La situación y la intención comunicativa

Para lograr comunicarnos, es necesario que estén presentes una serie de elementos dentro del contexto particular en el que nos encontramos. Entre estos, está, por ejemplo, la necesidad de un emisor que tenga la intención de comunicar algo a través de un mensaje, de un receptor que lo reciba y, sobre todo, de un código compartido por ambos que les permita comprenderse. En nuestro caso particular, el español constituye nuestro código compartido del que nos valemos para desenvolvernos exitosamente dentro de cualquier situación comunicativa, como una académica o formal (escrita u oral), por ejemplo. Veamos qué sucede cuando no se comparte el mismo código entre los interlocutores.

En el video que se presenta a continuación, se muestra una situación comunicativa muy particular: un bebé trata de explicarle a su papá, por todos los medios que posee, que desea tomar un vaso de leche. El papá, a pesar de que es consciente de que su hijo trata de comunicarle un mensaje, es incapaz de entenderlo, justamente, por la falta del código compartido.

Elaborado por Karem Robertson

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Las lenguas del Perú

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Según un estudio de Jorge Pérez y Karen Coral, se hablan aproximadamente 45 lenguas en las tres regiones naturales del Perú. En primer lugar, en la selva se hablan la mayoría de lenguas (40, casi el 90% del total) que podemos agrupar en “familias” de acuerdo con las características que comparten. Algunas de estas lenguas tienen miles de hablantes y una sólida tradición cultural, como el aguaruna, el machiguenga, el asháninca o el shipibo, pero otras poseen un número reducido de hablantes (a veces dos o tres) y se encuentran en grave peligro de desaparecer, como el chamacuro, el iñapari o el resígaro.

En segundo lugar, en la sierra se encuentran las dos familias de lenguas más importantes: la aimara y la quechua. Por un lado, la aimara agrupa a la lengua collavina (también conocida como aimara con miles de hablantes especialmente en Perú y Bolivia) y la tupina, subdividida en jaqaru (700 hablantes) y el cauqui (3 hablantes). Por otro lado, la familia quechua es la de mayor extensión geográfica, tradición histórica y riqueza cultural (fue la lengua del Tawantinsuyo). Además, posee varios millones de hablantes del Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina.

En tercer lugar, en la costa, que es el centro de migración más importante del país (con personas venidas de la sierra, la selva y el exterior del país, lo que explica una coexistencia de lenguas variadas), la lengua común a todos sus habitantes es el castellano. No olvidemos que esta lengua, que llegó al país con la conquista de los españoles, es la lengua oficial de la República del Perú y de todas sus instancias de poder: el gobierno central, el congreso, el poder judicial, las presidencias regionales y los municipios.

Pese a que desde la Constitución del 79 el quechua, el aimara y el resto de lenguas aborígenes también son reconocidos como oficiales, el español es claramente la lengua predominante no solo en las instancias de poder, como se ha indicado antes, sino también en el sistema educativo y los medios de comunicación. Por ello, muchas de las lenguas arriba mencionadas tienden a desaparecer en la actualidad. Para evitar la pérdida de riqueza cultural que ocasiona la extinción de una lengua, desde hace algunos años, se ha venido implantando un programa de Educación Bilingüe Intercultural (EBI) donde se busca revalorar y devolver el prestigio de muchas de nuestras lenguas autóctonas.

Fuente de la imagen: http://disde.minedu.gob.pe/gtz/Proeduca/DocType111.htm

Fuentes para el texto: Manual de gramática del castellano: variedad estándar y usos regionales

Elaborado por Mercedes Mayna

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Cuántas palabras usamos al hablar y la importancia de la variedad formal

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Marco Martos, presidente de la Academia Peruana de la Lengua, estableció en una entrevista por el Día del Idioma que, en promedio, los hablantes usamos 300 palabras para comunicarnos. Usamos 300 de 283 mil palabras registradas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Seamos matemáticos en un tema de lenguaje: ¡Usamos aproximadamente el 0,10% de las posibilidades del idioma! Es decir, si la lengua española es un gran océano, nosotros nos conformamos con un gotero. Son 300 las palabras que en promedio usa una persona común y corriente, alguien de a pie que con la educación escolar le bastó y sobró. Martos también afirma que una persona culta llega a emplear 500 palabras, un novelista bueno utiliza tres mil, mientras que Cervantes utilizó ocho mil. Por otro lado, según la página de la Fundéu BBVA, asesorada por la RAE, establece que “Todos los estudiosos de nuestra lengua están de acuerdo en que esta no puede encorsetarse, sino que es algo mutable, que evoluciona y cambia. Sin embargo, nos advierten, también, que se enferma o se degrada. Un ciudadano promedio español no utiliza más de 1000 palabras y solo los muy cultos alcanzan los 5000
vocablos. Es más, algunos jóvenes utilizan solamente un arsenal de 240 palabras”.
Sean 300 ó 240 palabras estamos ante un número exiguo de palabra si aceptamos que son 1000 la cantidad de palabras que como mínimo un buen profesional empleará para comunicar con eficiencia sus ideas. Este incremento de léxico significa aumentar en tres veces, incluso en cuatro veces más, nuestro registro de palabras. Entonces, es fundamental que el nuevo universitario comprenda que sus estudios le exigirá una forma de pensar más rigurosa y que para lograrlo siempre estarán las palabras. Sea en contextos orales (exposiciones, entrevistas, intervenciones en clase, sustentaciones de tesis, etc.) o en contextos escritos (informes, exámenes, monografías, tesis, etc.) el alumno universitario debe familiarizarse con la variedad formal de nuestra lengua, la cual exige precisión, corrección y riqueza. Así, en lugar de decir “unos veinte cuadros surrealistas, hechas por Dalí y Rodin, se expusieron durante enero en el Museo de Arte Italiano”, el alumno debe saber que es posible, en aras de la precisión, decir “pintados por Dalí o Rodin” y que también es posible modificar más partes del enunciado, “unas veinte pinturas” y “creadas por Dalí y Rodin”, para evitar la redundancia de “pinturas surrealistas, pintadas por…”. No se está estigmatizando a priori el verbo hacer, sino que el objetivo es aumentar el repertorio de palabras.
Aunque es sutil el cambio en el ejemplo anterior, son mucho más graves, y reales, los casos derivados de la casi nula costumbre de escribir como “El certificado matrimonial dice de que [establece que] se hace esa medida [se toma esta medida] para que algunos de los conyuges [en caso de que uno de los cónyuges] pueda que padesca cierta enfermedad [padezca una enfermedad]. Pero esto afectaria a la pareja o quizás, derrepente, a dar marcha para tráz de querer matrimoniarte [Ante esta situación, la pareja podría cancelar su matrimonio]”, donde se puede observar los errores de un alumno de primer ciclo.Y aunque una posible justificación podría ser que “tengo 100pre ese problema, la verdad no se xq soy tan mala con estos temas nunca me gusto leer”, tomado de un correo electrónico de una alumna del curso, el mundo académico exigirá siempre subordinar el uso del lenguaje en contextos comunicativos como el Messenger, el Facebook, el Twitter, los comentario en Youtube o en un blog, o los correos electrónicos informales, para priorizar el académico donde la precisión, la corrección y la riqueza serán los principios a seguir.

Elaborado por Renato Zárate

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