De la duda al silencio

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El escepticismo es un término mal entendido tal vez por una gran mayoría de personas. No puede haber algún escéptico que niegue algo, pues negar ya es una confirmación sobre ese algo, lo que un escéptico haría es dudar. Si se niega o afirma algo ya se toma una postura, lo que un escéptico seguro evitaría, más si no tiene pruebas suficientes. Suspender el juicio no es tomar partida sobre cuestión alguna. La suspensión del juicio tal vez esté más ligada al famoso: “Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen”. Suspender el juicio tal vez en algún modo sea callar, pues uno puede pensar solo para sí mismo, razonar y replantear su postura. Lo cierto es que nadie puede llegar a saber todo, por ello no puede tener toda la verdad. La clásica frase resumida en, “ἕν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα”, debe ser la mejor expresión para tener una idea de las eternas dudas que aquejan al hombre. Tal vez el único silencio debiera ser el silencio hacía los otros, pues uno mismo no puede, o tal vez no debería, estar en silencio con sus pensamientos. Para los enemigos, si los hubiese, tal vez sería coherente la duda con su silencio, en cambio, para los amigos, para los verdaderos amigos, parece más idóneo la duda, pero sin silencio. Dudar, a diferencia de negar, todavía piensa y repiensa las cosas, el que ha negado, para bien o para mal, ya está fijado en una idea (en este punto deberíamos recordar que nadie sabe todo). De manera objetiva hay cosas que el hombre todavía no ha llegado a conocer, ni quizás nunca conozca, pero en su subjetividad puede tener algunas certezas. Por conocer una parte no se puede decir que se conoce todo, si bien es un inicio, el hombre no conoce todo ni de su particularidad ni de su generalidad. En el peor de los casos uno se debería esforzar por conocer y perfeccionar su subjetividad, lo que se podría resumir en la célebre y sabia frase “γνῶθι σεαυτόν”, de la que, incluso, no se sabe a ciencia cierta su autoría. Algo relativamente próximo como más o menos dos mil quinientos años provoca debates y dudas, qué más complicación debe de ser algo que nos aventaja millones, lo que para unos puede ser realidad, para otros todavía es una ilusión. Lo que para algunos es ataraxia, para otros puede ser una tortura. Tal vez podamos llegar a conocer y tener alguna idea de lo que puedan ser el número uno o siete o diez millones, etcétera, pero está claro que no se puede llegar a conocer todos los números (aunque tenga o no practicidad conocerlos a todos). Los decimales de pi siguen y siguen para acercarse a lo que idealmente pueda ser un círculo, pero algo completo y perfecto debe de estar por encima impidiéndole, como a todas las demás otras cosas existentes, que roben su corona de perfección, que lo sobrepasen. A todo lo demás solo le queda intentar emular lo perfecto, pero ni por temor ni por callar ni por dudar se debería de seguir intentando buscar preguntas y respuestas.