Educación, un sueño que podemos hacer realidad

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La aproximación existente al tema de Educación, en los planes de gobierno de los principales partidos políticos en disputa del sillón de Pizarro, acusa una generosa coincidencia de diagnóstico e incluso de propuestas concretas sobre lo que se debiera hacerse en el siguiente gobierno y, por qué no decirlo, en los siguientes 25 a 30 años.

Ocurre que la preocupación y el debate procesado en los últimos lustros sobre el tema educativo, dio contexto y lugar para que se establezca el Proyecto Educativo Nacional, elaborado por el Consejo Nacional de Educación. Dio lugar a una conciencia creciente en que todo crecimiento económico sostenido del PBI (como ha ocurrido en la última década), requiere ser acompañada de las consiguientes políticas redistributivas (pese a que hasta ahora se hacen esperar), así como de un desarrollo de capacidades técnicas y profesionales mayores en la población. Dicha cuestión, sólo se construye desde una sólida política educativa a todo nivel. Por ello, es tan importante que el tema se haya convertido en un significativo consenso.

De alguna forma se ha superado contradicciones de antaño que tendían a contraponer la solución económica al problema del país con la educación o viceversa, especialmente en cuanto qué era más relevante de atender, desde cuál se podía pensar en soluciones sostenibles o duraderas, o cómo debíamos pensar la solución –desde allí- a otros temas como el problema indígena, el imperialismo o sobre la tierra. De hecho, el debate entre José Carlos Mariátegui y Luis Alberto Sánchez en la segunda década del siglo XX recogió buena parte de dichas inquietudes, las cuales se arrastraron hasta casi a fines del siglo pasado.

Volviendo a nuestro punto inicial, ¿por dónde veríamos que se establecen las coincidencias principales en lo educativo? Pues tenemos que una primera gran cuestión se sitúa en la primera etapa de vida de un niño (de cero a cinco años), lo cual resulta irremplazable para el conjunto de su vida posterior. Si un niño o niña crece desnutrido, sin el entorno familiar afectivo adecuado y sin una adecuada estimulación, será más difícil conseguir que sea una persona con buenas condiciones para afrontar de manera autónoma su realización, limitará su crecimiento humano y el despliegue de su vocación y del conjunto de sus capacidades.

Por tanto, el binomio educación – salud en la atención de los infantes y del acompañamiento de la madre son cuestiones que cada vez se vuelven más imprescindibles de tomar en cuenta, si queremos pensar en un país con proyección y donde su principal recurso (las personas) sean un factor de sostenibilidad consistente.

Otro punto se refiere al tema de completar la cobertura educativa en lo que a educación básica se refiere y, especialmente, a mejorar la calidad de la misma a todo nivel. Es cierto que ello se puede entender de modos un tanto distinto y algunos ponen especial énfasis en la intervención del Estado y otros en el concurso del sector privado. Sin embargo hay conciencia de dicha necesidad y lo más probable sea que tenga que actuarse de manera concertada, sin dejar de lado la vital responsabilidad del Estado en garantizar la misma en toda su dimensión y como prioridad.

Una tercera cuestión es relativa a que la mejora de la calidad educativa pasa como factor clave por la atención de los profesores, tanto en términos salariales, formación pedagógica, técnica y especializada, así como de mejores condiciones laborales, especialmente para las zonas rurales. Aunado a ello a condiciones de evaluación periódica e incorporación a la carrera pública magisterial, en la cual existen discrepancias de estilo y contenido aunque cada vez menos en la necesidad de exigirla como un requisito válido de desempeño y superación.

Esto significa pensar en distintas estrategias para potenciar la educación en el país que pasan por poner de relieve modelos que ya vienen funcionando (tipo Fe y Alegría), potenciar colegios ejemplares por regiones, interconectar virtualmente la educación y dotarle de equipos e insumos requeridos, entre otros.

Alrededor de la educación superior se sitúa un cuarto punto, donde hay también otro foco de coincidencia, especialmente reconociéndose que cantidad no es sinónimo de avance ni de calidad. Es decir, tener más universidades y haber pasado a un paulatino proceso de privatización de facto en éste ámbito no es garantía de mejora, como tampoco lo será a otros niveles sino se acompaña de estándares adecuados y supervisión consistente.

Pero lo fundamental es que hay un interés porque se adecue mejor la oferta a éste nivel con las características regionales y demanda laboral que se pueda tener en cada caso. Claro, ello debiera suponer un liderazgo de parte de las direcciones regionales de educación para establecer propósitos claros, en vínculo con el ministerio de educación como con los gobiernos municipales (en el caso de esto último, el tema se torna urgente dada la orientación existente hacia municipalizar la educación).

Un último aspecto que ponemos de relieve es lo relativo a la investigación y desarrollo de tecnologías desde los centros de estudios superiores en vínculo con otras entidades especializadas. Pareciera ya ser otro consenso y existir mayor voluntad política en invertir para que se genere conocimiento, se pueda recoger los conocimientos propios a cada región y gestar condiciones que hagan posible la articulación real entre educación y oferta educativa con relación a mercado laboral y demanda de empleo. En esto último, se pone en juego una vez más los conceptos de desarrollo y modelo de crecimiento económico desde el cual se quiere apostar o es posible hacer viable la educación y el empleo para todos y no sólo para una élite o quienes tengan mejores condiciones económicas previas.

Esperemos que la educación no sea un tema más sobre el que es posible hacer ofertas electorales sin más. Deseamos y habrá que estar vigilantes para que sea uno, entre otros temas, en los cuales se pueda concertar políticas públicas e instituciones de largo aliento.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 5 de marzo de 2011 Sigue leyendo

Es bueno hacer cosas distintas

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Una buena manera de hacer cosas distintas, de paso algo de ejercicio e incluso divertirse un poco es caminar. En mi caso no es nuevo hacerlo. Me gusta caminar para diferentes propósitos, pese a que siempre hay que estar atento a los temas de seguridad que son propios a una ciudad como Lima que no es del todo segura, no sólo por el tema de “choros” con los que uno se puede topar de distintas maneras, sino también por el tránsito que puede traer “sorpresas” diversas o lugares un tanto peligrosos de transitar.

Algo relacionado a lo que comentamos son las escaleras que se han estrenado en los distritos de San Miguel y Magdalena (dos en cada distrito) y que dan facilidad de acceso al circuito de playas del todavía proyecto “costa verde” en esas zonas. El trabajo avanza de manera interesante y ya se puede transitar para caminar, hacer actividad ciclista, hacer algo de deporte, correr, etc. Se ha acompañado de presencia policial pertinente para facilitar que no sea todavía muy “solitario” el tránsito por éstas rutas.

La verdad que la proyección que se empieza a hacer para éstas zonas como lugar turístico y de afluencia amplia para disfrutar del paisaje, del mar, de actividades recreacionales diversas, seguramente de comercio alimentario, entre otras. Pero ello está por verse de manera más consistente en los siguientes meses y, ojala, para el siguiente verano. Esperemos que todos quienes accedamos y tengamos posibilidad de ir sintiendo y disfrutando de dichos beneficios podamos cuidar adecuadamente el verdor que se empieza a ver, las construcciones que se empiezan ha hacer, desde bancas para sentarse, sistemas de riego y todo lo demás.

Algunas cuestiones que llaman la atención son la seguridad vial que puede haber o el buen aprovechamiento que puede haber de la apertura hecha de alguna de éstas escaleras. Me refiero en particular la construida a la altura de la Av. Sucre en Magdalena, puesto que allí hay una bajada peatonal sumamente peligrosa, donde no se ha puesto el cuidado de establecer alguna baranda (por lo menos) para no tener que transitar tan al borde del precipicio en varios puntos por los cuales hay que conducirse hasta llegar a la escalera propiamente dicha que facilita el acceso a la zona del circuito de playas.

A propósito de caminar, hicimos la experiencia de caminar por el circuito de playas, de Magdalena hasta la playa redondo (altura de Larco Mar en la parte de “arriba” y de la Rosa Náutica en la parte de “abajo”). Aunque todavía faltan accesos claros de tránsito peatonal, fue agradable hacer un recorrido de ésta zona bordeando (casi) la playa. Muy simpática la mejoría que también se ve en ésta zona, la misma que se ha vuelto de hace un buen tiempo para prácticas de todo lo que tiene que ver con Tabla, deporte que cada vez se va extendiendo, entre otros por la gran motivación que produce la buena perfomance de nuestros deportistas a diverso nivel, especialmente en campeonatos mundiales.

No dejó de llamarnos la atención que al regreso nos topáramos con la oficial anulación del acceso a una escalera antigua que existía formalmente en ese lugar (me refiero de playa redondo), la misma que permitía el acceso a la parte alta, saliendo a un costado de Larcomar. El tránsito informal de la misma se ha hecho tan normal que nos preguntábamos por qué, más bien, no se arregla con las seguridades del caso y se habilita formalmente la misma. El argumento que más sonaba al respecto era que los empresarios “dueños” de Larcomar eran los principales opositores, llamativo siendo una vía tan necesaria. ¿Cuáles serían las razones reales? Es algo que sería bueno se explicara.

Como se verá, caminando se aprecian una serie de detalles que, de otra manera, quizás no es tan sencillo de aproximar o ver su necesidad. En realidad, hay una serie de otros aspectos que hemos obviado. Lo interesante es recuperar también el gusto por caminar y disfrutar de otra manera de nuestras vías. Esperemos que los automovilistas respeten mejor a los peatones y quienes hacemos de peatones seamos también más cuidadosos con el tránsito vehicular. Cuestiones de cultura cívica pero también de adecuadas instituciones que colaboren a ello.

Guillermo Valera M.
20 de febrero 2011 Sigue leyendo

Encuentro casual

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Si no fuera porque estaba con su hija de la mano, le respondo el golpe, ¡qué desgraciado! Todavía que estamos haciendo lo mejor que podemos las cosas y los dirigentes están muy contentos con la escuela de formación, viene éste tío a creerse los cuentos del “líder histórico”, de que estábamos excediendo nuestra presencia o nuestra opinión, en desmedro de los líderes en formación, cuando era exactamente lo contrario… y de lo que acusaba era la estricta descripción de lo que él mismo había hecho toda la semana. Quién lo creyera, quien lo dijera, hasta donde podemos aguantar éstas arbitrariedades…

Pasó la evaluación de lo trabajado en la escuela y Ramón hizo el ademán de disculparse, ya había caído en la cuenta que no sólo había cometido un error, se había descontrolado como pocas veces por dejarse calentar la oreja por alguien que ya pintaba muchas canas pero también ya era “historia” y no asemejaba en nada lo que alguna vez pudo ponerlo en el centro de la política o la lucha social. ¡Qué triste! Pero el mundo da vueltas y no faltaría una circunstancia distinta.

Qué diferencia con la del viejo fundador del gremio campesino más antiguo, humilde hasta en la hora de partir. ¿Te acuerdas de Hipólito Pévez? ¡Qué viejo con tan hondo sentido de persona, natural de Ica! Puedes imaginar que él mismo, sabedor de su “hora” nos invitó a un almuerzo muy significativo de despedida, literalmente de despedida de su vida terrena. Lo realizó un sábado común, en su casa (en San Miguel), en medio de familiares, algunos pocos amigos muy cercanos y algunos dirigentes y asesores que fuimos considerados, algo realmente muy especial. Se brindó y comió con sobriedad, hubo algo de música andina, hurras, cariño, palabras del viejo y el reflejo de una historia de vida puesta sobre la mesa, impregnada en el ambiente. Pedagogía pura de cómo se nos transmitía todo un ejemplo de vida que quizás en esos momentos no alcanzábamos a comprender.

Tomando un vaso de leche con café caliente, a eso de las 4.30 pm, Felipe le contaba a Isabel esa y otras anécdotas de la experiencia tenida con diversas organizaciones, unas más especiales que otras; más que recuerdos, verdaderas lecciones de sentido humano, por cierto de diverso carácter. Cha que yo los odiaría a todos con un maltrato así… y no hubiera vuelto a trabajar con ellos, los tendría bien lejos de mí… ¿cómo has podido seguir en todo esto? Creo que eres medio masoquista… Imagínate si lo fuera, no estaría conversando aquí contigo, al menos por eso habrá valido la pena, ja, ja, ja.

Pero no, para mí todo esto ha sido algo que me gusta, por lo que siento verdadera vocación y que trae también sus malos momentos, pero, como ves, también tiene sus lados gratificantes. Pensar que hace 18 años estuvimos más cerca que la distancia de la mesa que nos reencuentra, ¿te acuerdas? Fueron años de militancia, de sueños más románticos y voluntaristas, aunque creyéramos que teníamos los objetivos muy claros sin importar mucho todo lo que pudiéramos haber logrado. ¿Crees que perdimos nuestro tiempo? ¿Fue tiempo que se diluyó como la sal en el agua?

No digas eso, quizás o de hecho algunas cosas no sirvieron, pero ¿no fue importante acaso el enorme trabajo con organizaciones de base, todo el trabajo de formación, los proyectos de desarrollo que se impulsaron? ¿Crees que fue inútil toda la labor política que permitió que se fuera más allá de un “si papay” y que se lograra un mayor sentido ciudadano de muchos sectores que hasta entonces no sabían relacionarse bien con el Estado o los grupos de poder local? De hecho, por más que se le critique, el Chino Velazco y su reforma agraria fue algo que impactó mucho también en ese propósito, pese a que después se prejuició mucho sobre él y sólo se le ha querido valorar por el abandono en que devino la agricultura y todo su proyecto social después que se murió…

Isabel, tú ahora con cinco hijos… y pensar que cuando nos dimos ese beso casual te morías de miedo de lo que sería de tu vida… parecías tan chiquilla y ahora ya pareces mi mayor, ja, ja… quien lo diría, bueno es que hemos sabido también conservarnos jóvenes de espíritu y de mentón, ¿qué te parece? Ay Felipillo, te haces parecer como joven pero fíjate bien que yo no tengo canas todavía, jijiji. Así que estás buscando esa medicina para el estómago, para el menor de tus hijos, aunque pareciera que nos hubiéramos puesto de acuerdo para que justo en La Punta nos viniéramos a encontrar. De verdad, que si no me pasas la voz yo ni te veía, porque para remate ni tenía puestos mis anteojos.

En realidad no es por farmacia alguna que estoy por acá sino por el médico que trata a mi hijo; resulta que vive en ésta zona y, aprovechando la visita a mi madre que vive en Saenz Peña, me dí un salto por acá. ¿Sabes que ahora me dedico a un negocio particular? Ya no dependo de otras personas y así sola he aprendido a defenderme y salir adelante. Pues no me extraña, nunca olvidaré esa defensa férrea tuya de nuestro jefe común, cuando la crisis de gobierno, parecías entre inspirada, fiera y desbordante de una energía que nadie se atrevía a pasar el umbral de la oficina o gritar más de la cuenta.

¿Cuántos años más pasarán para otro encuentro casual? Se despidieron afectuosamente como se habían saludado y Felipe pensó que era bueno volver sobre el mar, caminar sobre las piedras y nadar un rato más, echado boca arriba en el agua, con un sol que por ratos se ocultaba y, entre los ruidos de los demás bañistas, sintió que había vuelto a Piura, su tierra querida, salvo que en ese mar no habían las olas que tanto le gustaban.

Gabriel
17 de febrero 2011 Sigue leyendo

Un viaje

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Felipe pensaba que llegaría temprano a la cita, pero ya se había pasado 10 minutos y seguía en el micro y faltaban por lo menos diez cuadras. El tránsito seguía “atorado” y sin visos de que fuera a mejorar. Mejor me bajo, pensó, ya tres personas lo habían hecho quejándose aunque por el pretexto no quisieron pagar su pasaje y se fueron discutiendo con el chofer y el cobrador… ¡qué te mantenga tu marido! No ves que no es mi culpa el tráfico…

No, yo pagaría y me apuraría caminando, total, tenía para mi pasaje y no tenía que fingir nada, sólo apurarme. Ya no los iba a alcanzar. La pareja con la que debía viajar y su enamorada estarían desesperados, mejor dicho, ya debían de haber partido en el Interprovincial que los llevaría a Arequipa, a la reunión regional del Partido. Miércoles, ya la fregué, se decía Felipe, cómo no se me ocurrió salir más temprano.

Corriendo llegó hasta la estación de CIVA y, claro, ya no habían sus amigos… Por favor, el ómnibus que sale a Arequipa de las 8 pm, tengo boleto para viajar… Lo siento, su carro ya salió, no podemos hacer nada. A partir de mañana salen otros carros, en el mismo horario o más temprano, porque el que salió fue ya el último para Arequipa, salvo que quiera ir para Cañete, Pisco, Ica o Nazca. El último sales a las 10 pm. No, no me sirve, tengo que llegar a Arequipa directo.

Miró alguna cara conocida, por si había alguna en la sala. Nadie, algunas personas muy alegres estaban bromeando con cierto nerviosismo de algunos accidentes de carro en la Panamericana. Otros esperaban con impaciencia la salida de su bus y había quienes leían una revista o su periódico, pero nadie dormía, pese a ser de noche y hacer algo de frío. Decidió ir a otras agencias a ver por algún pasaje, tenía que viajar si o si esa noche.

Caminó a otra estación que estaba a dos cuadras. No, no había. Fue a otra de más allá… tampoco, el carro ya había salido también. Se entusiasmó en otras dos que habían de modo contiguo y sólo iban hasta Nazca o Ica. No podía ser, no le alcanzaría el tiempo y perdería el contacto en Arequipa. Tomó un taxi y fue a Cruz del Sur, era seguro que allí salían carros hasta las 11 pm. Por más presuroso que llegó, encontró una larga cola que al menos le dio la esperanza de conseguir algo. No habían avanzado 4 ó 5 personas y se dio cuenta que un cartel asomaba en el lugar de atención “Pasajes AGOTADOS para Arequipa”.

Pucha, ¿qué hago? Se fumó un cigarro para el frío. Me voy aunque sea hasta Nazca y de allí llamaré, lo peor era que no tenía su libreta de teléfonos y su celular lo había dejado en casa por evitar que se le perdiera. Nada salía bien. Taxi, por favor a Oltursa, bien, vamos. Apúrese jefe que ando apurado, si pierdo este bus no me quedará opción que ir hasta el puente Atocongo y por ahí es bien bravo a esta hora.

Se sentó en el número 23, al costado de una señora que iba con su bebé en brazos, felizmente dormía y podía ser que le dejará hacer un viaje adecuado, al menos dormir en el trayecto. Pusieron una película de Terminator, la que ya había visto pero hizo el esfuerzo de verla un rato hasta que se quedó dormido, soñando en Rebeca, su enamorada, quien estaría triste de no poder viajar juntos. Era la primera vez que ella lo hacía y se había animado porque irían juntos.

Habían pasado Pisco, cuando el bebe de al lado empezó a llorar y a reclamar su teta o que le cambien de pañal. Qué sería. Lo cierto es que vinieron a sus pensamientos los debates en que habían estado en Lima y a recordar que las fechas de la actividad en Arequipa se habían estado redefiniendo porque no podían estar todos los delegados para la fecha prevista. Claro, si yo mismo planteé que mejor sería variar dos semanas la reunión para garantizar que estuviéramos todos.

Mierda, mi agenda, mis apuntes, mi pequeño maletín donde los tenía. Lo bajó del lugar donde lo había colocado y sacó rápidamente lo que necesitaba, de paso una chompa que le cubriera un poco el frío que empezaba a sentirse un poco más. Parece que tiene hambre su hijo, sería mejor que le diera algo de comer, se dirigió a la señora de al lado. Perdón, si quiere le sostengo a la criatura para que pueda sacar lo que necesite. Ya estaban cerca de Ica y serían las 3 de la mañana.

Gracias joven, deme a mi hijo, le daré su biberón de leche. Felipe aprovechó para terminar de revisar sus apuntes y, quién lo diría, la reunión sería recién en dos semanas y él ya estaba de viaje a Arequipa (mejor dicho a Nazca). “Los pasajeros que bajan en Ica pueden alistar sus pertenencias, llegamos en 10 minutos”. ¿Qué hacía él viajando… la canción? ¿Seguía sentado o se bajaba nomás en Ica? Ni modo, veré cómo me las arreglo por estas tierras, iré a ver a mi compadre Soto, aunque sea para tomar desayuno temprano y regresarme después.

Felizmente lo dejaron terminar de pasar la noche en la estación a puerta cerrada, junto con otros pasajeros que estaban de tránsito o no tendrían a donde ir… Horas después, él se pasó otras tantas buscando la dirección de su amigo, la cual nunca encontró. Sólo atinó a llamar a su casa en Lima y hablar con su hermano, para que supiera que llegaría como a la hora de almorzar, estaba en casa de otro pata donde había pasado la noche y de allí se había puesto a estudiar para los exámenes finales que tenía la semana siguiente. En realidad, fue lo que hizo de vuelta en el bus, las horas que duró el largo camino que vivió, con las innumerables paradas que tuvo que gozar en el ómnibus que logró conseguir a la salida de Ica.

Gabriel
10 de febrero de 2011 Sigue leyendo

Aprender a vivir la vida es hacer política

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Cómo queremos al otro, cómo nos relacionamos con las personas conocidas y desconocidas, qué nivel de respeto ponemos en juego al hacer compras en una bodega o en un mercado; de qué manera dialogamos con el cobrador del bus o con el policía de tránsito (si lo hay).

Cuánto dialogamos con nuestros hijos y conyugue, cómo nos vinculamos a ellos y a nuestros familiares. Qué decir con los compañeros de trabajo o las personas que están bajo nuestra responsabilidad, ya sea obreros, empleadas del hogar, secretarias u otros funcionarios del caso.

En todas esas relaciones se pone en juego el quehacer político de la sociedad y en todas ellas influye la manera de actuar políticamente, ya sea que se procese desde instancias partidarias, la opinión pública o el quehacer propiamente dicho del Estado. La manera cómo nos relacionamos es clave para el sentido de lo político y en la manera de hacer política.

Finalmente, estamos hablando de cómo convivimos en la polis, en el conglomerado de población que hacemos parte de una urbe o de una dispersa zona rural, la misma que suele estar conectada por servicios diversos o infraestructura promovida normalmente por el Estado (ya sea desde el municipio o alguna instancia del gobierno central).

Sin embargo, la manera tan devaluada de entenderse la política (casi sinónimo de pantano, basural o simplemente estiércol), nos obliga a recrear la manera cómo la entendemos, de cómo nos aproximamos a la política y sobre qué nos dice como sentidos (en plural) necesarios en la construcción de una democracia, ya sea ésta abordada desde una mirada con énfasis pre-moderno, moderno o post-moderno.

Quizás podamos hurgar o hallar diferencia entre una y otra, en cuanto a quiénes incluye o quiénes son los ciudadanos (una élite, un sector social, los mayores de 18 años o lo son todos en una sociedad); en cuanto a si sólo se refiere a cuestiones de racionalidad propositiva, en tanto iguales ante la ley, programa político, ideología, etc.; o si también involucra las relaciones interpersonales a todo nivel, donde todos somos parte del poder, las decisiones y de la capacidad de realizarnos como personas (tomando en cuenta la realización de todas las personas y no sólo la de unos cuantos).

Pareciera que estamos caminando hacia dimensiones y horizontes distintos a los que hemos estado acostumbrados. Como se entenderá, no se trata sólo de un tema de actitudes y valores, los cuales son también fundamentales y debemos hacerlo muy explícitos, más aún, como sentido ético de lo político.

Sin embargo, se trata además de cómo aprendemos a situarnos en una vida más interconectada, más globalizada y también más homogenizada, en la cual vamos sumergiéndonos en forma creciente, en el marco de un desarrollo capitalista que se ha ido extendiendo a modo de mercado en el conjunto de nuestras relaciones económicas, sociales y culturales.

Redescubrir que lo, ciudadano puede ser algo personalizado y no solo anónimo, por más impersonal y masificada que se vuelva la política, como también se vuelve (y lo vuelve) el mercado y el tipo de cultura al que se da lugar (por ejemplo, la diversión o el entretenimiento que discurre por la “mass media” suele ser muy impersonal).

Sin embargo, y pese a ello (o felizmente por ello), la manera de relacionarnos unos con otros no deja de ser un elemento clave para comunicarse y llegar de mejor (o peor) manera a los demás, al llamado “el otro”; más aún, al diferente. Ese tipo de factores es toda una cuestión que debemos o se tendrá que recrear desde la educación más inicial, empezando por el hogar, seguido por el “nido” (o el wawa Wasi); en el colegio y el vecindario; en la universidad, el centro laboral y la manera de relacionarnos con el Estado en sus diversas instancias y aproximaciones.

Necesitamos considerarnos personas aún (sería mejor decir “y sobre todo”) en las situaciones de contradicción grave o de mayor conflicto; en las diversas situaciones que se pueda plantear o establecer. Obrar el bien en situaciones normales es cosa relativamente fácil (aunque no es obvia, ni es redundante decirlo). Es casi como se dice “amar a nuestros amigos o a nuestros familiares o a personas preciadas”. El asunto importante esta en cómo hacemos posible o viable lo diferente, lo adverso, el remar contra la corriente, las situaciones que suponen tensión o rechazo.

Esta en juego mejorar la vida de todos, ya sea bajo la forma de actos de justicia, la defensa de una causa verdadera o similares, el destierro de la muerte de niños por la causa que sea. Esa u otra motivación, es algo por lo que tenemos que saber confrontar. Pues será la mejor forma de convivir, será la mejor forma de hacer pedagogía de la no violencia, será la mejor forma de establecer pautas duraderas. Esta en juego mejorar la vida de todos y aprender a mejorar siempre la vida en el lugar en que vivimos. Sintiéndolo y viviéndolo como una pauta a la que nos podemos sentir llamados. Llamados y saber responder a ese llamado es hacer política y es aprender a vivir la vida.

Guillermo Valera Moreno
7 de febrero de 2011 Sigue leyendo

La política como pedagogía

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Al hablar de renovación política podemos hacernos preguntas diversas: ¿algo que involucra grupos humanos tiene que ver sólo con la persona o tiene que ver principalmente con las estructuras sociales dentro de las cuales viven y se mueven dichas personas? ¿Se trata sólo de crear una mejor (y mayor) conciencia social, un “cambio de corazones” en cada individuo, o hay que transformar las estructuras de injusticia, reformar el Estado, cambiar la Constitución, entre otros aspectos, para lograr encaminar buenas o mejores prácticas de la política, con sentido inclusivo, responsable y para todos?

Podríamos así seguir señalando otros aspectos muy válidos y que generan contraste interesante. El asunto sería ver cuánto nos ayuda a encaminar propósitos de renovación creativa sobre cuestiones como la política que de por sí nos dicen poco, lo vemos muchas veces como pantano de corrupción o como olla de grillos de intereses diversos que pugnan por sacar el mejor provecho.

No por gusto se han hecho célebres frases como “Con Dios y con la plata” al juramentar muchas autoridades, traicionándoles el subconsciente por el nerviosismo del momento o porque ha sido una manera de evidenciar lo que es lamentablemente parte del sentido común, casi emulando que se puede dar a Dios lo que es del César o al César lo que es de Dios. “La plata llega sola” ha sido otra joya de nuestra expresión mundial, que de no estar rodeada de la melindrosa corrupción con la que ha gobernado su autor y convive nuestro Estado de manera escandalosa desde sus orígenes republicanos (y de más atrás), hubiera habido más de un aventurero que le hubiera salido en defensa y hallado sus “aspectos positivos”; claro, si se hace una buena labor, la plata debiera poder llegar sola, con la pequeña gran diferencia que no va para los bolsillos particulares de quien tiene a cargo la gestión o la autoridad, ya sea ésta chica o grande.

¿Estamos condenados a aceptar cualquiera autoridad? Más vale “viejo conocido” y así haya robado o cometido actos delictivos, es llamativo que una persona puede terminar dando confianza o convenciendo a un electorado, frente a oportunistas, jóvenes sin experiencia o aparentes desconocidos. Ese, como otros, es el caso de la sorprendente elección en el distrito de Magdalena del Mar, en Lima, con la además reelección del Sr. Francis Allison, con más del 50% de los votos. Dado ese resultado, no me hubiera sorprendido que Alex Kouri hubiese sido elegido en Lima de no proceder la tacha que lo dejó fuera de juego, por incumplimiento de uno de los requisitos elementales (tener residencia continua en el lugar que se postula, en los dos últimos años)

De otro lado, podría ser el caso de la candidatura de Keyko Fujimori para la presidencia. Ha estado entre la primera y la tercera opción de voto en los últimos meses. Es cierto que ella no es directamente responsable de los delitos que se le imputa a su padre (el ex presidente Alberto Fujimori) ni se le puede hacer pasible de la mafia fujimontesinista. Pero se presenta sobretodo en tanto es hija de su padre (por ello tiene la posibilidad de lanzarse) y esta rodeada de una parte importante de la corte que estuvo gobernando con su padre. Una de sus preclaras acompañantes es la señora Marta Chávez que sigue pregonando la inocencia de Fujimori padre, como si el sistema judicial, los juicios realizados y la evidencia material e histórica se hubiera trucado para hacerlo responsable de lo que no hizo, pero hizo, de lo que no se enteró pero dio las ordenes para que se ejecutaran, de lo que no propició pero derruyó la institucionalidad para que campeara la impunidad, donde se disque combatió el narcotráfico pero hasta en el avión presidencial se descubrió tráfico de droga.

A lo que voy es que renovar la política es explícitamente remar contra la corriente, salirse del sentido común, plantearse tareas que no gustan al común de los ciudadanos, saber que muchas cosas que las vemos como negativas tienen una aceptación social muy extendida y que es parte de nuestra propia cultura política. Por tanto, estamos frente a propósitos de largo aliento y que no se resuelven en una campaña cívica; tampoco en firmas de acuerdos anticorrupción o de pactos éticos. Todo ello es muy necesario pero requiere posibilidades pedagógicas de mayor trascendencia.

Empezando por la escuela y los diversos niveles de educación. Desde muy pequeña una persona, un niño, un churre, una guagua, etc., debe comprender la importancia de los valores y debe poder vivirlos en la cotidianidad de su hogar, del ámbito escolar en el que se empieza a mover, en el vecindario que le rodea más inmediatamente. Pero también desde los medios de comunicación que forman parte de su vida y que influyen muchas veces tan igual o más que el propio entorno más cercano.

Trabajar en una cultura política distinta y sobre cómo hacerlo debiera podría ser parte interesante sobre cómo abordar un proceso electoral que muchas veces sólo se desliza por la banalidad, el insulto y la mediocridad. Cómo pensar una gestión participativa con la población y una mejor construcción de ciudadanía debe animarnos a apostar juntos por un país que lo podemos construir todos los peruanos y no dejarlo sólo en manos de las eventuales autoridades que puedan salir elegidas. Sigamos en ésta reflexión y hagamos pedagogía política desde donde cada uno pueda aportar.

Guillermo Valera Moreno
4 de febrero de 2011 Sigue leyendo

Algunas amistades

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Felipe era el tercero de cuatro hermanos, quienes habían estudiado en colegio de curas y monjas. De allí que religiosamente iba a la misa los domingos y “fiestas de guardar”, era muy pegado a la letra en eso y otras cosas más. Muy rígido podía parecer para alguno de sus amigos, aunque él decía que una cosa era ser exigente, consecuente y leal con lo que pensaba y otra el no poder ser flexible, en fin según qué cosa.

Roxana aún no terminaba el colegio cuando sus tres hermanos varones y mayores se habían venido a Lima a postular a la Universidad y se había quedado sola con mamá, acompañándola de paso, aunque ella también tenía planes de venir a Lima si la dejaban ir a la U. Por increíble que pudiera parecerle a papá, Felipe fue el primero en ingresar junto con Roberto, pero Francisco se quedó. Los tres habían postulado y, cada cual más chancón para el examen… pero no era cuestión solo de conocimientos sino de nervios, algo de azar en las preguntas y quien sabe si materia gris.

Lo cierto es que Francisco tuvo que regresar sobre sus pasos e intentar otro derrotero, cuestión que consiguió no sin dificultad. Accidentes serios y consecutivos de Roxana primero y luego de papá, obligó a que tuviera que trabajar y así incluso sus hermanos en Lima, cuestión que también llevó a cambiar de planes a la posterior egresada del colegio. Francisco entró a chambear en la recién inaugurada Fábrica Textil de los Romero mientras que Roxana lo hizo a la universidad local para comunicaciones, no estaba nada mal después de todo. Así y todo, logramos salir adelante…

Cuéntame Pedro… y a ti como te fue en tu época de salida del colegio, ¿lograste entrar a la Marina o te fuiste sólo de pescador, jeje? A lo mejor te acostumbraste más a tirar anzuelo como hacíamos en el verano, cuántos veranos estuvimos en Yacila y Colán, hasta Sechura, en Matacaballo, caímos a joder y darnos un chapuzón.

Diana era esa prima tuya que una vez vino de los iunates ¿no?, de New Jersey creo que era. Me hice gran amigo de ella, creo que fue de las pocas veces que sentí una amistad tan profunda, sin necesidad de ir más allá de sentirnos patas y así estuvimos todas esas dos o tres semanas que estuvo en tu casa ¿recuerdas? Todos me decían que me mandara, que me haría caso y de hecho no me cabe la menor duda, pero me decía a mí mismo ¿para qué? si después ella se iría (como ocurrió) y ya no nos volveríamos a ver más allá de escribirnos alguna carta (como así también ocurrió).

Pero fue una amistad intransferible, invalorable, siempre recordable, en realidad me dejó una huella de enseñanza muy grata, de cómo te puedes sentir responsable con tu vida y la de quienes te rodean. Ahora veo que ella me hizo cambiar estando yo tan pequeño aún, pues tenía recién 11 años, empezaba la secundaria, pero empezaba a darme cuenta que eso de la pubertad efectivamente nos cambia, se mezclan otras sensaciones y sentimientos, nos hace crecer. ¿Qué sería de Diana? Estará de hecho casada, con hijos, una gran madre de seguro, una gran profesional. ¿Pensaría ella algo similar de mi persona? Seguro que sí, qué duda cabe.

Pero Pedro, ¿qué fue de ti? Mejor salud, carajo que no te dices nada, ya llevamos hablando cerca de una hora (mejor dicho llevo yo hablando) y naa, no puede ser compadrito, pensar que vivíamos tan cerca y a veces podíamos estar tan distantes por distintas razones, cosas de familia, complejos, huevadas y hasta de aburrimiento. Si yo soy picón pues tú qué podíamos decir, caracho, hasta para aprender a jugar béisbol que no sabías, pero nada, querías darnos lecciones o pasabas por saber lo que no… o cuando te jodíamos por tu nariz larga que alguien tuvo la idea de mencionarla como anzuelo.

Pucha, cómo reaccionabas, con cólera de rabia; cómo te ponías cuando te decíamos “anzuelo”. Cha que nos amenazabas, “no quiero que ni me digan AN porque les saco la mierda”. Y todos bien tranquilos mientras estabas con nosotros, pero te ibas un poquito o te distraías y no faltaba alguien que te lo soltaba “AN” o todo el término completo, ja, ja, no te vayas a picar, jaja…

Cosas de muchachos y cierto que no te aguantaron en la Marina. Es que son exigentes. Estuviste en La Punta del Callao año y medio, al menos aprendiste a nadar, porque en el cole ni eso en la piscina, no se cómo se te dio por meterte con los buques, creo más por la impresión del uniforme y de cómo a las chicas les atraía éste, de sólo ver a los marineros en Paita. Te acuerdas cuando algunas veces íbamos los domingos de la playa para escuchar misa, mi viejo nos llevaba y tocaba muchas veces la coincidencia de encontrarnos con tanto marino suelto dando vueltas en el puerto y la pequeña plazuela donde estaba la iglesia principal.

Pero ahora ya te dedicas a otra cosa, estudiaste en el SENATI de Lima, la de carreras técnicas. Y te metiste a una vinculada con la textilería. Pero fue que terminaste, te volviste a Piura con la idea de trabajar con mi hermano Francisco y te tocó la crisis económica con cierre de fábricas y volviste a quedar en la lleca, cha qué piña. Pero no puedes quejarte que después de eso las cosas se te arreglaron. El nuevo marido de tu vieja te dio la mano y la verdad que se te abrieron las puertas de los negocios. ¡Qué bueno! Ya me hubiera gustado hacerme de un camino con un poco más de productividad dineraria, pero aquí estamos y no me quejo realmente.

¡Salud! Por la promo y los años pasados y venideros. Cómo es, después de 20 años que nos vemos y ya se viene el reencuentro, ojala estemos todos o la mayoría realmente, será bacán. Ahora me voy a seguir chambeando, saludos a tu prima y a tus hermanos.

El refrigerio había durado más de la cuenta y Felipe tuvo que llegar a tomarse un café bastante cargado, después de cepillarse bien los dientes y lavarse la cara para que no se notara que había tomado algo más de una cerveza y lo tenía ya medio picado. Pero había valido la pena, así tuviera que bostezar un poco en la reunión de ejecutivos que tocaba esa tarde.

Gabriel
30 de enero 2011 Sigue leyendo

Renovación de la política, tarea de todos

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A propósito del proceso electoral vivido con las elecciones regionales y municipales, así como las que se encuentran encaminadas hoy para la elección de autoridades legislativas (nuevo Parlamento) y presidencia de la república (en el mes de abril), vemos pertinente preguntarnos sobre la política que vivimos y que recurrentemente nos llena de hartazgo.

Por eso, entre otras cosas, sentimos que es importante procesar una reflexión sobre aspectos claves que nos puedan ayudar a pensar y a actuar en torno a una renovación de la política vista como tarea de todos. Una renovación de la política, que nos ayude a ver cómo se hace para traducir en nueva utopía y organización política, el mundo globalizado y el país en el que vivimos. Tanto desde una mirada teórica, desde lo que puede ser la experiencia de diversas praxis políticas, como desde la acción que podría tener cada ciudadano de a pie.

Para ello, podemos tener distintas entradas o perspectivas: puede ser pensada desde lo político propiamente dicho, entendiéndolo desde una base común de respeto al sistema político democrático, así como la dignidad y derechos de las personas . Otra reflexión puede hacerse desde una perspectiva de fe religiosa, ya fuera confesional o humanista. Pueden haber otras perspectivas más de sociedad civil, por ejemplo, generacionales, ambientalistas, de género u otras.

Esas diversas miradas se pueden centrar en aspectos comunes que, ojala, nos permitieran un sentido de confluencia sobre nuestro quehacer, desde las cuales se debiera pensar y actuar una renovación de la política: (a) la institucionalidad democrática; (b) actores y sistema de partidos; (c) construcción ciudadana; (d) cultura política. Todos ellos debieran servirnos para afinar una mirada encarnada, desde nuestro proceso político como país.

(a) Sobre la institucionalidad democrática: es necesario ser conscientes de la necesidad de una reforma del Estado, empezando porque éste funcione bien y llegue a todos; que integre mejor Estado y sociedad, política y economía. Todo ello con sentido inclusivo, de equidad y justicia. ¿Qué resortes pueden ser centrales en ese proceso? ¿Hasta dónde es central la Constitución Política, el juego de lo formal e informal?

(b) Sobre los actores y sistema de partidos: se requiere innovar las formas de organización, el ejercicio de la democracia interna y el sentido de lo individual y lo colectivo. Promover liderazgos que no se anclen únicamente en caudillismos y permitan valorar lo colectivo y labores de equipo. Posibilidad de vertebrar representaciones sociales en accionar político. ¿Requerimos de organizaciones o se bastan a sí mismo los “líderes”? ¿Dónde puede estar lo importante? ¿Qué puentes habría que establecer?

(c) Sobre la construcción ciudadana: es fundamental que se establezca sobre la base de hacernos todos responsables de lo que acontece a nuestro alrededor y que la construcción del bien común se hace desde cada persona y contando con todas ellas sin excepción. Nos hacemos ciudadanos desde el momento que nos hacemos responsables de todos como personas y de todos como problemas que nos acontecen, especialmente de los más necesitados. ¿Qué nivel de compromiso se puede esperar de las personas o debiera promoverse? ¿Qué claves nos pueden ayudar a caminar en esa perspectiva?

(d) Sobre cultura política: lo apreciamos como sentido ético de todo lo que somos y hacemos como individuos y sociedad. Empezando por tomarnos en serio el hecho de que sí importa cómo se hacen las cosas y cómo se alcanzan los fines, bajo qué medios. Es central la dignificación de todas las personas y su capacidad de realizarse como personas en una cultura política que nos incluye a todos y es para todos. El valor de los acuerdos y promesas; el cumplimiento de la palabra empeñada; hacer lo que se dice; integridad y coherencia; testimonio de vida; entre otros aspectos. ¿Cómo hacer pedagogía política de ello? ¿Cómo se hace posible el provocar los cambios necesarios?

Creemos que es necesario que los debates y campañas electorales que se encaminen, puedan debatir más en serio lo que queremos traducir como renovación política. Tanto para los siguientes cinco años, pero también para los próximos quince y treinta años. En torno a aspectos que se identifiquen con los gestos políticos y las decisiones que puedan corresponder. Siempre, desde una mirada encarnada y desde nuestro proceso político como país.

Guillermo Valera Moreno
23 de enero 2011 Sigue leyendo

Solo recuerdos…

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Miraba una y otra vez y se decía, debo dejar de mirarla, no esta bien. Se encontraba en el micro que lo llevaría hasta su trabajo. Parecía que buscaba en cada chica a alguien o algo que se le hubiera perdido. No, no estaba allí, no debía seguir mirando a la chica de polo verde con bolitas naranja. Especialmente, no debía de mirarla a los ojos como si la conociera o deseara algo de ella cuando no era así, solo el simple hecho de mirarla, observarla, al punto de ponerla nerviosa de curiosidad o espanto.

Esas bolitas color naranja le trajeron el recuerdo cuando niño, en el colegio muy niño, su madre tenía una blusa blanca con bolitas rojo y negro. Le quedaba muy bien, no sólo elegante sino que le daba una perceptible admiración sobre todas las demás mamás. Hubo una fecha en la que cierta actividad con los padres de familia, muy alegre miraba la blusa de su madre hasta que constató que era otra señora, un poco más gorda, y buscó a la suya, en uno y otro rostro, en una y otra blusa, pero ella no había ido, nunca llegó y regresó a casa muy triste. No sólo por la ausencia de su madre sino porque la blusa de su madre había estado en otra mamá que no era ella.

¿Buscaba a su madre en el bus? ¿Le apenaba el recuerdo anecdótico de su blusa? Vivía a veces obsesionado por las chicas. Fernando recordaba cierto afán conquistador que había tenido de adolescente y que solo dio para vencer una timidez que le permitiera hacer algunas buenas amistades de pareja y a sentir el amor como algo más que una atracción, sentimiento, pena, entusiasmo, impulso, masturbación, dolor y alegría. Sobretodo esta última era una expresión muy espontánea en él y le permitía tejer su personalidad junto con su sentido de aventura, riesgo e iniciativa.

Ya iba por la avenida Venezuela, llegando a Breña. El carro se detuvo y pensó. Una chica así que pueda alternar todos los gustos y sabores de uno y de ella. De pronto cayó en la cuenta que estaba siendo muy egoísta al pensar en base a su propia necesidad afectiva… se había golpeado en el codo de otra persona producto de un bache que hizo saltar a todos los pasajeros. Claro, señal de que me estaba yendo por la tangente… así que mejor me concentro en cómo termino el estudio que debo culminar sobre las asociaciones deportivas en zonas rurales. Caramba, pensar que en cada Caserío, anexo, comunidad, etc. uno puede encontrarse fácil que la cancha de fútbol es lo que ordena y organiza la pequeña urbe en muchos sitios, además de una calle larga como fila de pequeñas casas.

El deporte era un tema que le atraía desde la universidad, al punto que su padre (y después él mismo) se había hecho socio del Atlético Grau de Piura en sus buenos tiempos, aunque ahora sólo fueran recuerdos que no dejaban de asomar en cada Copa Perú para disputarse la profesional. Era curioso que siendo así no se hubiera animado a jugar mucho pese a que tenía buen olfato por el gol y pateaba como una fierita. Esos años del Grau de Piura.

Ir al Estadio en Piura, Fernando lo hacía con sus patas y a cualquier tribuna. Si daba para “occidente” a la sombra y, si no, a cualquier lado de la tribuna que pudiera permitirse y gritar y gritar con los barristas como si fuera una forma de recargar pilas para otros propósitos. “Bajan”, “bajan”, sin darse cuenta había llegado a la esquina donde bajaba para caminar 5 cuadras hasta su trabajo. Algo despeinado se encontró en la calle y una cajetilla de cigarrillos vacía en la pista le hizo recordar los buenos momentos que había vivido en la playa, esa playa Yacila tan querida por quienes sabían gozar de ella.

Para alguna gente Colán en Piura es mejor porque tiene el agua tibia y Yacila es agua fría. Pero en Colán hay rayas y eso la desmerece y limita a los bañistas, sobretodo para los que va a bañarse a la playa y no solo a respirar o ver el mar. En ambas playas los atardeceres son una cosa muy hermosa, aunque debo de reconocer que en eso Colán gana, pero en poca cosa más. Yacila de mi vida se decía Fernando y casi se agacha a recoger el paquete vacío de cigarrillos y se reprimió, siguiendo adelante, aunque ello no ocurriera con sus pensamientos que volaron rápidamente a la enorme colección de cajetillas vacías que juntaban, especialmente en los veranos, intentando matar el tiempo y hacerse de diversiones adaptadas a las circunstancias. Las apostaban jugando canicas o jugando cartas; eran objeto de intercambio por caracoles bonitos u otras especies o simplemente podían pasar por una valorización monetaria. Esos días de playa…

A una cuadra de su chamba, Fernando vio cómo un árbol de acacia, de flores rojas, se levantaba imponente con su esplendor de flores y tampoco pudo evitar de recordar que a su madre le fascinaban tanto esos árboles y sus flores y se fue pensando en qué estaría haciendo ella en su casa del norte, tan lejos de allí y en la soledad de la viudez. La llamaría esa noche al regresar a casa, sin falta. Ahora tenía que entrar a su oficina y olvidarse, al menos por unas horas, de los recuerdos que le hacían jugar tanto con su vida real e imaginación.

Gabriel
22 de enero de 2011 Sigue leyendo

Unas palabras de anécdotas celebratorias

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A propósito de que Pedro, mi hijo mayor, terminaba la Universidad en diciembre tuvimos la idea de favorecer al menor, Luis Fernando, para que cambiara de colegio. A un colegio donde pudiera estar más a gusto. No porque fuera malo el colegio donde estudiaba. Era más el deseo de cambiar, de estar en un colegio mixto, de plantearse retos un poco más exigentes.

Para esto debo decir que Nando, así le decimos al menor, tuvo su mejor año de desempeño en los estudios. Pero la decisión estaba tomada. Después de varios rodeos en 5 colegios, nos fuimos inclinando al CIFO, colegio al que quisimos inscribir a nuestro hijo mayor cuando era pequeño y por esas cosas de la vida no se hizo posible. Ahora, estábamos confrontados a una nueva realidad y se hizo.

El tema es que al proceder a su postulación y definición de vacante, nos enteramos que las Teresianas, a cargo del colegio, estaban de celebración de sus 100 años. La fecha: el 11 de enero. La gran sorpresa que nos llevamos estaba en que ese día coincidía con la celebración de mis 25 años de matrimonio con Nila, mujer tan sencilla y querida por tantas razones y coincidencias.

Y ahora estábamos en una nueva coincidencia. Superando otros motivos que podrían habernos evitado ir a una misa juntos, no sólo participamos ese día de una agradable Eucaristía, muy centrada en ser sal de la tierra y luz del mundo, como sentía el Padre Póveda que debía ser la obra que contribuyó a fundar. Fue motivo de encuentro con mucha gente amiga y conocidos que apenas pudimos saludar. Teníamos ya la decisión de una celebración estrictamente familiar y discreta.

Así fue. Compramos un rico pollo a la braza y nos fuimos a casa, donde mi suegra nos esperaba para acompañarnos en nuestra cena de “gala”. Debo decir que brindamos muy discretamente pero con alegría y gusto. Un par de “chilcanos” fue todo lo que tomé de licor. Más fue la conversación, el intercambios del momento, ocurrencias… nada especial, porque lo especial era el hecho de sabernos 25 años juntos, con nuestros hijos y el deseo de seguir adelante con cariño y sentido.

Pensar que 25 años atrás celebramos con carapulca y cerveza; algo de baile, la celebración matrimonial a cargo del “Figue”, sacerdote jesuita con el que trabajé durante 3 años en San Ignacio (Cajamarca), lugar donde conocí a Nila. Un mes antes nos habíamos casado por Civil en la Municipalidad de Lima, acogidos por los compañeros de trabajo, mi grupo comunitario (“Siempre”) y familia.

Recordando un poco, la fecha del matrimonio religioso, tuvimos el gusto de celebrar en familia durante todo el día siguiente a éste. Había ido hasta San Ignacio mi madre, mi hermana mayor (Goncha) y Ester, una prima muy estimada (después sería nuestra comadre y, ahora, ya fallecida).

Al segundo día nos fuimos al Caserío de Huarangos, a cuatro horas de camino en mula, lugar del cual era natural Nila y su familia, donde seguimos celebrando, integrándome mejor a esos campos que ya los había sentido como propios y que ahora me adoptaban más plenamente. Casi una semana después, estuvimos de vuelta a Lima, donde dejamos todo en nuestro nuevo hogar de ambos y nos fuimos un par de días a Paracas para estar un poco más solos y pasear de otra manera por otros lares.

Así empezamos una vida de familia que nunca dejó de tener sus dificultades. Pero pesó siempre el hecho de querernos e intentar ir más allá de nuestros problemas; sabiendo también ceder, comunicarnos, compartir. Aprendiendo a “bajar el volumen” en las discusiones y a renegar menos.

Teniendo disposición para aceptarnos y buscar hacer un proyecto común, aún sabiendo lo distintos que podíamos también ser, las distancias culturales que evidenciábamos. Asumidos más bien como retos y como propósito de aprender a saber amar el Perú amándolo desde lo más fino de sí, como lo es su propia gente y diversidad.

Hoy, 25 años después, son tiempos de celebración. En forma discreta pero celebración. Con mucho cariño hacia Nila mi esposa y mis dos hijos. Los quiero.

Guillermo Valera Moreno Sigue leyendo