Archivo del Autor: Guillermo Gabriel Valera Moreno

Unos días por Piura

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A propósito de la celebración de los 35 años de mi promoción de colegio (“Juan Pablo Vizcardo y Guzmán”, del colegio San Ignacio de Loyola – Piura), estuve unos días por Piura (entre el 27 y el 30 de agosto 2010). Doy gracias el habernos dado el espacio de encontrarnos los que pudimos hacerlo. Fueron unos días muy agradables por esa tierra que me vio nacer y todo lo que pudimos compartir entre amigos de “vieja data”. Desde el brindis del viernes por la noche que para algunos supuso animarnos a cantar un rato a ritmo de karaoke (con el entusiasmo de Koki Trelles y la revelación de Ricky Cruzado), pasando por la visita que dimos al parque en Miraflores donde se inauguró días atrás un busto en homenaje a San Ignacio y terminar cerca de las 5 am comiendo hamburguesas en un restaurante (casi) al paso.

Horas después, el sábado, nos tocó la “agenda” más cargada. Como estaba previsto fuimos a los cementerios donde rendimos recuerdo cariñoso a nuestros 3 compañeros que ya partieron (Carlos A., Manolito Raigada y Ricardo Díaz) y, de allí, pasamos al Colegio San Ignacio a la clase del recuerdo y la Eucaristía. Lo primero estuvo más a cargo del Hermano Dorado y del profe Coronado; ambos nos hicieron notar la importancia de la educación jesuita y la identidad ignaciana en nuestra formación; en la Eucaristía un Jesuita joven (Lalo Vizcarra sj, arequipeño) tuvo a cargo la misma; fue un momento de meditación y agradecimiento por toda la promoción, recordádonos ese sentido de ser “hombres para los demás”. Sencillo pero con mucho mensaje. La cosa fluyó de manera muy agradable.

De allí, ya nos tocó la secuencia de las comidas que compartimos en casa de Miguelato Alarcón (almuerzo) y de Julio Castagnino (Cena). La verdad que se “rajaron” como buenos anfitriones. Fue todo muy agradable y bien servido que a todos nos hizo sentir “como en casa”. Con bromas de distinto calibre y algunos chifles de más (jeje), pero digno de un profundo agradecimiento; faltó poquito para que nos comiéramos al gallo pero estuvo bien resguardado. Fue importante también el podernos comunicar por skype con varios de ustedes, convirtió las reuniones en una presencia más amplia.

Además de los comentarios que ya se han ido deslizando sobre las distintas actividades, quisiera llamar la atención sobre algunas personas que estuvieron. Una de ellas fue la de Hugo la Rosa, quien estuvo de lo mejor, sin muestra de que hubiera tenido problemas de salud como los que conocimos en el último año y medio (al parecer, Miguelito Parra tiene algo que ver en ello); relamente para mí fue algo digno de agradecimiento y que esperemos siga recuperándose todo lo más posible, así como hacerse de un nuevo espacio laboral en ésta nueva etapa de su vida. Otra de las personas que me llamó la atención fue el Nino Ibarra, pues no le conocía esa vena artística que comentó y una de cuyas obras es justamente el busto de San Ignacio (el del parque de Miraflores); qué bacán me pareció… derrepente no sería mala idea que pudiera hacer un busto de Vizcardo y Guzmán (habría que ver los medios).

No dejó de llamarme la atención nuestro compañero Zapata, quien es un activo militante del Apra (entiendo que hay otros tantos también), quien con orgullo contaba lo que había sido su proceso y lo importante para él de dicha experiencia. Aunque la política esta muy venida a menos, no deja de ser significativo que haya preocupación por lo que acontece a ese nivel y la necesidad de que se pueda renovar esos ámbitos y hacer posible caminos de gobierno (a distinto nivel) que sean más justos y menos corruptos.

En fin, otros podrán comentar otras anécdotas. De todos modos, nuevamente doy gracias el buen talante de todos los que estuvimos y ver que, pese a los años transcurridos, podemos sentirnos muy cercanos. Especialmente a todos los que colaboraron en que las cosas salieran bien, pese a que algunos tenían otros compromisos que se cruzaron de manera inevitable.

Debo añadir que, en mi caso, tuve doble reencuentro. Ocurre que por coincidencia varia gente de mi barrio (Urb. Santa Isabel), decidieron hacer una reunión el domingo y fue un agradable motivo de reconocerme con muchos/as que no veía hacía mucho tiempo. Así que ese día también nos dimos un buen bailetón y varias cervecitas demás. Además, fue motivo de ver a mi madre y hermanos que viven por Piura y es siempre motivo de alegría.

Guillermo Valera M. Sigue leyendo

La política es astucia, sencillez y amor profundo

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De todos los temas que se plantearon para capacitaciones a un grupo de personas con las que se trabaja, nadie escogió lo relativo a las elecciones políticas, pese a que en los próximos meses tendremos que elegir autoridades en todos los niveles de gobierno de nuestro país. Tal anécdota nos la compartía una persona durante el trabajo de grupos de una reunión donde abordábamos nuestro quehacer frente a la próxima coyuntura electoral que se avecina; ese parecía también un buen resumen sobre el interés que puede despertar “la política” entre sectores diversos. Ya sea como queja, rechazo o indiferencia, no resulta extraño el que las cuestiones políticas suelen ser un factor de distancia.

Si por un momento asumiéramos que la política es limpia, la tienen a cargo personas honestas y cabales; se hace de la política un sentido de servicio y se maneja con responsabilidad las políticas públicas y los fondos del Estado; si verdaderamente se diera que los políticos trabajan en orden al bien común y el diálogo es la forma razonable y cotidiana de dirimir diferencias, así como la tolerancia un signo de respeto por el otro y asumimos un mismo sentido de comunidad política donde lo inclusivo y la equidad es el criterio básico de las decisiones que se puedan tomar a nivel de Estado y gobierno. Estaríamos ante una situación elemental y básica que requerimos para el funcionamiento de un sistema político que podríamos entender como democrático.

Lógicamente, para que sea sustentada dicha institucionalidad en mención, debiera estar acompañada de una legislación que le de un marco jurídico de mandato y referencialidad válida, la misma que tendría que estar sustentada en una voluntad política concertada y asumida por todos (o una buena mayoría). Aunque muchas cosas de las señaladas cuenta ya con una formalidad, muchas veces observamos o sentimos que siguen siendo letra muerta.

A lo anterior, tendríamos que agregar el factor clave de contar con ciudadanos que permitan (posibiliten, encaminen, defiendan, etc.) dicho funcionamiento como normal y necesario. Donde el ejercicio de derechos no es sólo un tema de conocimiento de los mismos o de la mayor (o menor iniciativa) que puedan tener los ciudadanos sino que, ante todo, se garantiza los medios para su práctica efectiva. En ello el Estado tiene una responsabilidad indispensable para posibilitar el crecimiento de una comunidad política donde todos tengamos cabida.

La dimensión ciudadana en términos de liderazgos es también importante porque requerimos recomponer nuevas relaciones con los distintos sectores de la sociedad; además, no debemos olvidar que los sectores más jóvenes hoy tienden a sentirse más movidos por individualidades (se podría decir también liderazgos) que les inspiran y son factor de referencia coherente (incluso proyección de identidades).

Bueno, todo lo anterior, son algunos aspectos de lo que se nos plantea y se nos puede proponer para pensar la política en nuestro país, para repensar nuestro propio país y para ayudar a encaminar la formación de una propuesta en sus aspectos programáticos, organizativos y de liderazgos a diversos niveles. Donde la motivación por estos temas constituye una opción casi contracultural pero necesaria. No basta con hacer de la política algo que guste en el sentido de divertido y de lo cual nos podemos reír un rato, estilo que personas como Jaime Bayle a contribuido a diseminar (y con el cual se ha ganado hasta cierta aceptación electoral). Necesitamos algo que nos de mayor profundidad y posibilidad de abordar con sentido de responsabilidad los temas claves que afectan a la gente y que, especialmente, lo discriminan y lo dejan fuera de toda posibilidad de poder realizarse como persona.

Nos aproximamos a procesos electorales que nos plantean ante todo el cómo queremos hacer para que nuestro país, nuestra región, nuestra provincia o distrito sean lugares en los que podamos vivir mejor y que ello sea pensado y hecho posible para todos sin distinción, especialmente tomando como referencia a los más débiles, a los más pobres. Los discursos y los rollos programáticos podrán tener sentido si ese esfuerzo esta presente de la manera más cuidadosa. Si, de paso, nos vamos convenciendo que llegar al gobierno no significa recibir un botín a modo de premio, donde “hacer obra” puede dar licencia para robar sin remordimiento. Donde el poco o mucho poder que se recibe le puede dar a uno la autoridad de mandar y hacer lo que le pueda venir en gana.

Seamos conscientes que son momentos importantes para procesar acciones intensivas de formación sobre propuestas diversas, para provocar acuerdos entre quienes son los candidatos, en procurarse una opinión bien o mejor informada, en saber involucrarse y participar en agrupaciones políticas o experiencias de campaña electoral; y así otros aspectos. Ojala ello se pueda traducir en configurar (y ayudar a configurar) opciones más sólidas para el país, tan carente de organizaciones y propuestas claras.

Por último, seamos conscientes que esta en juego nuestro ser cristiano. ¿Cómo seguimos a Cristo en la coyuntura que vivimos en el país y en lo que será el llamado “juego electoral”? No es gratuita la pregunta o la preocupación. No porque creamos que haya una sola manera o una forma más especial de encajar nuestro sentido cristiano, nada de eso. Pero si tenemos que ayudarnos a descubrir cómo podemos ser más fieles a Jesús en las cosas que hagamos y en la forma cómo pensemos las propuestas más justas para los diversos problemas que se nos pueden plantear entre manos. Discernir nuestro cristianismo desde las opciones más favorables a los más débiles y necesitados quizás sea lo que pueda inspirar mejor lo que nos corresponda ser y hacer políticamente. Siendo astutos frente a posturas contrarias a ello, obrando con sencillez (en cuanto sentido de servicio) y con esa alegría y esperanza que es fruto del amor profundo.

Guillermo Valera Moreno
10 de agosto de 2010 Sigue leyendo

Conflictos: lograr siempre salidas justas

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Los conflictos sociales en el país se han vuelto reiterativos como forma de expresión de situaciones que exigen atención del Estado, aunque no únicamente. También se pueden considerar una invitación a crecer en nuestra condición de ciudadanos que nos hacemos responsables de lo que sucede a nuestro alrededor. De buscar generar y asentar los mecanismos institucionales más adecuados para afrontar las demandas que se puedan plantear en torno a lograr una vida buena para todos y de la manera como en cada caso pueda ser el camino más justo.

Aunque no es nuevo que la gente se movilice para reclamar sus derechos, si podemos convenir que la población ha ido creciendo en conciencia de sus derechos y la creencia que los mecanismos establecidos a través del Estado pueden ser la forma de sostener una salida a sus dificultades y problemas. Ello puede generar el riesgo de creer que es “papá Estado” el llamado a resolverlo todo y quien tiene todas las soluciones del caso. Sin embargo, es importante que la descentralización y el incremento del manejo de recursos por muchas instancias de gobierno regional y municipal nos den la posibilidad de creer que somos una comunidad política (pequeña o más grande) en la cual se pueden resolver dichos problemas.

Es llamativo que lo principal de los conflictos (alrededor de la mitad en el país) provenga de temas socio – ambientales, los cuales pueden tener incidencia tanto en zonas rurales como urbanas. Hace tres o cuatro décadas los problemas que generaron más conflictos se podían situar en las movilizaciones campesinas por la tierra y fueron materia de cambios que se tradujeron en reformas del agro de diversa índole. Algo que se hace reiterativo en los conflictos es que, tanto en la actualidad como en décadas anteriores, coincide con sectores signados también por la pobreza. Sectores que defienden la posibilidad de condiciones de vida no sólo digna sino, muchas veces, de sobrevivencia, de mínimos.

Especialmente cuando hablamos de los conflictos socio – ambientales podemos, además, identificar el tema de las grandes inversiones en el país ya que nuestra economía es (o sigue siendo) principalmente extractiva y primario exportadora, muy centrada en minerales y recursos energéticos. Un asunto que es clave en ello es preguntarse: ¿si tanta cantidad de conflictos se centra en éstos sectores no será porque algo no esta funcionando adecuadamente? ¿No será que no se esta siendo justo en la distribución de las ganancias que se generan (o pueden generarse) con la extracción de los recursos en cuestión? ¿Una vez más no será que el mercado por sí solo es incapaz de dar las respuestas más justas a dichas situaciones?

Desde cuestiones de manejo institucional desde el Estado, como por ejemplo, que el Ministerio de Energía y Minas sea juez y parte en la aprobación de las condiciones socio – ambientales que se deben cubrir para que un proyecto de explotación se pueda ejecutar. Pasando por la actitud de las empresas de considerar “antimineros” (y adjetivos mayores) a todo el que cuestiona o reclama sus derechos en torno a las actividades en mención, buscando facilidades tributarias y tecnológicas que normalmente no se condicen con un sentido de equidad o distribución razonable. No sabiéndose ubicar el tema de la explotación de los recursos mineros dentro de lógicas más amplias de desarrollo integrado a las zonas donde dichos recursos se extraen y una mejor perspectiva de desarrollo como país.

Es cierto que los desafíos tocan también a la población local en cuanto a desarrollo de capacidades diversas. Como las de negociar en condiciones más simétricas con los interesados; el saber definir mejor las prioridades de inversión de los recursos que se puedan lograr; salir de los localismos que pueden ser engañosos respecto al uso y destino de los recursos (lo cual es responsabilidad compartida del Estado, la sociedad civil y los partidos políticos). Entre otras cosas, porque los derechos deben saberse entender siempre con los deberes que involucra y conducirnos a un sentido de lo político donde “todos nos hacemos responsables de todos”.

En medio de estas consideraciones, la preocupación principal será siempre el lograr salidas justas a los problemas poniendo siempre por delante la apuesta a mejores posibilidades de los más débiles y de los que poseen menos recursos. Junto a ello, procurando siempre que sea el diálogo lo que prime como criterio fundamental para llegar a acuerdos, siendo conscientes de que muchas veces las provocaciones a la violencia termina siendo inducida por el propio Estado o los grupos de poder económico involucrados en los problemas. Ya sea porque predomina la cultura de la imposición de quien tiene más poder, la corrupción, el burocratismo o la ausencia (o el no funcionamiento) del mismo Estado.

La búsqueda preventiva de todos los mecanismos de diálogo posibles para encarar los conflictos latentes o la construcción de mecanismos de diálogo para encarar los conflictos cuando ellos se presentan, es un camino muy importante en la institucionalización de nuestro país, tanto o más importante que el manejo transparente de los recursos y la participación de la población en las decisiones sobre cómo se invierten o ejecutan los mismos. La oportunidad que brindan las próximas elecciones (regionales, municipales y generales) en el país, podrían hacer avanzar en acuerdos con los distintos sectores políticos en juego.

Guillermo Valera Moreno Sigue leyendo

¿Hacia dónde puede ir nuestro país y economía?

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El próximo año, cuando se haya concluido el segundo gobierno del señor Alan García, se podrá decir que las cuestiones fundamentales de su gobierno fueron: (1) el haber mantenido el proceso democrático sin interrupción (se habrá concretado una nueva transferencia de poder, cuestión histórica para el caso de nuestro país); (2) el haber continuado una pauta de manejo económico bajo las reglas de mercado que aseguran la tranquilidad de los inversionistas (a pesar de que no se traduzca aún así para la mayoría de los hogares peruanos); (3) el haber elevado la inversión pública y descentralizada del Estado (lo cual no significa tener un norte claro de hacia dónde puede ir nuestro país, la economía o el proceso de regionalización).

Al menos esas tres cuestiones las podemos ver ya configuradas desde hoy, las cuales podrían ser muy bien las que cierren los broches de un gobierno signado por la estrella del “mal menor” con la que fue elegido y de la cual nunca se recuperó para intentar ir “más allá” de los intereses de los grandes grupos de poder económico y de intentar una acción más creativa que la de ser un buen guardián del llamado “perro del Hortelano”.

Puede sonar exagerado e injusto. Sin embargo, se podría estimar que más pesa en el interés del señor García su proyección hacia el 2016 que la de atender los temas claves que podrían ayudar a sentar bases significativas para lo que será la celebración del bicentenario de nuestra República (2021). No es posible alegrarnos de ser un país que tiene los niveles de desigualdad tan escandaloso como los que figuran en nuestras estadísticas; a pesar de haber venido creciendo económicamente y estar remontando paulatinamente, al menos desde los últimos tres gobiernos, el problema de la pobreza (estamos en 35%). Sin embargo, ese es un promedio que no se traduce de manera horizontal en la realidad de las zonas más abandonadas de nuestra patria que, en general, tienen que ver con las zonas rurales de nuestra sierra y selva, donde mantenemos niveles de pobreza de sumo escándalo (dos tercios o más del total de la población).

Tratar de diluir temas como el de la corrupción, los derechos humanos, los tributos, la seguridad ciudadana, la calidad educativa o los salarios de los trabajadores (por mencionar algunos de ellos), pareciera no ser propio de una política consistente. Intentar gobernar con actitudes del “criollo” que azuza temas para dar golpes al adversario y hacer reír a la platea no parece ser lo más aconsejable. Lo decimos porque, en su discurso del pasado 28, hubo varios temas que se les trató con dicha lógica, como, por ejemplo, cuando se refirió el señor García a los extremistas de la selva que serían muchas veces los mismos depredadores de los recursos de la amazonía (como se ve que se olvidó ya de lo sucedido en Bagua en junio del año pasado), o cuando se refirió al tráfico de tierras con los encargados de otorgar los títulos de propiedad (COFOPRI), donde se daba la impresión que las comunidades campesinas tendrían principal responsabilidad.

Peor aún, la mención del caso de los Petroaudios, donde solo se repitió la lavada de manos respecto al Poder Judicial, al cual, sin salvarle la responsabilidad que tiene en la sanción cabal de lo sucedido (ya casi dos años), no deja de ser un poco majadero el querernos hacer pensar que se trata de solo un problema judicial y no político, donde las responsabilidades llegaron al mismo presidente del país y lo único que nos ha enseñado al respecto es la habilidad de hacer de avestruz (escondiendo la cabeza del problema), mientras el tema cae en el olvido. Y ya podríamos haberlo olvidado un poco más si es que no se actualizaba el escándalo, debido en éste caso a pugnas internas en el Apra, cuestión que a servido para afectar las aspiraciones electorales del candidato Castillo para las próximas contiendas presidenciales.

Por eso y otros aspectos más, la aspiración tenida por varios de que el último mensaje presidencial de Alan García por Fiestas Patrias, fuera una ocasión para un “lúcido examen de conciencia nacional” (a decir del Padre Gustavo Gutiérrez) quedó bastante rezagado. No es sólo una crítica la que establecemos aquí, porque llama la atención que ni siquiera se haya sido coherente con las aspiraciones a mantener un curso democrático de conveniencia. Uno pensaría que lo mejor hubiera sido asumir una actitud modesta de reconocer los avances y límites de lo actuado en lo que va del gobierno, marcando una pauta de continuidad en lo que ha sido la década actual respecto a la que nos tocó vivir en la anterior (la década de los noventas), con lo cual se hubiera dejado el último año para entrar en una “cura de silencio”, como gesto de imparcialidad y sentido de estadista. Pero se ve que aún nos queda grande el saco de “estadista” (me refiero al actual presidente), habiendo aún muchos trueques de poder que se mantienen vigentes, ya sea por estilo o por miopía (es el caso de la alianza que el Apra muestra en forma reiterada con el Fujimorismo ¿por alguna razón en especial?).

Otro punto digno de mención es el tema del gas en el discurso presidencial, el cual desnudó las opciones más de fondo del actual gobierno y la intolerancia con que se han manejado de manera sistemática. Custión que se ha reiterado normalmente en buena parte de los conflictos que se le han presentado al gobierno en torno a grupos de inversión en el país, especialmente los relativos a actividades mineras y energéticas. En el Hemiciclo y en la propia secuencia del discurso presidencial, en vez de optarse por un tono conciliador y comprensivo de los desencuentros de intereses que se pueden plantear sobre ese y otros puntos, la lógica de la bancada Aprista fue tildar de “terroristas” a quienes expresaron un temperamento discordante. Nunca ha estado el Apra más distanciado del tono concertador de la que alguna vez hizo se gala con propuestas como la del “Congreso económico” o lo que pudo construirse en no hace más de una década con el llamado Acuerdo Nacional, del cual ya ni se hace memoria o valoración alguna.

El gobierno juega como quien se siente un equipo “fuerte” (sin serlo), aunque es cierto que no hay tampoco un rival sólido al frente (se podría decir que se siente como la selección de futbol de Alemania frente a una selección débil como podría ser la de Guatemala), lo cual en buena medida es también real, ya que seguimos sin un vertebrado sistema de partidos y la fragmentación política es lo que sigue y seguirá predominando en el curso político inmediato. Pese a todo, el presidente García no logra ir más allá del tercio de aprobación del país.

Tenemos desafíos grandes para adelante. Dentro de ellos, además de comprometernos con la vida pública de nuestro querido país, a todos nos corresponde también el seguir construyendo un Perú, con una clara determinación hacia un cambio cualitativo, tal como nos lo recordara el Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Miguel Cabrejos Vidarte, en su última comunicación pública (“NUESTRA PATRIA, EL PERÚ, ES UN DON”), sabiendo acoger a todos como Jesús, quien nos enseñó a acoger sin excluir a nadie, sabiendo ser mansos como palomas y astutos como serpientes, para saber actuar como corderos en medio de lobos.

Guillermo Valera M.
31 de julio de 2010 Sigue leyendo

Mejorar siempre el lugar donde vivimos

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Parece que fuera un continuo empezar, la forma como aprende a entenderse y a convivir cada individuo que nace, con las personas que le rodean. Empezando con sus propios padres (especialmente la madre), siguiendo con los hermanos y demás familiares cercanos, los vecinos y todos aquellos que irán tejiendo sus propias experiencias de manera más o menos directa (en la escuela, el ámbito religioso, el trabajo, etc.).

Pero todo ello se teje también en cada contexto en el que toda persona se aparece (nace) a la vida, lo cual esta marcado por una determinada manera de ver las cosas, una forma de vivir y de conseguir el sustento, una determinada normatividad que permite a la gente organizarse de una manera y no de otra. En general, esta marcado por una cultura y una institucionalidad que son propios a cada época y circunstancia que hace distinta también la historia de unos y de otros.

Lo anterior se podría complementar con los elementos que consideramos constitutivos a toda persona, todo lo que está presente en forma potencial en todo individuo, como son sus capacidades de amar, de ser libre, de tener fe y darle sentido a su vida, de relacionarse y ser solidario, de entendimiento y diálogo, de búsqueda y trascendencia, entre otros más que se podrían incluir. En razón de ellas se busca dar respuestas a una serie de interrogantes, descubrir nuevas pistas del conocimiento, ganar o reforzar posiciones de poder, o simplemente vehicular técnicas que nos faciliten mejor la vida que llevamos.

Claro está (aunque no para todos) que, en cada cultura, se ha desarrollado a su manera. Las hay quienes han “sobresalido” a lo largo de la historia, como es en particular la llamada “cultura occidental”; desde ella se han irradiado muchos aprendizajes y maneras de hacer las cosas, formas de pensar, creencias religiosas o de diverso tipo, la propia ciencia o la manera de aproximarse a la realidad a través de ella. Y tantas cosas que muchas veces las damos como sentido común y ya no las cuestionamos. Obviamente, lo que es sentido común de la vida de las personas no suele cuestionarse, a no ser que se den situaciones o razones específicas para ello; simplemente se vive con las cosas como “dadas”.

El asunto esta en que al irnos relacionando más cercanamente unos con otros y generar el proceso que hoy denominamos de “globalización”, hemos caído más en la cuenta de la interrelación que puede haber entre unos y otros, sea en la parte del mundo en que nos encontremos. Puesto que, si queremos “vivir bien” y aspirar a una “vida buena” para uno (algunos o para todos), cada vez es menos posible plantearla al margen de los demás y desconociendo al otro, porque su “realidad” también me afecta. Es más, como diría Kwame A. Aphia, recordando a su padre, sobre el sentido de ser ciudadano del mundo: “cualquiera fuera el lugar que eligiéramos para vivir –y, como ciudadanos del mundo, no cabía duda de que podríamos elegir cualquier lugar que nos recibiera- debiéramos procurar dejarlo ‘mejor de cómo lo hayan encontrado’.”

Esa interrelación a la que nos hemos referido, la podemos observar, por ejemplo, en el caso del tema climático. Si llueve o hace excesivo calor en una zona, en general, a todos nos afecta. Es cierto que quien tiene más recursos económicos le resultará más sencillo buscar paliativos o salir de un lugar e ir a otro para estar mejor. Pero no deja de ser cierto que, en ese nuevo lugar o en otros posibles, también se manifestarán los efectos del clima sin que lo podamos controlar del todo; y no dejaremos de sentir los efectos que se manifiestan para la generalidad de las personas (en una latitud u otra).

Esta también el caso, más en pequeño (o más en grande según se vea), de cuando se decide explotar una mina y los efectos nocivos que puede traer para el ecosistema local, ya sea por el uso excesivo (muchas veces irracional) de químicos para extraer los minerales (como suele ser el uso del mercurio para la extracción del oro); ya sea por el cambio de situación que se provoca localmente, por la pérdida de otros recursos, como por ejemplo, tierras cultivables, paisaje, agua, recursos maderables, entre otros. Ya sea por la presencia de los relaves mineros que se constituyen a partir de los desechos de las minas y que no devienen para nada en “materias biodegradables”, todo lo contrario.

En éstos casos de explotaciones mineras (o similares), la población local permanente y todos los que laboran propiamente en la mina, se verán afectados por el deterioro que se pueda provocar al medio ambiente durante el tiempo que dure la explotación de la mina en cuestión, incluido los técnicos, gerentes y, en algunos casos, los dueños de éstas (a todos éstos últimos, si viven localmente en la zona minera, aunque ello ya no suele ser así, normalmente viven en las grandes ciudades y dirigen desde allí sus actividades). Remarco de todos modos la idea que el deterioro del medio ambiente, ya sea en forma inmediata o por efecto de acumulación, termina afectándonos a todos.

Sin embargo, somos conscientes de que a todos no nos afecta o no nos beneficia por igual la serie de fenómenos o actividades económicas que realizamos. Ello ya lo sabemos desde hace muchos siglos y se explica en las distintas formas de imponerse unos a otros que han existido. Uno de sus mecanismos principales ha sido el ejercicio de la violencia, en sus diversas expresiones (la guerra por ejemplo); también por medio de otra serie de mecanismos como las creencias religiosas o los sistemas de ejercicio del poder político, los cuales han servido para un dominio de unos sobre otros y para la extracción del mayor beneficio, sin importar o presuponer vinculación entre una cosa y otra , o que la vida humana podía ser lo que estuviera por encima de todo y de todos (la de todos y no solo la de aquellos considerados “cercanos”).

No obstante, vamos cayendo en la cuenta de nuestras posibilidades y límites al aceptar que, quiérase o no, somos parte de una misma “aldea global”; metafóricamente podríamos decir que “somos parte de un mismo cuerpo”. Sin por ello caer en miradas “funcionalistas” de la problemática que nos acontece, se podría asumir que, si algo le sucede a mi pie, la mano no puede decir que “no le importa” por más alejado que esta se encuentre del primero; si algo le sucede a mi corazón, el cerebro no podría pensar que no le afecta, pues lo más probable es que el cerebro deje de ser irrigado de sangre y no pueda seguir funcionando; es más, todo el cuerpo moriría en una circunstancia así.

Guardando la distancia con el ejemplo, podríamos estar llegando a una emulación en el mundo en que vivimos, la misma que no pretende ser catastrofista, pero que nos invita a ser más conscientes de una serie de hechos, al menos mientras no podamos salir a vivir fuera del mundo, en otro planeta, cuestión que se ve como improbable en el corto o mediano plazo. Por cierto, nada sobre lo que nos estamos refiriendo se da mecánicamente ni guarda totalmente una relación de causa – efecto; sólo quiero afirmar la apreciación de que cada vez nos hacemos más interdependientes; ser en todo conscientes de que “estamos” obligados a “vivir juntos”. Por tanto, lo que puede ocurrir en “el otro” es algo que de hecho me interesa (o debiera serlo), más allá de qué tanto puedo ser solidario con él; casi por el simple hecho de que puede afectar mi propia sobrevivencia en el corto, mediano o largo plazo.

Guillermo Valera M.
30 julio de 2010 Sigue leyendo

Los Proyectos son una forma de organizar la vida social

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Cuando hablamos de lo que nos gustaría hacer en la vida normalmente lo referimos a cómo nos proyectamos o qué queremos proyectar desde la vida que llevamos. Hay que entender que no solamente se trata de una idea que quisiéramos plasmar en la realidad, sino que lo planteamos (o debiéramos hacerlo) desde cómo queremos vivir en adelante para alcanzar el o los propósitos que nos podemos trazar.

Sin embargo, cuando hablamos de proyectos de desarrollo o, más simple, de propuestas que queremos encaminar para alcanzar determinados objetivos, denominamos proyecto a una idea que nos gustaría concretar y que se acompaña de un costo determinado y algunas consideraciones de cómo realizarlo.

No es realmente difícil proponerse pensar cosas que serían útiles para organizar mejor o conseguir mejoras del medio o la realidad que nos rodea, especialmente si se trata de mejorar la vida de las personas. Claro, uno se puede plantear la realización de proyectos con fines lucrativos, con propósitos más sociales, sin fines económicos o con motivaciones humanitarias. En realidad, puede haber distintos horizontes que acompañen una labor de esta naturaleza y todas ellas pueden ser válidas.

De todos modos, queremos llamar la atención que hay ideas que pueden ser equívocas, especialmente, cuando pensamos en proyectos sin fines lucrativos. La primera es que muchas veces se piensa que uno hace un proyecto para “conseguir plata (fondos)”; esa idea esta muy extendida, sobretodo porque se ha vuelto en un mecanismo para acceder a fondos de cooperación externa (y otros), lo cual a terminado muchas veces haciendo perder de vista otros aspectos más importantes, como el hecho que un proyecto se piensa (o debiera hacerse) principalmente para ordenar y planificar mejor una actividad que uno busca desarrollar o que ya viene realizando.

El hecho de que en un proyecto se haga el esfuerzo de establecer un costo, un presupuesto, la forma cómo se vincula la idea a los recursos que se requiere para concretarla, no significa (o no debiera serlo) que todo proyecto se hace para conseguir dinero. Esa, como decimos, es una deformación que es necesario corregir, para recuperar mejor el sentido de “causa común”, propósito compartido, posibilidad de desarrollo en un sentido “público”.

Otras ideas distorsionadas es que los formatos y las exigencias de formulación y rendición de cuentas es lo más importante. Son importantes, pero pueden terminar siendo un obstáculo a la posibilidad de inversión y al flujo necesario de creatividad cuando se convierten en lo principal o en el sesgo que define todo lo demás. Nunca se debe perder de vista el contraste entre lo que puede aspirar o sentir la población como necesidad y su contexto socio-cultural, aunado a los aspectos técnicos que intervienen en darle soporte y sustento debido a las mismas. Conjugando un sentido participativo con las opciones técnicas y políticas que pueden corresponder a quienes lideran una iniciativa, la misma que siempre debe tener la posibilidad de ser sujeta de opinión y confrontada.

Hay otros aspectos que pueden ser engañosos como el hecho de que las propuestas son más adecuadas o sólidas mientras más “técnicas” se presentan. Ese es un factor que puede ser muy determinante para establecer, por ejemplo, la ingeniería de una construcción o el sustento organizativo de una actividad. Pero nada puede sustituir el sentido público de lo que se hace si lo que se busca es satisfacer necesidades sociales más amplias a las iniciativas que se planteen, por más privadas que pudieran haber sido en su origen.

Como se entenderá, es distinto proponerse hacer una casa habitación para la familia de uno que proponerse hacer una escuela o un club deportivo. En tanto se involucra en una esfera pública tiene que ser pasible de tratamiento abierto y compartido con la comunidad local. Por supuesto, también si se trata de un proyecto de explotación minera, por más que el empresario privado “arriesgue su plata”; y no sólo por cuestiones de impacto ambiental sino especialmente por cuestiones de “impacto poblacional”.

Guillermo Valera Moreno
26 de julio 2010 Sigue leyendo

Algunos puntos sobre lo conservador en la Iglesia y la necesidad de aceptarnos

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º Lo conservador en la Iglesia se suele identificar con aquellas tendencias que aprecian las tradiciones, las formas y una visión cultural muy signada por reminiscencias feudales y premodernas, criticando todo lo que se aproxima al racionalismo, la ilustración y el positivismo. Tiene a su favor el rescatar las tradiciones y la memoria, aunque muchas veces en estado “congelado” o centrada en unos pocos hechos ordenados con interés definido anteladamente.

Sin embargo, en lo político, lo conservador se le suele denominar a aquellas opiniones y posiciones de derecha, siendo contrarios a los cambios bruscos y favorables también a las tradiciones (muy amigos de “todo tiempo pasado fue mejor”); suele estar asociado al nacionalismo y al patriotismo (aunque éstos últimos pueden tener también expresiones de izquierda, como se da en el caso del Partido Nacionalista de Humala).

En lo social, suelen defender valores familiares y religiosos, aunque muy signados por el valor de la propiedad como principio y sentido profundamente jerárquico y elitista. En lo económico, históricamente se les ha visto vinculados a posturas proteccionistas, en oposición al librecambismo económico, aunque esto último tendió a generar mixturas diversas. En países como el nuestro lo conservador estuvo arraigado en la propiedad de la tierra (el latifundio) y el gamonalismo.

º En un texto de Emilio Corbiere (“Opus Dei. El totalitarismo Católico”) se sitúa lo conservador, hablando a propósito de la experiencia de conformación del Opus Dei. Se le señala como una de aquellas tendencias que emergieron buscando oponerse a la presencia del marxismo y del comunismo en el mundo, especialmente entre las dos guerras mundiales habidas en el siglo XX (1917 – 1939). De hecho, en España se produjo una guerra civil entre Republicanos y Franquistas (1936-39) que marcó su experiencia. Así mismo, se le puede identificar con el antisemitismo que surgió en la Europa también de entreguerras, lo cual dio lugar al auge del nazismo y del fascismo.

De allí que posturas como el Opus Dei no llegaron a entender el valor y trascendencia que tuvo Vaticano II y la necesidad de superar el sentido confrontativo que trajo la guerra fría y la herencia de violencia vivida en las décadas previas. Peor aún, el surgimiento de corrientes como la Teología de la Liberación terminaron de asustar a sectores de Iglesia que vieron, de manera profundamente equívoca, la amenaza del comunismo y del marxismo dentro de la propia Iglesia. Eso y otros aspectos, conducirán al rechazo de todo lo que constituya un “aggiornamiento” de la iglesia. Todos nos hacemos a partir de las experiencias de vida que nos toca vivir, pero ¿no será posible el diálogo franco y cristológico dentro de la propia Iglesia?

º Mencionamos todo lo anterior porque no puede haber cuestiones más inútiles, en tiempos modernos y posmodernos, que competir por quien tiene el “verdadero Dios”, por intentar imponer a los demás lo que uno considera la verdadera forma de creer en Dios o de discernir las verdades rebeladas. Es cierto que, dentro de la Iglesia, lo conservador se cruza con otros puntos. Tomando como referencia a Guillermo Meléndez (“El Concilio Plenario y las Conferencias Generales del Episcopado de Amércia Latina y el Caribe”), se define lo conservador dentro de la Iglesia, como todo aquello vinculado con el proyecto de romanización y de restauración de la cristiandad colonial, haciéndose alusión al llamado Congreso de Viena (1814) y a la reunión de Obispos del Continente Americano que se dio en 1899.

Desde entonces, se constaba la situación de debilidad al interior de la Iglesia, señalada por la ignorancia religiosa del pueblo y la amenaza atribuida a los llamados enemigos de la fe (las élites políticas y económicas); se situaba como “errores de nuestro tiempo” al ateísmo, el materialismo, el evolucionismo, el panteísmo, el racionalismo, el naturalismo, el indiferentismo, el liberalismo, el positivismo, el protestantismo, entre otros; prácticamente, con excepción de lo “conservador” se condenaba todas las posturas de mayor efervescencia. Será lo que cultive diversas posturas “restauracionistas” y, posteriormente, expresiones de integrismo católico.

Es llamativo que el 1er CELAM (Río de Janeiro, 1955) constatara los mismos problemas de fondo que los vistos en el anterior medio siglo, así como parecidas soluciones. Sin embargo, los cambios producidos en el mundo (explosión demográfica, migraciones, procesos de modernización, etc.) no se tomarán muy en cuenta; dado que todavía el mundo no se valora como lugar de acción. Se verá como lo fundamental el ámbito de lo sacramental, cuestión que será uno de los epicentros de la labor que muchos sectores de Iglesia seguirán defendiendo como el principal en la labor pastoral que realizan.

Lo que sí será una novedad en esa etapa, es que se procesa una reconciliación de los sectores conservadores con la Ilustración y el mundo moderno, buscando participar en el “orden establecido” y su respectiva “cuota de poder”. Ello tendrá como convergencia lo que se promueve y conoce como Nueva Cristiandad (NC).

A partir de cambios sociales y políticos que se van operando en AL (por ejemplo, la revolución Cubana), se abrirán otros caminos, ya fuera de parte de gente vinculada a la Acción Católica o de procesos de reflexión y compromiso vinculados a la Teología de la Liberación, conduciendo a propósitos de “nueva evangelización” desde la realidad de los pobres.

Volver sobre esos hechos (como otros) y dialogar al interior de la Iglesia sobre el sentido profético de su presencia en el mundo y la necesidad de poner al centro la gran novedad que fue (y sigue siendo) Jesús para nuestro tiempo; o la importancia de los más débiles en su mirada y acción ¿no nos abre (o nos puede abrir) a nuevas posibilidades de integración y sentido eclesial y cristológico?

Volveremos sobre éstos puntos, ojala sin un sentido escéptico y más bien de mayor apertura. Puede parecer ingenuo pero así como es necesario el diálogo interreligioso a nivel externo con otras religiones, necesitamos de un diálogo intraeclesial sobre cuestiones sustantivas y prácticas, al estilo de si es el hombre para el sábado o el sábado para el hombre, o para discernir juntos quién es nuestro prójimo ¿sólo el Samaritano?

Guillermo Valera Moreno
19 de julio 2010
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Ser testimonio de vida ética y esperanzadora

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Curso: Una Iglesia abogada de los pobres: Responsabilidad política del Laico (a) 2010 – 3er. día
Fe y Política: “Ser testimonio de vida ética y esperanzadora”

La reflexión que se puede plantear sobre fe y política es muy amplia pero nunca puede escapar a la relación que tiene ésta con nuestro ser cristiano, nuestro seguimiento de Jesús. Así fue como abordó el tema Rolando Ames, quien nos invitó a recordar que la preocupación por todas las personas y lo que nos rodea es fundamental a todo cristiano.

A la luz de ello nos recordó la importancia de formarnos como testigos fieles. De recuperar los escritos y mensajes oficiales de la Iglesia; no por un afán de erudición o de proselitismo cristiano, sino por su mensaje de humanidad y de respeto por el otro y por la creación toda, lo cual resulta hoy contracultural para el mundo mercantilizado que predomina y los valores del dinero, el individualismo y similares que condicionan nuestra forma de vivir.

Se llamó a, desde una vivencia de fe, saber leer la realidad, ampliar horizontes, vivir la caridad en la verdad, madurar nuestra libertad, afianzar la dignidad de las personas. Traduciendo nuestra inteligencia de la fe en inteligencia de la realidad. Poniendo de realce la solidaridad, la construcción de la fraternidad, la misma que no se puede alcanzar si no se interviene en los asuntos sociales y políticos.

ººººº

De allí pasamos a un trabajo de grupos (hubo 7 en total) donde nos interrogamos acerca de:
(1) ¿Cómo hacemos para que la política tenga sentido para la gente (y para nosotros)?
(2) ¿De qué gestos podemos valernos para encaminar procesos creativos y movilizadores, revalorando lo político y el sentido ético que tiene ésta (estrategias, desafíos)?

Sobre cómo hacer para que la política tenga sentido, se indicó:

º Plantear el tema como punto de agenda a todo nivel, para motivar la reflexión.
º Dar prioridad a la formación y al desarrollo de capacidades, considerarlo como una inversión. En especial la formación política; teniendo presente la situación de los gobiernos y la realidad de los partidos en nuestro país, para no repetir lo mismo. Promover escuelas de líderes (cómo ser dirigente, voluntad concertadora, ética, solidaridad, eficiencia y respuesta oportuna, confianza).
º Educar en el verdadero sentido de la política: En cuanto bien común y lo que cada uno tiene que aportar. Voto consciente en las elecciones. Considerar que todos hacemos política desde lo cotidiano. Nuestra condición de ciudadanos. Establecer propuestas y proyectos con objetivos comunes de desarrollo humano.
º Ser coherentes. Asumir nuestras responsabilidades como cristianos y ciudadanos. Promoviendo espacios de reflexión, análisis y acción en la vida cotidiana. Saber comprometernos en los partidos políticos y en instancias de la sociedad civil.
º Dar a conocer la realidad en que estamos viviendo, sabiendo identificar las necesidades de la gente. Desafiándonos a ser parte del desarrollo de nuestra localidad; siendo positivos; aportando soluciones y haciendo propuestas técnicas.
º Emitir opinión y saber tener voz, especialmente en los tiempos electorales que se vienen.
º Involucrar a los jóvenes en los diversos espacios de participación social, política, artística (dibujo animado, teatro, música, etc.) y virtual (blogs, Factbook, twiter, etc.).
º Desde los movimientos laicales tenemos que animar a otros movimientos hermanos para que se involucren en los espacios de participación política.

Sobre gestos y desafíos se señaló lo siguiente:

º Ser testimonio de vida ética y esperanzadora. Asumir un discurso creativo que invite a la participación política y a la configuración de nuevos horizontes de sentido y de utopía.
º Formarnos: Incorporar la preocupación ética en todos los procesos. Formar líderes. Incidir en la conciencia política de los grupos parroquiales. Ser dirigente no significa necesariamente ser la cabeza (aprender a serlo desde toda ubicación). Saber organizar mejor nuestros tiempos, saliendo del pragmatismo y del individualismo. Revalorizar lo colectivo, lo político y el cambio; organizar redes de formación y acción política.
º Con la sociedad civil y política: generar reuniones masivas de reflexión y movilización, levantando temas claves, como son la dignidad de la persona, institucionalidad (lucha anticorrupción), solidaridad (fraternidad), diversidad, diálogo, reconciliación (CVR), Poder Judicial (digno, transparente y eficaz). Incorporar el arte de manera más activa (canto, baile, conciertos, artesanías, etc.).
º Dar la debida importancia a la política: (a) Como búsqueda del bien común. (b) Como relación entre fe y política. (c) Tomando en cuenta lo que se va construyendo desde los excluidos. Vincularse creativamente a la base y no quedarse en las élites. (d) Participación como laicos en distintos espacios (redes políticas y sociales).
º Promover en centros educativos: participación activa de los jóvenes en la problemática nacional; conciencia crítica; formación cívica y compromiso de los educadores.
º Tener una mayor comunicación entre los movimientos y emitir pronunciamientos sobre actos “injustos”; mayor presencia en los medios de comunicación (incidencia, uso de tecnologías, medios alternativos).

ººººº

Tras la presentación de los puntos mencionados, Rolando Ames intervino para puntualizar o remarcar algunos aspectos. Se resaltó la importancia del testimonio personal para llegar a otros y hacerse creíble. La necesidad de formación para aprender a procesar una serie de temas y aspectos de la iglesia y sus documentos, ayudando a abrir mejor nuestras puertas.

Es importante aprender lo que es la política hoy en nuestro medio, de tal forma que sepamos procesar mejor las experiencias que se vayan generando y saber cómo abordarlas. Ser consciente de los grupos de poder con los que se tiene que lidiar, la sociedad más compleja que existe hoy, el nadar contra la corriente. Sin embargo, nuestro cristianismo nos brinda una serie de claves significativas para humanizar el mundo, la vida y la propia política. Podemos hacer que la desconfianza y la pérdida de valores tengan formas de recomponerse y darnos sentido de esperanza.

Valorar lo que somos y hacemos, empezando por el enorme significado que tiene el contar con una Mesa de Movimientos Laicales; saber utilizar nuestros tiempos y hacerlos productivos; tener cuidado en no caer en la rutina que nos desgasta y desanima. Ser creativos y abiertos a la novedad, buscando encaminarla, sin improvisaciones, preparando adecuadamente las cosas.

ººººº

Finalmente, concluimos con una oración de acción de gracias, comprometiéndonos a crecer en la política como valoración profunda de la dignidad de la persona humana; sentido de servicio; diálogo; opción y cercanía a los marginados; lucha por la justicia y la paz; solidaridad; construcción del bien común.

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González Prada, los liberales y la religión

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º En el Perú hemos tenido diversos críticos de nuestra política. Uno de ellos, Manuel González Prada, tuvo mucha agudeza sobre los que fungieron de liberales en nuestra historia pasada (siglo XIX). Él, por ejemplo, denunció el contrabando que se hace con el término de “liberal”, en el cual se incluía casi de todo, cuando no debiera estar ni “el revolucionario de buena ley” ni los parlamentarios “defensores del vetusto régimen económico y social” (de entonces).

En sus “Horas de Lucha” afirmaba que los que se hacen llamar liberales en realidad eran “conservadores de nueva especie”, abrumando de leyes e impuestos a favor del Estado. En el caso de las naciones católicas, identificaba que el conservadurismo se expresaba en su relación con los asuntos religiosos, porque solían ser intolerantes con otras religiones, dejan la educación en manos de las congregaciones religiosas y no se atreven a hablar de secularismo en las leyes. Un espíritu reformador, para él, suponía “herir los intereses de la Religión Católica”; en ese sentido coincidirá con la aseveración de que “un liberal no puede ser católico ni un católico puede ser liberal”.

º MGP no concibe un liberalismo “rociado con agua bendita”; los ve como oportunistas, equidistantes entre “avanzados y retrógrados”. Según su conveniencia, son conciliatorios (si se inclinan a los conservadores) o revolucionarios (si se inclinan a los radicales). En cambio, el ciudadano liberal tendría que ser libre de la religión y del tutelaje del Estado. Denunciará la triada de Estado – Iglesia – capital. “No es de extrañar que el Estado sin alma y el capital sin Dios combatan por la Iglesia espiritual y deísta: (porque) al defenderla, se defienden”.

Hay que recordar también que hubo un llamado Partido Liberal (1900), el cual fue una escisión del Partido Liberal Democrático; tenían aire de bravucones pero padecían de “anemia cerebral”; pese a su programa radical y atrevido (en lo financiero) solo llegaron a ser “bandas de allegados heterogéneos y egoístas”, sin ideas. MGP los tratará de electoreros, “demócratas larvados” y consagrados a “una marcha en zigzag”, amigos del “fin justifica los medios”; no son sinceros en sus actos y los identifica con la doblez, concluyendo que tenemos un “Partido Liberal sin liberales”.

º De otro lado, Jeffrey Klaiber en “Religión y revolución en el Perú (1824 – 1988)”, señala que los liberales tuvieron el propósito de separar al país de su pasado colonial, declarándole la guerra al caudillismo, el despotismo y a una Iglesia llena de privilegios. Fueron una mezcla; de ideas y religión muy conservadora. La tesis sobre los liberales es que se identifican con ideales utópicos, pese a que en lo religioso “fueron estrictamente ideológicos, es decir, conservadores”. Por tanto, su anticlericalismo fue “relativamente suave” y no cuajó como una “causa popular”; incluso, en el Congreso de 1822 votaron a favor de la unión Iglesia – Estado. Cuando se acentuó el anticlericalismo, el clero se hizo conservador.

º Los liberales de entonces, se basaron en diversos mitos, como el de la “Iglesia primitiva” (para justificar sus propuestas reformistas) o la creencia deísta de la religión natural (aceptación de una sola religión basada en la ley natural). Basadre mencionará que “el liberalismo fue una ilusión que intentó promover reformas y cambios por la fuerza de las ideas solas. (Pero) Los liberales estaban poco preparados para comprender y tratar las profundas desigualdades sociales que todavía ataban al Perú y su pasado colonial.”

De todos modos, supieron distinguir entre la Iglesia sencilla fundada por Jesús y la Iglesia – Estado del catolicismo romano; entre religión institucionalizada y el instinto religioso mismo; entre los órdenes temporales y espirituales. Pero todos la ubicaban como una fuerza que servía para mantener el statu quo; nunca llegó a convertirse en una utopía, anunciando un nuevo orden.

º Sobre G. Prada Klaiber menciona que sería la conciencia social del Perú, desde el término de la guerra con Chile hasta su muerte (1918), abogando por la liberación de toda influencia eclesiástica respecto al Estado, la educación y la sociedad en su conjunto; la consideró como el freno principal al progreso de Perú (“innecesarios y perniciosos”). Quiso popularizar su fe en la ciencia y el progreso entre la gente común y corriente, inclinándose hacia un anarquismo individualista (libertad ilimitada y abolición del Estado y la propiedad individual).

Como ya se mencionó, atacaría a los liberales por estar muy unidos a la sacristía y ser inconsecuentes en su anticlericalismo; MGP creía que para hacer cambios en el país había que ir en contra de la Iglesia; señala, por ejemplo, que el verdadero problema de la mujer es la tutela de la Iglesia y la autocracia del esposo. Más en general, él favoreció la liberación de los indios de la explotación social y económica; denunció el republicanismo como dominación de una élite de oligarcas; subordinará la importancia de la educación a una necesaria distribución de la tierra.

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Hay que dar lo mejor de cada uno

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Hay que dar lo mejor de cada uno
A propósito del curso “Una Iglesia abogada de los pobres: Responsabilidad política del laico(a)” – Mesa de Movimientos Laicales

Tratando de imitar, como discípulos que somos, la pedagogía de Jesús, hace cinco años nos congregamos, reflexionamos, nos formamos, determinamos algunas acciones para responder a nuestra realidad e invitamos a otros a compartir todo ello. Es así que algunos movimientos como la CVX, el MPC, la UNEC y EDOP iniciamos un curso anual cuya preocupación central ha sido el impulso de una Iglesia laical en nuestro Perú y el compromiso en construir una sociedad más humana.

En los años siguientes, se incorporan a la Mesa de Movimientos Laicales la CHC, MIAMSI, MTC y la JOC. Todos, movidos por una profunda búsqueda y esperanza, deseosos de fortalecernos y de tener mayor lucidez en la tarea evangelizadora, a la que nos sentimos llamados desde nuestra condición de discípulos de Jesús.

Es así que el año 2006 llevamos a cabo el curso “Bases para una Iglesia laical hoy en el Perú”. Como dijimos entonces, nuestra misión se orientaba a trabajar por un mundo de esperanzas y conflictos, en constante cambio. Queríamos ser fieles y evangélicos de manera creativa, discerniendo como Iglesia los signos de los tiempos. Nos propusimos hacernos responsables de edificar nuestra Iglesia, profundizando en los fundamentos de nuestra identidad laical.

En el año 2007 el objetivo general de nuestro curso fue profundizar en nuestra misión como discípulos y desde nuestra identidad laical, reconociendo en el mensaje y en la práctica de Jesús, la propuesta que anhelamos para nuestro tiempo. Encontramos a un Cristo que, en lo perfectamente humano, nos muestra lo perfectamente divino de la presencia del Padre. Esa vez abordamos el tema de “Bases para una Iglesia laical: La identidad del discípulo”.

A partir de éste curso decidimos profundizar sobre quiénes somos como MESA de Movimientos, qué queremos, qué hacemos y mecanismos de participación e integración, con la idea de tener más en claro nuestros objetivos comunes.

El año 2008 al Taller de Iglesia Laical lo denominamos “Laicos y Aparecida: desafíos”, buscando atender lo que fueron los resultados de la V Conferencia de los Obispos de América Latina (V Celam). Esta vez, la estructura del Taller tuvo una tónica distinta pues a las ponencias se incorporó otras herramientas de comunicación como fueron los cuenta cuentos, el vídeo, el teatro, intercambio de experiencias, la música y el canto.

Se buscó transmitir las preocupaciones de fondo recogidas en el documento de Aparecida, recogiendo un sentido conceptual, enfatizando en la opción preferencial por los pobres, la metodología del Ver – Juzgar – Actuar, el sentido de la misión en nuestra vida cristiana, el seguimiento de Jesús y la significación de los movimientos eclesiales de base, poniendo en juego nuestro rol como laicado.

El año pasado 2009, nuestras inquietudes nos llevaron a plantear como tema del curso “Transformar desde adentro: Los laicos ante un mundo en cambio”. Atendiendo los signos de los tiempos, identificamos algunas claves sobre los tiempos de cambio y de crisis que estamos viviendo: la necesidad que la población se organice de diferentes maneras y juegue un papel activo y crítico frente a las políticas del Estado; anunciar la esperanza y denunciar la injusticia, haciendo de nuestra vida un compromiso coherente, partir del evangelio y de Jesús para discernir, iluminar con la fe la realidad, para servir con firmeza y ternura; fortalecer la vida comunitaria y la Mesa de Movimientos Laicales con otros cristianos y no cristianos.

En el presente año 2010, tenemos un nuevo reto. En ese sentido, entre el 24 al 26 de mayo (6.30 pm a 9.00 pm), se tendrá una nueva versión del curso de formación sobre Iglesia Laical, centrado ésta vez en el tema de “Una Iglesia abogada de los pobres: Responsabilidad política del laico(a)”, el mismo que quiere invitarnos a compartir una visión de la Iglesia y la participación política de los laicos, desde los documentos de la Iglesia (Vaticano II, Christifideles laici y Aparecida); compartir y valorar experiencias laicales que nos motiven a nuevas entradas de compromiso y reflexionar y discernir sobre el papel de laico en la relación fe – política.

Será importante la presencia de todos. El curso nos dará pautas interesantes para nuestra formación y nuestra actividad como cristianos y ciudadanos. Del Perú y nuestra Iglesia todos somos responsables. Hagámonos cargo con lo mejor de cada uno.

Guillermo Valera M.
CVX – Mesa de Movimientos Laicales Sigue leyendo