Jóvenes, políticas y aprendizajes

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La política en nuestro país suele darnos una serie de sorpresas, lo cual no quiere decir que todos sus actores políticos nos produzcan las mismas, aún a sabiendas que podrían requerirlo para salir de un atolladero o situar la agenda política en nuevos términos, recurriendo a algún tema que pueda concitar la atención.

Algo de eso hemos vivido en las últimas semanas, cuando con justa y atinada reacción, asistimos a la movilización de grupos de jóvenes y sectores de artistas, molestos con las decisiones tomadas en torno a los cargos sin elegirse, desde hace algunos años, para la Defensoría del Pueblo (DP), Banco Central de Reserva(BCR) y Tribunal Constitucional (TC). Debemos decir que ellos interpretaron desde un inicio lo que era un sentir ciudadano más extendido, fastidiado y con ganas de protestar por la manera arbitraria como se toman muchas veces las decisiones, el poco diálogo en ellas y lo insultante que traducían algunos nombres de los designados en los cargos.

Es cierto que para tomar acuerdos se requiere que las fuerzas políticas actuantes concierten sus decisiones. Sin embargo, no tenía que ser la mejor opción la de simplemente distribuirse las cuotas de poder entre los participantes, sin tomar en cuenta que las instituciones del Estado deben estar sujetas a consensos más amplios y de largo plazo y no de “simplificación” administrativa a cualquier costo.

Quizás lo determinante fueron algunos nombres involucrados, reflejando que los caprichos muchas veces se cuelan y quieren someter los intereses del país (como el imponer al abogado del “papi” de Keiko, acusado también de ser abogado de narcotraficantes); o que los escándalos por denuncias de corrupción pueden pesar más de lo que presumimos, como ha venido siendo los casos de los narcoindultos con Alan García, o los tráficos inmobiliarios que ha alcanzado a Alejandro Toledo.

Lo cierto es que una movilización sin aparente fuerza (al menos muy menor a la que había desatado la dación de la nueva ley de “Servicio Civil” o la que viene en curso en torno a las universidades u otros sectores), terminó desgranando el desenlace previo a Fiestas Patrias, mostrando una vez más las debilidades de nuestro sistema de partidos y fragilidad institucional. Al punto de que el propio presidente de la República, se obligó a declarar desautorizando el acuerdo multipartidario del Congreso (de la elección concertada que se prefijó) y le siguió la renuncia de Francisco Eguiguren, uno de los magistrados electos para el TC.

Alrededor de ello, se tejió una crisis política que fue bueno que se produzca. Ha sido bueno que muchos nos equivocáramos en la apreciación pragmática de que quizás no era posible otro tipo de acuerdo si las decisiones pasaban por tomar acuerdo con el fujimorismo en el Congreso, para hacer posible una elección con mayoría calificada de ¾ de los votos. Pero claro, algo así pudo condicionarse a criterios más públicos y objetivos, que procurasen salvar de la colada a cualquier sugerencia de poco consenso o, sobretodo, de trayectoria dudosa (como fue el caso de más de una de las propuestas).

Resultado: se vino abajo el acuerdo multipartidario y la ciudadanía se vio gratamente con la sorpresa de que puede tener fuerza la presión de la sociedad civil, desde algunos estamentos y para algunos temas que son sensibles. Ciertamente, representando una propuesta no partidaria en éste caso y de sentido amplio. Hubo posibilidad de impedir una decisión percibida como negativa y ha dejado el precedente de que se puede hacer alto a cosas similares “desde la calle”. Sin embargo, es bueno ser conscientes que dicha fuerza no ha dado para imponer un acuerdo alternativo,ni es garantía suficiente que se vaya a resolver en el corto o mediano plazo necesariamente. Casi si volvió a “fojas cero” en el tema de la elección.

De otro lado, muchos sectores de la opinión pública pensaron que iba a haber un reflejo de lo producido en el discurso presidencial de Humala por Fiestas Patrias, cosa que no se produjo, más allá de una breve mención. ¿Por qué? Pues, ya debiéramos habernos dado cuenta que Humala no es un presidente carismático y es excesivamente parco; no persigue ser un líder de “masas” y, más aún, no es un personaje demasiado político. Pero también tiene dificultad de rodearse de gente que le dé una proyección política más sostenida y cabal; salvo su esposa Nadine, pareciera tener desconfianza excesiva de con quién se rodea.

De allí también que intenta hacer una conducción de gobierno casi en “automático”. Salvo cuando estuvo Salomón Lerner de Presidente del Consejo de Ministros, al inicio de su gobierno, hubo el intento de hacer política y tomar iniciativa y liderazgo. Después de ello, no hubo ya quien se hiciera cargo de encaminar una conducción con reflejos más políticos, al punto que ha habido veces que parecía que no teníamos jefe de gobierno o se quería sustituir indebidamente con un rol excesivo de su esposa Nadine. El presidente aparece muchas veces como demasiado ausente, quizás jugando más el rol de un jefe de Estado y poco más.

Habrá que ver si el estilo de gobierno de Humala permite avanzar sobre temas que son claves. No sólo se requiere programas sociales para salir de la pobreza ni sólo inversiones grandes en el sector primario exportador para crecer de modo consistente. Como también se reconoce, es fundamental una industrialización interna y el desarrollo de los mercados internos, además de todo lo que pueda producirse hacia la exportación. Necesitamos salud y educación de calidad y no sólo una presencia extensiva de las mismas, empezando por la mejora de ingresos de los que tienen a cargo dichos servicios. No puede ser que haya fondos para pagar unos bonos de la llamada “deuda agraria” (que favorecen a unos pocos) y no haya recursos para mejorar los servicios públicos en sus diversos aspectos, incluida la carrera pública y su modernización. Otro tema de fondo es la regionalización, la cual se ha invitado a retomar en el debate y el consenso de lo que se puede hacer para avanzar.

Hay mucho “pan que rebanar” en el manejo público y político. Esperemos que las lecciones que nos dan los más jóvenes en todo momento sirvan para inspirar mejor lo que corresponde hacer para bien y crecimiento de nuestro país, donde sigue habiendo mucho por hacer y apostar creativamente y con sentido de justicia. Esperemos que el mismo presidente Humala (y los llamados “padres de la patria”) se dejen afectar por los mensajes que nos invocan. Y así, cada uno de nosotros.

Guillermo Valera Moreno
Comunidad de Vida Cristiana – CVX
Lima, 28 de julio de 2013

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Algunos desafíos a tomar en cuenta

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Tuvimos el curso de la Mesa de Movimientos Laicales en torno al ser humano y sus desafíos actuales. Fue profunda la reflexión a la que se nos invitó y diversos aspectos en los que se llamó la atención. Queremos darnos el tiempo para ello y recoger o enfatizar algunos puntos que nos pueden ser sugerentes y de importancia, si de retos o desafíos hablamos.

º Toda persona tiene el gran desafío de “hacerse a sí mismo”. Puede ser algo sabido o quizás no nos hemos detenido a pensar mucho en algo así. Pues somos la única especie capaza de hacerse a sí misma, de continuar desarrollándose, porque somos seres que nacemos a la vida de modo inconcluso e inacabado. Y cada uno tiene esa tarea con su vida, la cual pasa por descubrirse a sí misma y su propia vocación, buscando los medios más adecuados para encaminarse y realizarse. Es tarea de uno, es tarea de todos solidariamente, es posibilidad que sólo la logramos con el concurso de quienes me rodean, con quienes interactúo.

º Siguiente cuestión: ser personas libres. Construir nuestra capacidad de decidir, de optar, de tomar el camino que crea más conveniente, respetando simultáneamente las opciones y caminos de los demás. ¿Lo hacemos posible? O tenemos simplemente “miedo a la libertad”. Partimos de lo que somos y parte nuestra son nuestros sueños, ideales, aspiraciones, deseos, utopías, futuro… Necesitamos de ellos para vivir y realizarnos, darnos un derrotero. Ojo con los falsos realismos; estamos llamados a ser más, con humildad, pero a crecer.

º Como seres humanos que nos reconocemos estamos llamados a humanizar el mundo en que vivimos. Aprendiendo de quienes nos han dado mejor muestra de esa condición de vida, de vida humana. Hay tantos casos en los que nos podemos detener. Por ejemplo, Gandhi, Martin Luther King, Juan XXIII, el Che Guevara, John Lennon, Francisco de Asís, Jesús, etc. Cada uno debiera revisar lo que es y lo que hace. ¿Cómo colaboro en ésta pequeña gran tarea? No es fácil ser factor de humanización, pero hay que empezar por ser auténticos y escuchar más. No dejó de ser curioso para mí el enterarme que Adam significa “ser humano”.

º Dar razón de la esperanza que hay en nosotros. Estamos llamados a esperar contra toda esperanza. Desde el testimonio de vida que damos, el anuncio explícito de nuestra fe (lo que creemos en razón del bien). Reflexionando cómo me ubico yo frente a la realidad, pensando lo que realmente es importante y obrando en razón de ello, con la pasión en ello. Enriqueciéndonos con los otros, explotando nuestras potencialidades y lo mejor de nosotros. Tanto como personas, como comunidades, aprendiendo cada movimiento / comunidad del otro, de su experiencia, sin quedarse sólo en ella y, menos, como burbuja “celestial”.

º La comunidad y el crecimiento de nuestro espíritu debe conducirnos a tener parrecía y saber compartir. Parrecía como significado de confianza, libertad y audacia; en la Biblia, es la capacidad o habilidad de los creyentes de mantener su propio discurso delante de las autoridades políticas y religiosas. Por su lado, el compartir en cuanto a saber compartir el pan de cada día, con alegría y sencillez en las cosas, amor hacia las personas, de toda condición. Porque el Señor ha hecho en cada uno maravillas y quiere que actuemos en consecuencia.

º Vivir la interculturalidad, aceptándonos en la diferencia y viendo riqueza en la diversidad. Aprender a crecer indefinidamente en el amor, sintiéndonos que –además- vivimos habitados (“yo y mis circunstancias”). Luchando contra todo tipo de individualismo que nos saca del sentido de hermanos y de la convicción que nos realizamos plenamente en comunidad.

º Recogiendo una frase del Papa Francisco, el cristiano debe ser un revolucionario. Muy a tono con los jóvenes y la disposición que suelen tener, deseosos de ser protagonistas de lo que les toca vivir y llamados a soñar los nuevos derroteros por donde tiene sentido crecer, madurar, vivir, con la creatividad y lucha que suele caracterizarles.

º Vivimos en una sociedad compleja y requerimos de relaciones de género equitativas. Hablar de género es un asunto vital para crecer todos como personas. Es una de las relaciones más cotidianas, por ejemplo, cuando hablamos de pareja o familia. Y no deja de ser una expresión donde se marca más la discriminación y desigualdad, tanto en educación, pobreza, empleo. Es algo que cruza todos los estratos sociales. Dramas en ello son el feminicidio o la trata de personas.

º Necesitamos una cultura de paz a todo nivel y saberlo trabajar en todo ámbito. No es algo que ya sabemos ni basta tener conciencia de ello, si no se ha sabido transitar a una práctica en la cual siempre estamos aprendiendo y necesitamos recordarnos a cada paso. Partiendo de reconocernos como iguales; superando toda expresión de autoritarismo; dando lugar a la verdad en todo, con especial mención al drama vivido por el país con la guerra que nos desangró tan fuertemente entre 1980 y el 2000. Perdón y reconciliación, de la mano con justicia y reparación.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena, 7 de julio de 2013

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Raíces y fronteras – Preparando el corazón para la asamblea mundial CVX

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Hablar de nuestras raíces es algo familiar cuando lo tenemos incorporado de modo consciente y forma parte de nuestro recorrido, nuestro caminar aceptado, aunque no sea del todo conocido. Ya en CVX Perú tuvimos ocasión hace unos 6 años de “recuperar” nuestra historia singular, donde descubrimos que los iniciadores de nuestra CVX todavía estaban (Lecaros, Granados, Poblete, etc.), se les podía ubicar, alguno recuperar a la vida activa de CVX, otros aceptar que fueron por nuevos o caminos distintos.

Lo importante fue recuperar nuestra noción de origen, saber un poco más lo que había sido nuestro itinerario cuando a fines de la década de los ‘60s se fue constituyendo la CVX Perú, en sintonía con la entonces llamada (y novísima) Federación mundial de CVX. Lo más interesante fue constatar nuestra rica diversidad de experiencias, ya que el devenir de la CVX en nuestro país no sólo recogió a su antecedente más inmediato, las Congregaciones Marianas, si no que bebió de varias otras iniciativas que surgieron en esos años, por el empeño de jesuitas y laicos que se inspiraron de modo diverso (Vásquez, Granda, etc.).

Falta quizás hacer un rastreo histórico más a profundidad de lo que fue la singular experiencia de las Congregaciones Marianas en nuestro país, desde la creación primigenia de aquella que se reunió en torno a la Capilla de la “O” (Iglesia de San Pedro) y lo que sería una intrincada evolución, pasando por la expulsión / disolución de la Congregación Jesuita a fines del siglo XVIII (como en la mayoría de lugares del mundo), y su posterior reencausamiento.

También sería interesante hacer un balance sobre la relación que supuso, ya en el siglo XX, con la experiencia de la Acción Católica y las diversas iniciativas a que dio lugar éste movimiento; su traducción política en lo que fueron también presencias más político partidarias (como la Democracia Cristiana) y el influjo que trajo Vaticano II en ellos. En fin, no sugiero por ahora un tratado histórico pero si el recoger elementos que nos permitan hacer un mayor balance de lo que ha sido el caminar de los laicos en nuestro país y, dentro de ello, de las CVX. Ello nos permitirá quizás una mejor mirada para nuestro quehacer y perspectiva, en el horizonte del siglo XXI.

Hilar lo anterior a “las fronteras” a las que nos podemos sentir llamados, incluso con el propósito de “dejarlo todo” en lo que sea necesario, es una cuestión de mucha actualidad y que debe de ayudarnos a discernir mejor nuestra misión. Por cierto, a partir de lo que hemos venido construyendo como experiencia y camino, como reflexión más amorosa y de búsqueda de un mejor compromiso en el seguimiento fiel a Jesús y su llamado, tal como nos lo recordó Aparecida hace pocos años.

Desde CVX debemos estar llanos a cuestionar nuestros pasos y buscar nuevos caminos. Seguro estamos más preocupados muchas veces por nuestras propias rutinas que por las novedades ocultas, las que se diluyen entre las preocupaciones laborales, familiares, de estudio y también comunitarias, sin permitirnos ir más allá de lo que hemos avanzado. Por ejemplo, hoy tenemos una nueva situación en nuestra Iglesia con la presencia de un Papa como Francisco, el cual sólo con ser auténtico en lo que siempre ha hecho, en su estilo de vida, en su cercanía a los pobres y menos favorecidos, en que haya menos pomposidad y más verdad (por ejemplo, en las cuentas del Vaticano), nos hacen ver que un tema como la austeridad y la sencillez de vida es algo al alcance de todos. Un tema como el liderazgo no significa siempre (ni mucho menos) estar “adelante”, ocupando los sitios de mayor protagonismo; hay veces que ponerse atrás ayuda mejor a dar visibilidad a lo que corresponde, a lo importante.

De qué manera, temas como los que nos propone el ExCo mundial CVX (globalización y pobreza; familia; y Ecología) nos son sugerentes y nos inspiran a situar (replantear, enriquecer, cambiar) mejor nuestros propios derroteros. Sin prisas pero sin pausas nos diría un viejo conocido formador. Se trata de discernir creativamente en torno al significado del ser humano en la iglesia y el mundo, donde todos importan, nadie sobra, necesitamos de todos, el amor se realiza desde cada uno/a y abarcándolo todo. Cómo también es pertinente preguntarse por los jóvenes (plantearse una labor especial con ellos/as) y el sentido de la vida (y su fe religiosa) para las nuevas generaciones.

Necesitamos abrir nuestras mentes; ser factor de inspiración, puerta abierta. No dejarnos llevar o ganar por nuestros temores e inseguridades que muchas veces cierran nuestros corazones o nos hacen duros e inflexibles. Nos necesitamos unos a otros para construir el reinado de nuestro Padre grande. Allí tiene que situarse nuestra CVX, todos los que somos parte y como expresión de ella, siendo convocantes y no excluyentes, sumando y no restando, abrazando a todos, incluidos a aquellos que podamos considerar como nuestros enemigos.

Esos sentimientos me albergan y me remueven hoy en nuestro caminar de CVX. Tanto como saber pedir perdón por las propias faltas y descuidos de los que somos muchas veces parte. Saber perdonarnos y reconciliar relaciones rotas es, por cierto, parte de lo que también podemos hacer todos/as. Ojala nunca lo perdamos de vista para nuestro quehacer cotidiano, sencillo o complejo, que selle mejor nuestra relación fe y vida, nuestra capacidad de amar.

MI cariño, afecto y reconocimiento a quienes tienen hoy la responsabilidad de acompañarnos y dirigirnos en CVX, tanto como Consejos (especialmente en nuestro Perú), como en las distintas responsabilidades que fluyen. De modo especial a quienes serán anfitriones de nuestra ya próxima asamblea mundial en Beirut, al ExCo mundial que tiene la responsabilidad principal de encaminarla y a quienes tendrán el privilegio agradecido de ser sus delegados.

Guillermo Valera Moreno
30 de junio de 2013

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Javier Diez Canseco: a mi izquierda y en mi recuerdo

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Va a continuación un artículo que me envió mi amiga Eleana Llosa, con el cual me siento bastante identificado. Javier D.C. nos deja un legado que se se sabrá continuar, que saberemos dar continuidad… Va el artículo de Eleana, gracias por ello.

Cuando se supo que Javier Diez Canseco estaba enfermo, que estaba enfermo de verdad y que seguramente no se recuperaría, no pude dejar de pensar en que algo tenía él que ver conmigo. No es que haya sido verdaderamente su seguidora, ni que estuviera en todo de acuerdo con él, ni que me gustara del todo su estilo, su forma de mantener presentes un montón de cosas que sabemos que suceden, que son, esa sensación de que “hay, hermanos, mucho que hacer”.

Pero fui pensando en algunas cosas con cierta claridad. Por ejemplo, que en las últimas elecciones me di cuenta de que era indispensable que él salga elegido congresista porque era el único que representaba –con seriedad‒ esa posición de izquierda fuerte, segura, derecha, una izquierda que sigo sintiendo cercana, que entra en conflicto con las tantas comodidades que brinda eso que ahora solemos autodenominarnos: liberal de izquierda.

La cosa es que en el periodo político anterior Diez Canseco no estuvo en el congreso y realmente fue una vergüenza y un desastre que no hubiera alguien firme y confiable de izquierda. Y decidí entonces votar por él (aunque al final me di cuenta de que iba a salir elegido de todas maneras y opté por dar mi preferencial a algunos que están en la segunda fila, tras él).

Y ahora, en las últimas semanas, estuve pensando mucho en la importancia del político Diez Canseco. Su presencia en mi vida y en la del Perú. Intuitivamente, el año 78 voté por él para la Asamblea Constituyente. Se había formado la UDP y parecía razonable. De Vanguardia Revolucionaria sabía también, pero todavía no me interesaban mucho esas cosas. Era mi segundo año en la universidad y ya distinguía entre prosoviéticos, prochinos, troskistas y la famosa llamada nueva izquierda. Voté por él, creo, porque ahora me pregunto si hubo entonces voto preferencial.

Claro, las izquierdas de entonces y las de ahora son muy diferentes. Entonces eran todas revolucionarias, si descontamos a las que llamábamos reformistas y dejábamos de lado. Todas tenían un fusil en alguna parte de sus banderolas y de sus ideales. Ahora hay las radicales, las conservadoras, las caviares… aunque parece no haber ya un ideal político, un sueño realizable. Las revoluciones reales nos jugaron muy malas pasadas.

Pero sin duda el compañero Diez Canseco se mantuvo bien plantado en la estrecha línea que se trazó, creo que desde sus inicios políticos, y que al final le concedió una especie de justicia poética por la estupidez de los congresistas que pensaron que lo abofeteaban al suspenderlo de su cargo. Hasta el final, pues, queriendo apartarlo, invalidarlo, esos que pasan por la política ganándose cositas. Y así, se podría decir que Diez Canseco consiguió su forma de vencer, su propia forma de llegar “hasta la victoria, siempre”.

Con todo esto en mente me propuse participar, estar presente en los homenajes tras su muerte. Fui el domingo, al anochecer a su velorio en el Parque Universitario. Caminé como hacía treinta años atrás por La Colmena ‒de ida y de vuelta‒ pensando en cómo todo ha cambiado algo, pero ni tanto. Hice la larga cola de serpentín, sorprendida de no ver casi ninguna de esas figuras que durante años he sabido siempre que iba a encontrar en las marchas y mítines de la gelatinosa izquierda. Pero encontré algunas de nuevos conocidos y me alegré de esto así como me apené de las ausencias. También lamenté no haber llevado algo: una flor, un afiche, un libro, algo para que acompañara el cuerpo de quien ya no es, su soledad eterna. Algo que dejar a mi paso cerca del ataúd, solo cerca porque no me gusta mirar a los que ya no son. Así que seguí de frente, salí de la casona de San Marcos y me esfumé otra vez por La Comena.

Luego, el martes, me hice tiempo para ir al homenaje. Y acompañé pues al cuerpo sin vida, a lo que es ahora la huella, la idea, el recuerdo de Javier Diez Canseco. Hice todo el recorrido con las masas. Nuevamente no llevé nada, pero se me apareció un globo rojo y con él caminé a lo largo de la avenida Abancay, en el homenaje oficial en la plaza Bolívar, en el regreso por la misma avenida hasta La Colmena, en el homenaje combativo en la CGTP y, finalmente, en el último trayecto por Alfonso Ugarte para el homenaje partidario frente al Partido Socialista. El último partido de Diez Canseco, luego de Vanguardia, luego de las experiencias de la UDP, el PUM y seguramente otras que yo ya no supe.

Había previsto encontrar multitudes. Más bien deseado. Pero no: ¿dos mil, tres mil personas? El grupo grande era el de su partido. Pero, claro, no es un partido de masas. Más bien de jóvenes estudiantes entusiastas y algunos mayores con la pinta de los antiguos dirigentes sindicales o de los viejos comisarios partidarios. En conjunto, militantes no pitucos, tampoco demasiado populares, de esa clase media urbana basante definida: mestiza, con ciertos medios, con ideas democráticas, supongo. Además, había varios otros grupos de izquierda de otros jóvenes entusiastas, cuya diferencia principal parece ser el color de sus banderas: verdes, celestes, moradas y rojas. También algunos pocos sindicatos, organizaciones de discapacitados, de los que tienen opciones sexuales afirmándose, curiosamente una gran banderola de la universidad Villarreal con la foto de Diez Canseco. Y varias gentes como yo, sueltas, despistadas. Entre todos, uno que otro de esos que siguen siendo izquierdistas de cara conocida. Todos coreando las ya trasnochadas consignas, cantando la Internacional. No sé hasta qué punto repetía yo todo como a veces cuando tengo que ir a alguna misa y sorprendo mi voz cantando las viejas canciones del colegio.

Pero no puedo dudar de que me siento más cerca de esas consignas y esas canciones que de las oraciones, crucifijos y buenas intenciones que normalmente rodean los ritos de muerte. La muerte es el fin. Y, me gusta la consigna: “Compañero Javier Diez Canseco ¡Presente!” porque afirma que cuando una persona muere queda en lo que recordamos de ella, en lo que hizo, en lo que era.

Y por eso, quizá, pensé en que mucha gente, masas, iban a estar ahí. Pero somos parcos los peruanos. Olvidamos. No nos dejamos conmover por nada. Y cuando en un arrebato mostramos un poco más de emociones que las corrientes, nos avergonzamos y buscamos justificaciones y hasta nos arrepentimos o nos burlamos casi sin darnos cuenta.

Antes de que esto me sucediera, decidí pues escribir esto y enviarlo a los amigos, los de otros tiempos y los de ahora. Todavía tenemos (creo que todos) un poco de corazón de izquierda y de ganas de un Perú con más justicia, más igualdad, menos criollada.

eleana llosa, mayo 2013

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Javier, la partida de un hombre significativo

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Por mi relación con la política conocí de cerca a Javier Díez Canseco, dirigente muy querido entre diversas trincheras por tantos motivos. Desde el hecho de su cojera, pasando por su espíritu amplio, su aparente aspecto serio que sabía combinarlo con una gratuita sonrisa, era un cabal político y un arduo defensor de las causas que consideró justas, todas justas la mayor parte de las veces.

Hoy se ha ido y nos deja un legado que será todo un reto ayudar a encaminarlo y ha ser consecuente como lo supo ser, más allá de dificultades y falacias que pudo haber en su camino, quijotesco en algunos casos y profundamente humano por su opción por los más débiles. Y, como tal, nos ha dejado, al no poder vencer la lucha contra uno de los males de nuestro tiempo, el cáncer.

Es tiempo de reflexionar los pasos hacia adelante, los pasos dados antes, los pasos hacia el costado. Todos somos necesarios para hacer un mundo más humano, todos estamos invitados a la fiesta de la compasión, la solidaridad y la justicia. Que a todos nos inspire, al menos a un buen número.

Guillermo

A continuación, transcribo unas líneas que recibí de un amigo, a propósito de la partida de Javier, muy sentidas por cierto.

Hola Javier:

Una llamada me dice que nunca más te volveremos a ver. Hay un epitafio cerca de la tumba de mi madre que dice “No he muerto, moriré el día que me olviden”. Eso es lo que eres y serás para miles, para millones de personas. Inolvidable. Entonces ¡vives y vivirás! Seguramente muchos tratarán de poner en palabras lo grande que eres, lo grande de tu corazón y de tu fuerza por alcanzar la justicia y el mundo feliz de “Imagine” con el que soñamos. No creo que pueda hacer eso, las palabras siempre son limitadas. Seré breve. Cuando hacía alguna travesura, mi abuela me decía que el alma de los muertos le jalaba la pata a los que se portaban mal mientras dormían. Si es verdad que existe un más allá entonces haznos el favor de jalarle la pata a aquellos que perennizan la injusticia y la desigualdad, esos han hecho mucho, mucho más que travesuras; nos dará mucho gusto que sigas siendo su pesadilla. Si es verdad que existe un más allá entonces son miles los que han salido a recibirte y ya sabes lo que tienes que hacer: siéntate a la izquierda de Dios Padre. Si es verdad que hay un más allá, saluda a Pepe Martínez, a “Pico” Silva, a Crescencio Merma tan socialistas como tu; saluda a Pilar Coll y a Víctor Ramos, también inolvidables; y por favor, abraza y dale un beso a mi madre.

Pepe

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Ser Humano: enigmas y posibilidades

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Hace poco menos de dos años, el Fondo Editorial de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y de la Pontificia Universidad Católica del Perú, publicaron el libro de Alberto Simons sj sobre “Ser Humano. Ensayo de Antropología Cristológica”, coincidiendo ambos centros académicos donde labora el amigablemente llamado Cholo. Libro que presenta un itinerario de la reflexión teológica del autor y lo que ha sido su recorrido por diversos temas que han tenido a la base la gran pregunta por la relación entre Dios y el Hombre y el Hombre y Dios, situados a partir de aproximarse a la persona de Jesús.

Es importante detenerse en libros como éste porque nos permiten hacernos preguntas fundamentales a todo ser humano y a nuestra dimensión trascendente, a nuestro sentido espiritual, más allá de las características peculiares que dicha reflexión pudiera tener según cada caso. El hecho es que como seres humanos tenemos cuestiones vitales que nos recorren y de lo cual, el libro en mención nos ayuda a establecer una serie de aproximaciones que abordamos brevemente, en especial en su primer capítulo que es un gran vértice del conjunto del libro.

El autor nos hace ver que todo ser humanos se hace a sí mismo, como género humano y como persona. Que esa es “la gran aventura de la vida”, pero nos causa inquietud. Tenemos miedo a la libertad (E. Fromm), por no asumir nuestra responsabilidad de decidir y tomar la vida en las propias manos; o nos da miedo el pensar por nosotros mismos. O no sabemos amar, no nos atrevemos a salir del propio yo (de nuestra propia limitación).

En ese sentido, se sitúa el significado de ser “humano” en “atreverse a pensar por sí mismo (inteligencia), decidirse a tomar la vida en las propias manos (libertad – voluntad), resolverse a amar (afectividad), tener que ir realizando su propia vida (temporalidad – historicidad), compartir la vida con los otros (sociabilidad), ser lo que se quiere, puede y debe ser en autenticidad y coherencia (eticidad) e ir más allá de sí mismo (trascendencia)” (p.38). Algo como lo que Pascal nos dice que el hombre desborda infinitamente al hombre.

Por eso, el ser humano, más que un tema es un problema, un ser problemático. Porque es una especie biológicamente inconcluso, incompleto. A diferencia de otras especies que nacen con un código de comportamiento genético ya determinado, los seres humanos nacemos inconclusos. Pasamos del útero materno al útero socio cultural, sin el cual no podríamos subsistir; desde éste último termina de hacerse, de realizarse, y lo hace conviviendo con los demás; pues se corrobora que el ser humano se enseña y se aprende.

Ello es una ventaja en tanto nos obliga a desarrollar nuestra inteligencia, libertad, afectividad, sociabilidad, etc., por lo cual nos hacemos personas. Por tanto, cada ser humano es un proyecto de vida, lleno de enigmas, sentidos y significaciones posibles, potencialidades diversas. Tenemos la posibilidad de elegir entre una gama de posibilidades de ‘ser’ que se nos presentan; contamos con la facultad de cambiar y sabemos que podemos ser diferentes. Podemos trazar distintas rutas.

En realidad, somos un enigma para nosotros mismos. Caminamos en tensión y riesgo, entre lo posible y lo real. En parte, ello nos ayuda e impulsa a conocernos a nosotros mismos, el medio que nos rodea y el modo de relacionarnos y de vivir. Por tanto, es importante aprender a vivir con esa dimensión de misterio, donde sólo es posible ofrecer pistas y reflexiones no definitivas.

El enigma del SH es una riqueza que nos hace crecer y salir de certezas engañosas. Hay que convivir con el enigma que somos, lo cual nos remite a lo más profundo y verdadero de nosotros mismos. Algo así como convivimos con el enigma del amor, del tiempo o de la muerte. ¿Quién puede decidir fehacientemente sobre éstas dimensiones? Por ejemplo, por qué a veces los mejores se van más rápido, como muchos sentimos la partida de Javier Diez Canseco, político y persona cabal. Cuestiones que tendrán respuestas que nunca nos dejarán del todo satisfechos.

De otro lado, Alberto Simons nos aproxima a la humanidad de Jesús, para intentar ver desde allí el sentido y dimensión más cabal del ser humano. Se nos invita a hacerlo sin prejuicios o esquemas previos, para no convertirlo en un Dios disfrazado de hombre o en un ser mitológico. Es clave imaginarnos a Jesús como un hombre cualquiera que lo fue. Con los mismos sentimientos que podemos experimentar todos. Algunas veces cansado e irritable, otras veces, tratado como un orate o agitador; expresa los conocimientos religiosos de su tiempo y de ninguna manera era un personaje ‘omnisciente’, que lo conoce todo. Igual en todo a nosotros (a todo ser humano) menos en el pecado. Asumió todo lo propio de nuestra naturaleza, incluido la ignorancia o el error.

Debemos, por tanto, salir de imágenes sesgadas de Jesús, como son (1) el verlo sólo como un ser humano y nada más; (2) verlo sólo como un ser divino, igual a Dios; o (3) verlo como a un ser mitológico, mitad hombre mitad dios. Y ninguna de ellas es lo más válido. El autor nos invita a acercarnos a Jesús tal cual es y ver qué nos descubre sobre nuestro propio ser. Por tanto, un buen modo de hacerlo (tarea nada fácil) es haciendo el camino de sus propios discípulos. Viendo a Jesús primero como un ser humano igual a uno e ir descubriendo de a pocos su riqueza, su trascendencia y todo lo que él encierra como ser humano y sentido divino.

Con Jesús nos confrontamos con alguien con quien encontrarse y descubrir un sentido a la vida. Más que un ansia de saber de él, compromete toda nuestra existencia. Por eso, nuestro sentido de búsqueda e insatisfacción en la vida muchas veces nos ubica en la periferia, en las fronteras de nuestro sistema, situándonos en querer ir más allá de nuestras propias “instalaciones”. Así como también se situó Jesús en su tiempo.

El misterio del hombre y el misterio de Jesús podrían considerarse muy cercanos y, quizás, el mismo en el fondo. Según cómo entendemos el sentido del misterio. Ya que no sería tanto lo inexplicable o lo que no podemos conocer. Más bien, se trataría de “aquella plenitud que nos desborda y no podemos abarcar, explicar o disponer, pero que al mismo tiempo nos posee y, de alguna manera, nos penetra porque constituye la verdad profunda de nosotros mismos y de nuestro mundo, y nos da sentido y significado” (p.46). Es aquello que expresa sin agotar nunca todo aquello que expresa.

Terminamos estas breves notas mencionando que tomar en serio la humanidad de Jesús es clave porque ser cristiano significa ser como él y ello no podría ser si su humanidad no fuera (o hubiera sido) como la de todos nosotros. Es más, como nos lo recuerda Karl Rahner, justamente es en la humanidad de Jesús que se revela su propia divinidad.

 

Guillermo Valera
Magdalena, 5 de mayo 2013

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Antes hacíamos mitin, ahora se hace una misa

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Salía a paso apurado de la estación central del Metropolitano, rumbo a la Iglesia de la Recoleta, en la Plaza Francia, donde se iniciaría minutos más tarde la misa por el día del trabajo. Era viernes 27, cerca de las 7 de la noche y el flujo de gente era bastante considerable.

De pronto escuché que alguien, al pasar a mi lado, intentó llamar mi atención y siguió de largo. Casi por instinto, de sentir a alguien conocido, me detuve y pude alcanzar a ver que se trataba de un viejo amigo, de esos que conocí en la política y siempre me lo encuentro en eventos de ésta naturaleza, por distintas razones, siempre fiel, ya desgastado por los años y los vaivenes que traen éstas actividades, una persona muy amigable y agradable.

¿Para dónde bueno? ¿No te quedas para la misa por el día del trabajo? No, ya estoy de salida y me voy para casa (se dirigía a Miraflores). Cómo es, ¿no? Antes por el día del trabajo y de los trabajadores hacíamos mitin, una marcha, ahora se hace una misa… cómo han cambiado los tiempos. No lo decía burlándose, más bien con el deseo de marcar los tiempos distintos, las valoraciones, la misma realidad del trabajador y del mundo del trabajo ha cambiado tanto.

Nos despedimos de buen gusto, deseando que le fuera bien en la difícil Municipalidad de Lima donde chambea como asesor. La cosa esta verdaderamente complicada porque ahora somos minoría, aunque con todos los de la confluencia y la política de buena vecindad del PPC, la cosa aún es manejable. Pero la cosa se nos ha puesto difícil, pero no hay desafío que no se pueda abordar y felizmente nuestra Alcaldesa está más fortalecida que nunca; pese a los inconvenientes, ella volvió casi a nacer políticamente con el triunfo parcial logrado.

Ya en la Eucaristía, el padre a cargo de la homilía se encargaría de recordarnos los cambios de que ha sido efectivamente el mundo del trabajo y todo lo que se ha desandado en derechos laborales y sindicales, las diferenciaciones que se han generado entre capas bien remuneradas y en condición estable respecto a nuevas generaciones de trabajadores que la pasan de modo más limitado y en condiciones de movilidad bastante marcadas. Migrar de trabajo cada cierto tiempo se ha vuelto no sólo común sino hasta deseado, como una forma de aprendizajes diversos y de no “aburrirse” haciendo lo mismo.

Sobre el trabajo, valorar el trabajo y a los trabajadores que somos todos aquellos que vivimos de nuestra actividad profesional, de lo que sabemos hacer en términos honestos y sin apropiarnos de lo ajeno, es algo que debemos de considerar como significativo. Como se verá, hasta el origen de trabajador que estuvo normalmente asociado a obrero, ya ha sido superado por la historia. Para pasar a ser un concepto más amplio, aunque sin perder de vista a los más desfavorecidos en el mundo del trabajo, a quiénes tienen menos conocimientos, menos recursos, menos oportunidades, por las razones que sean, hasta raciales o geográficas, porque ser considerado indígena o vivir alejado de Lima o de una ciudad más o menos importante también es causa de discriminación subliminal o abierta.

Creo que desde ahora en adelante ya no dejaré pasar éste día como uno de los de mayor significación del año, casi como nuestro cumpleaños. El día que nacemos celebramos la vida que se nos dio y que tenemos la alegría de continuar y de crecer en ella. El día del trabajo en realidad nos invita a celebrar el que cada ser humano tenemos la capacidad de hacernos a nosotros mismo y de valernos por nosotros mismos, por intermedio del trabajo que realicemos cada uno, del modo como generemos nuestros ingresos o reproduzcamos nuestra sobrevivencia elemental (que supone alimentarnos, vestirnos, tener un lugar de habitación, preservar nuestra salud, educarnos y un largo o corto etc., según el caso.

Alegrémonos por el día del trabajo, festejemos la vida que descansa también en nuestras propias manos y posibilidades, con humildad y sentido profundo de la dignidad de cada persona. Que éste día sea motivo de conciencia solidaria con quienes nos rodean, nuestra familia, vecindario, región o país. Por supuesto, con nuestro entorno laboral, el que corresponda. Que sea motivo de preguntarnos, cómo nos compromete a cada uno, cómo estoy comprometido con cada uno de los circuitos por donde circulo a diario y, probablemente, me detengo poco o nada, sigo de largo para no “perder el tiempo” o no saber “escuchar”. Buen día del trabajo y un abrazo a todos/as los que nos sentimos y somos trabajadores.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 1 de mayo de 2013

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¿Conocemos Lima?

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Muchas veces creemos que conocemos algo o a alguien y, de pronto, descubrimos que no era tan así y que damos por supuestas muchas cosas o elementos o situaciones o etc.

Algo de ello nos ocurre con Lima. Sí, Lima, la capital de nuestro Perú, la misma que alberga ya alrededor de 8 millones de habitantes y que encierra un índice de TBC superior al que tiene Haití. O que uno de sus distritos (Pachacamac) resulta que es el de más bajo índice de desarrollo humano (IDH) de todo el país. Pero, ¿cómo puede ser? A veces pensamos que lo peor está en las lejanías de la sierra y selva y, ciertamente, en dichas zonas hay mayores dramas acumulados. Pero Lima también encierra los suyos y eso es, entre otras cosas, lo que nos hace ver el hace poco aprobado “Plan de Desarrollo concertado de Lima al 2025”, elaborado por la Municipalidad de Lima Metropolitana, bajo la conducción del Dr. Henry Pease.

Pero Lima no llama la atención por sus estadísticas. En ella podemos encontrar tan diversos contrastes y cambios ocurridos en los últimos 30 ó 40 años que debieran hacernos reflexionar y plantearnos si verdaderamente los limeños (o mejor dicho, todos los que vivimos en Lima), conocemos realmente Lima. Por ejemplo, uno se puede dar con la sorpresa que alumnos de colegio o ya egresados nunca han visitado el centro histórico de Lima o no conozcan el mar. Cosas como esa nos hace recordar la novela de García Márquez en Cien años de soledad, cuando se admiraba la gente con ese gran acontecimiento de conocer el hielo.

No digamos qué tanto hemos tenido oportunidad de recorrer Lima para tomar el “pulso” de su dimensión y crecimiento. O qué tanto sabemos de su historia e identidad. ¿Nos suena quién fue Taulichusco? ¿De dónde viene el nombre de Lima, el mismo que es autóctono y no importado como el sobrenombre de “ciudad de los reyes”? ¿Desde cuándo y qué genera en Lima ese desborde popular del que nos habla José Matos Mar? O por qué tenemos que sentir la necesidad de pensar en el país cuando reflexionamos desde Lima los problemas que nos acontecen y no nos damos la pauta de situar su debida problemática en las dimensiones que corresponde.

En fin, son varias las reflexiones que nos suscita el intentar establecer la mirada de Lima que nos haga salir de nuestro localismo específico desde la cual pretendamos mirarla y, a la vez, darnos una perspectiva adecuada que nos circunscriba a lo específico de su dimensión metropolitana o de región (que también tiene ese estatus legalmente establecido) y no saltarnos defrente a lo “nacional”. Para muchos que empezamos a detenernos a pensar Lima nos suscita una serie de reflexiones similares, dejándonos entrever que Lima, entre otras cosas, es una realidad por descubrir y una convivencia por construir. Que necesitamos conocer la globalidad que es Lima, como conjunto, para poder abordar mejor lo que podemos hacer por ella en su complejidad y posibilidades que ella nos plantea.

Necesitamos trabajar más una identidad común como Lima, tomando conciencia de la Lima que se está haciendo y colaborando a construir con nuestra manera de involucrarnos en ella o nuestra simple omisión. Después de todo, Lima es una ciudad que ha crecido al impulso de sucesivas invasiones desde los años 40s. del siglo pasado y ha vivido de pulsiones que se han impuesto y han encaminado su crecimiento, pasando por las distintas formas de emprendimientos, desde los más ambulatorios hasta los que han logrado un éxito mayor y sostenido en los mercados, la industria, los servicios diversos, etc.

Es muy importante pensar en cómo generamos (o se puede ayudar a generar) conexiones y articulaciones entre los diversos sectores, problemáticas y zonas que comprende Lima, sintiendo que son ya varias ciudades encerradas en un mismo contorno territorial, donde suelen colisionar intereses diversos, experiencias, riqueza pluricultural, desigualdades y otras varias constantes. Cómo es posible enfrentar temas y problemas comunes que, tales como la seguridad, la salud, el transporte, la pobreza, el medioambiente y una larga lista, pueda ser atendida con la debida intervención y concurrencia de los municipios, el gobierno central, las empresas, las iglesias y la sociedad civil más en general.

Que nuestra capacidad de soñar centrada en Lima como especificidad pueda ayudar a pensar mejor el país, en tanto diversidad y motivación por lo propio de cada región y su itinerario de identidad, presente y posibilidades. Que nuestra capacidad de amar y soñar nuestro país nos ayude a situar mejor que Lima no es el Perú pero que el Perú también es Lima con sus propias particularidades y propósitos.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 28 de abril de 2013

 

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Vivir una Iglesia austera

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Empezamos muchos a reconocer que en la elección reciente del nuevo Papa Francisco, ha soplado realmente el Espíritu. Fue bastante pronto el consenso alcanzado y debió ser que la mirada centrada en el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, condujo a no poder dudar de su carácter profundo de pastor y servidor de nuestra Iglesia.

Es probable que estemos ante un Papa que no se preocupará por escribir más encíclicas sobre diversos puntos vitales de nuestra Iglesia. Parece que ya tenemos bastantes. Es más, con todo lo trabajado y avanzado en Vaticano II hay mucha materia que no se ha rumiado lo suficiente o siquiera se ha considerado para términos prácticos. Y ya han pasado 50 años, los suficientes como para empezar a poner el tono más en los gestos y acciones prácticas que nos hablen más de Jesús por ellas mismas que por discursos que no terminan de concretar las cosas.

El Papa Bergoglio, expresa de por sí una Iglesia con otra mirada, menos eurocéntrica, situada desde otra realidad como es la latinoamericana. Nos dice mucho, sólo empezando por el nombre con el que decidió identificarse, con lo cual ya nos dio muestra de lo que nos quiere comunicar y a lo que aspira con la responsabilidad que tiene entre manos. Debemos construir una iglesia cercana a los más pobres, una iglesia sencilla como nos enseñó Francisco de Asis. Una Iglesia que se construye desde abajo y que no quiere ostentar nada que no sea su sentido de servicio y caridad.

De hecho, parece estar muy presente en nuestro nuevo Papa, un sentido de servicio más que de jerarquías; de saber hacernos los “últimos” y no sentirnos los “primeros”. No sólo como discurso y menos como pose. Hay en él un enorme sentido de vida y un llamado a su vez a vivir un estilo de vida, como Jesús nos enseñó. A encontrar en ese modo de vivir lo importante, lo significativo, lo indispensable. Y poco más o nada más. Claro, en un mundo que siempre nos incentiva al consumo, a tener más, a acumular poder, a competir sin importar qué pasa con el “resto”… no debe de extrañarnos, aunque sí hacernos muy conscientes que es de eso “mundano” que tenemos que ser contraculturales, como contracultural fue Jesús en su tiempo con lo “mundano” que le tocó vivir.

La gran fuerza que puede tener un Papa como Francisco I será que si encontramos verdad, cercanía a Jesús, justicia en lo que nos propone, autenticidad de buen pastor y tantos detalles… Tendremos entonces que secundarlo en todos los niveles de nuestra Iglesia para hacer verdad los gestos a los que nos vaya invitando a vivir y hacerlos vida cada uno de quienes nos reclamamos cristianos, como sentido estilo de vida por el cual queremos seguir a Jesús desde el lugar que a cada uno le corresponda. Tenemos que empezar desde ya.

Como ya hemos señalado. El primer tema planteado es la del llamado a vivir una Iglesia austera, con humildad y sencillez de contenidos. ¿Cómo lo hacemos carne no sólo desde las instancias jerárquicas que corresponda? Más importante será el cómo podemos vivir ello desde nuestro quehacer de laicos, desde cada una de nuestras comunidades y testimonio individual que nos toque. Por favor, no se trata de discursos. Si algo hemos indicado es que nos vamos a ver confrontados a gestos; y gestos profundos que nos inviten a replantear nuestra propia forma de vivir.

Por ejemplo, si queremos una iglesia más laical, los laicos tendremos que dar un mayor testimonio de sí como iglesia. No para ser “cruzada” de nada, como en tiempos medievales ya transcurridos. Si queremos humildad en nuestra Iglesia tenemos que ser capaces de expresar dicha humildad con nuestra vida y la de nuestras organizaciones. Si queremos representar servicio, tenemos que hacernos auténticos servidores, en el nivel que nos competa. Porque desde allí podremos encarnar un camino de renovación que siento con mucha esperanza que está empezando. Desde ya Benedicto XVI señaló un camino posible con su renuncia y la necesidad de cambios.

Tenemos fe que con Francisco I nos abriremos a un sentido renovador de la pastoral de nuestra Iglesia que, como se recogió en Aparecida, implique “la promoción humana y la auténtica liberación ‘sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad’.” (A: 399). La renovación de la Iglesia tiene que ser tarea de todos y saber descubrir cada cual el gesto que está llamado hacer a su nivel, tanto individual como comunitariamente.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 24 de marzo de 2013

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En torno al Proceso del NO a la revocatoria

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Es bueno mencionar que en Lima estamos ante un desafío político que nos ha hecho conocer lo que puede ser la impotencia; el saberse con la razón y no ser aceptado por la gente, por distintas razones. Ello le ha sucedido a nuestra querida Alcaldesa Susana Villarán, quien siendo una persona muy honesta y proba, con niveles de eficiencia superiores a quienes han pasado por la casa municipal en los últimos lustros, no ha logrado convencer a la población.

No obstante, ella no se ha echado para atrás ni a tirado la toalla. Se propuso salir al frente con su verdad y encarar a quienes con todo descaro han querido valerse de testaferros para conseguir réditos políticos, siendo el tren del Señor Castañeda Lossio, el Apra y el Fujimorismo el que ha terminado empujando dicho propósito. Y allí está la cosa disputándose, como algo que no se consigue fácil, pero que más allá del resultado final del domingo 17, nos dará serias lecciones de política.

Lo primero es que todos debemos saber respetar las reglas de juego de nuestra democracia en construcción, todavía débil y necesitada de crecer en institucionalidad, liderazgos y organizaciones más sólidas. Por ello, ya se ganó en éste propósito, porque se aceptó los términos de la legalidad establecida para una situación de revocatoria, pero nos ha hecho conscientes que una medida así debe también ser replanteada más adelante para garantizar que no se “juegue” a revocador quien pierde las elecciones, muchas veces sin razones consistentes de por medio, tal como se ha demostrado en el caso que comentamos (y la inmensa mayoría de casos equivalentes).

Lo segundo es hacerse consciente que los sectores más pobres siempre son más sensibles a cambios de fondo si no se explican e involucra debidamente, o no se actúa planteando complementos y compensaciones. Donde se sienta y se vea un poco más visible los beneficios y metas. Aun así, es difícil, porque se lucha contra grupos y redes de poder muy enquistados e intereses muchas veces corruptos. Como lo son los casos del transporte, comercio mayorista, seguridad y otros temas.

Lo tercero es que establecer consensos y concertación de intereses diversos, ya ha tenido su primer fruto en Lima con el Plan Regional de Desarrollo Concertado de Lima Metropolitana (www.planlima.gob.pe), aprobado hace pocas semanas. Dando muestra de un camino y una opción de trabajo, muy de la mano con sectores de la población organizada. Ello tiene que saberse trasladar al plano de la opinión pública y de quienes piensan diferente, justamente para buscar convencerlos y para entender también sus razones.

Por ello, es también significativo que la propia Alcaldesa pueda reconocer errores y aceptar que haya gente que quiera votar en su contra y discrepar con ella y su gestión municipal. Pero diferenciándola de quienes están a la cabeza de la revocatoria, quienes como Marco Tulio Gutiérrez terminan siendo una vergüenza para la política. Ojalá ello también lo valore la población al momento de votar, porque están en juego formas muy distintas de hacer política y nos toca crecer, madurar, intentar hacer las cosas mejor.

De allí que desde la Mesa de Movimientos Laicales, en la cual se reúne un conjunto de 8 movimientos y comunidades (EDOP, UNEC, JOC, MTC, CHC, MPC, MIAMSI y CVX), le dirigimos una carta personal a Susana. Reconociendo su esfuerzo en el campo de la política y la función pública, tal como nos lo pide el Documento de Aparecida (DA 75, 79, 174). Le decíamos de corazón que su gestión no estaba exenta de errores; pero reconocíamos su valor en enfrentar problemas de fondo, pese a que fueran impopulares. Le manifestamos nuestro aprecio como mujer honesta y con sentido ético.

Porque creemos que es posible hacer política limpia, transparente, y en el que el bien común esté por encima de intereses personales y de grupos de poder, teniendo siempre presente las palabras de Jesús “sean astutos como las serpientes e inocentes como las palomas.” (Mt. 10,16b). Le pedimos que no desmayara en el esfuerzo por llevar adelante su responsabilidad, considerando que es de justicia que terminara su mandato para el cual fue elegida democráticamente. Y que contara con nosotros.

Creemos que ello nos invita a que todos, desde diversas tareas, nos comprometamos a garantizar un proceso electoral limpio. Por ejemplo, participando como personeros en todas las jurisdicciones previstas de votación. Siendo respetuosos de los argumentos de quienes piensen que es mejor votar por el Sí, sin dejar de expresar nuestro propio punto de vista. Atreviéndonos a invocar y llamar públicamente a votar por el NO, marcando las 40 veces NO en la cédula de votación, éste domingo 17. Así, otras tareas.

 

Guillermo Valera Moreno

Lima, 09 de marzo de 2013

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