prácticamente lo es todo en todo y cumple todos los requisitos de dependencia en todo lo mencionado.

¿Realmente creen que se puede tomar distancia de un régimen como el fujimorista cuando se ha sido parte orgánica de éste y hasta se le hizo campaña a favor en todas las elecciones en que fue elegido; incluso, se le mantuvo toda fidelidad, a costa de sacrificar a la propia madre y entronizarse en su reemplazo como autoridad de “primera dama”? ¿Qué podemos decir de los estudios realizados por la señora Keiko (y sus hermanos) con dinero de todos los peruanos, cuestión a la que nunca se ha querido allanar en explicaciones la candidata Fujimori? Ya ni mencionar con detalle el hecho de que es seguro que libere a su padre de la condena de carcelería que, con justicia, libra.

De otro lado, podríamos ver quién tiene las manos más limpias y quién habla con mayor sinceridad si tomamos distintas referencias. Por ejemplo, veamos quiénes acompañan a cada candidato. En el caso del señor Humala son gente que tiene diversos liderazgos confiables para una labor parlamentaria como son Marisol Espinoza, Ricardo Delgado, Daniel Abugattas, Omar Cheade, Javier Diez Canseco, entre otros. Desde las tiendas de Fujimori, ¿Kenji Fujimori? Su alta votación, una vez más, se debe al tributo a su padre y no por méritos propios; ¿la señora Martha Chávez? ¿la señora Cuculiza? Identificadas plenamente con el personaje en mención…

Incluso en términos de planes, lo principal que se le atribuye a la señora Fujimori es que mantendrá el manejo económico seguido en los últimos años. ¿Es suficiente ello cuando el término del gobierno de su padre fue con una gran recesión, además del desfalco de las ventas de empresas públicas como parte de la corrupción? ¿Puede dar más confianza en el manejo de la economía alguien que tiene la misma edad del señor Alan García cuando inició su primer gobierno y fue el gran desastre que el país conoce? ¿Es suficiente decir que se van a regalar ollas y repartir víveres como política pública para resolver la pobreza, aún añadiendo a ello entrega de títulos de propiedad?

Me parece que con la señora Fujimori no sólo hay muchos interrogantes. Sin haber entrado a temas más espinosos como el respeto de los derechos humanos, pienso que no sólo hay que pensar bien el voto y no hacerlo por miedo. Es necesario que seamos razonables con las posibilidades reales que tienen hoy los candidatos Humala y Fujimori de gobernar y crecer como país. Como fuera, confiemos en nuestro país.

Guillermo Valera Moreno
7 de mayo de 2011 Sigue leyendo

Seamos emotivos para crear confianza y compromiso

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La contraposición de dos opciones políticas, llevadas por el miedo (como en el caso de Perú, entre Humala y Fujimori), puede llevar a equívocos, algunas veces involuntarios o inconscientes, en algunos sectores de la población, especialmente para quienes pueden creer que se les amenza sus bienes, sus libertades y sus creencias, más allá de si tienen objetivamente mucho o poco que perder.

Puede hacer tomar decisiones sin pensar, planteándose emotivamente un rechazo (o aceptación), a modo de “tabla de salvación”, sin aceptar razones, como si se tratara de un peligro personal a resolver. Por tanto, yo voto por… en tanto rechazo a la izquierda o a la derecha; se dirá, porque no quiero que mi país viva como en una dictadura (¿Chavista? / ¿Fujimorista?); no deseo que se vuelva a repetir una lacra de corrupción y autoritarismo, aunque sin plantearme cómo hacemos para que no ocurra con el propio potencial gobierno de mis simpatías… (o del opuesto).

Nos puede conducir a pensar que contraponer Fujimori – Humala significa necesariamente contraponer izquierda – derecha, cuando ni el nacionalismo de Humala es sinónimo de izquierda, ni toda la derecha tiene que cargar con el sanbenito del fujimorismo. Peor aún, cuando se asemeja por contraposición que, si se denuncia la violación de los derechos humanos durante la década de los 90s, para señalar su vinculación con la Señora Keiko Fujimori, se tenga (o quiera) endosar al Sr. Humala un vínculo a Sendero Luminoso por añadidura, para generar una proyección en el tiempo de la contraposición, creyendo que con ello se equilibra las críticas como si fueran equiparables. Como si pensáramos que el Sr. Humala fuera la continuación del “terrorismo” en el país, por el sólo hecho de no ser de “derecha” (con el respeto para quienes lo son con sinceridad y sin vergüenza).

Los racismos que emergieron de diversos lados con los resultados de la primera vuelta electoral, en buena medida sólo fueron mecanismos de desfogue de algunos sectores medios y altos del país y esperemos que hayan quedado allí; seguro tendrán ocasión o encontrarán otro momento de cómo asomarse. De hecho, ello es una de las expresiones que más expresa evidencia de frustración y alienación en las personas que lo profesan. Tan evidente como alguien que tiene rasgos bastante andinos salga a decir que no puede equipararse con la chola que vende apio a la vuelta de su casa de Surco o La Molina (barrios residenciales en Lima). Felismente el tema se atenuó debido a que ninguno de los dos que ganaron en la primera vuelta era propiamente blanquito y, por tanto, no se podía hacer un ejercicio de racismo “muy limpio” y la cosa se fue quedando por allí nomás. Cuestión que nos dice mucho de nuestra falta de identidad y baja autoestima por no saber reconocernos en la nación plural (en muchos aspectos) que somos.

A modo de comentario, debo decir que, desde que pasé por la universidad (estudié en la PUCP, segunda mitad de los años 70s), siempre constaté lo mismo referente a la derecha política y su senitimiento de inseguridad en el país. Su enorme incapacidad para generar una propuesta convincente y que hiciera sentir a la población que se tomaba en serio al país; que pudiera traducirse en una propuesta pensada y que lo hiciera viable como proyecto nacional. Por ello, en las últimas elecciones vivieron una vez más su fracazo.

Pareciera que, en el fondo, a los grupos de poder económico les preocupa poco dicha perfomance porque siempe han sabido tener éxito desde otros resortes de influencia, como han sido varios medios de comunicación social, los militares, la iglesia (en sus sectores más conservadores) y el “papá” dinero (de diversos orígenes). Y si no ganan sus directos representates, los domestican, como odurrió con el actual gobernante de turno (presidente Alan García). Ahora bien, la izquierda tampoco se caracterizó por afianzar una propuesta coherente, lo que terminó provocando que ella quedara “regada en el camino” (ya hace un par de décadas al menos), dando chance a opciones que trasgredieron y avasallaron caminos de cambio social y, más ampliamente, la institucionalidad del país, como fue la década del fujimorismo de los 90s.

Sin embargo, creo que por éstos aspectos puede abrirse caminos de entendimiento de cara al país. Más allá que se pueda declarar que se va a respetar la libertad de prensa; que se va a respetar los derechos humanos (y que ya no son una cojudez); que los crímenes de lesa humanidad son condenables e inaceptables. Se puede pedir perdón por errores (y horrores) del pasado; se puede afirmar que se es plural y se respeta toda forma de propiedad privada y la inversion económica de todo tipo. Todo ello esta muy bien y podría empezar a generar condiciones de entendimientos mayores, más allá de quién gane la segunda vuelta electoral.

Pero no basta si dicho temperamente no se traslada al conjunto de la población, encaminando a que salga lo mejor de cada peruano y peruana en términos de deseos, aspiraciones y compromiso con el país, más allá de quien pueda ganar la elección final del gobierno. Lo decimos y lo repetimos porque no basta que configuremos una votación sólo en la lógica del mal menor o del voto de rechazo; peor aún del voto en blanco o viciado. Requerimos generar confianza con nuestro país y con nosotros mismos; de que es posible forjar algo distinto, si bien nos movemos dentro de una todavía fragilidad institucionalidad. Que es posible comprometerse con el país para hacerlo más grande que su gastronomía, su paisaje, sus restos arqueológicos y sus condiciones turísticas, incluyendo por cierto a todas ellas. Podemos ser muchos más, tenemos que convencernos.

Guillermo Valera Moreno
30 de abril de 2011 Sigue leyendo