Susana: esperanza y creatividad para Lima

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Arrancó la carrera de la gestión municipal en Lima y dura cuatro años… Pareciera como que habrá un tiempo holgado (pero no es mucho) para hacer un recorrido que convenza y, sobretodo, esté a la altura de cumplir lo prometido en sus cuestiones básicas: ordenamiento del tránsito, mejoramiento de la seguridad ciudadana, recuperación de la “costa verde” y del “río Rímac” como lugares más habitables y sanos, y varios puntos más. Pero, y sobretodo, la aspiración a otra forma de relacionarse con la población y de hacer de la autoridad un servicio.

Una de las claves en todo ello será el juego de equilibrios que se pueda establecer en diversos niveles. Uno primero es en la concertación de fuerzas que se tendrá que dar entre las fuerzas políticas a las que pertenecen los mismos regidores, donde la “desvanecida” confluencia que llevó a la Alcaldesa al municipio puede ser un problema latente (MNI, Tierra y Libertad y Lima para todos); también habrá que tomar en cuenta los propios liderazgos de la oposición perdedora, algunos de los cuales podrían ser confrontativos, tales como el de Altuve (“huevo duro” – Cambio Radical) y el de Salinas (ingresante por el PPC).

No señalamos al Apra (no tiene representación en el Municipio), pero al menos durante el primer semestre puede ser un incómodo vecino hasta el recambio presidencial, donde Alan García seguirá jugando a su propio caudillismo de conveniencia. Más ocultamente se encuentra el Arzobispo de Lima, Monseñor Cipriani, a quien le gusta hacer su propio juego político y en cualquier momento se puede esperar que intervenga sobre algún tema que le parezca o para dar su apoyo electoral a alguno de los candidatos en carrera para las presidenciales. Lo loable sería la generación de una armonía de trabajo y, de hecho, es todo un desafío.

En esos ámbitos se juega la capacidad concertadora de la Alcaldesa. Pero lo principal, no hay que perder de vista, estará en cómo logra la participación popular y de la ciudadanía en general en la toma de decisiones. En cómo se hace y construye una gestión participativa, la cual es la forma de traducir lo que muchas veces se llama o nombramos como democracia participativa. En ello serán muy importantes los mecanismos a establecer pero, más aún, el lograr concertar voluntades distintas (grupos de interés, sectores sociales, etc.) en aras a propósitos comunes.

Vinculado a ello, se encuentra otro equilibrio clave. El cual se da en torno a participación y tecnocracia. Cómo se establece confluencia entre el manejo técnico del municipio, en sus aspectos claves de gestión y, se hace parte de ello, el lograrlo con mecanismos adecuados de participación y consulta a la población. Susana Villarán ha mencionado ya dos cuestiones claves: el tener todos los sábados cabildos abiertos en distintos lugares de la capital, así como poner en funcionamiento el Consejo Metropolitano de Alcaldes Distritales. Habrá seguramente otros instrumentos más.

Otro aspecto de los equilibrios y que van en correspondencia con lo ya mencionado, es la necesidad de control sobre las decisiones claves de la gestión (lo cual exige un manejo centralizado y de control sobre ellas) respecto de la lógica de una gestión descentralista y participativa. Poner en juego ambos criterios en simultáneo es parte de los desafíos que darán un sentido mayor a otros aspectos (o pueden darlo); por ejemplo, sobre cómo gobernar una ciudad para todos y hacerlo además con atención especial a los más necesitados.

El sentido de gobernar especialmente para los más necesitados, supone un liderazgo muy firme. Porque involucra el tema de un gobierno honesto, donde no se quiere pedir aplauso por cumplir las funciones que competen por obligación y donde además se requiere hacer obras de desarrollo para los sectores más excluidos y pensar en la generación de empleo que es un tema que trasciende la labor de la alcaldía, aunque reclame de ella un compromiso por buscar que las políticas del país se orienten también hacia ello.

Algo que no se abordó explícitamente en la fase inaugural ha sido la dimensión de la cultura en el gobierno municipal. Aunque no sea explícito, habrá muchas iniciativas que ayuden a construir una “cultura de la vida buena” para todos e inclusiva; de derechos y camino de bien como sentido común. Parte de ello esperamos se vea más claro en los festejos próximos del aniversario de Lima, donde reivindicar a Arguedas será una de las piedras de toque.

Es una carrera de cuatro años la que toca como competencia y donde hemos podido ver que existe “talla deportiva” (dígase “talla de estadista”). Ella se correrá todos los días y en toda hora. Habrá lugar también para el descanso. Pero sobretodo, es una invitación a ponernos todos a trabajar (“a correr”). Como dijo Susana al público que se reunió en la Plaza de Armas para celebrar el inicio de sus actividades: no nos demoramos más con el saludo, porque necesitamos tiempo para trabajar. Que ese espíritu, esperanza y compromiso sea el que también emulemos cada uno de nosotros como ciudadanos, además de la alegría de saber que estamos en buenas manos.

Guillermo Valera Moreno
3 de enero de 2011

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