Como primero dijimos que habíamos de esclarecernos a nosotros mismos, se hará algún intento. Habría que empezar diciendo que se es uno quien rehúye a lo que otros muchos buscan. El único problema de la soledad es la soledad misma; en cambio, con el tumulto y en el tumulto, aquello es lo abundante, eso que no escasea nunca. Te puede volver hasta huraño. Es resaltable también, que seguro puede pesar más una soledad en pobreza a una con las necesidades cubiertas, a una auto-infligida a una a la fuerza. A veces hasta preferimos a Sócrates o Platón o cualquier otro antiguo, cualquier otro moderno que a nuestra propia familia. Cuanto más es la preocupación, más es la sensación del tiempo que se cree vivir. Cuanto más sea el deseo de que algo se mantenga y no pase nunca, el tiempo y la verdad te dicen que ya no es su turno. Lo mismo como si se desease que pase rápido y que sólo sea olvido, la verdad y el tiempo dicen que es de otro modo al que querías. Con otro camino o ya sin ninguno, habrías de hacer alguno o morir. Como muchos, no podrían decir que son los que siguen de los que venían antes que ellos. Qué número de generación y de quiénes serían? Cómo se habría llamado? Tal vez para ese entonces no se inventaban las denominaciones, nombres. Sean de la última, la del medio o la del inicio, no por ello serían menos o más importantes. En sus primeros tiempos había mucho espacio, que alguna hectárea o más, era tan despreciable como tener cinco más Pongos como sirvientes. Todos estos como debería haber sido, son libres aunque con deudores. Ah! Y si no podían con los ánimos de sus patrones, cuánto golpe o decirles pecadores. Esas cinco o más generaciones ahora tienen otros derechos que antes no. Patricios o Apus era una nación antes que ellos o las rejas. Es contradictorio para nosotros mismos el comer cadáveres acuáticos y obviar los terrestres. Claro que eso es hasta bien visto y saludable el devorarse una presa. Esperamos alguna vez dejar total y conscientemente los cadáveres. Más valor seguro tenía el cogerlos por sí mismos y sentir su sangre caliente a cogerlos de alguna refrigeradora de supermercado. El bailar es lo que ahonda lo social, la camaradería, el hacerlo no por no caer mal a algunos, el hacerlo por caer bien a otros. Al hombre le duele la muerte sólo porque es cuestión de años o decenios; no es necesario que alguien no despierte para extrañarlo tanto, de todos modos, muerto, hasta da igual. Deberíamos pues, olvidar toda danza si ésta acaba alguna vez entonces. Danzar sólo cuando se nos llame; pero cuándo entonces es el tiempo exacto de danzar? Por tenerla o perderla? Evitarla como evitar los perfumes, brazaletes, collares algo que sea más extenso que la conformación natural. En algún tiempo lo hacíamos, tener las muñecas y el cuello con algo que brille, que “adorne”, que nos recuerde a algo o alguien; en algún otro tiempo, nos auto-convencimos de que no eran ni hacían alguna diferencia para ser el que uno deseaba llegar a ser, recordar a quien se debería recordar. Tal vez todo a excepción de uno que otro tatuaje, una expansión color azul eléctrico en la oreja izquierda. Pensar que por llevar uno que otro aroma y bisutería, podríamos hacernos de algunos que tal vez no debamos ni queramos, de unos que no nos lleguen nunca a enseñar algo. Tener que equipararnos cual robot, pasar horas por ver qué vestir y qué lucir. Sin antes conocerse el intentar luego conocer a otros, podría llegar a ser peligroso e hiriente. Si tuviese que ser así, tal vez nadie debiera conocer a nadie, como de otras cosas sólo se tiene intentos. El no tener herederos y el no tener con quién hacerlo, para otros podría ser preocupante. No mirarla queriendo. Otros, como nosotros, podrían pensar que no parece lógico tener descendencia si ésta algún día desaparecerá. Hacer nacer a otros para que luego se mueran, no tener lo suficiente que heredarles, traerlos al valle de lágrimas. Comer para luego ir al baño. En verdad eso es querer? Esta la parte que cumpliría los caprichos de quién debería ser la copartícipe en la reproducción, pero está también el otro lado que alguna vez, de hacer lo que normalmente haría, terminen saliendo y dejar de cumplir algún capricho produciendo esto rupturas. Es que en verdad no le importa. Se habrán acabado esos que morían por un rey? Se morirán los que mueren por una patria? El hombre debe dejar de alimentar caprichos, sobre todo más, los que provocan muerte aun así sea por amor. Por nosotros, sin amor, se podría acabar la creación.
Cuando estés muerto, tendrás que pensar que no lo estás, de otro modo, la locura, que es el arrepentimiento, no parará de decirte lo que tuviste o no tuviste que hacer. De vivo puedes pensar cualquier cosa, la máxima desesperación, el suicidio, es pensar en lo que tal vez es lo único en que no deberías. A aquello llegas también, por haber o no haber hecho algo que deberías. Estar metido en casa como con arresto domiciliario y estar contento de ello, querer más, escribir. Descubrir eso que te gusta hacer. Todas las formas de música que pueda haber. Dormir y despertar cuando se quiere y no por algún deber, más en invierno. Vicio. Vida.