Archivo por meses: marzo 2010

Gaviota

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Hoy siento
ser una gaviota
liciada
por los peces del mar
hoy quiero
hundirme en el mar…
para alimentarme

Las rocas
son mi asidero
el aire
mi compañía
hoy quiero
ser una gaviota
para poder volar…
no
en mis pensamientos

Perdido me encuentro
en el aire
y retorno a tierra
cuenta me doy
que tengo compañía
es el pez
que traigo en la boca
es
mi amada mía

Gabriel Sigue leyendo

Forjar una iniciativa política alternativa

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Pensaba en cómo podría darse lugar y encausar el ánimo de mucha gente que busca o tiene inquietud por colaborar en la construcción de una iniciativa política alternativa a lo vivido en los últimos 25 años, quizás con la sóla excepción del llamado “gobierno de transición” que encarnó el Dr. Valentín Paniagua y, en parte, el gobierno que le siguió (A. Toledo).

No estoy proponiendo en exclusiva una fuerza política de izquierda pero, en buena medida, debiera creativamente recoger lo que fue su experiencia y vocación por el país que ayudó a proponer y, limitadamente, a construir. Si se llegara por ese camino a una nueva propuesta de izquierda, en buena hora. Si encarna un sentido democrático y socialista, podría tener mayor sentido.

Sin embargo, estamos ya con retrazo. Es necesario colaborar en dicho propósito desde las opiniones e inciativas que podamos tener en los diversos círculos de influencia en los que participamos, centros de labores y estudios, familia y vecinos… hasta propósitos y formas de organización mayores.

Es necesario verlo como una invitación a establecer puentes con grupos de activistas diversos de la sociedad civil o de gente y organizaciones más vinculadas a lo político. No se trata de pensar en ensayos solamente, sino de cómo logramos encaminar a personas de conducta proba y honestidad, animándolos a “comprarse el pleito” en su comuna local, en la responsabilidad de los gobiernos regionales y en las instancias diversas del gobierno nacional.

Creemos que, en la etapa actual, una clave se juega en adecentar la política y de volverla creíble a la ciudadanía. Que la población pueda ver que es posible ser un servidor público sin tener que robar; que se puede ser un Fiscal probo, aún siendo sometido a exámenes amañados de calificación, y seguir siendo honesto y con sentido y capacidad de servicio (como el reciente caso vivido con el fiscal Guillén).

Convencernos de que podemos hacer que la política partidaria pueda ir más allá de un juego de caudillos e influencias familiares. Que la ética no tiene por qué estar reñida con la política y que la pugna de intereses puede desembocar en la concertación de fines comunes y superiores.

Si eso es cierto (o podemos y queremos hacerlo así), a todos nos tocan tareas ineludibles. Más aún si ellas pasan hoy por ayudar a forjar una inciativa política alternativa. Que nos de sentido de país, revalorando nuestro propio patrimonio cultural e histórico, riquezas, gastronomía (tan encumbrada en los últimos años), creatividad y emprendedurismo, la agricultura y recursos naturales y cuántas cosas más.

Donde cuestiones como la inversión económica, por ejemplo, en la minería, no se queden en juegos demagógicos y, algunas veces, malintencionados. De hacernos creer que no traen ningún problema ambiental o sanitario, siendo casi sinónimo de “desarrrollo” automático. Como tampoco creemos que puede ser una salida el decir “No a la minería” y aparecer como “antimineros” o “antiempresariales” por principio (aunque ya son muy pocos los que levantan esas consignas de manera acrítica y poco tolerante).

Una parte importante del asunto está en negociar adecuadamente (con un Estado propicio a ello), ayudando a orientar a la población en opciones justas y en equilibrar el peso y la información de las empresas a lógicas y estándares internacionales (y necesidades locales). Porque tampoco se puede dejar las cosas y decisiones a la buena (o mala) voluntad de los empresarios o a los circuitos de corrupción que pululan a todo nivel (como lo demostró el faenón de don Bieto y Rómulo con los “petroaudios”).

Ese y otros temas son claves de dilucidar para un siguiente gobierno. Qué mejor si lo es desde la articulación de una nueva inciativa política alternativa de cambio.

Guillermo Valera M.
26 de febrero de 2010

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¿Y qué fue de la izquierda política?

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Para muchos de quienes provenimos de una experiencia de izquierdas en la política peruana, la Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI) en 1980 fue una frustración y la Izquierda Unida (UI) de esa década una realización inconclusa. Tantas posibilidades y esperanzas quedaron en el camino y pudieron tener una realización muy distinta y extremista si triunfaban opciones como las de Sendero Luminoso (SL) o el MRTA en la década de los noventas.

Sin embargo, la propia implosión de la izquierda legal entre 1989 y 1995 (reunida especialmente en IU) y la dispersa herencia que dejó; de otro lado, la captura en 1992 de abimael Guzmán (lider de SL); y el diluido gesto de Nestor Cerpa (MRTA) con la toma de la casa del Embajador de Japón años después. Todos esos hechos, pese a estar en genral inconexos entre si, dejaron como herencia la sensación de “tierra arrasada” o “tierra de nadie” lo que fue ese vasto campo de la izquierda que atravezó más de cuatro décadas en el país.

No hubo emercencia de nuevos líderes, aunque las nuevas o repetidas siglas pulularon entre pequeños círculos, con poco ánimo autocrítico y sin intentar dar respuestas consistentes a lo que cambió en el país, tanto con la experiencia del Velazquismo que derivó irónicamente (para buena parte de la izquierda peruana) en reconocer la democracia política, valorarla e incorporarla como parte de su discurso casi generalizado. Como también con la experiencia del Fujimorismo, cuestión que, por oposición, derivó a valorar la ética, la institucionalidad y la profundidad sociocultural del país que somos.

De hecho, la crisis de la izquierda fue parte de una crisis más amplia. Casi se perdió el sistema de partidos que predominaba en los años ochentas y se llegó a afectar hasta el sentido mismo de la política, perdiéndose en decencia, sentido de bien común y de país; llegándose a subordinarla a la propia lógica del mercado neoliberal. De allí que la recuperación de la democracia en el 2000 tuvo distintas posibilidades de personalización y terminó, sin estar libre de taras, encarnándose en el “Perú Posible” de Alejandro Toledo.

Más adelante, la fragmentación social y política volvería a traducirse en un resurgir contestarario de carácter nacionalista que Ollanta Humala pasaría a liderar confusamente, siendo éste un militar retirado con dotes más de caudillo que de estadista, aunque en la vida todo se puede aprender o desaprender.

La crisis de la izquierda en el país fue parte también de la imposición de un modelo económico neoliberal a nivel más mundial y del propio fracazo de los intentos de socialismo autoritario heredados del leninismo soviético. Ninguno de ellos calzó nunca con un sistema político democrático y, más bien, llegaron a poner en crisis el funcionamiento y viabilidad del propio sistema democrático.

Creo que ya hemos dado vueltas suficientes. Creo también que desde opciones democráticas y contestatarias progresistas debemos de forjar una nueva iniciativa política alternativa de cambio. Con las cuales hacer posible algo muy distinto a lo que tuvimos en la década de los 90s y que tenga la entereza de ir más allá de lo hecho en los dos últimos gobiernos nacionales. Porque podemos hacer algo distinto, mejor y creativo.

Guillermo Valera M.
Piura, 19 de febrero de 2010
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