Retomando la senda de un post anterior, en esta oportunidad, les vamos a presentar las últimas publicaciones de los jefes de práctica que trabajan en los cursos de redacción de EE.GG.CC. Son obras muy distintas entre sí (un poemario y dos novelas), pero que coinciden en el entusiasmo y la sinceridad con que abordan el difícil ejercicio de la escritura.
Pablo Ávila Oré: Espergesia
Pablo Ávila acaba de publicar su primer poemario, Espergesia, que toma su título del último poema de Los heraldos negros de César Vallejo, en el que aparece el famoso verso “Yo nací un día que Dios estuvo enfermo”. El poemario de Pablo se erige a partir de ese verso y los temas que evoca: la angustia del hombre y su conflictiva relación con lo sagrado. Está dividido en cuatro secciones (Examen de conciencia, Dolor de los pecados, Propósito de enmienda y Salvación) que replican algunas de las etapas que exige el catecismo católico para realizar la confesión (que permitiría el perdón y la reconciliación con Dios).
La poesía de Espergesia rehúye los excesos retóricos y apunta a la sobriedad. Los versos son breves, de apenas un par de palabras, y se van acumulando en un tono seco e implacable, de durísima y enérgica confesión. Hacia el final, el libro asume un tono de estoicismo y resignación: una página en blanco que es, a su vez, el inicio de la realización plena. Esa es la enseñanza de los místicos.
La presentación del poemario Espergesia, de Pablo Ávila, se realizará el día sábado 1 de octubre a las 8:30 p.m., en el centro cultural El Olivar (calle La República 455, San Isidro).
Javier Pizarro: La vereda más larga del mundo
Entre los jefes de práctica, Javier Pizarro (Chiclayo, 1986) es, hasta el momento, el autor más prolífico y quien ha recibido los mayores reconocimientos críticos por su trabajo. Dedicado a la narrativa, ya había publicado las novelas Noche de sábado y las ráfagas del todo (escrita a la edad de 15 años) e Invisible: Antes de caer (galardonada en España con el XV Premio de Narracións Xuvenís Rúa Nova 2003) antes de ganar el Premio Nacional de Novela PUCP 2009 con su tercera novela, La vereda más larga del mundo. Esta novela, publicada al año siguiente por el Fondo Editorial de la PUCP, cuenta la historia de un grupo de adolescentes paralizados por el miedo y el pesimismo en un país arrasado por la crisis económica y la violencia política (la guerra entre el Estado peruano y los grupos terroristas durante las décadas de 1980 y 1990). Se trata de una visión descarnada del significado de la juventud en un país sin esperanza.
En su discurso de aceptación del Premio de novela PUCP 2009, Javier Pizarro explicó brevemente los orígenes de La vereda más larga del
mundo: “Escribí la primera vez un relato breve sobre unos jóvenes que se aferraban a no crecer, a no ser decentes y convencionales. Pero no era suficiente. Su drama era artificial, sintético. Mientras yo mismo aprendía a ser adulto pensaba mucho en esa historia y en mi intención de marcar ese paso doloroso a la adultez. Entonces reparé en los ochenta, quizá la época más difícil para ser joven o adolescente. Así reconstruí unos años en los que sobraban motivos para creer que este país no tenía esperanza. (…) Eran jóvenes paralizados, contaminados de pesimismo, sin chance de buscar un cambio. Con esa idea mis propios personajes fueron haciéndose más humanos, con historias personales en una época complicada. Y así transformé un casi olvidado lugar de mi infancia en un fumadero que recibía a jóvenes que se negaban a ser hombres. Jóvenes que escapaban de una realidad que los superaba. Intentaban olvidar, despreocuparse, refugiarse de la verdad. Entonces la vereda más larga del mundo, que fue el nombre que le puse a ese lugar, se transformó, al menos para mí, en una metáfora de lo que sucedía en los ochenta: era la metáfora de la tranquilidad de mi ciudad natal, Chiclayo, donde casi siempre solo tuvimos noticias de coches bomba por televisión, cuando el resto del país se estaba desangrando. La vereda más larga del mundo también sirvió como metáfora del olvido voluntario de los años de guerra interna, cuya magnitud recién pudimos entender a partir del año 2003”. El resto del discurso puede consultarse aquí.
Giovanni Anticona: Lima Sur
Dos años después de haber publicado Lima Norte, una interesante novela sobre los migrantes andinos y la violencia urbana de los distritos de Comas y Carabayllo, Giovanni Anticona (Lima, 1986) vuelve a arriesgar el pellejo en otra incursión literaria. Ahora ha virado la brújula hacia el otro extremo de la periferia de la ciudad y nos presenta Lima Sur. Con referencias al género policial y al cine de serie B (bajo presupuesto), esta novela, publicada en julio de este año, discurre sobre temas tan diversos como el terrorismo, los conciertos de música folclórica y las envidias del mundillo literario.
En el caso de Giovanni, quien acaba de empezar Periodismo como segunda carrera en la Universidad Católica, tuvimos la oportunidad de entrevistarlo. A continuación, nos brinda más detalles sobre su reciente novela (que, además, es la segunda parte de una trilogía que el autor está preparando sobre la Lima contemporánea).
En Lima Sur se narra las desventuras de un joven escritor en el proceso de publicación de su ópera prima. Hay varios críticos resentidos y un editor ladrón. ¿Cuánto de autobiográfico hay en esas experiencias? ¿Consideras que el medio literario peruano no fomenta la escritura?
Considero que la escritura es una vocación que se sostiene más allá del contexto del escritor. Inclusive, me aventuraría a afirmar que los escollos robustecen aun más el ímpetu que uno vierte sobre la actividad literaria. Acerca del medio literario peruano, este es todavía demasiado informal. Abundan los maltratos, los incumplimientos, las ambigüedades, el latrocinio. Yo, al igual que el protagonista de mi nueva novela, he sido una víctima de ese mundo retorcido y vivo en él. Por ello, el contenido autobiográfico es muy fuerte.
Pero, además de persistir en el circuito editorial tradicional con Lima Sur, también has ensayado otros soportes para tu escritura. Mantienes activo un blog e incluso has publicado novelas por entregas vía Facebook. ¿Qué opinas de esas experiencias? ¿Hay diferencias notables entre lo que escribes para ser leído por Internet y lo que escribes para su publicación impresa?
En cuanto a mi blog El Combinauta, este surgió como un juego, pero, de a pocos, fue cobrando mucha importancia en mi rutina. Lo utilizo como un cuaderno de apuntes donde hay lugar para toda clase de contenidos: desde resúmenes de mis cursos hasta reseñas de libros, pasando por textos autobiográficos y breves artículos de opinión. Acerca de las novelas por entregas vía Facebook, es un proyecto que me ocupó durante toda la segunda mitad del año pasado. La idea era ofrecer novelas fáciles de leer y de tramas simples que siguieran una estética similar a las películas serie B. La narrativa “virtual”, si cabe el término, se distingue de la narrativa impresa en que debe ser de fácil consumo, como los best-sellers, y de poca extensión.
En Lima Sur hay un inventario de calles, discotecas y otros lugares del cono sur. ¿Realizaste un trabajo de investigación previa a la escritura?
Para Lima Sur, al igual que en mi primera novela, realicé visitas a casi todos los escenarios en que se desarrolla la historia. Planifiqué mis incursiones con minuciosidad. El día anterior, revisaba el mapa de la zona en la Guía de Calles y trazaba un recorrido específico. Siempre tuve cuidado de evitar lugares demasiado peligrosos. Por otro lado, leí periódicos del año 1992 para recrear Villa El Salvador en la época de María Elena Moyano y navegué en Internet a la caza de información. Hasta los chats fueron productivos, pues con los datos recolectados comencé a diseñar a un personaje, Connie.
La presencia de María Elena Moyano en la novela es muy importante. Se narra su vida y se discute su legado. Lo curioso es que, en tu novela, los actuales habitantes del cono sur, herederos de los luchadores contra el terrorismo como María Elena, viven en los márgenes de la ley y de la razón.
Sospecho que ese es el legado de la violencia. También se debe a la falta de memoria. He visto reportajes donde se les pregunta a escolares de Villa El Salvador quién fue María Elena Moyano y la mayoría no sabe quién es o tiene datos inexactos. En la actualidad, Villa El Salvador es uno de los distritos con más altos índices de asaltos con cuchillo en Lima, especialmente en determinadas rutas, en horas de la noche y la madrugada.
El mundo del crimen es central: el protagonista de la novela empieza publicando novelas policiales y termina protagonizando él mismo una aventura policial. ¿De dónde surge tu interés por este género narrativo?
Siempre me ha fascinado el mundo del crimen. Desde hace varios años, soy lector de novelas policiales y consumo a menudo las páginas policiales de los diarios, especialmente de Ojo. Mi afición por el mundo de la sangre ha llegado a tanto que, este año, opté por comenzar a estudiar Periodismo para tener acceso directo a él.
¿No encuentras incompatibilidad entre el periodismo y la literatura? En Lima Sur, el protagonista se queja de que sus colegas docentes solo critican y no escriben nada. El periodismo te puede soltar la mano, pero siempre busca la noticia de moda y se somete a plazos estrictos de edición. ¿Eso no contradice a la literatura, que es un ejercicio de creación totalmente libre?
Para mí la literatura y el periodismo son parte de un mismo mundo: la narrativa. La literatura cuenta historias ficticias y el periodismo cuenta historias reales. La diferencia radica en los fines que persiguen y en rasgos específicos de estilo. Sin embargo, un género como la crónica expresa claramente la ligazón tan fuerte entre ambas disciplinas. Literatura y Periodismo siempre han caminado de la mano por su esencia narrativa.
Volviendo a la novela, otro personaje (Madame Bastet) se declara admirador de una serie de novelas peruanas que abordan el tema del mundo
andino: Los ríos profundos, Retablo y Rosa Cuchillo. ¿Te sientes heredero de esa tradición? ¿De qué manera influye en tu escritura?
Sí. Me siento deudor y heredero de esa tradición. Soy consciente de que en eso me distingo notoriamente de mis contemporáneos, quienes se sienten más ligados a autores como Roberto Bolaño y, en general, poseen una búsqueda artística más ligada a la metaliteratura y el regodeo erudito. Regresando al tema de las novelas peruanas del mundo andino, siento que estas han tocado mi sensibilidad y me han enseñado a amar al país.
Sin embargo, el modelo más importante de tu escritura, en lo que se refiere a técnicas literarias (dato escondido, vasos comunicantes) es Mario Vargas Llosa, sobre todo el de La ciudad y los perros. Y uno de los temas más importante de las novelas Roberto Bolaño, que es la relación entre la literatura y el mal, también está presente con todo el lío con el editor delincuente. ¿No aceptarías el rótulo de “metaliteraria” para tu novela?
Claro que sí. Mi novela es metaliteraria en cuanto a su reflexión sobre el acto narrativo, la lectura y el mundo editorial. En cuanto a la influencia vargasllosiana, esta siempre ha estado presente en mis creaciones sin que yo lo advierta. Vargas Llosa sigue dejando huella en los narradores y yo soy uno de ellos. Los vasos comunicantes y el dato escondido son dos recursos que siempre utilizo. Cada vez me acostumbro más a estos.
¿Qué nos espera en Lima Este, la anunciada tercera parte de tu trilogía sobre Lima?
La propuesta será similar a la de mis dos novelas publicadas, debido a que se trata de una trilogía. Sin embargo, Lima Este es más ambiciosa y polémica porque se sumerge en el mundo de los senderistas de la actualidad.
¿Y después de la trilogía sobre Lima?
Me encuentro en un momento en que, pienso yo, debo dar un paso más allá e incorporar otros espacios a mi narrativa, como la selva y la sierra. Mi objetivo es cartografiar el país por medio de mis ficciones, cada vez con mayor oficio y hondura.
Elaborado por Javier Muñoz, Rocío del Águila y Natalia Yoza
Fuentes de las imágenes: Fotos tomadas del facebook de sus autores