Chancabuco

No los lustro porque los quiero. Que hagan su trabajo porque son recios, están hechos para ello. Les podría pasar un auto por encima y pequeña o casi nula sería la abolladura a lo que protege. Alguna vez supe de alguien a quien le cayó la uña de la pala de un tractor y solo y felizmente perdió la uña del dedo pulgar. Era metal contra metal. Claro que tampoco hay que ir tentando a la suerte. De verdad, ya he olvidado cuantos años los tengo, pero no que sean años y en plural. Ya deben de rondar por los diez años. Olvidado también las veces que los lustre con alguna pomada, pero no deben ser más de cinco. Es que de verdad les he agarrado cariño, quizás hasta los vea como una parte mía. Siempre quise uno de ellos y fueron regalados. Cariño también por quien los regaló. Zapatos de trabajo para alguien que nunca o poco ha trabajado. Tampoco es que anden tan sucios, imposible para un citadino. No es necesariamente lustrar pasar solo la escobilla sin pomada, esas veces también son muy contadas. Uno sabe cómo trata a lo que quiere. Tal vez pueda sonar escrito de un materialista, mas es todo lo contrario. No lustrarlos es nuestra forma de mostrar nuestra contra a lo castrense, a lo emperejilado. Se les quiere porque sí, porque parecen duraderos; al menos para uno que piensa vivir solo en ciudad, pues, también, los he visto totalmente desgastados por el trabajo. Difícil que llegue a gastar más de un par. Difícil también no adivinar de qué color pueden ser. Durarán más todavía porque, claro, se los combina en su uso con algunas zapatillas o sandalias, que, también ahora, ya no son más que tres y dos respectivamente, luego, nos parece demasiado bulto. Ah!, menos, después de esos, tendría otro zapato, mucho menos hecho de cuero o algo animal. Tiene cierta excepción lo que uno quiere, también por ser de una época distinta, de come muertos. Por el quererlos no se les podría desechar. Dos sandalias, dos zapatillas y un par de zapatos. No cuentan mucho el par de mocasines de lona, porque si bien son ligeros y cómodos, se sienten inseguros para caminar, pisar por un camino con piedras, una vereda mojada, y, de seguro, son más fáciles de quitar. Los otros, son mucho más difíciles de quitar si están bien atados. Son especiales, también, porque no las sacamos a todos lados. Porque lo que uno quiere, tiene cierta exclusividad, esa excepción. Por qué hay algunos que caminan descalzos!?

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