A pesar de haber escrito también varios libros de historia y numerosos ensayos científicos, Isaac Asimov (Petrovichi, Smoliensk, 1920 – Nueva York, 1992) se ha convertido, sin duda alguna, en un referente infaltable de los relatos de ciencia ficción, los cuales son leídos por las jóvenes generaciones y admirados por el público adulto. De hecho, la trilogía original de la saga Fundación, escrita entre 1951 y 1953 y retomada años más tarde, recibió el premio Hugo a la mejor serie de ciencia ficción de todos los tiempos, lo cual ilustra la gran aceptación de su obra. Asimismo, muchos de sus libros han sido adaptados para ser llevados al cine. Entre ellos, destacan las películas Yo, robot y El hombre bicentenario, ambas éxitos en taquilla debido a un gran trabajo de producción cinematográfica. En este texto, hablaremos sobre su formación académica y algunas características de su obra.

Para escribir historias sobre el futuro de la humanidad Isaac Asimov tuvo la suerte de tener una basta formación intelectual. Primero, fue matriculado en la universidad neoyorquina de Columbia en 1935, al cabo de cuatro años ya había conseguido el título de Licenciado en Química. Posteriormente, siguió varias carreras universitarias que le permitieron licenciarse en Ciencias y Artes y doctorarse en Filosofía. En contra del deseo de sus padres, que esperaban que se dedicara al ejercicio de la medicina, Asimov decidió que su futuro profesional pasaba necesariamente por el cultivo de la literatura. También, siguió estudios de Bioquímica en la Universidad de Columbia, en la que se doctoró en 1948. Al año siguiente ingresó en el claustro de la Medical School de la Universidad de Boston, para ejercer la docencia en calidad de profesor ayudante de Bioquímica, materia que continuó explicando en dichas aulas durante casi un decenio.

Todo este recorrido académico le permitió escribir numerosos libros basados en la ciencia y en el conocimiento del hombre. En su producción literaria, que abarca casi medio siglo (1950 – 1993), los lectores y críticos han encontrado ciertas características constantes que han definido su obra de ciencia ficción. Es decir, si bien muchas de sus historias giraban en torno a la interrelación entre robots y humanos, la trama se basa en la opresión social de unos sobre otros o en la colonización y dominación política de un grupo sobre otro. Un ejemplo representativo de su obra es El hombre bicentenario es un relato que narra la historia de un robot creado por humanos para servirlos día a día. De esta manera, tras esta larga convivencia, este asimila sus costumbres e, incluso, llega a comprender sus emociones y sentimientos. La trama se vuelca entonces hacia la lucha por el reconocimiento de su humanidad, a la cual se oponen diversos líderes de la comunidad. Por otra parte, al crear la convivencia de formas de vida distintas, Asimov ha organizado socialmente esta nueva forma de vida. Es decir, esta interacción está dada por leyes, instituciones y organismos, que rigen el funcionamiento de una sociedad del futuro. Es así que postula las tres leyes de la robótica, las cuales cumplen un rol esencial en la saga. La primera ley consiste en que ningún robot puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño. La segunda ley dicta que un robot debe obedecer las órdenes dadas por un ser humano, excepto cuando estas entren en conflicto con la primera ley. La tercera, finalmente, dice que un robot debe proteger su propia integridad, siempre y cuando esto no impida el cumplimiento de la primera y segunda ley.

Podemos concluir que con sus decenas de libros de divulgación científica, Asimov afirmó siempre su fe optimista en un progreso basado en un uso racional de la ciencia y la tecnología. En el terreno de la divulgación, también abordó otros campos del saber, como la historia, las matemáticas, la psicología y la sociología. Llevado de su afán didáctico, escribió también algunas obras destinadas al público infantil y juvenil, en las que combinaba la ficción con una serie de rudimentos científicos e históricos. Por su incansable labor como científico, académico y escritor, Isaac Asimov inscribió su nombre entre los grandes escritores del siglo anterior.