Solo mira. No puede hacer nada más, algo dentro de él se lo impide, además de la fuerza del que lo guía que le impide hacer cualquier otra cosa que solo mirar. No es necesario oír los llantos ni los lamentos de quienes están cerca de su cuerpo despidiéndolo. Solo mira y se mueve por gracia de su guía. Como saber que hay algo que lo detiene, no mira todo como cuando sus ojos eran los suyos. Cuando sus ojos sean los más puros que el de otros, puede mirar más que cuando su propia impertinencia los ensuciaba. No es necesario oír los gemidos para saber de la tristeza ajena, así tampoco las lágrimas hacen sonido alguno aunque también se puedan mentir con ellas; las mentiras tampoco hacen sonidos aun se esté gritando falsa y vanamente. Si quisiera tocar a alguno, aun el o los tocados no lo sientan por su etereidad, su guía no se lo permitiría. Aun queriendo no podría secar las lágrimas que tal vez antes debería y pudo tantas evitar. Cada planeta con sus mares y ríos son los llantos de cada uno quien vivió y murió ahí, éstas ya están llenas de ellas y contadas, a excepción, claro, de las falsas que solo hacen vapor que no regresa a donde debe. Alguna vez alguien me dijo que las mujeres solucionan y consiguen todo llorando, tal vez sería mejor si fuesen hombres en vez de solo mujeres, claro, tampoco todas ni todos. El que solo mira pasajes y momentos que su guía se lo permite, es solo consciencia y éstas no lloran. Consciente del todo y de su destino qué otras lágrimas cabrían, ya no hay tiempo para ello, esperar que se le diga en algún otro tiempo y en algún otro espacio volver a ser carne de otra familia y a ver si lo hace mejor. Cuando se cree haber visto todo sin hacerlo se olvida de lo que no debería y hace lo que otros animales no: tropezar con la misma piedra. Cuando se entiende mejor el tiempo, tamaño y escala se está listo para aprender más y mejor. A pesar de que haya podido ver todo y crea que por verlo, lo tiene, es como no haber visto nada, y en verdad nadie tiene nada a menos que su mausoleo sea todo el planeta en el que se ha vivido. Nadie tiene nada por que todos pierden todo. El hombre quiere más y hay otros que lo engañan, pues engañados, también, creyendo que tienen y tendrán todo con clics o centavos más. Y en el fondo sí, la tierra como sus aguas son los llantos y mausoleo. Eso que miraba sin poder hacer más, también se le olvidara y volverá a nacer y eso no depende de él ni del que lo guía. Encontrarse para perderse otra vez.