Dos cosas no pueden estar a la vez en el mismo lugar. El ego es una cosa, existen multiplicidad de egos que quieren vencer. Vencer es una posición con respecto a otro, ésta puede ser limpia o amañada. El mejor ego, creemos, es el que sabe ocupar su posición y deja al otro en su posición. No existiría la competencia? No creemos en ella. Si buscamos la igualad y a la vez la competencia (y con ello lo “mejor”) nos parece un error garrafal. Lo que muchas veces nos duele es el tener que escoger uno. Por alguna razón el ego quiere estar en donde está otro como cuando teniendo pieles se busca las de otros, con ello, matar. El ego por lo general siempre está buscando el más allá. Un ego equivocado confunde el antojo del hambre. Un ego más equivocado solo conoce el antojo aunque por ello tenga que matar o sacrificar algo. El ego en algún grado estable, por que nunca lo está, prefiere el silencio a la bulla. La suma de egos buenos no buscaría jamás una guerra. Es justa una guerra? El ego inestable quiere todo para sí y con ello desconoce el compartir. El miedo es como lo vacuo que cambia puede inflamar o hundir al ego y hacer un héroe o un cobarde. Cuando dos egos se quieren unir el miedo casi siempre está presente, más, seguro, en uno primerizo. Si es que la diversidad es lo que más impera, parece que como casi con todo, queremos romperla y buscar lo resaltan-te. Confundido el antojo del hambre, éste último ya no es lo que importa y resalta, si no el contrario: obesidad. Si alguien se queda con la comida que podrían comer dos o tres? El ego inestable confunde y mal usa su libertad. El peor ego es el que no entiende que cada cosa tiene su tiempo y su lugar.