Corriente

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Los merecidos cómo podrían escribir? Es algo solo irrisorio el pensar que uno que haya alcanzado la salvación escriba. Los merecidos no escriben, pues, de ellos, solo se escribe. Como hablando ni siquiera se les entiende ni menos se les obedece, por lo mismo, escribir seria desgastarse para tontos en vano. Solo algunos menos tontos que los tontos, son los que pueden escribir de aquellos merecidos. Algún erudito de la época podría sentirse gravemente herido y sentir su esfuerzo venido a menos, todas las horas sentado en una silla de biblioteca. Como ellos luego de oír han entendido y si los que oyeron saben lo que es mejor para ellos, no deberían requerir repeticiones; como un soldado, no podría estar pidiendo explicaciones a sus superiores. Escribir en esos casos es solo por amonestación o verdadero elogio y reconocimiento. En situaciones en las que no se puede estar perdiendo el tiempo, no se lo puede estar malgastando en escribir, se supone, que cada uno sabe lo que tiene que hacer: matar y tratar de no morir. Cuántos habrán pedido que se les mate al verse tan heridos y con el dolor en ellos. El que se ha revelado, si se supiese mejor y por ello estar al mando, es porque debería ser mejor a eso que revocó. Como sus manos ni siquiera se esfuerzan ni se mueven para matar al que debe, pues los que le siguen no dudan que lo que desee sea lo mejor y bueno, hay muchos que están dispuestos a hacerlo por él. La justicia misma sería para algunos solo magia, alguna forma perfecta del azar. Como lo escrito nos es más externo, al menos así lo creemos nosotros, es más desgaste que el habla. Compárese no más el movimiento que deben hacer las cuerdas vocales a los que se tienen que hacer al escribir o solo gesticular. No se puede decir que no haya fineza en los movimientos, pero para producir más, como con la palabra oral, además de finos, los movimientos para lograrlo son cortos.

Mira pues qué nos hacemos, le decía. Si piensas como la corriente, estás en la corriente. Por mentirte, podrías no estar con la corriente aun pensando y haciendo lo que ella; te sería mejor estar en la corriente, luego, sino, te secas. Es difícil salir de ella y no evaporarse, tener que esperar a los vientos y a otra suficiente acumulación para volver a empezar. Alegre el de las que se evaporan y vuelven de donde provinieron, aunque traumático, conocen el regreso; penosas los que habiendo estado allí, evaporarse y ser llevadas a las montañas, caer al suelo o de suerte en algún río o lago. Esas aguas del fondo abisal pocas veces sacudidas, compactas, antes habrían sido corrientes, ahora descansan. Gobiernan lo que deben, pero en algún momento serán vapor y sequedad como con las nuevas e infortunadas. En nada cambia, antes, después. Donde manda el fuego estelar, no manda el agua, a éste lo seca sólo el tiempo. Y a este último solo lo acaba el dios de los que tienen Dios.

Mira pues qué nos hacemos, le decía. Como con las corrientes que se van juntando para hacerse más fuertes y vencer obstáculos en su paso, eso que nos alumbra todavía, para ser lo que es, se fue juntando de a poco de gases y restos del que pudo haber sido otro como él, su ancestro. Sin alma como con la de un viviente, sino solo acción y lo que resulte de ella, se juntan a sí mismos, sin saber palabras ni lenguajes, se reúnen. Si es que algún fuego luego enfriado y hecho materia del que debería haber sido su combustible, al explotar este vaga y es víctima de las fuerzas de otros, que a veces los reprimen y en otras los atraen, descienden de ser una estrella a posarse en algún planeta o satélite. Otros con mejor suerte regresan a incendiarse y vuelven a ser lo que eran. Solo cuando ha sido consumido es cuando deja de buscar unirse a algo. Su unión como el de todos es ya solo con lo temporal.

Todo lo dominado por eso intocable que toca a todo, entra en conflicto siendo aun de la misma sustancia. Se repelen, luchan y no ven que han sido vencidos desde nacidos. Todo eso dominado se separa; cuán purificados luego de su ciclo regresan a de donde salieron?

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