El nepotismo es la preferencia que tienen diferentes gobernantes o funcionarios para otorgar concesiones o empleos públicos a sus familiares más cercanos sin tomar en cuenta la competencia o idoneidad de los mismos para el cargo en cuestión. Ahora bien, este tipo de práctica no es ni ha sido ajena al contexto peruano, pues solo baste remontarnos a los gobiernos de mediados del siglo XIX en que se licitaron concesiones a familiares o grupos cercanos para la explotación y exportación del guano de las islas, lo cual produjo un enriquecimiento de un sector minoritario y privilegiado de la población.
Está palabra procede del latín nepos, nepotis que designa sobrinos o nietos; sin embargo, su actual significación surge de la tendencia que tenían algunos emperadores romanos de destinar cargos exclusivos a sus familiares o parientes, incluso quebrantando sus propias leyes. Así, podemos mencionar, por ejemplo, el caso de Pompeyo quien legó a su suegro Metelo Escipión la dirección de dos legiones de infantería a pesar de que este último mostraba una gran ineptitud en cuestiones de índole militar.
Así mismo, la palabra nepotismo tendría una larga historia, ya que incluso algunos expertos afirman que desciende de una raíz indoeuropea: nepot-. No obstante, esta sería solo una especulación hecha a partir de lenguas de esta familia, ya que no se cuenta con testimonios directos. Lo único cierto es que el término latino derivó luego en la palabra italiana nepote (nieto) que a partir de mediados del siglo XIX hace referencia directa a la preferente costumbre papal de adjudicar, casi sin excepciones, el cargo de Nepote (cardenal) al sobrino. Esta era una tradición conocida y recurrente en la Edad Media y podemos encontrar al respecto un sinnúmero de ejemplos. Uno de ellos fue el vertiginoso ascenso que tuvo uno de los sobrinos del papa Calixto III llamado Rodrigo (de la familia de la Borja), quien gracias a los favores de su tío se convirtió rápidamente en cardenal y a la postre en sumo pontífice (Alejandro VI). Esta forma de proceder fue objeto de encendidas denuncias y constantes acusaciones, por ello, el papado optó por prohibir la envestidura eclesiástica en cargos de los propios parientes a fines del siglo XVII.
Está palabra procede del latín nepos, nepotis que designa sobrinos o nietos; sin embargo, su actual significación surge de la tendencia que tenían algunos emperadores romanos de destinar cargos exclusivos a sus familiares o parientes, incluso quebrantando sus propias leyes. Así, podemos mencionar, por ejemplo, el caso de Pompeyo quien legó a su suegro Metelo Escipión la dirección de dos legiones de infantería a pesar de que este último mostraba una gran ineptitud en cuestiones de índole militar.
Así mismo, la palabra nepotismo tendría una larga historia, ya que incluso algunos expertos afirman que desciende de una raíz indoeuropea: nepot-. No obstante, esta sería solo una especulación hecha a partir de lenguas de esta familia, ya que no se cuenta con testimonios directos. Lo único cierto es que el término latino derivó luego en la palabra italiana nepote (nieto) que a partir de mediados del siglo XIX hace referencia directa a la preferente costumbre papal de adjudicar, casi sin excepciones, el cargo de Nepote (cardenal) al sobrino. Esta era una tradición conocida y recurrente en la Edad Media y podemos encontrar al respecto un sinnúmero de ejemplos. Uno de ellos fue el vertiginoso ascenso que tuvo uno de los sobrinos del papa Calixto III llamado Rodrigo (de la familia de la Borja), quien gracias a los favores de su tío se convirtió rápidamente en cardenal y a la postre en sumo pontífice (Alejandro VI). Esta forma de proceder fue objeto de encendidas denuncias y constantes acusaciones, por ello, el papado optó por prohibir la envestidura eclesiástica en cargos de los propios parientes a fines del siglo XVII.
Fuente de la imagen: http://euricopaz.blogspot.com/2011/02/tarauaca-capital-do-nepotismo.html
Elaborado por Willy Zárate, Esteban Palma y Javier Suárez