Archivo por meses: marzo 2009

¿Postcristianismo?

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Leyendo el artículo de Vicente Santuc “Postcristianismo: ¿Es posible ser cristiano bajo el paradigma del pluralismo religioso?” nos parece que la pregunta que plantea es clave en tanto no sólo nos remite a cómo vivir nuestro cristianismo en tiempos actuales si no el cómo hacerlo teniendo en cuenta al otro (el de otras religiones y culturas), encaminando un diálogo interreligioso.

Pareciera que cada vez más estamos yendo a superar las lógicas excluyentes de cómo se vivieron las experiencias religiosas de toda religión en el mundo, demasiado enclaustrada y mesiánica respecto a sus propias posibilidades. Lógica a la cual debía subordinarse a todo y todas las religiones existentes.

Estamos tomando conciencia de que no es suficiente ser tolerante con las demás religiones. Es preciso que todos aceptemos a cada religión como mediación legítima de Dios en su propio contexto singular, cultural y geográfico. En ese sentido, Santuc nos invita a “salir de la religión”, reconociendo “a todo cuerpo como habitado por el Espíritu” y dedicarnos a una “tarea de humanización”, reconociendo las diferencias. Encaminados en una lógica de la hierodiversidad (diversidad religiosa), asumiendo que lo “nuclear en toda la religión es posibilitar la experiencia y apertura a lo totalmente otro”. Reconociendo que, por ejemplo, el cristianismo es una tradición religiosa entre otras.

Es por tanto clave ir a una purificación de la memoria, del lenguaje y del conocimiento teológico, superando las “verdades de la singularidad cristiana”. Al respecto, nos plantea 8 ideas en los que se han planteado desplazamientos de sentido bajo el nuevo paradigma que se vislumbra: el “reino de Dios” (donde Jesucristo ni la Iglesia Católica pueden imponerse como la única o más importante mediación de Dios); la “revelación” (entendiendo que ella acontece en todas las religiones); la “misión” (no se trata tanto de “convertir” sino de profundizar en cada religión y aprender de todas ellas); la “experiencia como espacio religioso” (redescubrir a Dios en el otro y en la experiencia espiritual de cada quien); las “religiones son fragmentos” (incitar a todos a respetar el presente y la paternidad de Dios); la “relación con la naturaleza” (recuperar nuestra humanidad primera inserta en la naturaleza); ser factor de “experiencia radical” (construir el proyecto humano por aproximaciones, antes que producir verdades o conceptos); y el sentido de “pertenencia a una religión” (ninguna puede pretender agotar el misterio del cual se ocupa).

Frente a lo anterior Santuc nos sugiere algunas pautas de vida para todo cristiano atento y dispuesto a esa lógica del pluralismo: actitud ecuménica, vivir la fragmentación con actitud positiva, respeto por la singularidad de cada experiencia religiosa y actitud humilde respecto a nuestra condición de Iglesia “salvadora”; saber dar testimonio, individual y comunitariamente, transparentando de la mejor manera la presencia de Dios en nuestras vidas; vida comunitaria como un elemento clave de nuestra experiencia religiosa, convencidos de que su “amor se cumple en nosotros cuando nos amamos los unos a los otros”.

Es interesante la discusión que se plantea respecto a la diversidad religiosa y su ubicación en el mundo post moderno que vivimos de post cristianismo (¿podríamos decir de post religión?). En realidad, estando ante un profundo cambio de paradigmas (de cambio epocal), es importante dejarnos interpelar por los nuevos tiempos que nos toca vivir. Sin detenernos demasiado en “pedir permiso” por los cuestionamientos necesarios que tenemos ya encima y que requerimos procesar.

Nunca ha sido más cierto eso de saber discernir los signos de los tiempos en los tiempos actuales; no se agotaron en Vaticano II ni ocurrirá tampoco en el diálogo interreligioso que de a pocos empieza a construirse, con signos de apertura y horizontes que es fundamental encaminar.

Sin embargo, qué difícil puede resultar renunciar a tener la verdad absoluta, más aún si la consideramos que viene de Dios y hay quienes consideran tener la potestad (autoridad) de interpretarla correctamente y establecer una normatividad alrededor de ella (catecismo, principios, etc.). Pero que elemental nos tendrá que resultar convencernos de que la verdad no es excluyente (ni puede serla), ni inmutable (salvo quizás desde determinados “esencialismos”), ni dictada, etc., etc.

Creo que si convenimos que el diálogo es factor clave para la convivencia humana, la verdad no puede menos que someterse a dicho proceso, incluida la verdad religiosa. Por más que nos parezca (y yo desde mi fe lo creo) que Cristo es el “único” hijo de Dios, a éstas alturas quizás ni él mismo lo suscribiría. Es más, tendríamos que tener la capacidad de saber aceptar la hipótesis (aunque sea sólo una hipótesis) de que sólo se tratara de un gran profeta y nada más, como dicen por ejemplo los judíos de Jesús.

Es cierto que desde nuestra fe eso podría pasar por ser un disparate, pero ya no podemos encerrarnos en nuestras propias verdades por más verdaderas que las asumamos si queremos ser, entre otras cosas, inclusivos y constructores de argumentos que nos abarquen cada vez más a todos antes que lo contrario. Lo cual no tendría por qué significar renuncia a la propia identidad pero si el esfuerzo de dejarnos abarcar desde los argumentos y la convergencia de criterios más razonables y meditados posibles.

Es más, lo principal seguro estará en cómo nos enrriquecemos unas religiones de otras profundizando y radicalizando la propia vivencia de fe y espiritualidad. Sigue leyendo

Afirmación de la institucionalidad democrática y de lucha contra la corrupción desde las regiones

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1. Consideramos que sigue siendo clave y fundamental, en el proceso de fortalecer nuestra democracia, el concentrar esfuerzos para avanzar el proceso de descentralización y regionalización en el país. Allí debe estar puesta la principal mirada y las variantes normativas a desarrollar o plantear, en el impulso de organizaciones sociales y políticas de base, en la lucha contra la pobreza, en la implacable lucha anticorrupción y en las diversas formas de empoderamiento de la sociedad civil (en especial, la de los más excluidos).

2. Creemos que es importante poner de relieve algunos aspectos claves, como son:

° El énfasis de construir institucionalidad democrática desde lo local y regional.
° Tomar en cuarenta que en todo proceso de descentralización hay que ver qué es bueno descentralizar y qué no.
° En la construcción de voluntad política ciudadana se debe aprender a respetar lo que se elige por la mayoría.
° Ayudar para que las funciones y competencias, los instrumentos y la organización colaboren a que funcione mejor los distintos niveles de gobierno y a que haya una arquitectura local más adecuada de gobierno.
° Identificar en el Estado qué cosas funcionan actualmente bien en las regiones y rescatarlas, recogiendo lo que valora la gente como importante.

3. Para que las instituciones funcionen adecuadamente y sean previsibles en lo que se puede esperar de ellas, se debe tender a profesionalizar más a las entidades del Estado, generando condiciones para una dinámica más gerencial y menos patrimonialista; que se sustente en lógicas del mérito (meritocracia) y no que estén sujetas al favor o clientelismo de las autoridades de turno.

4. Es necesario establecer el quehacer gubernamental como el conjunto de procedimientos y regularidades, estables en el tiempo, que permiten a todo ciudadano saber que va a ser atendido de una manera determinada, respetándose estándares y normas (buen trato, buena atención, hacer sentir a gusto al “cliente” ). Creando Estado donde no existe y, en especial, desde el proceso de descentralización en curso.

5. Para encaminar las iniciativas que se considere más pertinentes, pensamos que hay una serie de nociones significativas que habría que transmitir como trasfondo y con convencimiento, las cuales se pueden resumir en lo siguiente:

• La importancia del cumplimiento de la ley y de una cultura de la ley: no a la arbitrariedad, no a la impunidad.
• Las entidades y organismos pueden funcionar y las cosas deben hacerse para el beneficio de todos.
• Podemos hacer previsible el funcionamiento de las instituciones.
• El buen trato de las instituciones da más sentido al respeto por todos los ciudadanos y ciudadanas.
• Todo problema o conflicto se puede resolver si hay diálogo adecuado entre las partes.
• Tiene sentido la convivencia humana entre personas y con la naturaleza. Estamos llamados a cuidar de la vida, del mundo y hacerlo crecer.

6. Considerando como necesaria la existencia de un buen funcionamiento de las instancias de Gobierno (en nuestro caso, locales y regionales), creemos conveniente que lo específico a trabajar desde las diversas organizaciones sociales, políticas o del Estado debiera ubicarse o centrarse en razón de 4 aspectos:

(a) Cómo se garantiza que el gobierno funcione de acuerdo a ley;
(b) poner atención en que el gobierno funcione bien;
(c) Situar que la gestión del gobierno sea honesto (que no robe);
(d) Encaminar al Gobierno al bien común (desarrollo y sentido de servicio).

Nota: El presente documento esta basado en orientaciones trabajadas para encaminar la labor del área de Transparencia e Institucionalidad de FSP en las regiones donde tiene presencia. Sigue leyendo

La izquierda ¿un tema perdido?

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Hablar de la izquierda en nuestro país a veces cuesta en demasía. No sólo por la crisis en general que atraviesa la política y hace poco apetecible hablar de ella, sino porque se ha continuado nadando en un estanque de contornos muy apocados y por donde no ha fluido mayormente agua de entrada o de salida en forma constante.

Si algo ha mantenido el “pozo” sin secar pareciera deberse más a la existencia de alguna “lluvia” que nos ha llegado más de fuera (la extendida aceptación de opciones de izquierda en buena parte de países de América Latina) que los propios méritos de alguno de nuestros líderes tradicionales. Y porque la pobreza sigue siendo muy extendida en nuestro país y, quienes la encarnan (los pobres), al menos muestran un sentido contestatario, aunque muy voluble a las opciones que pueden hacer carne de él.

¿Qué nos puede ayudar a ampliar el “estanque”? ¿Cómo darle un flujo constante de agua? ¿Podemos convertirla en una enorme laguna con flujos diversos de ríos que la alimentan y generan o permiten diversos cauces de salida? Pienso que algo puede ayudar si volvemos sobre nuestros pasos, no generamos camisas de fuerza innecesarias (determinismos o condicionalidades de “principio”) y se empieza más a escuchar lo que la gente puede estar aspirando, antes que enlatarnos en propuestas ya consabidas o ideas que resuelven de antemano los problemas de nuestro país que normalmente son un poco más complejos. Y si a todo ello le ponemos una cuota adecuada de sentido práctico.

Se me ocurre que sería de interés que pudiéramos volver sobre lo que fue el mayor hito de nuestra izquierda peruana y que se tradujo en la llamada “Izquierda Unida”. Fue el capital más extendido y movilizador que tuvimos y, desde el cual, se produjo conjunción de diversos sectores populares, intelectualidad, organizaciones partidarias y opinión pública. Llegamos a sentirlo como la utopía realizable, aunque al que también se le quemó el pan en la puerta del horno.

A estas alturas, buscar culpables, como suele ser nuestra tradición y cultura política quizás sea lo menos importante, aunque sí pueda ser interesante establecer qué fue lo que permitió avanzar tanto y que llegó ha hacernos sentir y a pensar que la “izquierda podía ser gobierno”. Porque es cierto que el liderazgo de Alfonso Barrantes jugó un papel invalorable, pero no fue lo único. ¿Cómo influyó la valoración de la democracia en la izquierda? ¿Qué tanto nos descaminó el accionar de Sendero Luminoso y el MRTA?

Volver sobre lo que significó y aconteció en el primer (y único) Congreso Nacional de Izquierda Unida nos pueda ayudar a centrar nuestro caminar actual. Empezando por recuperar lo que fue de consenso de todas las fuerzas como fue el Programa aprobado en ese congreso. Desde allí, tratar de rescatar un norte que tome en cuenta a todas las fuerzas que se reclaman de éste espacio, puede ser importante para ayudarnos a marcar un derrotero como país y no quedarnos sólo como la expresión contestaria o el lado “legal” que legitima el sistema actual, el mismo que ha seguido asentándose en bases autoritarias y excluyentes de muchos sectores sociales, olvidados estructuralmente y en forma recurrente.

Porque tampoco puede hacerse del debate el cómo nos aliamos a Humala para garantizar una mejor perfomance en el 2011 que la tenida el 2006. De hecho, hay que pensar en grande y reconocer los liderazgos que han ido emergiendo en el camino. Pero necesitamos que nuestras apuestas vayan más allá de las definiciones de curules y espacios de poder particulares. ¿Es posible algo así o estamos siendo muy ingenuos? Sigue leyendo

Cierre de actividad de la Mesa de Movimientos Laicales (MML)

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Presento las conclusiones del tercer día y cierre del curso sobre iglesia laical “Transformar desde adentro: Los laicos ante un mundo en cambio”.

Fue un nuevo esfuerzo que debe servir para un nuevo impulso hacia una mejor constancia, creatividad y pasos adecuados en lo que corresponda seguir hacia delante. Será importante que volvamos sobre lo logrado ya en las jornadas de fin de año de la Mesa y, por cierto, con las conclusiones que salieron de los grupos de trabajo del curso en mención.

Es necesario ver qué nos esta diciendo todo ello y cómo podríamos hacer para tomarlo más en cuenta en nuestras comunidades y movimientos respectivos, así como priorizar alguna de las cosas que salieron para trabajarla más en conjunto. Guillermo

Curso Taller Bases para una iglesia laical
Transformar desde adentro:
Los laicos ante un mundo en cambio

Criterios, iniciativas de vida y aspectos concretos que nos planteamos

En nuestra vida Laboral:

º Actuar con coherencia y alegría, buscando el hacer carne los valores cristianos.
º Ser creativos ante las adversidades y estar atentos a los signos de los tiempos.

En nuestra vida Familiar:

º Tener como ejemplo de vida a la “familia de Nazareth”, siendo éste el primer lugar de evangelización, donde aprendemos a manifestar la coherencia de vida y el testimonio Cristiano.

En nuestro ser Iglesia y Comunidad:

º Fortalecer vida comunitaria y la Mesa de Movimientos Laicales con otros cristianos y no cristianos.

º Formación a todo nivel (documentos, Ver – Juzgar – Actuar, etc) que nos permita aprojimarnos con el pueblo.

En nuestro actuar en el mundo:

º Anunciar la esperanza y denunciar la injusticia, haciendo de nuestra situación de vida un compromiso coherente.

º Partir del evangelio para discernir individual y comunitariamente, para iluminar con la fe la realidad. Para servir a Jesús con firmeza y ternura, y desde Él y para el Servicio.

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Transformar desde adentro

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Hoy lunes 9 de marzo se inició el Curso Taller Bases para una iglesia laical “Transformar desde adentro: Los laicos ante un mundo en cambio”, el mismo que seguirá hasta pasado mañana, miércoles 11.

Abordamos el tema “Atendiendo los signos de los tiempos”, donde un panel integrado por Javier Iguiñiz, Pilar Arroyo y Gonzalo Gamio nos puso en contexto de los tiempos actuales y algunas claves que habría que tomar en cuenta, empezando por tomar conciencia de los tiempos de cambio y de crisis que estamos viviendo actualmente.

Javier Iguiñiz llamó la atención sobre la gravedad de la crisis internacional y lo que esta en juego no solo para la economía doméstica de millones de familias, sino en términos de paradigmas de cómo entender el propio sentido de convivencia, la regulación, los roles que corresponde jugar al Estado, al mercado y al sector empresarial privado. La necesidad que la población se organice de diferentes maneras y juegue un papel activo y crítico frente a las políticas del Estado que sólo ven los intereses de los grupos empresariales financieros y primario-exportadores. Se requiere una economía que no sólo se preocupe por el crecimiento sino que ponga mucho cuidado en la distribución y el medio ambiente.

Pilar Arroyo fue muy elocuente para interrogarnos ¿cuál es el rol de los laicos en la política?, más aún si somos consecuentes con las reflexiones de Iglesia que nos plantean que la acción política es la “manifestación más alta de la caridad”. Atravesamos tiempos de alta conflictividad social, los mismos que han llevado a generar retrocesos serios en el marco legal, criminalizando las diversas formas de protesta popular. ¿Es posible un uso responsable de la fuerza? ¿Podemos imaginar formas creativas de llamar la atención de los medios de comunicación que apunten a poner en agenda temas claves y en forma eficaz? ¿Cómo nos convertimos en puentes, bisagras, mediadores, etc. Que jueguen roles efectivos en los conflictos, en la lucha anticorrupción, en el combate a la pobreza y el desempleo, entre otros.

Gonzalo Gamio fue muy claro al expresarnos que “en tiempos de crisis el pesimismo es un lujo que no nos podemos permitir”. Tenemos que se r factor de esperanza y ser observadores de los signos de los tiempos sin caer en ser meros espectadores. Saber diferenciar injusticias de las fatalidades, gestando capacidad de denuncia; de “nadar contra la corriente”; hablar con justicia y libertad aún sabiendo que nos ponemos en riesgo; abogar por los derechos humanos de manera incondicional. Reconocernos como individuos capaces de elegir, vigilar, movilizarnos, dar opinión, ya sea como sociedad civil o desde los partidos políticos.

Todos ellos fueron elementos que sirven de insumos y nos dejan una serie de interrogantes que nos invitan a pensar, ha hacernos parte de propósitos comunes, a seguir dialogando en lo que viene del curso y de cómo nos hacemos de sueños y utopías comunes que nos movilicen realmente para alternativas más sólidas de cambio.

Programa General

Días: Lunes 9, martes 10 y miércoles 11 de marzo
Hora: 7.00 p.m. a 9:30 p.m.
Local: Auditorio de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya – UARM

Organiza: Mesa de Movimientos Laicales: CVX , EDOP, C. Héctor de Cárdenas, MIAMSI, MTC, MPC, UNEC

Fecha: 9, 10 y 11 de marzo.

Lunes 9: Martes 10
Tema: Atendiendo los signos de los tiempos
Presentación: Javier Iguñiz; Pilar Arroyo; Gonzalo Gamio

Martes 10:
Tema: Discerniendo desde nuestro ser Iglesia
Presentación: Alberto Simons sj; Gastón Garatea; Carmen Lora;

Miércoles 11
Tema: Promoviendo iniciativas
Presentación: Guillermo Valera / Talleres temáticos
Eucaristía

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Horizontes

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En cada etapa de la vida de una persona se suelen plantear cierres de determinadas experiencias y apertura de nuevas que uno aspira a vivir. En ellas se plantea uno el horizonte de vida que se desea seguir y encaminar.

A esos horizontes hacemos alusión cuando nos referimos con dicho término al blog (“Horizontes”) que me identifica y que deseo sirva para compartir inquietudes profesionales, preocupaciones por el país y la globalización, temas de fe y búsquedas de Dios, vida familiar y laboral, hacia dónde queremos ir (debemos, podemos, aspiramos).

Soy alguien que ha estudiado una carrera como Sociología y una maestría (Ciencia Política), es casado (con dos hijos), comparte una experiencia comunitaria en CVX (Comunidades de Vida Cristiana), trabaja en proyectos de desarrollo y es un vecino “aceptable” (al menos pago mis impuestos). Me pregunto, cómo una persona como la que escribe puede colaborar con un proyecto de vida más amplio y ayudar a tejer una apuesta por la equidad, la inclusión, la transparencia, profundo sentido de justicia, seguridad y diversión, con unos mínimos iguales para todos y respetados por todos.

No quiero hablar de cosas que pueden ser de perogrullo. Más aún en los tiempos de cambio que nos han tocado vivir, tan intensamente como los que llevamos experimentando en las últimas décadas, especialmente desde los años ‘60s e intensificadas en las dos últimas con toda la revolución tecnológica de la informática, la Internet. Los medios de comunicación social, entre otros.

En medio de ello me surge la pregunta, a lo Vaticano II ¿cómo leemos los signos de los tiempos actuales? ¿Cómo nos hacemos profetas de nuestro tiempo? No para parecer alguna suerte de “adivinos” modernos sino para encontrarle el mejor sentido a la historia que nos ha tocado vivir y obrar en consecuencia.

Ello tendría que llevarnos a hacer un mayor esfuerzo en aprender a vivir situados; desde la realidad particular que a cada uno le ha tocado vivir y no hacerlo a modo de “burbuja” o “nicho”. ¿Cómo me relaciono con mi entorno? ¿Cómo construyo mi alteridad y me significa “el otro”, los otros?

Y para vivir situados hay que aprender también a mirar lejos, saber darnos horizonte, perspectiva, “norte”. Por dónde pasan nuestros sueños y utopías, hacia dónde queremos orientarnos en la vida, qué reglas de juego queremos darnos nos sólo para una convivencia sana sino para tener condiciones comunes de felicidad. Por ejemplo, puede parecer una “tontera” el decir que, en vez de aspirar a ganar la mayor cantidad de dinero como factor de realización, tuviese el fin o la aspiración de lograr mayores índices de felicidad en las personas de la tercera edad o que nunca más mueran niños menores de 5 años por asuntos de desnutrición o mala atención de salud (por decir algo). ¿Esas pueden ser apuestas posibles para toda la sociedad y no sólo para sectores aislados o más o menos articulados?

¿Es pueril hablar de eso? Mientras no existan los medios eficaces al tema y se acompañe de los resultados que corresponde seguramente lo seguirá siendo. El tema es que estamos ante cambios fundamentales de paradigmas en nuestro mundo. Ojalá pudiéramos convencernos que nadie sobra en el planeta, que su cuidado es responsabilidad y tarea elemental de todos y que, dentro de él, sigue en juego la propia especie humana. Qué tan lejos podemos mirar en el horizonte para convencernos de esas cosas o que el mundo no le pertenece a unos cuantos que pudieron tener más habilidad que los otros para acumular riquezas y, de paso, subordinar a sus intereses a todos los demás, bajo distintas formas que no es el caso discutir acá.

Cómo, el asumir conciencia de los cambios actuales que nos han tocado vivir (y que no son estrictamente nuevos pero sí profundos), nos ayuda a vivir mejor situados y mirar lejos en nuestra condición humana, terrestre y de vida en general (y de Dios si tiene sentido para uno; para mí lo tiene). Porque todo ello tendría que ayudarnos a configurar nuestro proyecto de vida personal y, más ampliamente, comunitario (¿familiar? ¿social? ¿político? ¿eclesial?)

¿Qué da sentido a nuestra vida y cómo damos respuesta no sólo personal porque la individualidad de cada uno no es un absoluto respecto a los demás, sobretodo si aceptamos que todos importamos? Por dónde pasa la vocación, el sentido de realización, servicio, coherencia, alegría y más en cada uno en cada etapa de vida que le toca vivir, porque somos de varias vidas ¿etapas? en el transcurso de la vida de cada uno que no es lineal ni nunca definitiva. Y todo ello apreciándolo con la máxima humildad, prudencia y plena voluntad. En esos términos invitémonos a saber pensar y compartir.

Domingo, 8 de marzo 2009
Guillermo
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