Una fue después de la otra, una, la primera, se deshizo y la otra continúa. Algunos podrían argüir: ahora es pujante, tiene lo que se supone debería no tener, compra muchas cosas; el que compra es quien tiene capital, liquidez. Un proletario, por no decir proletariado, ha llegado a ser capitalista. Aunque el fin haya sido el mismo, como se llegó a ello fue distinto. Aunque para algunos, tal vez utilitaristas o pragmáticos, digan que es lo mismo, no todos los países tienen comités centrales que gobiernan. Otro, un tercero, paradigma de todo lo contrario, el aceptar, como realidad, lo importante y vital del interés como ganancia y sustento, de la forma que sea, poder hacer pedazos alguna forma o parte suyas y compartir los beneficios y poder aún con actuales problemas, no deja de tener influencia. Aunque tal vez no podamos hablar de lo ordenado en sí o lo desordenado en sí, sería de terco negar que unas cosas sean más ordenadas que otras y otras más desordenadas que otras. Por qué se pudo haber deshecho, si es que también se quisiera agregar a un cuarto, que antes de la ruptura de un muro eran dos, y por qué una persiste? Los que se deshicieron no han perdido influencia y podría suceder que hasta haya aumentado, parece ser, entonces, que para contentar a la población, no importa el método ni el modelo, sino solo los resultados; de todos modos, con la forma que sea, lo vital es siempre la estabilidad política y económica. Con la diferencia de que un bando tenga esparcido y compartido su tesoro y el otro en menor grado o la tenga completa y mayoritariamente para sí. “Pierde” el que vende o el que compra? Ganan ambos? Puede ser una buena venta, como una mala compra, viceversa. Tener beneficios compartidos, con un buen uso de contratos, cláusulas, así como su propia legalidad interna igual de correcta, no tendría que ir mal, además un cordero, y más solo, no trataría de enfrentarse a un dragón. Tener todo el tesoro menos compartido y más propio, si tiene un mal manejo, tampoco de nada serviría. Los límites entre ser una sociedad privada o una nación, pueden ser estrechos. Por las costumbres patrióticas y culturales en general del electorado, así se sea más una sociedad privada que un Estado, no se saldría a un balcón a decir a sus connacionales lo que se es. A los asuntos de Estado, aún popular o democrático, no entra cualquier persona, así como tampoco, menos, a asuntos militares, luego solo existe periodismo e hipótesis.
Ahora, con la patria de quien no salió nunca de sus fronteras, salvo sino para defenderla y a sus intereses en guerras como hoplita, cuna y base de lo democrático, podría ser comprada por una transnacional, pero, obviamente, en los contextos actuales, sería una pésima inversión. Como se tiene que consultar y esperar a lo que digan los políticos gobernantes, representantes de algún porción de la población, algunos querrán B como una respuesta y salida y otros A, C, D, etcétera. Entre el que se deshizo y el que continúa, si fuese debido a alguna realidad geográfica, en extensión, deben ser uno de los países más grandes, así como también en población. Como la política es la que las controla, y éstas son distintas, debe de ser por las personas quienes aceptan y apoyan su modo de gobierno político para que se mantengan como están. En cualquiera de los modelos, como en cosas comunes de la vida, existen descontentos, lo que hace que unos sigan y otros se deshagan, tener la cultura y costumbres correctamente engranadas una con otra. Unos podrían haber llegado a creer y aceptar que solo haya un solo partido gobernante y en otros que su voto decida entre los que pugnan al poder. Por cultura nos referimos a “lo socialmente aprendido” aunque agregaríamos, lo socialmente aprendido que encaja, se usa y funciona correctamente o tiende a. seguramente la cultura es parte de la política y viceversa, son términos que no se pueden separar. Como esas culturas y políticas se componen de idiosincrasias, existen conflictos y yerros unos más penosos que otros. Tendría que haber algún tipo de mejor compactación.