Iconoclastía pre-racional: toros y sangre

En cualquier competencia no existe simetría; sin embargo, se realiza y no es que esté mal, sobre todo, si se trata de pensantes que de alguna manera deben estar de acuerdo para hacerlo y por ello someterse a sus reglas. La necesidad, quienes divierten y quienes se divierten, tiene que ser cumplida y suplida. Pero llamar recreación, competencia, arte o cultura a una “lucha” entre una bestia y un pensante no es más que una burla, aunque se la pueda tratar de entender en su tiempo y coyunturas. La bestia se hace pensante o el “pensante” se hace bestia? Mas estamos convencidos que cuando acaben espectáculos bárbaros como éstos y dejen de haber vísceras y cadáveres colgando en mercados, será por que se trata de un mundo distinto. Creemos que como cuando en plazas de ciudades importantes se vendían hombres y niños por centavos, se le dará a otros no tan pensantes sus futuros del mismo modo como en el que ahora se les quita también. Solo así tal vez podamos tener un mundo con armas pero solo para justicia y no por avaricia ni ningún tipo de abuso. Tal vez uno sin ninguna. Si la violencia está desde niños en nuestros platos, cómo cambiar? Enfrentar dos animales para apuestas y divertimento no lo podría hacer sino otro cuya maldad es más dirigida y a la vez contaminada con envidias y ambiciones, gulas y desfases en general. Omnívoro no implica necesariamente carne. “Oye, pero si los leones comen carne” dicho de un homo sapiens sapiens que creemos se cree con algún tipo de felinidad, bueno, lo que dice dicho dicho, no es falso tampoco. Los leones comen carne y me rio.

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Iconoclastía pre-racional: chongi nada

Aunque no era mi fiesta, afuera había mucho ruido, gente con trajes que no eran los comunes de diario, en parte colorido y en otra parte sobrio, corbata, saco azul marino con monedas sujetadas unas tras otras desde un hombro cruzando el pecho hasta la cintura era el único contraste. Algunos con cuernos que seguían a la cadena de monedas, un cuarto menguante también platinado y con incrustes de piedras semejando alguna piedra valiosa; como las monedas, pasadas y no validas, igual de inservibles. Alguno de los danzarines me diría si leyese esto “que no, no es inservible, es mi atuendo”. Las medias de nylon hasta casi hasta las rodillas, pantalones de naranja o verde algo chillón. Sus mascaras que parecía un enmallado fino que con ángulos y luz debidas podía dejar ver al rostro real, las que no las llevaban eran solo las mujeres. Su primera manta también con adornos de monedas o algún otro cuarto menguante en la parte de la espalda, sus sombreros blancos, a diferencia del de los varones negros con alguna plumilla también colorida, blanca con una cinta negra que bordea la copa. Zapatos de tacones altos, que con las polleras, daban algún tipo de plus y distinción, no siempre se llevan los tacos altos. A decir verdad el vestir de las féminas parecía algo más normal que el de los varones, si se las viese cualquier otro día pasarían más por desapercibidas. El plato fuerte que seguía al pasacalle con la banda de saxos agudos y graves y un arpa infaltables, era el encintar desde un anillo o madero haciendo alguna formación al compás del baile. Cohetes hechizos de tres tiempos al padrino más pudiente o de solo un boom! en vez de tres reventando en el aire. Con todo lo conjugado, y seguro es una de sus funciones, solo llamar la atención, mostrarse y luego todo el alcohol que se pueda. Ahora me pregunto por qué, no sería mejor unos panes a la pólvora y al alcohol? Algunos quedarían sin divertimento y otros sin trabajo o sin ambos, como en casi todas las cosas, se van indefectiblemente. Siempre me supo a contradicción que por celebrar algo consagrado se necesitara alcohol a menos haya sido trocado por vinagre. No sería mejor solo agua?

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Talión sin ojos ni dientes

Al odiar y a la frustración se grita, mas es en vano; gritarle al cosmos, gritarle a Polaris y que se vaya al Este. Con una desviación de milésimas a una velocidad luz se termina en otro sitio del que se debía. Unas milésimas, por despreciables que puedan llega a ser en un instante, en otro es la perdición total. Cuando se deja de lado lo sobrante y se lo asume como parte de uno, se empiezan los ojos a cerrar. Además, “si él lo hace por qué yo no” y “para que yo pueda hacer lo que quiera dejo al otro igual de libre”. La primera es en algún grado infantil, olvidarse de uno, creyendo que es todo lo contrario, que también queremos ser solo nosotros. Se queda ciego y hace lo que el otro sin que se juzgue, siquiera, si eso deseado es bueno para el que se quiera imitar, menos, lo piensa si lo es para sí: es solo mera imitación como cuando seguro se oye el lenguaje maternes. Se regresa a un estado como cuando llamándole por su nombre, éste no está ni enterado que se refieren a él. Tampoco podríamos dejar y olvidar la idea de las excepciones; sin embargo, como si de un arma se tratase, se la puede usar cuando se deba o usarla de forma errónea, aunque en principio creemos que es la única vez, en el peor de los casos, en lo que algo esencialmente malo pueda vérsele como bueno y hasta hacedor de justicia. Una excepción es una forma de ver algo en un instante distinto a lo que en verdad es. Cada objeto posee distintas veces en la que una excepción es lo que es y no un abuso, del mismo modo en que no es lo mismo robar dos monedas de oro y matar a dos personas. El abuso, es en ese sentido, la completa desvirtuación de lo que es una excepción, se puede convertir como lo hace el uno en dos, o lo que sea necesario, para soportar la carga, mas el uno no puede hacerse algo que no sea numérico, por ende, y en la misma línea, tampoco los demás números posibles. En cierto sentido creemos que lo segundo es hasta aceptable y en grado racional. Si le agregásemos que para yo ser libre dejo libre al otro ‘sin, claro, jamás dañarlo’, pues seria una garrafal contradicción, podría cooperar en lo que tratamos de buscar. Pero podría ser daño el hecho del humo de un habano, monóxido, un suicidio asistido, entre otros con limites tal vez más estrechos? Hay líneas muy marcadas para lo que pueda llegar a ser una transgresión. Ciertas transgresiones quitan con ella el sustento de un hogar, una madre sin su hijo o viceversa y también sin amigos, por lo tanto, por qué no podrían ser las penas imputadas hasta a una o dos o tres generaciones sanguíneas directas. Se provoca un daño que quita por completo una vida, en lo otro se subsiste aunque sea enrejados. Además de al momento el crimen tampoco se pensó en la carga de responsabilidad que podría dejar detrás, entonces, por justicia, hacer responsables de quien agredió a quienes compartían con él. No nos parece justo el hecho de que mientras unos disfrutan aun entre rejas con sus familiares, otros se conformen con flores y velas en el panteón por quien tenían cerca. La ley de Talión, aunque en este caso ya no con ojos ni dientes, como se puede ser vista que agrega daño al daño, creemos, también, que si se la usa sin ser trocadas la excepción en abuso, podría cumplir un cometido justo. Mientras unos conversan aunque limitadamente, otros ya no tienen opción. Dos o tres generaciones con y por la culpa de uno, a otros que ya no tienen la misma posibilidad.

Pensar en quien necesita de uno para algún plato de comida y por ello delinquir, podría jugar un papel inverso positivo a la hora d acabar una vida y pensar en quienes se tiene detrás. Las reparaciones civiles “solidarias” nos parecen desde contradictorias, burla e insuficientes. Si los del amparo legal, “letrados”, mismos empiezan a trocar palabras con un sentido que debería ser siempre bello o por lo menos tender hacia ello, imagínese el vulgo. Se termina igual de alejado por algunas minucias creídas como sin importancia. En términos ideales, que es como creemos que debería ser, es que no haya hombres enjaulados, desde épocas, costumbres y políticas pasadas siempre ha habido rejas pero siempre hay delincuentes, en ese sentido, no ha producido cambios significativos tampoco.

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