Archivo del Autor: Guillermo Gabriel Valera Moreno

Dios trabaja así. 50 años de la CVX – Mi testimonio

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El siguiente es un testimonio pedido de mi presencia en dos asambleas mundiales CVX, como parte de mis responsabilidades en el Consejo Nacional CVX. Fue preparado para un evento en la UARM realizado el 30 de marzo 2017.

En mi caso, Guillermo Valera, participo de grupos vinculados a la labor jesuita y su espiritualidad desde 1974, cuando era estudiante del colegio San Ignacio de Loyola de Piura. Participo de CVX Siempre desde 1976; he tenido ocasión de ser miembro del Consejo Nacional CVX entre 2002 y el 2008, y he participado en dos asambleas mundiales en Nairobi, Kenia (2003) y en Fátima, Portugal (2008). Debo decir que me siento uno más en CVX, que los muchos años no me hacen mejor que cualquier otro ceveco o ceveca, y que me llena de mucha gratitud poder hacer cada año una experiencia de ejercicios espirituales y animar a otros a que hagan similar experiencia.

Quiero en éste breve testimonio, detenerme básicamente en lo que viví en las asambleas mundiales CVX en las que participé y, desde allí, recordar aspectos que nos son significativos. En el caso de la asamblea de Nairobi (2003), desde el lenguaje se nos marcó una experiencia que fue muy sentida. Karibu es un término soajil (lengua autóctona de Kenya) y significa “bienvenido”; esa fue la manera espontánea como nos sentimos todo el tiempo que estuvimos por Nairobi.

Desde la realidad del África, desde problemas tan descarnados como el Sida, se nos invitó a ser comunidad y cuerpo apostólico. Desde allí se nos invitó a crecer y a responder al llamado del Señor. Cada uno desde la realidad concreta de su país, pero poniendo especial atención a esa realidad africana que golpeó la puerta de nuestros corazones y que nos enseñó a amar un poco más y a renovar en él ese camino de seguimiento a Cristo.

Se puso de relieve el drama de quienes sufren de SIDA, constatando que era un mal que se añadía a tantos otros de violencia, refugiados y pobreza en general que nos hacían ser conscientes de lo dura que puede ser la miseria. En ese contexto, con mucha facilidad se podía hablar de gente que muere por millones cada año en el África.

Fueron días que nos remecieron y nos generaron sentimientos muy encontrados. Pero no dejó de acompañarnos el sentido de esperanza y alegría que, a ritmo de los tambores y del baile propio del África, nos hacían vivir con muchos matices las realidades que se abrían en el panorama y las cosas que eran posibles de hacer (o ya se venían haciendo).

Crecer como cuerpo apostólico recorrió como hilo conductor todos los puntos y temas abordados por la Asamblea de entonces. De manera sencilla se nos invitó a discernir y orar qué tipo de comunidad es la que queremos construir desde la Iglesia y la realidad que vivimos, en cada ámbito nacional donde estamos y en el mundo entero como comunidad universal de CVX. Nos detuvimos en cómo aprendemos a ser comunidad, compartiendo las diversas responsabilidades que ella supone, como comunidades discernientes que van asumiendo una misión común a través de un compartir de nuestras vidas y haciéndonos parte de la vida de cada uno de los integrantes de la comunidad. Para dar testimonio en cada dimensión de nuestro ser y actividad (ciudadanía, familia, trabajo, pastoral), compartiendo desde el discernimiento en comunidad lo que somos y hacemos. Asumiendo un sentido de envío comunitario en eso mismo que hacemos y nos sentimos llamados a realizar, creciendo con el acompañamiento y valoración que la comunidad realiza con cada uno de sus integrantes.

Encaminando a que la CVX, tanto desde su dimensión mundial, pasando por sus expresiones regionales y nacionales, hasta llegar a cada ‘comunidad pequeña’, pueda hacerse responsable a sí misma de su funcionamiento y desarrollo de sus propias capacidades (incluyendo sus respetivas finanzas). Sólo así se podría hablar de una comunidad que crece en madurez y libertad.

Cinco años más tarde, en Fátima, Portugal (2008), se volvería a profundizar de dicha reflexión y propósitos. Su significado no sólo estuvo en todo lo que se pudo compartir como vivencia de la comunidad mundial, sino en lo que pudimos recoger como sentido actual de nuestro llamado a ser y vivir en CVX. Sabiendo discernir los signos de los tiempos desde el cambio de época que nos había tocado vivir. Poniendo un especial énfasis en el llamado a ser profetas de nuestro tiempo, tanto individual como comunitariamente.

En Fátima también reconocimos que no resulta fácil reconocer la obra de Dios en nuestro mundo roto. Sin embargo, a través de símbolos, cuando no en palabras, quisimos afirmar con mucha esperanza que nuestras historias son parte de la Gran Historia del amor salvador de Cristo.

Abreviando, cinco signos fueron los que más nos marcaron más y fueron los más desafiantes:
º Fidelidad a las orientaciones de Nairobi
º Unidad en la diversidad
º El llamado a vivir como una comunidad profética de laicos
º Una mayor identificación con la misión de Cristo para llevar la buena noticia a los pobres, y
º Ampliación y profundización de las redes de colaboración.

Ese ha sido parte de nuestro caminar y que fue colocando algunos ladrillos para irnos dando luces. Ladrillos que nos han permitido una importante continuidad institucional en los últimos 15 años.

Un abrazo fraterno a cada uno.

Guillermo Valera M. – CVX Siempre
29 de marzo 2017

Resurrección y camino

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¿Resucitó Jesús realmente? ¿Podemos dar fe de ello realmente en el mundo? Diera la impresión de que no. Parece que hubiéramos avanzado tan poco en los temas de convivencia, pareciera que la vida humana sigue significando muy poco en muchos lugares y para cada uno, cuando permitimos que haya tanta muerte en el mundo, especialmente por las guerras (Siria, ¿qué decir?), por la pobreza y la desnutrición, por las enfermedades curables que siguen matando…

Nosotros también creemos que no hay muerte sin resurrección de Jesús, una cosa no se explica sin la otra. Si en ello estamos hablando de cómo Dios, el amor de Dios, se nos reveló a través de su hijo, como testimonio pleno del mismo, y pasó por el drama de lapasión y la alegría de la resurrección. ¿No debiéramos entender que para todos los problemas del mundo existen (o pueden existir) respuestas y soluciones que nos son posibles de encaminar como sociedad? No es difícil constatar que estamos en un mundo que puede caminar sin sentido aparente o con poca (o ninguna) brújula u horizonte.

Sin embargo, consideramos que habitamos un mundo pleno de sentidos. Empezando porque la existencia de la vida en general (y de la vida humana en particular) necesita tener algún sentido razonable para que se dé (la de cada ser humano); no existimos sólo por azar. Felizmente nos han hecho (somos) seres inteligentes, lo cual permite darnos cuenta de ello y de muchas cosas más en el mundo. Más bien y normalmente, nos va a corresponder descubrirlo y convencernos de ello para sintonizar con el propósito de que una vida mejor para todos es lo que mejor le puede convenir a cada uno (así como de modo colectivo o societario), considerándolo en la realización del bien común de todas las sociedades y en todas sus dimensiones.

Hablar de Jesús, podría ser como hablar de personajes que marcaron la historia de diversas maneras como el Che Guevara, John Lennon, Mijail Gorbachov, Albert Einstein, Mahatma Gandhi, Martin Luther King y tantos nombres que podríamos recordar. Sin embargo, una singularidad en Jesús fue su paso tan casual por la historia del medio oriente y que llega a ser quizás el primer personaje global, el mismo que establece un antes y un después universal en la historia.

Todo a partir de un modo de vivir, al que nos invita a todos desde una lógica y estilo de vida fundado en el amor. Y no por eso fue sólo un “romántico”. Un amor que se centra en la valoración de la persona humana y de la naturaleza en todas sus dimensiones y que busca reconocerse, construirse y realizarse en todas las personas que existen, han existido y vendrán más adelante. ¿Es eso posible? Hasta se fundó una iglesia por sus seguidores y salieron otras tantas en su caminar histórico. Pero no se ha logrado realizar adecuadamente su mensaje ni su práctica.

Hoy tenemos el privilegio de contar con un Papa como Francisco, quien es un verdadero profeta de nuestro tiempo, aunque todavía poco se le escucha o se le reconoce a través de las decisiones mundiales que deberían acarrear varias de sus propuestas. Sin embargo, él navega como todo un Cristo de nuestros tiempos modernos de la internet y de las tecnologías de la comunicación, arando en el desierto, como gota de agua en un océano.

Él es camino de resurrección y nos da pautas de cómo corresponde resucitar hoy a Jesús en nuestras vidas. Sigámoslo como a Jesús!

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 17 de Abril de 2017

Homilía – Eucaristía por el jubileo de oro (II)

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Segunda Parte:
Nuestras Perspectivas a Futuro en CVX (a cargo de María Jesús Alfaro)

El boletín Proyecto 165, publicado por el EXCO en octubre de 2016, denominado “Juventud, herederos del pasado y pioneros del futuro” cita al poeta Americano Samuel Ullman cuando relata que la juventud no es sólo, una etapa en la vida, es un estado mental, una cuestión de voluntad, una cualidad de la imaginación, la energía de nuestras emociones, la predominancia de nuestro coraje sobre la timidez, y el amor por la aventura por encima a dejarnos llevar por lo fácil.

No hay excusa, para no ser jóvenes siempre. De la misma manera, el Señor, en la primera lectura nos recuerda que servirlo, no requiere actos heroicos, nos pide, en cambio, practicar la justicia, la bondad y la humildad. Nos recuerda, que solo, a Su servicio, encontraremos el verdadero sentido de nuestras vidas como individuos y nuestro lugar en el mundo y en la Iglesia como comunidad laica ignaciana.

Iniciar las celebraciones por el Jubileo de Oro de la CVX nos plantea como comunidad nacional cuestionarnos sobre nuestra identidad. En este sentido la Asamblea Mundial de Líbano 2013, nos invitaba a continuar con el trabajo de reafirmar la identidad laical a nivel mundial, así como, a recordar que, para ser un cuerpo apostólico laico, fundado en la espiritualidad ignaciana, debemos ser, ante todo, laicos.

Como sabemos, la vocación laical CVX, es un estilo particular de vivir nuestra vocación como bautizados. Todos nosotros, estamos llamados a articular y vivir esta vocación profunda y auténticamente para sentar los cimientos de una vida de fe capaz de hacer justicia en un mundo y en una realidad nacional golpeada por el peso de injusticias, estructuras de odio, y desigualdad. Un estilo de vida, que, de acuerdo a los principios generales, nos llama a comprometernos con nuestra comunidad local y nacional, así como, con nosotros mismos. Nos invita a luchar continuamente por nuestro crecimiento personal, social, espiritual, humano y apostólico. En la práctica, a estar disponibles, a hacernos indiferentes, al modo ignaciano, a soltar todo lo que nos ata, a apostar por la Bandera del Reino y a responder ante nuestros hermanos como hemos respondido en el Salmo “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”

La segunda Lectura, nos invita a ver dentro de cada uno de nosotros. A reconocer el Espíritu que nos habita y que se hace presente en cada uno de nuestros encuentros comunitarios y en nuestra vida diaria. Es el Espíritu, el que nos mueve a seguir creciendo, a aspirar una CVX que se proyecte al futuro, que deje huella, no sólo en nuestros corazones, sino en el de todos los que nos conocen, que trascendamos, que seamos esa “única carta de recomendación guiada por el Espíritu del Dios viviente”

El Jubileo de Oro, nos invita a ver hacia atrás, recordar lo aprendido y con ello dar un paso hacia el futuro. Adentrarnos en lo incierto, pero con metas y objetivo claros. Nos invita a delinear nuestras perspectivas a futuro. A pensar en la comunidad que fuimos, somos y sobretodo en la que queremos ser y a la que aspiramos.

Nos toca seguir edificando sobre las bases ya sentadas, levantar muros fortalecidos que sigan resistiendo el embate del tiempo. Apuntalar una CVX que trabaje en el fortalecimiento común de la Iglesia Católica, desde nuesta propia identidad. Buscar ser rostro de Cristo en la diversidad, en la desesperanza. Ser cuerpo laico reflexivo, pero sobretodo informado. Una comunidad capaz de construir y fortalecer su propio discurso formativo, que por sobretodo se sienta llamada a la acción. Seamos siempre contemplativos en la Acción. Hagamos nuestro el evangelio de hoy. Sin miedo, ante las dificultades y ante el futuro que tenemos por delante, involucrémonos más. Sigamos el ejemplo de María. Veamos a Dios en los ojos del desconocido y del hermano. Veámoslo en la realidad nacional que hoy está movida por donde se le vea. Asumamos nuestra Misión como una comunidad que da soporte, que escucha, que brinda conocimiento, pero sobretodo tiempo. Reconozcamos nuestros recursos comunes, generemos redes de profesionales, De manera que, “si un miembro padece, todos los miembros padecen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros se honran con él.” (1 Cor 12:26)

El Jubileo, las lecturas de hoy y nuestra vocación CVX, nos invitan a mirar el futuro con espíritu crítico, aprender de nuestras experiencias y a seguir experimentando, a no dejarnos paralizar por el miedo, a desarrollar un sentido de belleza y profundidad para encontrar a Dios más allá de las Palabras.

Recordemos siempre, que, mientras recibamos el mensaje de Dios con belleza, esperanza, alegría, grandeza, coraje y el poder de la tierra, de los hombres y de la infinita sabiduría del Señor, seguiremos siendo jóvenes, pisando firme hacia el futuro y continuando la construcción de un legado y un estilo de vida, sin temor alguno apostando por Cristo, como María.

Seamos una comunidad joven siempre, en constante crecimiento, y con conocimiento interno de Dios. “Con Cristo en el corazón y el corazón en el horizonte.”

Homilía – Eucaristía por el jubileo de oro (I)

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Presentamos en dos partes la homilía realizada en la Eucaristía por el Aniversario de Oro de la CVX (50 años).

Primera Parte:
Acerca de nuestro recorrido en CVX (a cargo de Guillermo Valera Moreno)

1. Un largo caminar: Hace pocos años (en el 2013), celeb ramos los 450 años de nuestro recorrido como Congregaciones Marianas (y comunidades laicas ignacianas en general), prácticamente creadas desde los inicios mismos de la Compañía de Jesús. Allí recordamos ese extenso caminar que hemos tenido. En el presente año, hemos querido poner de relieve los últimos 50 años, fecha desde la cual pasamos a llamarnos CVX, Comunidades de Vida Cristiana.

Este cambio producido en 1967 estuvo muy a tono con los nuevos aires que trajo Vaticano II, el cual había concluido dos años antes (en 1965), en el cual se intenta dar un rol más amplio a los laicos desde una mirada de “pueblo de Dios”, y más vinculada a la misión, hacia nuestros prójimos, especialmente los más necesitados. También como CVX se buscó tener una mayor profundidad en los Ejercicios Espirituales.

2. Como toda experiencia y caminar, ésta significó diversos vaivenes y tensiones. Sin embargo, significativamente la reflexión y búsqueda de nuestra CVX mundial se fue traduciendo en documentos claves que hoy son referencia para todos. Por ejemplo, los Principios Generales CVX, los cuales buscaron definir de la mejor manera ¿Quiénes somos? Permitió entender el sentido de considerarnos una sola comunidad mundial (ya que inicialmente nos llamamos Federación Mundial de CVX).

Buscando caminos de formación para afianzar nuestro propio quehacer y proyección comunitaria, espiritual, humana y apostólica se dio lugar a “Nuestro Carisma en CVX”. Algunos esfuerzos en nuestra CVX Perú permitieron elaborar una útil carpeta de formación. A nivel Latinoamericano se logró encaminar el valioso programa de formación Magis.

También debemos señalar que, en los últimos 25 años, nuestra reflexión como CVX mundial giró en torno a la misión y el sentido de crecer como “cuerpo apostólico”. Siendo muy claro que nos situamos como parte de la Iglesia y, desde ella, buscamos colaborar con la misión de Dios. Lo cual lo vamos entendiendo cada vez más como el esfuerzo que ponemos (o debemos poner) todos (religiosos o laicos) en humanizar nuestra historia y construir un mundo más humano; en hacernos cada uno más profundamente humanos en el conjunto de nuestra vida. Hacerlo desde lo que nos llama el Señor de modo específico y especial. En ello mundialmente la CVX priorizó en su última Asamblea hasta 4 fronteras: Pobreza y globalización; Ecología y medio ambiente; Familia; y Juventud. En nuestro país priorizamos en la presente etapa lo relativo a la Familia.

3. Las gracias recibidas: son muchas y variadas… se podrían contar muy distintas historias, hechos significativos, anécdotas, personas concretas, lugares, fechas… Después de todo, son 50 años en éste recorrido como CVX. Resaltamos 3 gracias en nuestra CVX Perú: nuestra diversidad; sentido comunitario; apoyo de la CJ.
(a) Sobre diversidad, nuestra historia en CVX está llena de experiencias que supieron integrarse en un solo proceso de CVX Perú y que no fue nada sencillo. Esta la experiencia de las mismas Congregaciones Marianas (las CVX Fátima Miraflores estuvieron vinculadas especialmente a dicha experiencia). Están las antiguas CCL (Comunidades Cristianas de Líderes) o el Grupo Siempre (las cuales se consolidaron como comunidades de profesionales). Las labores de CVX más vinculadas a parroquias (por ejemplo en El Agustino o San Pedro; las que se impulsaron desde iniciativas más de colegios (especialmente la experiencia de Fe y Alegría Mi Perú y otros de provincias). Fueron una serie de iniciativas que dieron lugar a una historia común en CVX Lima y, más ampliamente, si nos referimos a las experiencias de Piura, Chiclayo, Jaén, Ayacucho, Cusco, Arequipa, Ilo y Tacna, con quienes hemos construido una historia común en CVX Perú. No ha sido fácil y no es una tarea consolidada. Pero es parte de nuestra riqueza.
(b) Una gracia enorme ha sido aprender a vivir nuestra fe en comunidad y continuar en ella. Puede parecer algo obvio, pero es clave en una sociedad tan individualista como la que vivimos. Crecer en sentido comunitario y de solidaridad. Aprender a ejercitarnos comunitariamente en el diálogo. El aprender a hacernos sensibles a los problemas de los demás, especialmente de los más débiles. Adquiriendo pleno sentido en el discernimiento y desarrollo de la misión. Con continuidades e interrupciones. Porque nos plantea exigencias diversas el mantener constancia y permanencia en los distintas etapas y procesos que nos toca vivir.
(c) El contar con una CJ cercana a nuestros procesos laicales y comunitarios. Tanto desde CVX como desde espacios más amplios vividos, como la RAI, Consejos de Laicos, Grupos de Colaboración, etc. Estamos muy agradecidos de ello. Hemos gozado juntos éste caminar; hemos sentido que podemos ser compañeros y corresponsables en la misión; amigos en el Señor. Compartiendo experiencias comunes desde los Ejercicios Espirituales, algunas iniciativas de formación y otros espacios. Aunque hay mucho camino por hacer y decidir juntos. Pero hoy, es importante dar gracias a la CJ como conjunto, así como a jesuitas específicos de modo particular por su labor y colaboración en CVX. A los que ya no están (Pablo Vásquez, Majo Granda, Justo González-Tarrillo, Ángel Palencia, Jefrey Kleyber, Roberto Dolan, Manolo Peirano…). A los que están hoy con nosotros, en especial a quienes han tenido la responsabilidad como Asistente Nacional: José Luis Gordillo, Javier Uriarte, Jero Olleros, Boby Burns, … y todos los que acompañan nuestro proceso en CVX.

4. Vinculando lo anterior con las lecturas: Sólo aludir que nos recuerdan la importancia de estar atento a practicar la justicia, de saber abrir nuestros oídos y nuestros labios, de buscar dar testimonio de fe y vida integradas y de asumir una fe profunda como la de María. Todo ello queremos vivirlo integrado a nuestra experiencia de CVX. Reconociendo que nuestra experiencia en CVX es también un camino de fe y discernimiento, de fe y compromiso. Un caminar que no se explica sin la presencia del Señor en nuestras vidas y en la historia que vamos encarnando como CVX.

Comunidad, ¿qué tenemos para el 2017?

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En CVX Siempre, hoy somos 24 integrantes, 13 mujeres y 11 varones, repartidos 12 en cada equipo. Recogimos el año pasado lo importante que fue el tratamiento sobre la Misericordia, desde las reflexiones sugeridas por nuestro Papa Francisco y la invitación a revisar nuestra vida desde criterios más evangélicos. Tuvimos la experiencia de reflexión sobre la familia, especialmente con la presencia de Fernando Vidal y su llamado a vivir una CVX más en camino, que dé pasos y se motive desde la propia vivencia familiar para hacerse parte más activa del mundo que vivimos y salir de actitudes meramente pasivas o contemplativas.

Constatamos lo importante que es para nuestra comunidad las revisiones de vida (RV) y los ejercicios espirituales (EE.EE.). Salvo 1 persona que no hizo RV y 4 que no llegaron a hacer EE.EE., todos compartimos esa experiencia. Cuestión consustancial a nuestro ser CVX el darnos esa regularidad anual, en cuanto medios adecuados de crecimiento y renovación espiritual constante que necesitamos para encontrarnos con Dios, discernir su voluntad en nuestra vida y encaminarnos al mejor propósito que corresponda. Junto a ello, por cierto, están nuestra presencia en la Eucaristía dominical, la oración y pausa diaria, contar con un acompañante y participar de nuestras reuniones comunitarias. Entendemos que cada uno vive ello como algo ya incorporado y de lo que se trata es de profundizar, darnos profundidad en nuestra espiritualidad y capacidad de diálogo con Dios, para un mejor seguimiento de Jesús (en clave de magis).

Mirando más específicamente el año 2017 que estamos iniciando nos toca identificar en qué nos sentimos llamados a crecer de modo solidario. Lo cual es, en primer lugar, una responsabilidad estrictamente personal: si queremos crecer, el darnos los medios para crecer, el apoyarnos en la comunidad para crecer. La comunidad (como otros espacios) nos brinda la oportunidad de abrirnos a un mundo más solidario, de relaciones interpersonales variadas, de mutua aceptación, de crecimiento en la fe y en nuestro sentido humano. En ello nos toca y queremos aprovecharlo.

De allí, nuestro deseo de situar nuestra labor desde dos dimensiones que vemos muy significativas: nuestro modo de ser Iglesia y nuestro compromiso político con el país. Queremos recorrer cada año teniendo presente cuestiones que nos pueden ayudar a caminar juntos, crecer y aportar. Revisando lo que hacemos y lo que nos proponemos en nuestras vidas concretas para situarnos de modo más amigable con la naturaleza y para encaminar relaciones más justas con las personas. En todo lo que puede tener como cambio de estilos de vida, actitudes, manera de relacionarnos e integrar nuestra fe y vida.

Por ejemplo, en la dimensión de Iglesia vemos muy importante el seguir aprendiendo a ser comunidad, preguntarnos qué significa ser Iglesia hoy. Aprender a acompañarnos entre nosotros; acompañar a otras comunidades; acompañar la formación de otras personas. Se trata, especialmente, de profundizar en nuestro modo de ser Iglesia, vinculado a estos aspectos como a otros que pueden ser de interés.

En la dimensión de nuestro compromiso político con el país tenemos recurrencias como la corrupción que seguramente ya nos generan hartazgo y deseos de pasar de página. Y es una tentación. Querer no hacernos del problema porque es tan recurrente y lo hemos tratado tantas veces. ¿Y para qué? Si hasta uno de los grandes defensores de la lucha anticorrupción (contra el Fujimorismo), como lo fue Toledo, ahora resulta que también ha sido un gran ladrón. Es cierto, estamos con la mierda encima y que nos rodea de modo abundante. Pero, por eso mismo, necesitamos situarnos en esa realidad y saber reflexionarla, saber cómo obrar en ello, saber qué decir a las nuevas generaciones. Con pleno sentido de esperanza, a lo que siempre nos invita Jesús y nos ayuda a ir más allá, a ver más allá, a saber acoger con amor y justicia lo que corresponde obrar.

Se trata pues de vincular nuestras inquietudes con las dimensiones comunitarias que nos pueden ayudar a crecer, a caminar sin ir sólo deambulando o sin un mínimo propósito. No se trata de llenarnos de tareas o actividades. Se trata de darle sentido a nuestra vida comunitaria, la cual se juega mucho en el modo cómo aprovechamos nuestras reuniones y actividades diversas, y les damos calidad y calidez. Si para ello, necesitamos también echar mano de la tecnología, en buena hora, siempre y cuando suponga un uso eficiente y acorde al propósito, sabiendo disponer de los medios necesarios para ello. Pensemos que todo lo que ayude a nuestro propósito de ser y crecer como comunidad y el tejido de relación fraterna y cercana que supone será siempre de gran utilidad y deseable de asumir.

Seamos conscientes de los tiempos que vivimos. Lo que nos puede ayudar a encaminarnos mejor en los desafíos y problemas de nuestro tiempo, sabiendo que Dios no cesa de trabajar en ello. Como se menciona al final del Decreto 1 de la Congregación 36, “Creemos que Dios continua su obra de ‘reconciliar el mundo consigo en Cristo’. Escuchamos la urgente llamada a unirnos al Señor en la atención a los más necesitados y a extender la misericordia de Dios allá donde la injusticia, el sufrimiento y la desesperación parecen desbaratar el plan divino. Pedimos el valor y la libertad de tener ‘la audacia de lo improbable’.” (“Compañeros en una Misión de Reconciliación y de Justicia”, p.9)

Demos sentido a nuestro accionar. Nos ayudará a crecer. Dejémonos que nos afecte el amor de Dios y actúe de modo inspirado en la vida de cada uno.

Guillermo Valera Moreno
Coordinador CVX Siempre
Magdalena del Mar, 11 de febrero de 2017

«La no violencia: estilo de una política para la paz»

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Mensaje del Santo Padre Francisco
Jornada mundial de la Paz 1 enero 2017

1. Al comienzo de este nuevo año formulo mis más sinceros deseos de paz para los pueblos y para las naciones del mundo, para los Jefes de Estado y de Gobierno, así como para los responsables de las comunidades religiosas y de los diversos sectores de la sociedad civil.
Deseo la paz a cada hombre, mujer, niño y niña, a la vez que rezo para que la imagen y semejanza de Dios en cada persona nos permita reconocernos unos a otros como dones sagrados dotados de una inmensa dignidad. Especialmente en las situaciones de conflicto, respetemos su «dignidad más profunda»1 y hagamos de la no violencia activa nuestro estilo de vida.
Este es el Mensaje para la 50 Jornada Mundial de la Paz. En el primero, el beato Papa Pablo VI se dirigió, no sólo a los católicos sino a todos los pueblos, con palabras inequívocas: «Ha aparecido finalmente con mucha claridad que la paz es la línea única y verdadera del progreso humano (no las tensiones de nacionalismos ambiciosos, ni las conquistas violentas, ni las represiones portadoras de un falso orden civil)».
Advirtió del «peligro de creer que las controversias internacionales no se pueden resolver por los caminos de la razón, es decir de las negociaciones fundadas en el derecho, la justicia, la equidad, sino sólo por los de las fuerzas espantosas y mortíferas».
Por el contrario, citando Pacem in terris de su predecesor san Juan XXIII, exaltaba «el sentido y el amor de la paz fundada sobre la verdad, sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el amor».2 Impresiona la actualidad de estas palabras, que hoy son igualmente importantes y urgentes como hace cincuenta años.
En esta ocasión deseo reflexionar sobre la no violencia como un estilo de política para la paz, y pido a Dios que se conformen a la no violencia nuestros sentimientos y valores personales más profundos.
Que la caridad y la no violencia guíen el modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz.
Que la no violencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas.

Un mundo fragmentado
2. El siglo pasado fue devastado por dos horribles guerras mundiales, conoció la amenaza de la guerra nuclear y un gran número de nuevos conflictos, pero hoy lamentablemente estamos ante una terrible guerra mundial por partes.
No es fácil saber si el mundo actualmente es más o menos violento de lo que fue en el pasado, ni si los modernos medios de comunicación y la movilidad que caracteriza nuestra época nos hace más conscientes de la violencia o más habituados a ella.
En cualquier caso, esta violencia que se comete «por partes», en modos y niveles diversos, provoca un enorme sufrimiento que conocemos bien: guerras en diferentes países y continentes; terrorismo, criminalidad y ataques armados impredecibles; abusos contra los emigrantes y las víctimas de la trata; devastación del medio ambiente. ¿Con qué fin?
La violencia, ¿permite alcanzar objetivos de valor duradero? Todo lo que obtiene, ¿no se reduce a desencadenar represalias y espirales de conflicto letales que benefician sólo a algunos «señores de la guerra»?
La violencia no es la solución para nuestro mundo fragmentado. Responder con violencia a la violencia lleva, en el mejor de los casos, a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos, de la gran mayoría de los habitantes del mundo. En el peor de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos.

La Buena Noticia
3. También Jesús vivió en tiempos de violencia. Él enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano: «Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos» (Mc 7,21). Pero el mensaje de Cristo, ante esta realidad, ofrece una respuesta radicalmente positiva: él predicó incansablemente el amor incondicional de Dios que acoge y perdona, y enseñó a sus discípulos a amar a los enemigos (cf. Mt 5,44) y a poner la otra mejilla (cf. Mt 5,39).
Cuando impidió que la adúltera fuera lapidada por sus acusadores (cf. Jn 8,1-11) y cuando, la noche antes de morir, dijo a Pedro que envainara la espada (cf. Mt 26,52), Jesús trazó el camino de la no violencia, que siguió hasta el final, hasta la cruz, mediante la cual construyó la paz y destruyó la enemistad (cf. Ef 2,14-16).
Por esto, quien acoge la Buena Noticia de Jesús reconoce su propia violencia y se deja curar por la misericordia de Dios, convirtiéndose a su vez en instrumento de reconciliación, según la exhortación de san Francisco de Asís: «Que la paz que anunciáis de palabra la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones».3
Ser hoy verdaderos discípulos de Jesús significa también aceptar su propuesta de la no violencia. Esta —como ha afirmado mi predecesor Benedicto XVI— «es realista, porque tiene en cuenta que en el mundo hay demasiada violencia, demasiada injusticia y, por tanto, sólo se puede superar esta situación contraponiendo un plus de amor, un plus de bondad. Este “plus” viene de Dios».4
Y añadía con fuerza: «para los cristianos la no violencia no es un mero comportamiento táctico, sino más bien un modo de ser de la persona, la actitud de quien está tan convencido del amor de Dios y de su poder, que no tiene miedo de afrontar el mal únicamente con las armas del amor y de la verdad. El amor a los enemigos constituye el núcleo de la “revolución cristiana”».5
Precisamente, el evangelio del amad a vuestros enemigos (cf. Lc 6,27) es considerado como «la carta magna de la no violencia cristiana», que no se debe entender como un «rendirse ante el mal […], sino en responder al mal con el bien (cf. Rm 12,17-21), rompiendo de este modo la cadena de la injusticia».6

Más fuerte que la violencia
4. Muchas veces la no violencia se entiende como rendición, desinterés y pasividad, pero en realidad no es así. Cuando la Madre Teresa recibió el premio Nobel de la Paz, en 1979, declaró claramente su mensaje de la no violencia activa: «En nuestras familias no tenemos necesidad de bombas y armas, de destruir para traer la paz, sino de vivir unidos, amándonos unos a otros […]. Y entonces seremos capaces de superar todo el mal que hay en el mundo».7 Porque la fuerza de las armas es engañosa. «Mientras los traficantes de armas hacen su trabajo, hay pobres constructores de paz que dan la vida sólo por ayudar a una persona, a otra, a otra»; para estos constructores de la paz, Madre Teresa es «un símbolo, un icono de nuestros tiempos».8
En el pasado mes de septiembre tuve la gran alegría de proclamarla santa. He elogiado su disponibilidad hacia todos por medio de «la acogida y la defensa de la vida humana, tanto de la no nacida como de la abandonada y descartada […]. Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes —¡ante los crímenes!— de la pobreza creada por ellos mismos».9
Como respuesta —y en esto representa a miles, más aún, a millones de personas—, su misión es salir al encuentro de las víctimas con generosidad y dedicación, tocando y vendando los cuerpos heridos, curando las vidas rotas. La no violencia practicada con decisión y coherencia ha producido resultados impresionantes.
No se olvidarán nunca los éxitos obtenidos por Mahatma Gandhi y Khan Abdul Ghaffar Khan en la liberación de la India, y de Martin Luther King Jr. contra la discriminación racial. En especial, las mujeres son frecuentemente líderes de la no violencia, como, por ejemplo, Leymah Gbowee y miles de mujeres liberianas, que han organizado encuentros de oración y protesta no violenta (pray-ins), obteniendo negociaciones de alto nivel para la conclusión de la segunda guerra civil en Liberia.
No podemos olvidar el decenio crucial que se concluyó con la caída de los regímenes comunistas en Europa. Las comunidades cristianas han contribuido con su oración insistente y su acción valiente. Ha tenido una influencia especial el ministerio y el magisterio de san Juan Pablo II.
En la encíclica Centesimus annus (1991), mi predecesor, reflexionando sobre los sucesos de 1989, puso en evidencia que un cambio crucial en la vida de los pueblos, de las naciones y de los estados se realiza «a través de una lucha pacífica, que emplea solamente las armas de la verdad y de la justicia».10 Este itinerario de transición política hacia la paz ha sido posible, en parte, «por el compromiso no violento de hombres que, resistiéndose siempre a ceder al poder de la fuerza, han sabido encontrar, una y otra vez, formas eficaces para dar testimonio de la verdad».
Y concluía: «Ojalá los hombres aprendan a luchar por la justicia sin violencia, renunciando a la lucha de clases en las controversias internas, así como a la guerra en las internacionales».11
La Iglesia se ha comprometido en el desarrollo de estrategias no violentas para la promoción de la paz en muchos países, implicando incluso a los actores más violentos en un mayor esfuerzo para construir una paz justa y duradera.
Este compromiso en favor de las víctimas de la injusticia y de la violencia no es un patrimonio exclusivo de la Iglesia Católica, sino que es propio de muchas tradiciones religiosas, para las que «la compasión y la no violencia son esenciales e indican el camino de la vida».12 Lo reafirmo con fuerza: «Ninguna religión es terrorista».13 La violencia es una profanación del nombre de Dios.14
No nos cansemos nunca de repetirlo: «Nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa. Sólo la paz es santa, no la guerra».15

La raíz doméstica de una política no violenta
5. Si el origen del que brota la violencia está en el corazón de los hombres, entonces es fundamental recorrer el sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia. Es parte de aquella alegría que presenté, en marzo pasado, en la Exhortación apostólica Amoris laetitia, como conclusión de los dos años de reflexión de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia.
La familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres e hijos, hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de modo desinteresado, y donde los desacuerdos o incluso los conflictos deben ser superados no con la fuerza, sino con el diálogo, el respeto, la búsqueda del bien del otro, la misericordia y el perdón.16
Desde el seno de la familia, la alegría se propaga al mundo y se irradia a toda la sociedad.17 Por otra parte, una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre las personas y entre los pueblos no puede basarse sobre la lógica del miedo, de la violencia y de la cerrazón, sino sobre la responsabilidad, el respeto y el diálogo sincero.
En este sentido, hago un llamamiento a favor del desarme, como también de la prohibición y abolición de las armas nucleares: la disuasión nuclear y la amenaza cierta de la destrucción recíproca, no pueden servir de base a este tipo de ética.18
Con la misma urgencia suplico que se detenga la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños. El Jubileo de la Misericordia, concluido el pasado mes de noviembre, nos ha invitado a mirar dentro de nuestro corazón y a dejar que entre en él la misericordia de Dios.
El año jubilar nos ha hecho tomar conciencia del gran número y variedad de personas y de grupos sociales que son tratados con indiferencia, que son víctimas de injusticia y sufren violencia. Ellos forman parte de nuestra «familia», son nuestros hermanos y hermanas. Por esto, las políticas de no violencia deben comenzar dentro de los muros de casa para después extenderse a toda la familia humana.
«El ejemplo de santa Teresa de Lisieux nos invita a la práctica del pequeño camino del amor, a no perder la oportunidad de una palabra amable, de una sonrisa, de cualquier pequeño gesto que siembre paz y amistad. Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo».19

Mi llamamiento
6. La construcción de la paz mediante la no violencia activa es un elemento necesario y coherente del continuo esfuerzo de la Iglesia para limitar el uso de la fuerza por medio de las normas morales, a través de su participación en las instituciones internacionales y gracias también a la aportación competente de tantos cristianos en la elaboración de normativas a todos los niveles. Jesús mismo nos ofrece un «manual» de esta estrategia de construcción de la paz en el así llamado Discurso de la montaña.
Las ocho bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-10) trazan el perfil de la persona que podemos definir bienaventurada, buena y auténtica. Bienaventurados los mansos —dice Jesús—, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia.
Esto es también un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades.
Es el desafío de construir la sociedad, la comunidad o la empresa, de la que son responsables, con el estilo de los trabajadores por la paz; de dar muestras de misericordia, rechazando descartar a las personas, dañar el ambiente y querer vencer a cualquier precio. Esto exige estar dispuestos a «aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso».20
Trabajar de este modo significa elegir la solidaridad como estilo para realizar la historia y construir la amistad social.
La no violencia activa es una manera de mostrar verdaderamente cómo, de verdad, la unidad es más importante y fecunda que el conflicto. Todo en el mundo está íntimamente interconectado.21
Puede suceder que las diferencias generen choques: afrontémoslos de forma constructiva y no violenta, de manera que «las tensiones y los opuestos [puedan] alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida», conservando «las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna».22
La Iglesia Católica acompañará todo tentativo de construcción de la paz también con la no violencia activa y creativa. El 1 de enero de 2017 comenzará su andadura el nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que ayudará a la Iglesia a promover, con creciente eficacia, «los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación» y de la solicitud hacia los emigrantes, «los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura».23

En conclusión
7. Como es tradición, firmo este Mensaje el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. María es Reina de la Paz. En el Nacimiento de su Hijo, los ángeles glorificaban a Dios deseando paz en la tierra a los hombres y mujeres de buena voluntad (cf. Lc 2,14).
Pidamos a la Virgen que sea ella quien nos guíe. «Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla».24
En el 2017, comprometámonos con nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común. «Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la paz».25

Vaticano, 8 de diciembre de 2016
Francisco

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Notas
1 Exhort. ap. Evangelii gaudium, 228.
2 Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1968.
3 «Leyenda de los tres compañeros»: Fonti Francescane, n. 1469.
4 Angelus (18 febrero 2007).
5 Ibíd.
6 Ibíd.
7 Discurso al recibir el Premio Nobel de la Paz (11 diciembre 1979).
8 Homilía en Santa Marta, «El camino de la paz» (19 noviembre 2015).
9 Homilía en la canonización de la beata Madre Teresa de Calcuta (4 septiembre 2016).
10 N. 23.
11 Ibíd.
12 Discurso, Audiencia interreligiosa (3 noviembre 2016).
13 Discurso a los participantes al tercer Encuentro Mundial de los Movimientos Populares (5 noviembre 2016).
14 Cf. Discurso en el Encuentro interreligioso con el Jeque de los musulmanes del Cáucaso y con representantes de las demás comunidades religiosas del país, Bakú (2 octubre 2016).
15 Discurso, Asís (20 septiembre 2016).
16 Cf. Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia, 90-130.
17 Ibíd., 133.194.234.
18 Cf. Mensaje con ocasión de la Conferencia sobre el impacto humanitario de las armas atómicas (7 diciembre 2014).
19 Carta Enc. Laudato si’, 230.
20 Exhort. ap. Evangelii gaudium, 227.
21 Cf. Carta Enc. Laudato si’, 16.117.138.
22 Exhort. ap. Evangelii gaudium, 228.
23 Carta apostólica en forma de «Motu Proprio» con la que se instituye el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (17 agosto 2016).
24 Regina Coeli, Belén (25 mayo 2014).
25 Llamamiento, Asís (20 septiembre 2016).

Imágenes del 2016

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Las imágenes suelen resumir muchas palabras, aunque no las remplacen necesariamente. El año 2016 se me asemeja a una ciudad de Siria completamente devastada por los bombardeos. Al Papa Francisco orando y exigiendo al mundo obrar la misericordia en plenitud. A la asunción del mando del Presidente PPK (Pedro Pablo Kuczinsky). A la marcha “Ni una menos”, quizás la más grande movilización en los últimos tres lustros en Perú.

Alepo 16

Siria nos remite al tema de la violencia y la paz en el mundo, tema que por reiterativo y recurrente no deja de ser clave como indicador de lo que avanzamos en humanidad en nuestro mundo individualista y de falaces burbujas del “éxito” y la “felicidad”. En él confluyen los problemas y contradicciones del multilateralismo (entre EE.UU., Rusia, Inglaterra, Francia, Alemania, Japón y China); los desencuentros entre las grandes culturas de oriente y occidente (envueltos en el velo religioso del Islam); los problemas que plantea el terrorismo internacional y los niveles de irracionalidad a los que pueden llegar expresiones como el ISIS (el llamado “Estado Islámico”); la propia carrera armamentista impulsada por intereses oscuros de empresas y gobiernos de los llamados países de “occidente”, etc., etc.

Francisco

El Papa Francisco es más bien un signo de esperanza mundial que, desde que fue nombrado Papa, viene jugando un rol activo de denuncia y propuestas ante una serie de problemas globales. Ya fuera el medio ambiente, el diálogo interreligioso e intercultural, los refugiados y migrantes de diverso origen, las relaciones Cuba – USA, la pobreza en el mundo, la familia, entre tantos otros. Qué tanto lo sabemos escuchar, seguir, poner en práctica y encaminar cambios en consecuencia… es tema de mayor profundidad. Lo cierto es que Él no se cansa de repetirnos que no quiere espectadores sino gente que se comprometa, que salga al encuentro de los problemas, que sepa misericordiar…

PPK

Fue tensa, cambiante y con resultado de fotografía, pero tuvimos un cambio de gobierno que abrió nuevas posibilidades, horizontes con interrogantes pero de esperanza. Esa fue la imagen que nos transmitió el precario triunfo de PPK en la presidencia de Perú. Aunque no se ha logrado remontar la precariedad, es posible que se gobierne con cierta limpieza y oportunidades más amplias. Esperemos que haya capacidad de desarrollar mejores consensos de lo que hasta ahora se ha mostrado, aunque dejando claro que ello no significa “dejarse pisar el poncho”, como ha sido dicho en varias formas y sólo se ha interpretado petulantemente por la mayoría fujimorista del Congreso (y a veces el Apra).

Ni una menos

Por último, la gran marcha “Ni una menos” marcó un hito para desperezar nuestros razonamientos y cultura machista y patriarcal predominante. Así como vamos de modo creciente entendiendo que debemos respetar a la naturaleza, a tratarla con especial cuidado y no sólo como un bien de uso y despilfarro, así vamos empezando a entender que entre los seres humanos todos nos debemos un equivalente trato humano, de valoración y respeto. No es algo obvio. Es algo a seguir construyendo e ir tomando conciencia de todo su significado. Desde cómo nos expresamos, cómo nos relacionamos, cómo hemos escrito la historia y un largo listado. Ciertamente, todo empieza por casa…

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 31 de diciembre de 2016

Pluralidad y sentido de bien

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Tanto por la familia que tuve de origen como por la comunidad cristiana en la que me formé, debo agradecer que siempre se me orientó a un sentido de pluralidad en la vida y un afán de respeto por la diversidad. Quizás ello me permite tomar con cierta calma el triunfo preocupante de Donald Trump en la presidencia de EEUU, o lo que fue el triunfo del No en el proceso de Paz en Colombia hace unas semanas, tema que se ha vuelto a retomar por los implicados y esperemos llegue a buen puerto, facilitando un proceso final de paz.

Nací en Piura y ahí realicé mis estudios escolares. Para la universidad tuve que hacer maletas porque no había Sociología como Profesión que se ofertara localmente, y me vine a Lima en 1976. Cómo olvidar las palabras de mi padre: “hijo, allá vas a encontrarte con opciones políticas que te plantearán posturas de izquierda o de derecha; lo mejor es que te sepas mantener en el centro”. Eran tiempos del velasquismo y las reformas que marcaron nuestra sociedad (especialmente la reforma agraria).

Ingresé a la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y me encontré con una izquierda en el movimiento estudiantil, y me hice también de izquierda. Aprendí a ir a las marchas, a protestar, a hacer propaganda, a militar políticamente. Comprendí el valor de tomar una opción, de comprometerse con algo. También me vinculé a grupos cristianos, experiencia que ya traía de Piura, y me condujo al “Grupo Siempre” (después, Comunidad de Vida Cristiana – CVX Siempre).

Todo esto fue un gran complemento de lo que me tocó vivir, distante de mi familia y con una dinámica de vida muy distinta a la provinciana. Pude adaptarme, remontar la muerte de mi padre y encaminarme. Atento a lo académico, aunque constantemente inquieto con los temas sociales, políticos y de cultura en general. Estuve muy involucrado con el movimiento estudiantil, pero siempre procurando entender otras miradas, particularmente desde un grupo de estudio en la universidad, con el que nos complementábamos.

Mi comunidad cristiana también me dio la capacidad de ser crítico respecto a mis propias opciones políticas. Convivíamos allí gente que simpatizaba con la izquierda (en diversas variantes), el Apra, Acción Popular, PPC, etc. Lo cual nos hizo sensibles a la tolerancia, al sentido de pluralidad y a saber argumentar mejor nuestras posturas. Se nos dio la posibilidad de aprender los caminos del discernimiento, lo cual fue muy bueno en nuestro proceso de vida espiritual y comunitaria, vinculada al conjunto de nuestro quehacer cotidiano, marcado también por los estudios, lazos familiares o activismos varios. La formación académica de la propia “Cato” (PUCP) me condujo por caminos más amplios y plurales al de otras universidades.

Remarco el sentido de pluralidad porque es fundamental el saber construirlo y aceptar que las cosas se pueden hacer de diversas maneras, sin que ello signifique caer en relativismos del “vale todo”. No todo lo podemos entender desde un solo punto de vista, hay que construir la comprensión de muchos fenómenos, tomando en cuenta la diversidad de aproximaciones. Es el sentido que tiene hablar de diálogo, inclusión, interculturalidad y otros temas fundamentales, teniendo claro que estamos llamados a obrar el bien más que la búsqueda de la propia felicidad, cuestión elemental que muchas veces no entendemos de modo adecuado.

Desde la experiencia de cada persona nos confrontamos siempre a la necesidad de darle sentido a nuestra vida, lo cual es fundamental a todos los seres humanos. Todos tenemos ese impulso vital de querer ir más allá de lo que ya nos transcurre, de lo que ya sabemos, de lo que hemos podido descubrir. Porque somos personas pensantes, con capacidad creativa y necesidad de amar, aunque nos demos cuenta de ello de manera limitada.

¿Cómo lo traducimos en el mundo de hoy? ¿Cómo construimos la esperanza desde un mundo tan adverso como el que muchas veces experimentamos? ¿Dónde nos toca hacer realidad, como dice el Papa Francisco, la misericordia en el mundo? Viviéndolo desde la alegría del evangelio hecho vida y viviéndolo desde las opciones de los más necesitados y débiles de nuestra sociedad.

Guillermo Valera Moreno

Artículo publicado en “La periferia es el centro”, 17 de noviembre 2016.
http://larepublica.pe/politica/822511-pluralidad-y-sentido-de-bien<a

O renuncian o los renuncian

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Estamos siempre con diversas dificultades, en el país, en el mundo, en mi trabajo, en… qué duda cabe, siempre afrontamos dificultades. No todo es lo mismo, ni tiene el mismo calibre ni sentido, qué duda cabe… Hay que tomar siempre el pulso de las cosas, en lo que corresponde, tomando cuidado, discerniendo, que las cosas a veces no son lo que aparentan o nos podemos confundir sin quererlo.

Un caso es el referido a la elección de integrantes del directorio del BCR de parte del Congreso de la República, como se hace para otros cargos como la Defensoría del Pueblo. Es legítimo que el Congreso los elija, así está establecido jurídicamente. Lo que no es legítimo y no puede ser es que se haga de modo arbitrario, que se imponga personas que no se corresponden con el sentido común, la usanza, lo conveniente para el país o con las leyes establecidas o la construcción democrática que tanto nos cuesta desarrollar.

Nos referimos efectivamente al hecho de que se haya cometido el error de elegir a Rafael Rey y a José Climper al directorio del Banco Central de Reserva (BCR). Rafael Rey es un buen político; puedo discrepar con sus posturas conservadoras pero es un político que ha tenido desempeño aceptable en el Congreso de la República; menos cuando fue Ministro de Defensa, pero eso lo dejamos a otros análisis. Sin embargo, si hablamos de funciones estrictamente técnicas, tenemos que respetarnos sobre lo que nos puede convenir.

Es como si pusiéramos a Juan Carlos Oblitas a dirigir el Ministerio de Economía, con el perdón de Oblitas. O si pensáramos que el Colegio de Abogados lo pudiera dirigir un Ingeniero Industrial. No es el caso. Y forzamos algunos ejemplos para hacer notar que no se trata de una función política, en la cual se puede adaptar a cualquier político con cierta habilidad. No es el caso y no debemos forzarlo. A Rey se le podrá proponer para un cargo más afín y donde también políticamente genere los consensos necesarios.

El caso de Climper es distinto. Se podría decir que él si tiene los “pergaminos” para el cargo. Efectivamente, profesionalmente lo podría abarcar. Sin embargo, su problema no es el de sus conocimientos técnicos, su idoneidad profesional. Su problema raya con otros aspectos más sustantivos y es en lo relativo al campo de lo ético, de su probidad, de su consistencia y coherencia. Pues se trata de una persona que jugó un papel funesto en la recta final de la campaña electoral pasada, donde contribuyó a que –entre otras razones- Keyko Fujimori perdiera una elección presidencial que consideraba ya ganada.

No es poca cosa que el señor Climper (y hay un proceso legal en curso) falsificara unos audios para torcer la verdad de un tema que implicaba a su propio Secretario General de partido (Fuerza Popular), incurso en temas de narcotráfico y lavado de activos. ¿A qué nos queremos exponer? El BCR es una entidad muy delicada y sensible en el manejo de las finanzas de nuestro país. ¿Tenemos que exponerlo a riesgos innecesarios? ¿No habría sido mejor esperar a que se declare la inocencia del señor Climper (si realmente lo fuera), antes de elegirlo para ningún puesto público? ¿A qué nos estamos exponiendo?

En todo esto no confundamos lo correcto con la condescendencia; el dejar actuar a quien empieza a gobernar porque al Gobierno de PPK no responden éste tipo de exabruptos que surgen del fujimorismo desde el Congreso. Tenemos que entender que tener poder no significa “cheque en blanco” o tiranía en los procederes. Se puede discrepar y tener puntos de vista distintos pero no confundir lo arbitrario con lo legítimo. Decisiones como la elección de Climper y Rey al BCR son ilegítimas y contrarias a la salud de nuestra débil democracia. Por el bien del país, esperamos su renuncia o que los renuncien.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 4 de noviembre de 2016

Hechos varios

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Las cosas buenas se dan de diferentes modos y puede que no nos demos cuenta del todo hasta cuando pasan. Por ejemplo, la visita de un familiar, un viaje a determinado lugar, acompañar una actividad un fin de semana, o saliendo de paseo con familiares y amigos…

Yo pensaba que el presente año no había sido muy grato para mí, quizás por los reiterados cambios laborales (en mi caso), o las tensiones que también viví en las elecciones generales del primer semestre o simplemente porque me he sentido un poco más cansado con las cosas que hago normalmente.

Ocurre que por motivos de salud hemos tenido la visita más recurrente de mis suegros por la casa. Ellos son caficultores de San Ignacio, Cajamarca. Personas sencillas y bastante cercanas. Dicha circunstancia me ha aproximado a conocerlos un poco más, agradeciendo tal circunstancia pues –sin darme mucho cuenta- siento que me han aportado mucho en mi día a día, especialmente por su presencia, normalmente parca, pero siempre atenta y deseosa de entrar en comunicación. Conversadora de experiencias que siendo más de origen rural siempre empatan a una consideración de vivencias humanas que nos alimentan de la experiencia vivida.

Estuvimos con Nila (mi esposa) por Huaraz en los primeros meses del año (hacia fines de febrero) y fue un viaje poco previsto pero muy disfrutado. Pocas veces tenemos ocasión de viajar los dos a algún lugar fuera de Lima. Aunque ella se enfermó un poquito, nos dimos la posibilidad de pasarlo bien, conocernos otro poco más y recorrer con otros ojos algunas zonas que podían significar volver sobre pasos anteriores y era totalmente novedoso hacerlo otra vez, en especial por Carhuaz y Yungay. Qué decir de conocer por primera vez Chavín de Huantar, lo cual fue todo un descubrimiento (otra vez) de lo maravilloso que es nuestro país.

He tenido ocasión de acompañar hasta dos retiros espirituales en los últimos meses, uno de ellos en mi comunidad. Debo reconocer que los he disfrutado, como que estaban hechos para vivirlos de modo especial, a través de escuchar a las personas que me tocó acompañar, permitiendo que me sitúe en sus vidas de modo sencillo, compartido y profundo. Porque la vida de cada persona es algo profundo y se aprende tanto de cada uno. Eso es muy importante. De todos aprendemos tantas cosas.

El último domingo compartí un paseo más comunitario, con buena raigambre familiar (también fuimos con Nila). La verdad, fue una gran cosa darnos un día de campo. No siempre, casi nunca, se puede, si uno no lo tiene como parte de su rutina. Qué bueno que se pudo. Es bueno poder darse espacios de cosas distintas y qué bueno que haya personas y circunstancias que lo hacen posible y que uno mismo lo hace posible. Fue un día – relax… no había dormido tanto hace tiempo después del retorno. Y fue algo tan simple como respirar otros aires, compartir, caminar o jugar unos ratos, comer cosas ricas… Fue algo muy bueno.

Creo que mejor no doy lugar para la queja. Eso es demasiado fácil muchas veces. Sin embargo, tenemos tantas cosas que mejorar, hacer mejor, construir… No las pierdas de vista.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 31 de octubre de 2016