No real

22 Nov 2016 poes

Dentro de los problemas de la sociedad hay unos que no son más que de una costumbre arribista. Somos pues triviales y nimias copias de nuestros antecesores. Esto, claro, visto desde la perspectiva de una persona no real ni de ningún tipo de aristocracia o algún tipo de elite superior. El problema no es en sí solo la realeza, sino la gente que los trató de imitar y los que lo siguen haciendo en estos días. Es una meta loca, para algunos, la realeza. Pseudo coronaciones en cualquier tipo de certámenes de bellezas, danzas, cantos o lo que fuere. Todo con tal de ser el rey o reina por un mínimo momento. No podrían haber tantos reyes para tan poca ya estrecha geografía. No todos podemos ser reyes o príncipes; por ello mismo nuestro apego a lo no real. Reverencian, en cierto modo, a seres que ni conocen ni conocerán. Reverencian, sabiendo o no, queriendo o no, a toda la desigualdad mundial. Es un sueño tan sencillo como difícil el querer que no hayan ni reales ni no reales, sino simplemente toda la libertad que viene con toda la igualdad. Ahora como antes, quién pues en su sano juicio luego de emanciparse de toda atadura que no hace más que completa desigualdad quiera volver a arrodillarse ante un rey o reina o princesa!? Ni de broma ni por el menor concurso casero. Es ya más que suficiente y molesto tener que tratar de acoplarse a las caprichosas y humanas leyes que nos puedan regir como para aguantar volver a cualquier tipo de vasallaje. Parece que las personas menos enteradas somos quienes no vemos la forma de cambiar el nombre a las cosas, llamar a algo por lo que no es ni puede ser. De muestra una corriente y usual frase: “holy crap”, de entre muchas otras parecidas, en ese o cualquier otro idioma. El no entender la importancia de las palabras, es como se trastoca y para mal la sociedad. Aunque ahora mismo, luego de esto, digan que unas sencillas y cotidianas frases y expresiones no pueden afectar en una sociedad. Aun así, sabiéndolo, cómo cambiarlo? Se tendría que tener un mínimo de cariño y respeto por las letras y más sobre todo por lo que quieran significar. Dentro del mensaje escrito y oral no sólo se envían palabras y sus significados, sino todo lo más cercano a la verdad y lo bueno. Luego de nuestros sentimientos, somos nuestras expresiones. Aunque las palabras no sean en principio para dañar, se puede hacerlo con ellas, por insultar o por mentir. Si se empieza a ver de una forma normal y común, además de no encontrar ningún mal en el uso de expresiones como la presentada líneas atrás, es porque ya hay un daño hecho difícilmente reparable. Para unos más que para otros debe ser difícil el cambio de pasar de ser esclavo a ser liberto, de dejar de escribir o decir cualquier insensatez, por el simple hecho de poder hacerlo, a, en el mejor de los casos, preferir el mutismo. Tampoco es que esto trate de ser una defensa del purísimo, sólo que hay demasiadas exageraciones que son vacío y crean más vacío. Ya no solo se es no real, sino también irreal.

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