Cuando se habla en parábolas, se puede, del mensaje real, hacer otro, mal interpretarlo, falsearlo. Pero por qué no hablar de una manera que se pueda llamar sencilla y no tan elaborada? Para que se entienda una parábola, tiene que suceder una de dos cosas: que el que lo haya pronunciado, explique el mensaje detrás o que el que haya oído, pueda por sí mismo descifrarlo. Se tiene que hacer un poco más de esfuerzo para entender, a oír algo que puede hacer cotidiano y rutinario. En ese esfuerzo de entender es que puede calar mejor lo que se quiere enseñar. Desde hace muchos siglos, por ejemplo, la mayor parte del estudio ha sido mera rutina. Graduaciones, calificaciones, pupilos, maestros, reprimendas y todo lo relacionado. Es algo que tienes que hacer por que sí. Comes porque tienes que comer y jamás, si quiera, se te da por desear diferenciar un antojo del hambre. Eso que dice es bonito y agradable, como tú, no será otra cosa más, sino solo ceniza. Obviamente esto último no es lo que aquí se quiere tratar de explicar. Como un parafraseo, la parábola debe transformar eso real sin modificarlo. En todo caso tendría que resumirlo lo mejor posible. Lo cotidiano y rutinario de algún modo también trata de resumir la realidad, pero por su mismo hecho solo de hábito, es algo más burdo y tosco. Son pasos antes de salir de alguna caverna. Una oruga se transformará o modificará en una mariposa? De modificar se dice que se puede modificar las características mas no las esencias. Podría decirse que solo se modifica de lo accidental. De transformar no podría decirse lo mismo. Además, una de las misiones de una parábola es la de enseñar. Tendría que transformar y no modificar entonces, pues si solo cambiara en alguno de sus accidentes, sería un cambio parcial. Lo que se quiere es alcanzar una constancia. No podría haber otra cosa más constante que la realidad inclusive por encima del tiempo mismo.