El anacoluto

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En la comunicación oral, el hablante debe realizar muchas tareas cognitivas al mismo tiempo: prestar atención a lo dicho por su interlocutor, elaborar una respuesta adecuada, anticipar su reacción o posible réplica, cuidar que su uso del lenguaje se ajuste a la situación comunicativa, recordar información del pasado, etc. Debido a esto, sus recursos de atención y memoria suelen verse sobrecargados.

Por ejemplo, es frecuente que las personas expresen ideas a medio construir como la siguiente:

–          El director polaco, vimos su última película.

Esta oración resulta problemática porque uno de sus elementos – “el director polaco” – no cumple ninguna función sintáctica: este elemento no es ni el sujeto ni el objeto directo o indirecto de la oración:

            El director polaco,                                 vimos              su última película.

                      ?                          Sujeto tácito      verbo               OD

                                                   “nosotros”     

Este tipo de errores – en los que un elemento oracional “sobra” o “falta” y, por lo tanto, se rompe la estructura sintáctica del resto de la oración – es llamado anacoluto. Aunque el ejemplo anterior pertenece al ámbito de la comunicación oral, el anacoluto suele aparecer, también, en la comunicación escrita. Esto se debe a que, al igual que la oralidad, la escritura es el resultado de un conjunto de procesos cognitivos diversos cuya sobrecarga facilita la aparición de errores. Por otro lado, el medio escrito permite la construcción de oraciones extensas y complejas, las cuales constituyen un campo fértil para la aparición de tales faltas. Sin embargo, ya que la escritura puede llevarse a cabo en un periodo de tiempo más extenso y con una mejor planificación que la comunicación oral, no es difícil localizar y corregir este tipo de faltas, si se presta atención. A continuación, se presentan algunos ejemplos de errores de este tipo.


Cuando el anacoluto se genera por omisión:

En las siguientes oraciones, se ha omitido un elemento crucial para la interpretación de su significado: las preposiciones. Para que un error se clasifique como anacoluto, no es necesario que el elemento faltante sea una preposición, sino cualquier elemento oracional. Sin embargo, las preposiciones son las unidades que suelen dejarse de lado con mayor facilidad.

– Vamos rápido. La cocina, espera mi mamá (Incorrecto)
– Vamos rápido. En la cocina, espera mi mamá.

– Ella no le importa nada de lo que yo haga. (Incorrecto)
A ella no le importa nada de lo que yo haga.

– Lo que tiene que tener cuidado María es con lo que dice. (Incorrecto)
Con lo que tiene que tener cuidado María es con lo que dice.

 

Cuando el anacoluto se genera por la adhesión de una palabra innecesaria:

En estos casos, el anacoluto se encuentra en el uso de palabras repetidas o redundantes, cuya omisión no impide la interpretación correcta de las oraciones. Por ejemplo, en la primera oración, el uso de “mi” indica que el hablante se está refiriendo a su propio padre, por lo que la adición de “mío” resulta redundante. En las oraciones siguientes, de la misma manera, el uso de los verbos “subir” y “salir” señala que los participantes se trasladaron a un nivel superior o al exterior de un lugar, respectivamente. Por eso, el uso de “arriba” y “afuera” en estos casos resulta innecesario.

-Mi padre mío es muy amable con mis amigos. (Incorrecto)
-Mi padre es muy amable con mis amigos.

-Él subió arriba. (Incorrecto)
-Él subió.

-Vamos a salir afuera. ¿Quieres venir? (Incorrecto)
-Vamos a salir. ¿Quieres venir?

Fuente de la imagen: http://pistoreyu.files.wordpress.com/2010/01/renfe1.jpg

Elaborado por Hugo Ponce de León y Pedro Gonzáles

Puntuación: 4.5 / Votos: 10

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