Archivo del Autor: Guillermo Gabriel Valera Moreno

Evangelización y familia, un camino de fe

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Así como Jesús fue un ser humano como el común de los mortales, tenemos que aprender que el evangelio es posible de vivir por cada uno. Es posible amar y ser amado, por más errores o limitaciones que nos pueda haber tocado experimentar en el propio derrotero, porque amar siempre estará en la posibilidad de cada uno y, dejarse encontrar por el amor de Dios, será algo equivalente, siempre desde nuestra respectiva fe y crecimiento en ella.

Debemos convencernos que vivir desde el signo del amor y el horizonte del bien es posible. Es más, nos hace mejores personas y nos permite crecer en las diversas dimensiones de nuestra humanidad, tanto individualmente y como grupos de entorno en los que nos movemos y, por cierto, como sociedad. Con inteligencia podemos descubrir que es la mejor manera de vivir, pero nos negamos muchas veces a ello. Y siempre estaremos a tiempo de considerarlo.

Una dimensión para vivirlo es el de la familia. Podemos hablar de evangelización y familia o de un “evangelio de la familia”, como ya lo señalan algunos teólogos. Asumiendo a la familia desde la consideración de ser “célula básica de la sociedad”. Ello, porque se trata de algo fundamental que nos debiera llevar a situar condiciones de vida digna para toda persona y para construir sentidos de vida, seguridad y vida estable.

Sin embargo, sabemos que hay muchas limitaciones que atraviesan y disgregan a las familias. Desde los temas de migraciones diversas (muchas veces por dificultades económicas) o huida de un lugar a otro (caso de los refugiados políticos); las condiciones de miseria y pobreza de tantos; la situación de individualismo y consumismo que nos termina encerrando en pequeñas burbujas artificiales; la inestabilidad e inseguridad del mundo que nos ha tocado vivir, ya fuera por ser parte de fracasos en la formación de una familia o porque nos conduce al temor de formar nuevas familias.

Sin embargo, como razona un teólogo como Walter Kasper, estamos llamados a “vivir la fe de la Iglesia y dar testimonio de la belleza y la alegría de la fe vivida en el seno de la familia”. A buscar proclamar “la belleza y la alegría del evangelio de la familia” (El Evangelio de la familia. Sal Terrae, 2014). En ese mismo marco, se nos invita al “camino de la atenta escucha recíproca, del diálogo y de la oración”. Apuntando a lograr articular una sinfonía con todas las voces todas. A un conjunto armónico de las voces en la Iglesia. Justamente, en el camino ahora abierto del Sínodo de la familia que debe continuarse en el presente año.

Distinguiendo que es necesario abordar la dimensión de la familia como algo más enriquecedor y profundo, más que un propósito de reafirmar una doctrina sobre la familia. Necesitamos hacer vida de la familia a partir de los evangelios, de lo que hemos crecido, creído y vivido en la Iglesia. Como luz y fuerza de la vida que es Jesucristo. Porque desde la familia queremos ser una alegre noticia, luz y fuerza de la familia, y no situarnos con el sentimiento de una carga más, de una mochila ya pesada.

Entendido y fundamentado en la fe. Más aún, en tanto la familia es un sacramento gestado en el matrimonio; no como formalidad sino como hechura vinculante del compromiso de Dios con el mundo, reflejado desde cada uno de esos vínculos de amor y compromiso que se conjuga en cada pareja que decide hacerse familia.

Situándonos desde un horizonte amplio y como un camino de fe; fe que se arraiga en los fundamentos y totalidad del amor de Dios, revelado por Jesús. Por ese amor gratuito de Dios que es camino hacia la felicidad y que debemos hacer vida desde la experiencia de cada uno.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 15 de marzo de 2015

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La familia desde CVX, empezando un camino

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Siendo la vida de Jesús tan simple y sencilla como extraordinaria, llama la atención cómo no tomamos más atención sobre ella. Claro muchas veces nos acercamos a él como si se tratara de un ser superdotado, “semidios” o alguien no tan humano como el común de los mortales. Más aún, si al final reconocemos en él al hijo de Dios, ni más ni menos.

Sin embargo, estamos ante un ser humano como todos o todas, quien nació de mujer, en condiciones especiales de pobreza, y con la sospecha de que su madre (María) pudiera ser alguien que hubiera faltado a la fidelidad de su prometido (José), por la forma que engendra a su hijo. Cuestión que debió significar más de una tensión familiar y vecinal, y más de algún asedio.

Pues ese hecho tan extraordinario se origina en la anunciación que se hace a María de la extraordinaria posibilidad de que Dios se hiciera uno más de nosotros, de modo más directo, siéndolo de antemano (por la fe) todas las personas que hemos nacido y nos hemos desarrollado como seres humanos, pero confirmando su amor por la humanidad y su proximidad con nuestro mundo y su creación.

Ese hecho coincidentemente es la fecha, alrededor de la cual, la CVX celebra su día internacional cada 25 de marzo. Fecha que marca un hito en cómo se da lugar a ese misterio que se suele llamar de la “encarnación”, ese origen de la vida expresado en el proceso de hacerse la vida humana engendrada en el vientre de una mujer y que se hará “luz entre nosotros“ al cabo de nueve meses.

A la luz de ello, es muy significativo que podamos dedicar la siguiente celebración CVX con especial atención hacia la familia. De modo especial, para contemplar con apertura, compasión, respeto y sensibilidad la realidad de las familias en el mundo, su diversidad y singularidades. Haciéndonos conscientes de esas realidades, muy a partir de nuestra propia realidad familiar, la que fuera, la que nos ha tocado vivir y crecer en ella.

Sintiendo a nuestra propia familia como un regalo, incorporando en ello las dificultades que pudieran comprender, sin soslayar las limitaciones que pudiera también plantearnos. Pero con espíritu de humildad, apertura y gratitud, tal como se nos plantea en el Proyectos 161 (http://www.cvx-clc.net/l-sp/projects/Proyectos_161.pdf). Con esa actitud de compartir desde experiencias diversas, desde donde se pone en juego la gran apuesta del amor rebelado en Jesús.

Desde la familia, se nos invita a tener capacidad de cuidar a cada uno de los miembros de la familia; a saber dar testimonio de amor; a saber construir y compartir herramientas de apoyo a las diversas realidades de familias; a sabernos situar en el “tremendo desafío” que supone la familia como misión. Haciendo mejor conciencia de cómo nos acompañamos en las diversas situaciones que puedan acontecer, de modo particular en los momentos de desolación, desilusión o sentido de exclusión que podemos vivir desde la familia. Siendo conscientes y aceptando nuestra fragilidad y debilidad de nuestra propia experiencia de familia.

Valorando la dimensión de lo comunitario en la familia, la cual es ya una experiencia de comunidad en sí. Mejor aún si sus integrantes se hacen parte de una CVX de modo más explícito (o de cualesquiera experiencia comunitaria más allá del propio hogar). Promoviendo, en lo que se pueda, redes de acompañamiento y de apoyo mutuo, siendo especialmente generosos con los que pueden necesitar más de nosotros.

Sensibles y respetosos de las realidades diversas; teniendo conciencia que no estamos para juzgar la experiencia de terceros sino para buscar caminos juntos en la construcción del reino. En ello quedará siempre por trabajar aspectos más específicos, sobre cómo nos situamos o qué podemos hacer frente a realidades de familias difíciles, rotas o con otras complejidades.

Colaboremos desde el discernimiento, la alegría de compartir y el compromiso. De modo particular, escuchando, sabiendo escuchar al otro; intentando hacerlo a la manera de Dios.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 8 de marzo de 2015

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El amor en una de sus dimensiones

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Mamita, ¿te ayudo a que te levantes? ¿… te llevo al baño? ¿Qué te gustaría comer el día de hoy? En realidad las preguntas se pueden volver interminables según los casos y los requerimientos de cada caso. Pero es nuestra mamá (nuestro papá, u otro familiar) y debemos atenderla con cariño, mucha veces con rutina y sin obviar las pequeñas discusiones que se formulan en esa relación. Pero, es nuestra madre y necesita toda nuestra consideración…

Los años ya han pasado y la naturaleza se va haciendo frágil. Algunas personas son más fuertes que otras y pueden seguir con muy buena salud después de los 80. Sin embargo, es ya una gran proeza haber cruzado dicho umbral. En esa circunstancia, sólo queda la admiración por la vida de una persona, varón o mujer, quien nos puede brindar tantas lecciones de vida y quizás nos olvidamos con facilidad de ello.

Hablo de éstas cosas, consciente que ya va tocando la partida de muchas mamás en dicho umbral de vida, años más años menos. Por ejemplo, éstos días ha sucedido con un familiar muy cercano, la madre de mi concuñado Walter Paredes; también con un destacado integrante de mi promoción de colegio “Vizcardo 75”, Walter “Filin” Baca. Ambas, situaciones diferentes, pero sentidas por el mismo lado de tratarse de la partida de un ser tan cercano, como lo es una madre.

No sabemos cuándo nos tocará partir. Lo que es real es que algún día a todos nos toca. Por tanto, tiene que ser un momento que, ojala, todos pudiéramos encontrarle sentido y lo recibiéramos con la paz de una vida realizada (aunque también es cierto que para muchas personas la cosa se anticipa). Por instinto, siempre desearemos seguir viviendo, tanto uno mismo como nuestro entorno más apreciado (y que nos aprecia).

Algo que he ido descubriendo con el tiempo es lo importante de valorar a nuestros “viejitos/as”. Tanto por su condición de fragilidad que pudieran tener; el valor de su experiencia vivida; el descanso que con justicia les puede corresponder; cuántas cosas… El asunto es que por ello y porque valoramos la vida en sus más diversas circunstancias, nos hace pensar en lo fundamental que puede ser obrar con plena gratuidad con las personas “mayores” (digamos de 75, 80… o más años). Intentar darles lo mejor por el hecho mismo de haber llegado hasta donde están.

No es fácil. Pero creo que hay una regla que podría ayudar a ello. Puede no ser la única. Se trata de que hacia esas apreciadas personas mayores debiéramos siempre considerar lo que les puede hacer sentir bien. Ordenar nuestra relación, atención y toda consideración alrededor de lo que les puede hacer sentirse bien, siempre. No se trata de discutir con ellas quién tiene la razón sobre algo cuando entra un tema en controversia; simplemente hacerlas sentir bien asintiendo en lo que les puede agradar mejor y hacer bien. Con mayor razón mientras más limitaciones físicas o psicológicas pueda tener la persona en cuestión.

No dejar de consultarles sobre lo que está en sus manos decidir; ya sea porque está bien que mantengan decisión sobre cosas tan elementales como qué desean comer, qué programa de TV les puede resultar más grato (dejarles el control, en lo posible); salir (o llevarlos) a pasear de cuando en cuando (si es posible y les agrada), entre otros. No perder de vista que su manera de razonar las cosas que les afectan (como la limpieza de su habitación, el darse un baño refrescante, la ropa que se ponen, etc.) pueden ser temas muy significativos. Mejor si se trata de leer un libro, hacer un crucigrama, pintar, ver una película o tratar de temas vinculados a negocios o más, según los casos.

Puede parecer demasiado elemental lo que mencionamos. Pero la fragilidad de la vida nos va poniendo en el camino de poner los mejores medios para quienes pueden tener la circunstancia más desfavorable y buscar siempre hacer de su vida lo más grata posible, aceptando que se trata de ese sentido del amor más pleno que es el que se transmite en gratuidad, la más plena gratuidad. El mismo que lo podemos también vivir como correspondencia, como reciprocidad siempre querida.

Hay tantas cosas que podemos seguir deshojando. Todo nos remite nuevamente a ese amor siempre renovado en la gratuidad que hemos recibido y que hemos aprendido a transmitir. Derrotero en el que estamos llamados a seguir creciendo y a estar atentos y conscientes todo lo posible. Todo ello es parte de un misterio que, para quienes compartimos o tenemos una fe religiosa (cristiana), llamamos Dios.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 15 de febrero de 2015

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Un inmenso gracias, Javier!

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En las responsabilidades suele haber un principio y un final. Ello se da periódicamente en los cargos del Consejo Nacional CVX o de un Núcleo CVX. Con menos frecuencia, también se da en los roles de Asesor o Asistente Nacional CVX, como es el caso que toca hoy a nuestro querido Javier Uriarte sj. Después de 13 años, 5 asambleas nacionales y tres asambleas mundiales CVX, Javier cambia de espacio, deja esa dedicación especial que tuvo a la CVX Perú.

Por la solvencia que había adquirido en su desempeño de Asesor, nos hubiera gustado que continuase involucrado desde Jaén (Vicariato San Francisco Javier, al norte de Perú), su nuevo destino. Ya verá si el manejo de sus tiempos se lo permiten. Yo estoy seguro que sí, para dar forma a nuevas experiencias de CVX en zonas rurales (uno de esos sueños que mantiene) y, en aquella zona tan querida por él como es San Ignacio. Ya lo iremos viendo, aunque no será cosa breve ni inmediata.

Un inmenso gracias Javier por tu cariño y dedicación a la CVX en todo éste tiempo, donde no sólo te gozamos en Perú sino en algunos países de Latinoamérica, en especial Ecuador. Un inmenso gracias por tu manera de relacionarte, dejando siempre un sentido de libertad para obrar desde el discernimiento y el seguimiento de Jesús, construyendo siempre experiencias de comunidad en todos los niveles que era posible, convencido de la importancia de vivir la fe en comunidad, de hacernos “amigos en el Señor” desde la cercanía comunitaria, aunque siendo muy claro de no encerrarse en el “claustro” de la comunidad, porque intentamos vivir como comunidades para la misión, en misión y desde la misión.

Un inmenso gracias por tu cercanía, amistad, sentido afectuoso. Porque así queríamos hacer de la experiencia en CVX, sabiéndola limitada, imperfecta, necesitada aún en muchos aspectos de talladores. Pero creciendo en la experiencia, en la necesidad de la formación y de los ejercicios espirituales. Construyendo caminos diversos desde la diversidad de realidades que tocaba abarcar. Reconociendo historias de origen que se han logrado unir en un mismo tejido común.

En mi caso, junto con Javier, nos tocó compartir la reactivación del Consejo Nacional CVX, allá por el 2002, punto de partida de un proceso que se fue institucionalizando y alcanzando continuidad en el tiempo. Proceso que se ha mantenido hasta la actualidad y es cosa muy importante en una realidad como la nuestra, que ha tendido a ser más bien discontinua. Compartimos el Consejo CVX durante 7 años continuos, dentro del cual me tocó también asumir el rol de Presidente de CVX Perú. Qué buenas la experiencias de Ejercicios Espirituales como equipo de Consejo; gratas las reuniones del Consejo, discernidas desde la oración comunitaria; la experiencia de 2 asambleas mundiales que nos tocó compartir, tanto en Nairobi (Karibu!) en Kenia, como en Fátima (Portugal).

Ese buen gusto por el arte mostrado en tus aproximaciones diversas, haciendo uso de la música, la pintura, la fotografía y otros recursos para garantizar tan buenos ejercicios espirituales, algunos cursos o charlas o la visita de algún museo, como el recorrido que hicimos en Madrid, España, el cual culminó en ese almuerzo incluyendo arroz con calamar en su tinta. Fue una delicia como sabías pasar el rato, deseando no olvidar por cierto tu siesta de inicio de la tarde o el dormir temprano (relativamente, cuando se podía) para reponer el esfuerzo del día.

Realmente un honor haber compartido algunos tiempos, momentos, instantes… muy convergentes con el quehacer de nuestra querida CVX. Pero también por casa. Porque resultaba que siempre has sido muy amigo de Nila, mi esposa, porque resulta también la coincidencia que ella es de San Ignacio y fuiste en su momento su profesor, espiritual y director en ese colegio llamado Tito Cusi Yupanqui. Tu paso por casa no la olvidará nunca mi hijo Luis Fernando, con eso de su “risa de pendejo”, cosa que le provocaba más risa y empatía. Más recuerdo de ti en su vida.

Ahora volverás a estar cerca de San Ignacio, en el Seminario de Jaén. Una gran cosa para alguien tan cultivado en su espiritualidad y alguien tan solvente en procesos de formación y discernimiento. Ya habrá tiempo de que organices tandas de Ejercicios Espirituales en Jaén, para tener más motivo de visitarte y seguir aprovechando de tu sabiduría y don de formador. Sigue así, sigue adelante, sigue también con nosotros desde donde te toque estar.

Un gran abrazo, Guillermo.

Guillermo Valera Moreno
6 de febrero de 2015

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Recuerdos dignos para construir ciudadanía

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No recordaba con claridad la importancia de la fecha del 23 de febrero en el proceso político español. Leyendo a Javier Cercas en “Anatomía de un instante” volví a ser consciente de lo neurálgico que fue ese día en el año 1981, en el proceso de la transición del Franquismo español hacia la democracia monárquica. Recuerdo que en esos años yo estaba concluyendo la universidad y había vivido el proceso español con mucho interés.

Admirando los personajes que emergieron en ella, junto al Rey Juan Carlos, Adolfo Suarez (presidente del Gobierno), Felipe González (carismático líder del PSOE español) y otros más, quienes como Santiago Carrillo (líder del partido comunista) o Manuel Fraga (líder de la derecha española) pusieron su cuota de protagonismo en dicho acontecimiento que logró finalmente consolidarse.

Siempre me llamó la atención que personajes que cumplen roles tan delicados en una transición política, como el caso de Adolfo Suárez, después tuviese que verse obligado a dimitir y no lograse en una siguiente elección más que dos escaños en el parlamento. Guardando distancias, me traía el recuerdo de nuestro “señor de la transición” de la mafia del gobierno Fujimori – Montesinos, hacia una democracia más digna, como fue el presidente Valentín Paniagua, cuyo gobierno duró menos de un año y, después, ya no tuvo la confianza de la población en poner nuevamente los destinos del país en sus manos.

La política en ello es siempre algo extraña, porque no mide de la misma forma los hechos. Mejor dicho, la población no siempre aprecia de la mejor manera (que uno esperaría) a los políticos y la política que representan. De allí que Alan García, habiendo hecho un pésimo primer gobierno y habiendo estado denunciado por malos manejos en ese su gobierno, resultó elegido por segunda vez. Podríamos decir que, con cierta facilidad, se ha querido olvidar lo que fue la década corrupta del gobierno Fujimori – Montesinos.

En medio de ese tipo de marasmos, sin tener un sistema político consistente, mantenemos el riesgo permanente de que surjan una serie de políticos amateurs, con habilidades que sirven para colocarse bien e intentar ganar una elección, como ya nos ocurrió con Fujimori y Humala en los últimos 25 años. ¿Algo habremos aprendido? El asunto es que sin sistema de partidos y un riesgo alto (e inevitable) de amateurs en política, nos obliga a estar más atentos a lo que desde una sociedad civil más activa se puede influir y ayudar a organizar en política; del modo más directo que a cada quien le pueda corresponder; siendo muy conscientes de los roles que nos podemos (y debemos) dar en cada caso.

Entre otras cosas, para garantizar la continuidad y funcionamiento debido de nuestra democracia, apostando a que se consolide e institucionalice. También para construir ciudadanía desde los problemas y conflictos que más nos aquejan, tanto a los jóvenes (empleo, condiciones de trabajo, proyecto de vida); a los que padecen más la pobreza todavía existente (en sus distintas variantes, en especial, a las poblaciones indígenas); a las poblaciones que ven explotar sus recursos naturales y se benefician poco de ellos o son más directamente afectados por temas medioambientales. Desde problemas también cotidianos como la violencia familiar, la explotación del trabajo infantil y temas próximos como la trata de personas. O los temas del desprecio por el otro y el racismo.

Cuestiones que a todos nos debieran significar preocupación en buscar respuestas completas para toda la población y no sólo para segmentos de ella. Para entender de modo más completo y universal los problemas que nos han marcado en las últimas décadas en el país y la manera de ayudarnos a encontrarnos todos como parte de un mismo país. A veces pareciera que no es posible y que la convivencia es una tarea poco posible. Sin embargo, con fe y con medios adecuados, apostemos por ella. La podemos hacer posible, empezando por cada uno, por uno mismo.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 1 de febrero de 2015

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Inspirarnos en los fuegos artificiales

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Desprenderse de un ser querido es difícil, más aún si es un hijo e hija. Era lo que sentía a través de una vecina (Gloria Perales), quien despidiendo a su fallecido hijo Luis Alberto le decía “Con amor a quien amor nos dio, que Dios lo guarde en su gloria y nosotros en el corazón”. A sus más de noventa años, ella demostraba mucha entereza y ternura. Lo sentí de modo especial porque mi madre estuvo bastante mal después de la Navidad y tuvo que pasar por una operación urgente de extracción de la vesícula; felizmente pudo resistir… y va recuperándose. Hubo alguien de mi promoción de colegio que más bien tuvo que despedir a su madre.

Me detuve a leer el libro de un amigo que partió hace más de un año, el médico cajamarquino Juan Jave, “La opinión del último”, recolección de escritos informales de su blog, entre historietas y anécdotas de diversos momentos de su vida, en las cuales refleja su gusto por la vida y algunos momentos que siempre nos marcan de diverso modo. Me hacía pensar en lo importante de escribir y compartir impresiones diversas que terminan enriqueciéndonos, porque la vida está llena de diversas aristas y miradas de las cuales es bueno aprender.

De modo similar me hacía pensar la película “Le cochon de Gaza”, en la cual se hace una ironía sobre algunas creencias que podemos sobreestimar (por ejemplo, para quienes consideran impía la carne de cerdo), o las rivalidades que pueden distanciarnos y saber que podemos mirarnos distinto y convivir de otras maneras. Haciendo alusión muy directa al conflicto ya permanente entre Israelíes y Palestinos, desde lo cual se escenifica parte de un conflicto más amplio entre civilizaciones y religiones muy complejo, cuya arista más cruda es por hoy el llamado Estado Islámico. Sin embargo, la película nos desliza hacia un sueño de convivencia al que seguramente aspiran la mayoría de quienes pueblan dichas regiones, sobre todo si es verdad que amamos la paz, la justicia, el bien de todos y el amor, por lógica consecuencia de la predicación de Alá, Abrahám, Jesús y tantos predicadores de tiempos idos y posteriores. En ese sentido, ojalá el camino de reconciliación iniciado entre EE.UU. y Cuba sea verdad; nos hará mucho bien a todos.

Qué importante es considerar lo humano en cada ser humano y qué inconsecuentes somos en vivirlo cada día, a cada instante, porque nos supone renuncia, constancia, disposición, abajarse, humildad y grandeza, y tantos adjetivos que pueden quedar en sólo eso. Siendo en algunos aspectos un constante empezar y aprendizaje reiterado del que nunca terminamos de aprender y caminar. Pero allí tenemos que seguir y saber continuar con alegría y compromiso sencillo y voluntario.

Me ha llamado la atención que, pese a la prohibición de venta y quema de fuegos artificiales, especialmente los que suenan y revientan harto, creo que ha sido el año que con más luminosidad en los cielos limeños he podido apreciar; al menos 40 minutos de continuos, abundantes y coloridos (y por qué no, agradables) fuegos artificiales. Creo que ello es también un signo de que la economía peruana sigue mejorando, espero que no solo en Lima, sino también en todas las regiones, como también parece ser por los signos visibles de mayor inversión pública y privada, aunque no siempre con toda la equidad deseable.

Ojalá que esa luminosidad de los fuegos artificiales, más aún si es en una noche propicia, sea motivo de inspiración para hacer también razonable una solidaria distribución de la riqueza que se ha ido generando ya en varios años consecutivos. Y que no se haga a costa de derechos de las personas sino con un profundo respeto de los mismos, especialmente para los jóvenes y en temas tan vitales como la educación y el trabajo, que siempre debe ser decente y de calidad.

Empezamos el año con nuevas autoridades ediles y regionales. Que sea un ejercicio consciente para luchar por mejorar la política (y a los políticos), los gobiernos a todo nivel y deshacer más a tiempo las farsas diversas en las que con facilidad se deslizan algunos representantes, si los “dejamos solos”, si no mantenemos atención sobre cómo se hacen las cosas. No más organizaciones que se llaman “Manos Limpias” y terminan en secuelas de profunda corrupción (como en Chiclayo); no más “centralitas” en Ancash o a nivel del gobierno central… Más ciudadanía activa para que se haga obra en forma honesta y con creatividad.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 2 de enero de 2015

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Una navidad desde pequeños detalles

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Una navidad sobria, prepararme con ese propósito, ha sido la experiencia de estas semanas. Desde que medité en la necesidad de hacer un esfuerzo por “recuperar” un mejor sentido al hecho del nacimiento de Jesús, el sentido que realmente buscó tener y que con tanta facilidad lo diluimos y desperdiciamos como oportunidad para crecer en solidaridad, comunión y paz entre las personas. En hacernos un poco más humanos todos.

Y a todos nos cuesta. Porque no es fácil, por ejemplo, perdonar ofensas recibidas (de las pequeñas y las “grandes”), las que uno mismo profirió, aún sin darse cuenta (“sin querer queriendo”, como diría ese gran personaje que le tocó partir éste año, Roberto Gómez Bolaños). Revisar nuestras omisiones, porque siempre vamos apurados, nos falta tiempo, nuestras prioridades pasan por otros lados, no podemos detenernos nunca (o muy pocas veces) a escuchar debidamente o dejamos que otros hagan lo que quizás a mí me correspondería.

Seguramente porque nos creemos que todo lo que hacemos (o la mayor parte) se debe a mis grandes talentos y experiencia (y seguramente se tiene); vamos pensando que todo lo que se encamina es porque soy un gran organizador y se tiene un espíritu previsor (y mucho de ello será seguro realidad palpable). Incluso, todo lo bueno que nos ha resultado nuestros quehaceres podrían ser pensados como algo donde me siento imprescindible y me lleva a decirme “qué bueno soy”.

Sin negar necesariamente nada de lo afirmado, pocas veces somos conscientes de cómo confluyen una serie de factores, personas y situaciones que encaminan los hechos, sin negar el rol que cada quien juega en lo suyo. Dentro de ello, hay una fuerza especial, un espíritu y energía especial (la del amor) que siempre está intentando fluir y en el cual logramos confluir muchos hechos. Hacerlo consciente y vivirlo de modo consciente es muy importante para darnos profundidad en nuestra vida.

Por eso intentaba remitirme a hechos simples en mis vivencias pre-navideñas y de preparación a ella. Descubriendo, por ejemplo, que el nacimiento que más me ha impresionado y quedado grabado en éste tiempo, fue aquel hecho de papel craft (ese tipo de papel poco fino y de color marrón) que se compartió en la Eucaristía de cierre de año en CVX El Agustino; eran cuatro piezas (la virgen, san José, el niño Jesús y un ángel), hechos por Lucy (maestra de colegio) junto a sus alumnos y que nos lo compartieron en forma móvil y frágil (cambió de lugar dos veces durante la misa y varias veces se cayeron alguno de los personajes por el viento). Pero se trataba de un conjunto hermoso.

Un día en mi oficina de trabajo comentaba con la Sra. Berta (encargada de mantenimiento) que ella sería la Virgen María en ésta Navidad y poco menos que se asustó. ¿Por qué? Me peguntó sorprendida, y le dije porque usted tiene un hijo pequeño (menor a un año) y, por tanto, tendrá ocasión de tener en vivo el nacimiento en casa. Ella se sonrió y lo agradeció. Aunque también me dijo que no era la única. Por ejemplo, Martín (otro compañero de trabajo), también tenía un hijo de 9 meses. Y es cierto, todos quienes tienen la gracia de tener un hijo pequeño (en el tiempo que les corresponda) es ocasión de sentir en vivo, más cercanamente, el acontecimiento de la navidad.

En realidad, más que por los regalos que podamos ofrecer a nuestros niños y niñas en éste tiempo, tenemos que ofrecer la vida que nos ha sido dada. Con nuestro esfuerzo también y con el de otros. Pero sobre todo, agradecer que la vida nos ha sido dada, en las condiciones que nos correspondió, pero la hemos recibido. Y porque no depende de ningún niño o niña escoger el lugar donde nace, ello tiene que hacernos muy responsables de cómo nacen y crecen el conjunto de los niños y niñas que vienen al mundo. Hasta en ello, Jesús nos dio ejemplo, del modo como nació, pobre, en un pesebre improvisado, entre animales, quizás para recordarnos su cercanía y también amor por la naturaleza.

Por ejemplo, mi especial cariño por aquellos que deciden hacerse cargo de niños y niñas que no procrearon directamente, por la razón que fuera. Es el caso de mi hermana Margarita y su esposo Juan Carlos; es el caso de compañeros de comunidad como Mayte y Xavier; de otros tantos amigos que de diversas formas se han hecho cargo generosamente de vidas. Que me traen el recuerdo también de tantos orfanatorios, en especial el de Chulucanas y Huamanga (ambos he tenido la suerte de conocer de cerca en los últimos tiempos), así como de ese amigo que ya partió, Coqui Espino, quien trabajó por varios años (y durante el tiempo del conflicto armado interno) en el segundo de los mencionados, como psicólogo y comprometido en dicha causa.

Bueno, Feliz Navidad para todos, amigos y amigas.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 21 de diciembre de 2014

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Sentir esperanza

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Es interesante que un evento como la COP 20 se haya realizado en tiempos de adviento. No porque se afirme con ello el sentido de cristiandad presente en el mundo, lo cual está bastante lejos, sino porque nos da elementos para sentir, pensar y prepararnos a lo que será ese acontecimiento poco atendido que es el nacimiento de Jesús. Nacido entre pobres, con vida de pobre y muerto como bandolero repudiable.

Sin embargo, hablamos de la misma persona. Sí aquella que marco nuestra historia como pocas, al punto de dividir hasta la forma de situarnos en ella (antes de Cristo, después de Cristo). Reflexionar sobre la Tierra, el medio ambiente, el cambio climático, los diversos modos que afectan los cambios naturales (y no tan naturales) de los últimos 30 a 50 años. El tomar conciencia que recursos tan obvios como el agua, el aire saludable, la alimentación sana y otros, ya no están seguros en general.

Bueno, nunca estuvieron seguros para todos los seres humanos, de allí que siempre hemos tenido pobres “entre nosotros”, gente que puede literalmente morirse de hambre y no nos hace perder el sueño. Pero reuniones como la COP 20 nos trae un sentido bueno de esperanza, así como las diversas reuniones paralelas o complementarias que se han dado lugar, para reflexionar desde diversos ángulos sobre el cómo vivimos, cómo convivimos, cómo nos tenemos en cuenta entre humanos y, en tanto ello, cómo tomamos en cuenta la naturaleza y su cuidado fundamental. Cuestión que nos compete a todos, sin excepción ni posibilidad de huida.

Allí cabe lo que muchas veces nos decimos para tantas cosas y poco discernimos con consecuencias prácticas. Para que dichas preocupaciones las hagamos en conciencia y profundidad, de tal modo que “…lo que salga no sea otra cosa sino lo que el Señor quiere”, o quisiera de todos nosotros. Con aquella pregunta siempre de fondo, prestos y atentos, “a qué nos llama el Señor”. Tanto en el cuidado de nosotros como especie y en el cuidado de la naturaleza. Muy a propósito del próximo nacimiento de Jesús, creyendo que efectivamente en él nació el mismo Dios “hecho hombre” (¿nos lo creemos realmente? ¿Sacamos sus consecuencias vitales?).

Leía recientemente un texto de la ya pasada Congregación General 32 de los Jesuitas (realizada en el año 1974), muy emblemática porque allí se consolida y da mejor forma a su compromiso en la promoción de la justicia, el crecimiento de la fe y la marcha hacia el encuentro personal con Cristo. Entendiendo que todo ello constituye dimensiones constantes de su apostolado. Al cual todos estamos llamados, sin excepción, como forma de dar testimonio de nuestro seguimiento.

Claro, pensaba, entonces no se levantaban algunos temas con cierta fuerza como el mismo de ecología y medio ambiente o género; la globalización no era tan explícita como hoy la vivimos (no había internet). Sin embargo (y por ello mismo) resulta interesante revisar el camino vivido (desde allí como desde otras aproximaciones). Tanto lo que ha significado el compromiso por la justicia, “como nuestra aptitud para comunicar la verdad, que da sentido a este compromiso, y ayudar a los hombres, según el Evangelio, a encontrar a Cristo en el corazón de su vida” (CG32: 51-52).

Tenemos muchas cosas por las que sentir esperanza renovada en Jesús. La navidad que se viene tiene que ayudarnos a redoblar ese sentido y tantos más. En ese deseo de crecer en el amor y en hacer el bien por sobre todas las cosas. El cuidado de la naturaleza es parte de ello. Un abrazo a cada uno.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 11 de diciembre de 2014

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Cosas para el Adviento

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Me han conmovido varios hechos últimamente, como aquellas palabras de Paco Muguiro sj, ante la partida del compañero de camino, Bruno Revesz sj, recordando que “Si el Papa Francisco ha dicho que los pastores tenemos que oler a oveja, Bruno, siendo intelectual e investigador, ha olido a chicha de Catacaos, fermentada en las luchas, alegrías y esperanzas de sus campesinos y de la región Grau”. Sus más de 40 años en esa región norteña fueron de esas entregas que se espera de cada uno en lo que le corresponda. Gracias Bruno, por ese testimonio casi silencioso pero con tanto gusto y cariño, como debe ser.

Me hacía recordar la poesía que leyó Pilar Romaní (recientemente elegida presidente de CVX Perú), muy emocionada, sólo unos días antes, en la Eucaristía de cierre de la última asamblea nacional CVX (Comunidades de Vida Cristiana), referida al algarrobo, del cual se decía que “Bajo su sombra duerme su cansancio el campesino; de sus frutos comen el piajeno y el chilalo”, para concluir leyendo (Señor y Padre Nuestro) “Mantennos firmes para ser siempre para nuestros hermanos sombra que colme sus cansancios y fruto que alimente eternamente”.

Lectura que repetimos el viernes 28 último, en El Agustino, compartiendo lo que fue esa asamblea nacional y cómo se vivió desde sus delegados, desde las “mociones del espíritu” que fluyeron con distintos matices. En particular, David y Lucy compartieron una serie de hechos vividos a su manera y el significado para el proceso del Núcleo CVX local. Sentía que desde experiencias así uno puede dar mejor fe de lo trascendente, de esa presencia tan significativa que mueve a tantas personas porque da sentido a nuestras vidas. Tuvimos el gusto de estar acompañados por Juan Carlos Morante sj, actual Provincial jesuita. Como es tradición, todo ello se compartió con algunos sánguches y gaseosa que se fueron repartiendo al final, cerrando con una oración.

Creo que siempre es bueno que, al reunirnos, compartamos algo de alimento. Como Jesús solía hacerlo. También así lo vivimos hoy domingo, al iniciar el Adviento, en la Misa de la Mesa de Movimientos Laicales. Aunque he estado un poco ausente de sus reuniones en éste año, me di la posibilidad de estar en el pequeño retiro previo que hubo un par de horas antes de la Eucaristía. Un Luis Fernando Crespo nos habló con sentida ternura de lo que nos convocaba un retiro en adviento, para revisar lo realizado (en el año), para recuperar el sentido de la navidad, de mucha gratuidad en la forma cómo nace Jesús y se nos da a cada uno, a la humanidad; del hondo significado que tiene éste tiempo de espera y el saber traducirlo en sentido de esperanza, sabiendo ser huellas de Cristo con nuestras vidas, cada uno, cada comunidad, como Iglesia. Recuperando quizás el hecho de lo fundamental: ¿cómo Jesús es el centro de mi vida, le da centralidad a la vida de cada uno?

Y vino después una Eucaristía muy sentida, muy querida, sintiéndonos en nuestra casa (estábamos en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya). Y supimos reconocernos en ese esfuerzo de diversidad y complemento que somos las distintas comunidades y movimientos laicales, en ese aún limitado esfuerzo que es la Mesa que lo convoca, pero importante y necesario. Fue un momento de encuentro de variedad, de reconocernos con varios después de algún tiempo, de sentirnos parte y confraternizar.

Invitados a saber salir de nuestros pequeños (o grandes) enclaustramientos, seguridades, rutinas y acostumbramientos. Para poder avanzar, preguntándonos siempre ¿a qué nos llama el Señor? ¿Por dónde me / nos toca avanzar? Se recogió también lo realizado en el año, de modo especial, el curso realizado en torno a la Exhortación Apostólica “La alegría del evangelio” y lo avanzado en torno a la importante y necesaria formación de acompañantes para nuestras organizaciones.

Hay tantas cosas de las que hablar y compartir. Estemos atentos, pongamos mejor atención a lo que nos acontece y cómo Dios va actuando, el amor y el bien van actuando en la vida que nos transcurre. Y como ello actúa y es posible que actúe a través de cada uno.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 30 de noviembre de 2014

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Y dejamos que el Espíritu obrara en nosotros

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Todos nos llevamos un susto, cuando se produjo ese temblor el viernes 14, al finalizar la tarde, con un ruido bastante grande que parecía otra cosa. Felizmente no pasó a mayores y cundió la calma y algunas sonrisas nerviosas, ¿habría nuevas réplicas? Ya no se producirían y, después de la cena, ya nos habíamos olvidado del tema, ingresando de lleno a la asamblea nacional de nuestra CVX.

Fueron jornadas largas las que nos dimos en el tratamiento de lo previsto como agenda. Los informes de los núcleos CVX nos llevaron hasta la media noche, como también fue cosa parecida la segunda noche con el karaoke y algo de baile que se armó, un compartir ya tradicional en las asambleas, de integración, distención y muestra de otras habilidades de algunos (no faltaron algunos destacados solistas o coristas).

Si algo podemos decir que marcó la asamblea fue un sentido de mayor madurez y equilibrio en nuestra CVX, reflejada en los distintos momentos que fuimos desarrollando. Empezando por la preparación, lo cual permitió rumiar con cierto detenimiento la agenda de la asamblea y detenerse a meditar sobre los contenidos más pertinentes; por ejemplo, hubo el interés de dar espacio al tema de liderazgo y la propia situación del país e iglesia, además de otros aspectos como la Misión y la labor con los jóvenes que se ha venido avanzando.

En correspondencia a las asambleas mundiales, se introdujo la idea de un acompañante espiritual en la asamblea, para lo cual se invitó a Luisa Broggi (la “Gringa”) a servirnos de hilo conductor y espiritual de la misma, dándonos la pausa necesaria en el tratamiento de los temas y modulando el proceso. Por ejemplo, fue muy pertinente ese espacio de oración personal que se introdujo al final de la tarde del segundo día, para volver sobre cada uno y su núcleo CVX, intentando procesar mejor todo el flujo de información habida previamente y sobre lo que el Señor podía estar pidiéndonos como comunidad nacional.

Para esto, se había pasado por distintos aspectos que nos resonaban, como continuar profundizando en el proceso de integración de nuestra vida ordinaria, con nuestra vocación CVX – ignaciana, laical y comunitaria. La importancia de hacernos corresponsables desde cada núcleo CVX con lo que significa el gobierno de la CVX a través del Consejo Nacional. Se vio que el camino de CVX pasa por un proceso de conversión personal y de cada comunidad; aprovechando mejor los recursos ya existentes, tanto para la formación como para nuestras comunicaciones, asentando también el principio del auto sostenimiento.

Sobre liderazgo, con Walter Aguilar, nos habíamos detenido en cosas como “hacer que la vida se nos complique maravillosamente, viviendo la hermosa experiencia de ser pueblo”, recogiendo ese llamado del Papa Francisco a “salir” de nuestros encierros, estructuras o rutinas, saber ir al encuentro. La importancia del autoconocimiento y el discernimiento, como seres en proceso, para dar pasos en nuestro crecimiento personal; lo fundamental de comprender el entorno, el contexto, para proyectar una visión adecuada (horizontes), así como el saber ponernos metas y aspiraciones, generando compromiso. Situando los rasgos del amor, el heroísmo y el ingenio como cualidades que a cada uno se le invitaba a revisar y desarrollar.

Después, con Carlos Lecaros, tuvimos un baño de contexto. Muy importante, llamándonos a considerar siempre lo que hacemos y lo que dejamos de hacer. Porque ambos influyen sobre la realidad de la que formamos parte. ¿Cuántos podemos decir que “olemos a oveja”? Recordó de modo especial el 25 aniversario del asesinato de 6 jesuitas (y dos mujeres) en el recinto de la universidad donde se alojaban en El Salvador, como algunos años antes había sido también el fatal asesinato de Monseñor Oscar Romero, cuando oficiaba la Eucaristía. Todo ello, para reflexionar sobre qué nos dicen hoy esos hechos y muchos más que siguen atravesando nuestro contexto, a modo de exclusión, pobreza, racismo, destrucción indiscriminada de la naturaleza, poco sentido de país, corrupción narcotráfico y tantos otros males. Para concluir con un sentido de esperanza, en el que todos debemos reconocernos y sentirnos llamados a realizar con perseverancia y valentía.

Se profundizó el sentido de nuestra misión en CVX, considerando que ella no puede tomarse como un apéndice o simplemente como una actividad más, ya que debe abarcar nuestra vida toda. Porque nos conduce a vivirla como algo que ya no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme; debemos considerar que cada uno es una misión en el mundo que nos ha tocado vivir. Dios nos llama a la vida y a compartir la vida con alegría; pues debemos sacar las consecuencias de ello. Realmente para qué soy (somos) CVX, para qué nos llama la CVX. Saber confiar en el otro (los otros), es saber confiar en Dios. Estamos llamados a saber encarnar la justicia en favor de los pobres y excluidos; a formarnos adecuadamente, a saber adaptar nuestras estructuras en razón de ello, a cultivar una colaboración significativa entre CVX y Compañía de Jesús, a darnos un sello espiritual desde el seguimiento de Jesús y el discernimiento, desde una vida orada y comprometida, como “contemplativos en la acción”.

Jóvenes como María Jesús Alfaro nos llenaron de ilusión, narrándonos su experiencia de la asamblea nacional de jóvenes en CVX, con cifras como que eran 179 integrantes y 21 comunidades de jóvenes. Con el propósito de trabajar con los mismos jóvenes como prioridad, en su formación y crecimiento espiritual, en el desarrollo de redes descentralizadas y un equipo central que pudiera alimentar su proyección. Recordamos también con el Consejo CVX la asamblea mundial CVX de Beirut (2013), la cual nos hizo sensibles a recoger mejor la vida cotidiana como centro de nuestra misión, desde la que encaminamos un sentido coherente de fe y vida; así también, desde donde podemos proyectar acciones mayores como la ecología, la familia, la pobreza o los jóvenes, en tanto fronteras sensibles a nuestro llamado de compartir y misión más específica. Se insistió en tener siempre presente el DEAE (Discernir – Enviar – Acompañar – Evaluar) desde cada ámbito comunitario, en tanto herramienta que nos ayude a situarnos mejor en el seguimiento a Jesús.

La última mañana nos detuvimos a orar que somos la prolongación del amor de Dios y llamados a vivir una vida en misión centrada en Cristo. Se tejieron muchas recomendaciones para el nuevo Consejo que se elegiría, destacando la importancia del espacio comunitario en nuestro quehacer CVX, de cuidarlo como algo clave y de valernos de herramientas diversas (como la revisión de vida y los ejercicios espirituales) para crecer y darle mayor sentido compartido y de misión. Lo necesario de atender los procesos de formación de cada uno de los integrantes, desde la responsabilidad y llamado de cada uno, viendo cómo se podría retomar la formación también de guías. En cuanto a la misión se percibió la labor con los jóvenes como algo de mucha prioridad y necesidad, fortaleciendo lo avanzado hasta la fecha, sin que ello fuera algo excluyente de otras iniciativas, aunque a tener muy presente desde cada comunidad. Hubo otros aspectos mencionados como el saber darnos espacios de celebración, aprovechar mejor las herramientas de internet y estar más atentos a los procesos de cada núcleo CVX y la gestión de sus propios recursos y necesidades.

La elección del nuevo Consejo CVX fue muy especial. Notamos cómo se iba moviendo el espíritu en el curso de la asamblea y, con flexibilidad adecuada, se fue acomodando un desenlace que nos alegró a todos, no sin dejar de mencionar que la disponibilidad para los cargos sigue siendo algo que debemos atender más desde la responsabilidad de cada Núcleo, aceptando que son también parte de nuestras limitaciones y proceso. Resueltas algunas tensiones que se generaron, por la vía del discernimiento y diálogo de cada núcleo, arribamos a una votación cargo por cargo, donde Pilar Romaní se constituyó en la nueva Presidente de CVX Perú. Acompañada de Maura, Ledda, Mercedes y Carit, además de Javier Uriarte SJ como asistente. Concluimos con una Eucaristía muy consolada y de acción de gracias.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 2 de noviembre de 2014

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