El lenguaje vital y proteico de Enrique Verástegui

La desaparición del prolífico poeta Enrique Verástegui (1950-2018) conmocionó a las letras peruanas. Se dice que, cuando un poeta muere, hay un poco más de tristeza en el mundo. Sin embargo, cuando un poeta de la talla de Verástegui nos deja, la melancolía es infinita. ¿Quién es Verástegui? ¿Cuáles fueron sus aportes? ¿Por qué tenemos que leerlo?  Son algunas preguntas claves que se deben responder, sobre todo si se piensa en aquellos versos suyos que pretendían incendiar la ciudad letrada nacional y latinoamericana.

Enrique Verástegui nació en Lima en 1950, pero su hogar y su barrio, al que siempre volvía, fue San Vicente de Cañete, a 111 kilómetros de Lima. El terremoto del 2007, que dejó inhabitable su casa en Cañete, lo obligó a mudarse a la capital. En una entrevista, Jarry, como lo conocían en su barrio, anotó: “Esa casa era el útero al cual yo siempre volvía y ahora ya no tengo a dónde volver. Quizá si mi casa siguiera en Cañete yo no me habría venido a vivir a Lima” (León 2018). Esta referencia a su provincia es clave para entender parte de su poética y su visión del mundo. Por su procedencia provinciana, a lo que se sumaba su origen afrodescendiente, Verástegui tuvo que sufrir discriminación, soledad y una cierta marginalidad cuando arribó a la capital peruana. Estas experiencias y sentimientos alimentarán su visión crítica de la ciudad, la modernidad alienante y los sistemas ideológicos.

Estudió Economía y Administración en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En ese tiempo, publicó su primer poemario: En los extramuros del mundo (1971). Según Paul Guillén, con esa primera obra, “Verástegui fundó su propia ciudad e incendió a la poesía peruana con sus maravillosos poemas” (citado en White 2011: 462). Luego, vendrán sus viajes a Europa, su época parisina, sus aprendizajes del arte y la cultura del viejo continente. En compañía de Juan Ramírez Ruiz y Jorge Pimentel, fundó el movimiento Hora Zero a principios de los años 70. Este grupo de jóvenes, en su mayoría de provincia, tuvo una actitud contestataria y crítica frente a la tradición poética peruana, principalmente de los años 50 y 60. En palabras de Guillermo Niño de Guzmán, quien conoció al poeta y editó una de sus obras, Hora Zero “arrebató la poesía a los cenáculos intelectuales y la sacó a la calle. Sus encendidos manifiestos, publicaciones y recitales consiguieron abrirle un espacio en el debate nacional” (2018). Para Biviana Hernández, Hora Zero “resituó en el contexto peruano y latinoamericano algunas de las claves expresivas de las vanguardias históricas, como la voluntad de ruptura, la vinculación entre poesía y política, la rearticulación del proyecto arte-vida y la actitud iconoclasta” (2012: 279). En ese sentido, se puede decir que el movimiento al que perteneció Verástegui marcó un cambio en la poesía peruana escrita hasta esa fecha.

Entre sus obras de poesía y prosa más reconocidas, contamos con Praxis, asalto y destrucción del Infierno (1980), Angelus novus (volumen 1, 1989; volumen 2, 1990), Monte de goce (1991), Taki onqoy (1993), Albus (1995), El modelo del teorema (1997), Yachay hanay (2006), Teoría de los cambios (2009) y La máquina del crepúsculo (2012). Estas constituyen solo una pequeña muestra no solo de su fértil trabajo con el lenguaje poético, sino también de esa continua voluntad de trascender los límites genéricos o convencionales de la literatura. A saber, su poética conjuga las matemáticas con la filosofía, el arte con la ciencia, el ensayo con la ficción. Su lenguaje traspasa las fronteras disciplinares y culturales. Enrique Verástegui se muestra en su obra como un hombre cosmopolita, pero con una conciencia crítica de la compleja heterogeneidad de su origen. Debido a ello, su lenguaje también es una constante búsqueda por romper las rígidas estructuras que perpetúan el poder y los centros.

En definitiva, hay que leer a Enrique Verástegui porque ha sido uno de los pocos en redescubrir y replantear la relación entre el arte y la vida, esa búsqueda de utopía mediante la estética, y esa visión integral y plural de la sociedad.

 

Bibliografía  

HERNÁNDEZ, Biviana
2012 “Poesía y neovanguardia, notas para pensar un nuevo repertorio”. Revista De Critica Literaria Latinoamericana. Volumen 38, número 76, pp. 271-296. Consulta: 27 de setiembre de 2018.

http://eds.b.ebscohost.com.ezproxybib.pucp.edu.pe:2048/eds/pdfviewer/pdfviewer?vid=4&sid=b9a93906-5441-4072-9607-e4be632e912f%40sessionmgr4009

LEÓN, Rafaella
2018 “Fallece poeta Enrique Verástegui” [Entrevista a Enrique Verástegui]. El Comercio. Lima, 30 de julio. Consulta: 27 de setiembre de 2018.

https://elcomercio.pe/somos/enrique-verastegui-mi-casa-canete-utero-siempre-volvia-noticia-451331

NIÑO DE GUZMÁN, Guillermo
2018 “Enrique Verástegui: el poeta incendiario”. El Comercio. Lima, 5 de agosto. Consulta: 27 de setiembre de 2018.

https://elcomercio.pe/eldominical/actualidad/enrique-verastegui-poeta-incendiario-noticia-543150

VERÁSTEGUI, Enrique
1971 En los extramuros del mundo. Lima: CMB
WHITE, Steven.
2011 “Leyendo a Enrique Verástegui”. Callaloo: A Journal Of African Diaspora Arts And Letters. Volumen 34, número 2, pp. 462-463. Consulta: 27 de setiembre de 2018.

https://www-jstor-org.ezproxybib.pucp.edu.pe/stable/41243093?seq=1#metadata_info_tab_contents

 

Las imágenes han sido tomadas de https://peru21.pe/cultura/enrique-verastegui-extramuros-417608.

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