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El Papa, la Navidad y nuestro país

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El extraordinario hecho de que Dios se hiciera una persona, como cualquiera de nosotros, como cualquier ser humano, sigue trayendo consecuencias muy grandes en nuestra fe cristiana, especialmente cuando empezamos a ser más conscientes de lo que ello puede tener como significado, de gracia y de invitación a obrar de manera parecida. ¿Somos capaces de “abajarnos” en los más pequeños, en los más miserables, en los pobres?

Pues ese abajamiento, como lo diría también Teresita del Niño Jesús, es lo que nos recuerda Jesús en la actitud profunda de Dios en cada ser humano con la realidad a la que nos abre Jesús con su nacimiento, en la invitación a hacer Navidad en cada uno de nosotros, a sabernos abajar y relacionarnos desde el más débil, desde el más olvidado y explotado.
¿Cómo entran allí nuestros “pobres” inmediatos, de “vecindario”; los pobres que vemos a lo lejos en realidades de televisión, Internet o cine; los que existen como estadísticas o siquiera ingresan a un número porque actúan como poblaciones indígenas “no contactadas” y viven en otro circuito y mundo (con relación al nuestro)?

Algo de esto nos expresa y recuerda la Navidad, el misterio de la encarnación, la revelación del amor que nos viene Jesús a revelar de manera testimonial en nuestro mundo. La manera como se nos invita a vivir, a situarnos en la vida, a construir relaciones entre unos y otros, a sabernos perdonar, a cultivar la verdad, la justicia y la paz. Algo de esto nos recuerda también la presencia y el sentido de un Papa como Francisco en nuestra Iglesia, buscando reproducir de modo sencillo esa revelación entre nosotros.

El Papa Francisco es alguien que sentimos nos une, nos transmite vida, nos motiva y nos sabe hablar entre diferentes. Con mucho sentido de pluralidad, transmitiendo un sentido de paz que se funda en la búsqueda de relaciones de justicia y equidad. Preocupado por las cosas elementales pero que normalmente pasamos por encima, como es la propia creación, la naturaleza, las personas y todo cuanto nos rodea, y que condiciona y facilita nuestra vida (o debiera hacerlo).

Es algo grande la feliz coincidencia de la próxima llegada del Papa Francisco a Perú en la segunda quincena de enero y lo que significa precederlo del adviento y la Navidad, como buenos motivos para orar y discernir la mejor manera de recibirlo e inspirarnos en él. De recibirlo y renovar nuestra iglesia y comunidades pequeñas en Francisco.

De acercarnos mejor a Francisco y profundizar mejor nuestro cristianismo y sentido ciudadano. Porque cristianismo y ciudadanía caminan muy de la mano en nuestro mundo actual (o están llamados a hacerlo). Ser un buen ciudadano es (o debiera ser) la forma de ser cristiano en los tiempos actuales, acogiendo con profundidad lo que ello comprende y significa.

Quizás, desde esa perspectiva, debiéramos razonar la coyuntura política que nos ha tocado vivir recientemente, algo compleja por cierto, en la que hemos estado a punto de vacar al presidente de la República (P.P. Kuczynski); se acaba de indultar a un expresidente (A. Fujimori) acusado de crímenes de lesa humanidad; tenemos otro presidente en la cárcel de modo preventivo por corrupción (O. Humala) y otros dos con sospechas serias de lo mismo (uno con pedido ya de carcelería, Alejandro Toledo, aunque en libertad por encontrarse fuera del país, por ahora). Todo esto nos deja un sabor no tan agradable al cerrar el año 2017.

No obstante, aprovechemos para avanzar poco a poco en afianzar un marco institucional que nos está permitiendo abrir los ojos a hechos que en otros tiempos no hubieran significado mayor cosa. ¿Hasta dónde somos permisivos con la corrupción? ¿Hasta dónde aceptamos cómo válido que algo puede ser antiético pero “legal” (y válido)?

¿Hasta dónde podemos mezclar negocios particulares, con gestión pública y manejo de influencias en favor privado (“lobismo”)? ¿Hasta dónde es lícito cobrar por la información que yo extraigo del Estado y vendo a terceros a modo de “consultorías”? Hay muchas cosas por investigar para renovar la política y los políticos que operan la misma.

En conclusión, la visita del Papa Francisco es una oportunidad para abrirnos a dicho propósito también. A comprometernos en la búsqueda activa y ciudadana del bien común y no sólo de negocios privados o intereses individuales. Preparémonos a ello discerniendo dicho camino y propósito. El 2018 que se nos viene será muy propicio, inspirado en lo que nos traerá el Papa Francisco.

Guillermo Valera Moreno
Publicado el 29 de diciembre de 2017 en “La Periferia es elCentro”: http://larepublica.pe/politica/1163606-el-papa-la-navidad-y-nuestro-pais

Indulto no improvisado

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Tengo la impresión que mucho se ha pensado que una persona técnica puede ser alguien también político por añadidura. Que alguien con mucho manejo técnico es neutral y puede ser un buen manejador de diferentes escenarios de actividad. Alguien que sabe de economía y relaciones interpersonales (especialmente en el loobing), es suficiente para desempeñarse en el manejo de la política y del Estado. Incluso, la idea que un buen gerente es lo que se necesita para el gobierno de un país, como si un buen gestor es sinónimo de un buen político.

Es cierto que para ser un buen gestor no se requiere ser político. Se puede administrar una empresa sin conocer cómo se gestiona el Estado. Sin embargo, para ser un buen político es necesario saber administrar para que funcionen las cosas pero es también fundamental aprender a ponerse de acuerdo con las partes que intervienen en un tema, problema o necesidad, especialmente si es de orden público. Después de todo, la política se mueve mucho en el ámbito de la concertación, el diálogo, los consensos.

Buena parte de ello tiene que ver con garantizar los votos para tomar una decisión; saber concertar y garantizar el número de votos que puedan corresponder para lograr un propósito. Se entiende, dentro de medios y fines válidos. Sin embargo, hay acciones que se mueven en lo invisible, fuera de la escena pública para lograr garantizar los aspectos que faciliten una decisión, llegado el momento especial de tomarla. Algo de todo lo anterior se movió en la decisión y concreción del indulto a Alberto Fujimori.

Analizando el tema uno puede darse cuenta que, así como Keyko Fujimori quedó resentida y con deseo de venganza contra PPK por su derrota electoral en junio del año 2016, el Sr. PPK quedó convencido que la única forma darle estabilidad a su gobierno era aliándose con el Fujimorismo, cuestión sobre la que nunca logró persuadir a la líder de Fuerza Popular. Sin embargo, PPK estaba muy claro que jugando al indulto de Alberto Fujimori tendría que concretar dicha alianza.

Sin embargo, PPK no sabía cómo concretar el hecho y apareció siempre como alguien que “jugaba” al indulto y no lo daba. En realidad estaba jugando a convencer a sus propios seguidores y sociedad más en general de la validez de dicha opción, más allá de sus dificultades procesales y validez ética y legal. El desenlace del 24 de diciembre es la culminación de algo forjado desde el mismo inicio del gobierno de PPK, como sentido pragmático de su quehacer. Finalmente, como hombre de negocios, le interesaba poco cómo llegaba al resultado, lo importante era lograrlo.

Puede parecer muy maquiavélico de parte de PPK. El hecho es que él siente hoy que ha llegado al punto ideal de recomposición de fuerzas al interior del régimen político, el cual podría darle (si sabe concertarlo) la base social ideal para su gobierno. El gran problema es que su núcleo interno se ha debilitado aún más (ha perdido varios congresistas); su núcleo de alianzas más inmediato ha variado y ahora lo ha pasado a conformarlo APP y el sector fujimorista de Kenji. No sabemos cómo se recompondrá el sector fujimorista de Keyko con relación al Gobierno. Lo que sí es seguro es que tendrá como claros opositores a las agrupaciones de izquierda (Frente Amplio y Nuevo Perú), AP, Apra y los sectores que se desgranen de otras agrupaciones (incluyendo Peruanos Por el Kambio y APP).

Aunque no es claro el panorama, estamos asistiendo a una recomposición política de nuestro débil escenario político, forzado esta vez de la mano con los movimientos sociales que se han desencadenado con el canje de indulto vs vacancia, la cual sólo ha logrado postergar una decisión que puede bien culminar en una renuncia más delante de PPK (o su eventual vacancia) y el adelanto de elecciones para encaminar una salida política.

Cada fuerza política tiene que evaluar muy bien lo que se viene en la coyuntura inmediata y el accionar por el que optará, discerniendo los pasos más propios que le corresponderá dar. Lo que no debemos perder de vista es que estamos ante un tinglado político que no ha dejado de ser legal, más allá de cuanto nos gusta o no. Y lo que venga hacia adelante, es fundamental que conduzca a reforzar nuestra democracia y una lógica de política más legítima y vinculada al bien común y al servicio, antes que a intereses subalternos y corruptos.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 26 de diciembre de 2017

Apostar por nuestra democracia

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“No sabe con quién se está metiendo usted”, le decía la congresista Luz Salgado a uno de los Fiscales que intervenía a uno de los locales de Fuerza Popular, para recabar evidencia de sus gestiones políticas internas dudosas. Posteriormente, otro congresista, vocero del Fujimorismo, repetiría cosas similares ante la prensa; Daniel Salaverry insistiría en la incomodidad de su partido por estar siendo investigado y su exigencia de que todo ello se detuviera, como cual personaje protegido de todo mal posible y sin lugar a duda.

Pareciera que cada vez está más claro que el pedido de vacancia se inició desde el mismo momento en que PPK juramentó como presidente, fue la estrategia preferida para humillar de la peor manera a quien ganara “raspando” las elecciones de hace cerca de dos años. Con razón o sin ella, había que dar una lección al senil liberal que otra vez interrumpió los planes de un fujimorismo nuevamente encaramado en el poder, y con su principal líder caminando por la plaza de armas “libre de polvo y paja”.

Lo que no se ha calculado es que tenemos una democracia que empieza a tener algo de conciencia sobre lo que pueden ser los alcances de sus responsabilidades y que pueden actuar de modo diverso en simultáneo, usando las diversas herramientas que brinda el sistema político, ya fuera desde su división de los poderes del Estado, opinión pública, movilización política, presión internacional… y todo lo que corresponde a su institucionalidad. De allí lo clave del “debido proceso”, el respeto por las formas y procedimientos, el no quemar etapas o dejarse llevar por el facilismo.

Como en toda democracia, sigue abierta la posibilidad de que en el debate se puedan mover las posiciones sobre el tema en cuestión, si se argumenta debidamente y abrigan razones de peso para ello. De allí que no todo está concluido y creo que podemos asistir a algo más que un monólogo fujimorista, propiciándose un debate razonable y serio (como tiene que ser el caso de la vacancia presidencial). Que no se circunscriba sólo al Congreso de la República y, más bien, nos abra a un sentido mayor de ciudadanía, pese a que sus promotores fujimoristas esperarían una lección más bien autoritaria y de carga montón.

Hay un detalle del que debiéramos estar conscientes. Como van las cosas, se ha evidenciado que no se puede gobernar con un ejecutivo y un legislativo como están hoy dispuestos. Pienso que, al menos, uno de los dos debe renovarse en el corto plazo. Siendo un sistema político de corte más presidencialista, generaría menos inestabilidad disolver el Congreso y convocar a nuevas elecciones legislativas. Lo que no resiste más es la convivencia de ambos tal como están. Debiera hallarse una fórmula para que la política peruana se reordene incluyendo a un sector del Fujimorismo (quizás liderado por Kenji Fujimori) y las fuerzas que deseen entrar en un acuerdo nacional, cuyo programa central gire alrededor de garantizar una educación, trabajo y salud de calidad para todos los peruanos.

Lo anterior es entendiendo que no proceda la “vacancia presidencia”, cuestión con la que tampoco me muestro muy de acuerdo, especialmente por no haber argumentos muy determinantes (salvo que aparecieran cosas más contundentes). En el peor de los casos de que se diera una vacancia de PPK, igualmente pienso que el Sr. Vizcarra, al asumir la responsabilidad de primer mandatario, debiera ver la forma legal más rápida de renovar el Congreso de la República, ya que se ha mostrado que es un ente corruptor e incapaz de darle la gobernabilidad necesaria a la aún débil democracia que tenemos.

No es fácil el panorama. Esperemos que nos sirva para que emerjan nuevos políticos con “lecciones aprendidas” más vinculadas al bien común y menos a la corrupta clase política que mayoritariamente se mantiene aún. A todos nos debe mover el interés del país y animar especialmente a los más jóvenes a generar un sentido más dialogante y con horizonte amplio y político, recogiendo siempre de la experiencia de los buenos políticos que, siendo pocos, los hay y son muchas veces riqueza y materia de pedagogía educativa. No olvidar también que, como en el fútbol, en política muchas veces nos sentimos tentados de aparecer como los “entrenadores“ (diríamos, los analistas políticos, los “opinólogos”), quienes con facilidad queremos orientar el modo cómo deben de hacerse las cosas y no es cosa sencilla.

Como en todo, hay que ser prudente, saber mirar los diversos elementos concurrentes, abrir bien el horizonte de nuestros alcances y aproximarse a las respuestas necesarias, corriendo los riesgos que puedan corresponder. De lo que estamos convencidos es que a todo corrupto hay que mandarlo a su casa o a la cárcel más temprano que tarde, fortaleciendo en todo momento la institucionalidad democrática.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 20 de diciembre de 2017