Archivo por meses: febrero 2010

Ser creativos y dar lo mejor de nosotros en la política

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Hace unos días (8 y 9 de febrero) tuve la ocasión de participar en la reunión de verano del “bartolo”, la cual suele ser muy rica en encuentro de personas diversas, diseminadas por todo el país, haciendo cosas variadas, compartiendo una misma fe creativa y con mucho sentido de amor y de esperanza por nuestra Iglesia y nuestro Perú.

En ésta ocasión nos tocó reflexionar sobre “fe y política”, un tema tan simple y complejo a la vez, como lo es la vida misma y la relación entre las personas, especialmente cuando se pone en juego intereses, recursos económicos y capacidad de decidir sobre los destinos, todos los cuales afectan a la población en distintas direcciones.

A propósito de la política, a veces provoca hacerse la pregunta ingenua de ¿para qué se inventó el poder que tantas diferencias y divisiones suele generar? Volviendo al evento en mención, debemos decir que la manera de asumirse la conversación fue muy didáctica y con sentido permanente de hacernos sentir desafiados y motivados por estos aspectos, tan fundamentales a la vida de todas las personas. Más aún, cuando en el presente año tendremos elecciones municipales y regionales y el 2011 las presidenciales y de nuevo Parlamento.

Comparto especialmente algunos puntos (a modo de pregunta) que nos parecieron fundamentales y que requieren de seguir siendo trabajados y profundizados, especialmente con sentido creativo, horizonte de valores, unidad y articulación. Conducentes, ojala, a la generación de gestos públicos que nos permitan motivar y llegar verdaderamente a la población.

º ¿Cómo hacemos para que la política tenga sentido para la gente y no se banalice en todo momento, especialmente por el manejo que se hace desde muchos medios de comunicación social. La política es importante para las personas y no puede quedar reducida a ninguna importancia porque se le asocia sólo al robo y a conductas públicas que se reprueban.

º ¿Cómo hacemos para relacionar la vida de los pobres y de los jóvenes con la vida política nacional y mundial? Si hay dos sectores desde donde nos debemos o tenemos que debernos de manera generalizada en la política son ellos. Unos, los pobres, porque nos invitan a una solidaridad gratuita y de crecimiento de nuestra humanidad ¿podemos vivir tranquilos mientras haya gente que se muere de hambre o no tiene donde atender su salud o educarse? Otros, los jóvenes, porque nos invitan a la creatividad, al riesgo, al dinamismo y al descubrimiento, entre tantas cosas que supone una juventud que siempre nos renueva y esta renovándose; más aún en los tiempos de cambio que nos ha tocado vivir en medio de revoluciones tecnológicas sucesivas.

º ¿Cómo construimos un discurso de radicalidad crítica del sistema actual, a la forma de organización de nuestra sociedad. Enlazándola a propuestas, agendas e ideas que venimos desarrollando o son factibles de encaminar, desde cuestiones muy pequeñas a otras más visibles. Lo importante es que necesitamos recrear una serie de conceptos, una serie de maneras de aproximarnos a la realidad y de relacionarnos. Donde la búsqueda del bien común, el servicio y la solidaridad sean los elementos centrales de toda propuesta y discurso.

º De qué gestos debiéramos valernos para encaminar procesos creativos, innovadores y movilizadotes, revalorando lo político, levantando el sentido ético que tiene ésta (o debiera tener) para todos los ciudadanos y ciudadanas, promoviendo diversos mecanismos de participación democrática, aún sabiendo que pueden haber muchos descreimientos, frustraciones y cansancio de experiencias anteriores inconclusas o no tan positivas y otros. Pero, estamos llamados y se nos invita también desde Vaticano II, la Cristifidelis Laici y Aparecida a ser una Iglesia Samaritana y abogada de los pobres, promoviendo desde la política todo lo que ello nos pueda significar.

Estamos llamados con esperanza a construir liderazgos, a sumar esfuerzos, a gestar el “arte de lo posible” como signo de creatividad y no de resignación, a poner lo mejor de nosotros en la construcción de un Perú nuevo y una Iglesia nueva.

Guillermo Valera M.
16 de febrero de 2010
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¿Cómo construimos nuestra libertad?

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La independencia de una persona puede tomarse como el proceso normal de crecimiento y maduración que tenemos a lo largo de nuestra vida, especialmente desde que nacemos hasta que aprendemos a valernos por nosotros mismos, sin requerir de nuestros padres o de un adulto que nos guíe.

Es llamativo que los animales demoren tan poco (a veces inmediatamente después de nacidos) lo que para un ser humano demora alrededor de un año, como es el hecho de aprender a caminar. O el aprender a conseguir los alimentos, después de pasar por el proceso de amamantarse con leche (cuando se trata de animales mamíferos). Hecho eso, cada uno pasa a vivir por su cuenta.

Podemos crecer en autonomía, independencia, libertad… el asunto es que nunca puede tomarse ello desligado de la capacidad de convivencia. No es sólo el hecho de que nuestra libertad termina donde empieza la de los demás. El asunto es mucho más profundo. Estamos llamados a construir esa autonomía y libertad de manera creativa cada uno con nuestra vida y siempre en relación con los demás.

La libertad no consiste en qué tanto tengo yo capacidad de vivir aislado de los demás si no de valerme por mí mismo para relacionarme adecuadamente con los demás. Porque si no nos volveríamos ermitaños y terminaríamos huyendo de nuestras realidades, cada uno la suya y su propia historia.

La ausencia de libertad no estaría tampoco en que uno comparta la vida con los padres o dependa económicamente de ellos si así la situación lo requiere, especialmente en los primeros 18, 21 o 25 (o más) años de nuestra vida. En desligarse de los padres no esta necesariamente la lógica de independencia si es que uno aprende a convivir adecuadamente con las personas del hogar y se respetan los propios espacios en forma recíproca y solidaria.

Otras situaciones son las que supone la unión matrimonial, donde el mote establecido sobre que el “casado casa quiere” puede ser importante para un crecimiento propio como pareja que forja una familia y decide también aprender a convivir bajo su propia responsabilidad. Puede ser lo más recomendable, siempre en un plano de hallar formas propias y mejores de convivencia.

Podríamos recurrir a diversas imágenes y situaciones. Lo importante en la presente nota es llamar la atención sobre el hecho de que los seres humanos estamos llamados a entender la libertad y la independencia a partir de la construcción de relaciones de convivencia, sean éstas más cercanas o no de acuerdo a los contextos en los que nos toque vivir. Y quizás no solo eso.

Recuerdo que cuando adolescente, yo quería tener “mi independencia” y era un rebelde en casa. Me tocó la oportunidad de venir de Piura a Lima a estudiar en la Universidad y de hecho terminé viviendo sólo en una pensión, con personas que recién conocía. Fue una experiencia de autonomía y de aprender a crecer bajo mis propias circunstancias y objetivos, sin tener a nadie diciéndome lo “que tenía que hacer”.

Sin embargo, era un nivel de libertad que no dejaba de estar mediado con el hecho de que mis gastos los pagaban mis padres. Cosa distinta fue la que experimenté cuando, terminando mis estudios universitarios, fui a San Ignacio (Cajamarca), donde viví en una pensión sustentada ya con mis propios ingresos. Allí pasé a experimentar lo que se puede hacer y encaminar de acuerdo a lo que uno puede generar como ingresos, pero sobretodo, a partir de mis propias motivaciones e ideales que eran lo mismo que me habían llevado hasta esas zonas “bastante alejadas” como entonces me parecían.

En resumen, a lo que voy es que libertad – convivencia – ideales o sentido de vida son tres cuestiones que van sumamente unidos o que en todo caso nunca debemos de desvincularlos al hablar de éstos temas y para darles la riqueza que pueda corresponder al hablar de casos prácticos que queramos aludir.

Guillermo Valera M.
15 de febrero de 2010
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Algunas impresiones personales sobre el trabajo laical en la Iglesia

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Hay muchas cosas que se pueden apreciar en la labor de la Iglesia con relación a los laicos; son muy diversas las experiencias y algunas hasta se podrían apreciar como contradictorias. A continuación comparto algunas valoraciones hechas más desde mi experiencia con los Jesuitas, a quienes considero profundamente amigos y compañeros.

Desde Vaticano II, pienso que la relación (y su valoración) entre laicos y religiosos se ha ido haciendo más positiva en cuanto maneras de relacionarse más horizontales y cercanas. Sin embargo, tengo la impresión de que ello no basta o no ha sido suficiente, puesto que también se requiere ir a terrenos más estructurales de nuestra Iglesia, así como a los procesos de formación que se brinda a los nuevos sacerdotes.

Una cosa es cómo se tiene presente a los laicos y se les aproxima mejor; cómo se logra una relación más de compañeros, tanto en las obras de Iglesia como fuera de éstas. Pero en el mundo de hoy también se requiere formas y mecanismos para sentirse partícipe de las decisiones y derroteros que se busca como Iglesia y actuación en el mundo. Por ejemplo, convendría decir “en voz más alta” que son insostenibles estructuras organizativas tan medievales en nuestra Iglesia, donde muchas veces se tiende a ejercer la autoridad de forma feudal, cuestión que se reproduce en las parroquias, en las diversas jurisdicciones eclesiásticas (Vicariatos, Prelaturas, Diócesis, Arquidiócesis, etc.) y demás ámbitos de desempeño. Aunque con muchos matices, creo que la CJ no deja de ser ajena a ello.

Sin embargo, hay cuestiones que ayudan a valorar grandemente el espíritu de muchos religiosos en la Iglesia (jesuitas también ciertamente), tales como su carácter siempre abierto, amplio, flexible, sin renunciar a principios o cuestiones claves, pero sin encerrarse en los dogmas. Especialmente cuando nos forman en la creatividad y nos abren a nuevos caminos, impulsándonos a iniciativas interesantes, innovando compromisos con la vida de la gente y, especialmente, cuando nos motivan a nuevas maneras de ser y de pensar los retos actuales y de la nueva etapa histórica que está naciendo.

Sin dejarse llevar por la tentación del activismo y sin perder el sentido del compromiso. Ello suele dar mucha cercanía, apoyo y confianza entre religiosos y laicos. Ojala, también se acompañaran de mayores canales formales o institucionales, desde los cuales se pudiera llegar a acuerdos y líneas de acción común, agendas, procesos de formación, gestos públicos, etc.

De otro lado, si miramos actualmente la composición de muchas obras promovidas por congregaciones religiosas (también las obras jesuitas), se observa una buena presencia de laicos asumiendo responsabilidades en los diferentes sectores (especialmente, si nos aproximamos a obras de carácter social). No obstante, se puede apreciar una disociación entre un discurso positivo y que anima a fortalecer la colaboración y limitados canales de coordinación y falta de claridad en los modos cómo ésta se da.

Esta realidad nos sugiere una amplia experiencia práctica de colaboración, a la cual debiera agregarse un mayor trabajo planificado que permita construir con más claridad ésta relación (entre laicos y religiosos). Sobre todo en espacios de reflexión y búsqueda de una direccionalidad común y mejor compartida.

Guillermo Valera M.
13 de febrero 2010
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Lluvias que no controlamos

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Quispicanchi es una provincia al sur de la ciudad del Cusco, camino a Puno. Es una de las zonas que ha sufrido los problemas de lluvias y desbordes de ríos.

Hay distintas emergencias que se puede establecer entre las afectadas, como también están hoy diversas zonas de Huancavelica, Ayacucho, Apurímac y Puno.

Ponemos atención en la zona de Quispicanchi por estar vinculada a la red de obras jesuitas con las que tengo relación, tanto por cuestiones laborales como por mi vínculo con la CVX (Comunidades de Vida Cristiana). La idea sería que podamos contagiarnos de deseos de solidaridad con los que hoy se ven afectados por diversos embates de la naturaleza, como también nos han movido situaciones como el triste terremoto de Haití.

Aunque no es nada supuesto, es importante acompañar con distintas maneras de oración, reflexión y fe las acciones concretas que pueda tomar nuestra solidaridad.

Algunos canales que se viene promoviendo si se desea colaborar son:

Donaciones materiales para los damnificados del Cusco: frazadas, ropa de abrigo para niños y adultos, pantalones, zapatos de campo, alimentos no perecibles, colchonetas, etc. Para ello, la Compañía de Jesús en Lima ha organizado tres lugares de acopio que estarán a su disposición hasta el lunes 8 de febrero:

Miraflores
Parroquia Nuestra Señora de Fátima
Dirección: Av. Armendáriz 350 (a dos cuadras de Larcomar)
Teléfono: 446-4465 / 446-0707
Persona de contacto: Sra. Amada (encargada de la tienda)
Horario: 9am – 12pm / 4:30pm – 7pm
Nota: Fuera del horario de atención, dirigirse a la puerta posterior (estacionamiento de la Parroquia, frente al Malecón) y entregar la donación a alguno de los vigilantes que atienden de 9am – 9pm.

Santiago de Surco
Colegio de la Inmaculada
Dirección: Calle Hno. Santos García 108 – Urb. Valle Hermoso
Teléfono: 275-1000
Persona de contacto: P. Marvin Quispe SJ
Horario: 9am – 9pm
Nota: Dejar la donación a los vigilantes de la portería.

El Agustino
Parroquia La Virgen de Nazaret
Dirección: Renán Olivera 249
Teléfono: 327-0483
Persona de contacto: Sra. Sonia Romero / Sr. Pedro Morales
Horario: 4pm – 7pm

Donaciones económicas: Otra forma de ayudar a los damnificados es depositando una donación en las siguientes cuentas de la Parroquia Santiago Apóstol de Urcos:

Banco de Crédito de Perú
Ahorros soles: 285-18201623-0-44
Ahorros dólares: 285-18201626-1-47
Código interbancario: BCPLPEPLXXX
(Nota: una vez realizado el depósito por favor escribir a omorellisj@gmail.com)

De otro lado, el P. Oscar Morelli SJ, superior jesuita de la comunidad de Cusco y Urcos, nos comparte algunos videos donde podemos apreciar el impacto que están teniendo los fenómenos naturales en la vida de los pobladores. Se trata de “videos que hemos colgado en You Tube. Son videos aficionados realizados por el personal del CCAIJO (obra jesuita de la zona) al día siguiente del desastre”. Para acceder a ellos se puede ir a los siguientes links:

Acopampa: http://www.youtube.com/watch?v=9QEr_c67NkE
Huacarpay: http://www.youtube.com/watch?v=m5QrxA4Mjpg
Piñipampa: http://www.youtube.com/watch?v=OPwwyuo4S2c

(Fuente: Oficina de Desarrollo y Procura (ODP) de la Provincia del Perú)
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