¿Alguna vez te has topado, dentro de una discusión o debate, con argumentos muy convincentes, pero de razonamiento dudoso o falso? A diario, nos vemos obligados a elaborar un sinnúmero de argumentos para sustentar nuestras posturas respecto a diversos temas. Oímos o leemos este tipo de razonamiento casi en todo momento: en la televisión, en la radio, en los noticieros, en Internet, en los periódicos. Sin embargo, es muy común cometer ciertos errores cuando se trata de construir una adecuada argumentación. Este tipo de equivocaciones se llaman “falacias”.
Se entiende por falacia a los argumentos que muestran fallas en su razonamiento pero que, de alguna manera, son sumamente persuasivos. Además, otra característica importante es que parecen estar perfectamente construidos. Debido a este último rasgo, resulta difícil identificarlos de forma inmediata, sobre todo cuando nos encontramos en el medio de un debate o deliberación. No obstante, es posible reconocer una falacia cuando se pone atención a la relación que existe entre las premisas y la conclusión que esta pretende defender. Es ahí que se constata que, efectivamente, el paso que se produce de las premisas a la conclusión no guarda relación, no es apropiado, o incluso resulta ilógico.
Debido a la recurrencia de estos errores argumentativos, se ha buscado organizar y clasificar a los más representativos, según su naturaleza. A continuación, se expondrán los tipos de falacias más frecuentes (y famosas) en la argumentación académica.
Falacia contra la persona (Ad hominem)
Este primer tipo de falacia consiste en criticar el postulado o la argumentación de la interlocutora: se ataca algún aspecto de su vida académica, profesional, política, etc.; véase el siguiente caso:
Según la citada autora, la idea de una gramática universal se contrasta con la realidad; sin embargo, se considera imposible esta premisa, ya que la autora ha estado envuelta en casos de corrupción. |
Como se evidencia, se ha cometido una falacia en la argumentación, pues haber cometido o no un acto de corrupción no imposibilita la existencia de una gramática universal, debido a que no existe alguna relación causal entre el comportamiento de un individuo y la validez de su hipótesis.
Falacia de apelación a la autoridad
Debería regresar el servicio militar obligatorio, pues como afirmaba Juan Pérez, ilustre pensador peruano, solo así los jóvenes seguirán una vida digna y con valores. |
Este tipo de falacia es recurrente y no debe de confundirse con la micro-estrategia discursiva de citar para sustentar nuestra hipótesis (http://blog.pucp.edu.pe/blog/blogderedaccion/2016/04/12/como-emplear-las-citas correctamente-en-un-texto/). En el primer caso, nos respaldamos en investigaciones sustentadas para aclarar algún concepto y/o fundamentar alguna idea, mientras que en el segundo se acude al reconocimiento y/o la autoridad de un autor para validar la premisa. Así mismo, este tipo de falacia se relaciona con la “falsa autoridad”. Para comprender mejor esta idea, revisemos el siguiente ejemplo: “Shakira recomienda usar pasta de dientes Colgate”. En este caso, no debería ser Shakira la persona que nos brinde recomendaciones para nuestra salud odontológica, sino un dentista.
Falacia de apelación a los sentimientos de temor (Ad misericordiam) o a la fuerza (Ad baculum)
Ad misericordiam: “No me despida, porque qué comerán mis pobres hijitos”. Ad baculum: “No, jefe, no me multe. Mire que mi tío es coronel de la Policía y no quisiera que pierda su empleo”. |
Este tipo de falacia se basa en amenazar al interlocutor o presuponer condiciones desfavorables que se originarían de aceptar como válida cierta premisa. Por ejemplo, en el caso de la falacia Ad misericordiam, una mujer apela a la piedad de su jefe para argumentar en contra de su despido. En el otro ejemplo, la falacia Ad baculum recurre a la influencia o al poder del tío de la persona involucrada.
Falacia de apelación a la mayoría (Ad populum)
La gran mayoría de peruanos está de acuerdo en que se apruebe el presente decreto. No se puede paralizar lo que el Perú entero desea. |
Finalmente, esta cuarta falacia consiste en validar una premisa, debido a que un gran número de personas la considera válida y no por la naturaleza de esta. Como se observa en el ejemplo, el decreto en cuestión debe de aprobarse porque una mayoría está de acuerdo y no por sus cualidades y/o consecuencias.
Estas son algunas de las falacias que podemos observar con frecuencia en la argumentación que presenciamos o construimos en nuestra experiencia diaria. Sin embargo, una vez que hemos logrado identificar el error o la falla argumentativa en nuestro razonamiento, construir argumentos de forma correcta resultará más fácil. Recuerda que para elaborar una buena argumentación, es necesario basarnos en el conocimiento fundamentado y, sobre todo, evitar utilizar este tipo de razonamiento engañoso. Una estrategia para determinar si nos encontramos ante una falacia o no es responder a las siguientes preguntas: ¿las premisas que presenta el argumento se encuentran vinculadas de forma lógica a la conclusión que se propone o que se busca apoyar?, ¿las bases sobre las que se construye el argumento son sólidas?, ¿se busca realmente sustentar una idea o, en realidad, se intenta descalificar a la persona que defiende la idea opuesta o contraria?, ¿se pretende utilizar la razón para sustentar los argumentos o, por el contrario, el miedo o la coacción?, ¿se trata de validar una idea solo porque la mayoría de personas piensa de esa manera? A partir de la respuesta a estas preguntas, podremos reconocer si un argumento es o no falaz: ¡no dudes en aplicarlas cada vez que estés frente a un argumento turbio!
BIBLIOGRAFÍA
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Falacias. Consulta: 13 de setiembre de 2016.
http://objetos.unam.mx/logica/falacias/index.html
Referencia de las imágenes:
Imagen 1:
http://falacias.escepticos.es/index.php/argumento-ad-populum/
Imagen 2:
https://labusqueda2013.files.wordpress.com/2013/11/baculum-falacia1.png
Autores: María Belén Milla y Alejandro Prieto