Archivo del Autor: Guillermo Gabriel Valera Moreno

Valoremos la vida comunitaria

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El espacio de reunión que nos podemos dar en la vida comunitaria puede ser que no sea lo más importante para la existencia de una comunidad, pero es el lugar de encuentro necesario para compartir lo que somos, hacemos, crecemos y un largo etcétera. Encontrarnos para manifestar y vivir nuestra fe en comunidad pudiera ser algo relativo y es, sin embargo, una cuestión que nos ayuda a dar amplitud, a considerar a los otros como parte de mi propia vida y hacerla trascender un poco más de lo que ya tiene como significado individualmente, ayudándonos, por cierto, a remar contra los distintos individualismos que rodean nuestra vida actual.

Nos decimos comunidad cristiana porque aspiramos a que sea Cristo el centro de la misma. Porque valoramos en Cristo la presencia de Dios en nuestras vidas y queremos que ello ordene de la mejor forma no sólo la vida de la comunidad como grupo, sino la vida de cada uno de sus componentes, ayudándonos a integrar nuestra fe y vida en todas sus dimensiones, especialmente en lo familiar, laboral, de estudios, eclesial y ciudadana.

Por tanto, si Cristo va siendo el centro de la vida comunitaria y el centro de nuestra vida personal, la comunidad bien tendría que ser el referente que pudiera darnos una mejor centralidad en nuestras vidas, el lugar desde el cual vamos construyendo relaciones que nos ayudan en el conjunto de nuestro caminar. Siendo así, cultivar la vida comunitaria puede tener más valor y trascendencia de lo que podríamos imaginar.

Un asunto importante en ello estaría en preguntarnos: ¿es posible la vida comunitaria sin un encuentro e intercambio periódico y regular de sus integrantes? Sería un poco difícil, sobretodo por la vorágine de actividades o tareas en las que cada cual se encuentra normalmente. Lo que define una comunidad no son las muchas o pocas tareas que realizan sus integrantes; ellas también son importantes.

La vida comunitaria se define por la calidad de relaciones que se van construyendo entre sus miembros; la capacidad de orar juntos su vida, su realidad, la de los más necesitados; la manera cómo se inspiran unos a otros para crecer y ser fecundos en lo que le toca a cada cual; la posibilidad de ser testimonio de seguimiento de Jesús, tanto individual como también en colectivo, desde las mediaciones que pudieran ser las más adecuadas.

En el caso de las CVX (Comunidades de Vida Cristiana), nos anima y ayuda a cultivar nuestra propia profundidad y crecimiento la espiritualidad ignaciana, aprendiendo en el discernimiento a construir un estilo de vida de servicio y compromiso. Dejándonos acompañar por todos los compañeros y compañeras de camino y sabiendo acompañar a nuestro “vecino”. Buscando construir relaciones en clave de “magis”, es decir, de constante superación, grado de humildad y disponibilidad (libertad). Para descubrir y realizar la “voluntad de nuestro Padre”.

Siendo nuestra comunidad un lugar de encuentro y crecimiento; siendo tan significativo poner a Cristo en el centro de la vida de comunidad y aprender de ello; siendo un desafío constante el discernir comunitariamente nuestros propios “signos de los tiempos”… Nada de esto se podrá encaminar sistemáticamente si no nos damos un tiempo adecuado y regular para compartir todo ello y lo que se puede permitir fluir desde allí.

Nos será de mucha importancia también que desde nuestras propias reuniones podamos profundizar en temas que nos ayuden al proceso de formación en que cada comunidad pequeña se halle, complementándolo con procesos de formación más amplios que nos permitan hablar “en idiomas diversos” e inspiren mejor el sentido pentecostal que cada comunidad debe tener para sí y hacia el medio que le rodea.

Cada comunidad en pequeño esta llamada a situar y valorar su propio quehacer y a darle todo el peso y significado que esta en sus manos. Sintiéndose, además, parte de una comunidad más amplia (en nuestro caso la CVX Perú y mundial) y sensible a quienes tienen más necesidad en cada ámbito de nuestra realidad.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 10 de julio de 2011 Sigue leyendo

Nuestra fe y compromiso en el nuevo contexto del país

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“Ganó Humala y no pasó nada”, parecieran decirse muchos en el Perú. Pues, somos un país de contrastes: ayer se venía la catástrofe y hoy pareciera que la economía esta demasiado tranquila. Primaron las buenas formas democráticas, así vivamos situaciones sociales tan disímiles como erigir, de un momento a otro, una gran imagen de Cristo crucificado en Lima, mientras en Puno (al sur del país) reina el desgobierno y la violencia, todo bajo la sonrisa inerme del Presidente García.

De lo que no cabe duda es que estamos en un contexto de cambio de gobierno en el país, lo cual estuvo precedido de tensiones y polarización. Quiérase o no, se tuvo un resultado que nos invita a la reflexión y nos llama a vivir un renovado sentido de esperanza y compromiso. Ahora toca preguntarse ¿cómo se sitúa cada uno en dicho contexto? Creo que será necesaria la mejor disposición para aportar lo que pueda estar en manos de cada uno, empezando por situar mejor las propias labores de cara al país. Para que puedan sintonizar de la mejor manera con el crecimiento económico; una democracia a seguir profundizando; haciéndonos más responsables de lo que acontece; sintonizando mejor con las políticas públicas que se requieren en aras a una mayor inclusión social. Siento que se abre una etapa en la cual se puede consolidar un sentido de país para todos y con el cual todos nos podamos sentir algo más orgullosos de su devenir y posibilidades.

Ahora bien, sabiéndonos en un contexto de globalización que cada vez marca mayores pautas en nuestra vida y posibilidades, también nos preguntamos, ¿cómo repensar la política y vivirla de manera renovada? Sabiendo que ella es motivo muchas veces de conflicto, corrupción, afanes de poder, etc., antes que sentido de servicio y de búsqueda del bien común. Es todo un desafío el que se marca, porque no sólo se trata de que se consiga mejores políticas públicas en beneficio de todos los peruanos, sino que simultáneamente es necesario que puedan hacerse las cosas descubriendo signos y gestos de una nueva forma de hacer política que supere la lógica del “todo vale” o de manifestaciones autoritarias diversas tan presentes en nuestro quehacer y cultura política.

La democracia es el sistema político en el cual nos vamos haciendo como país y empezamos a hacerla sostenible. Sin embargo, muchas veces constatamos que no nos da cabida a todos y podemos sentir que no sirve para resolver los problemas más elementales de la población. Sin embargo, ¿cuánto nos hacemos parte de sus mecanismos participativos o podemos hacerlo? ¿Pasa por nosotros interesarnos por las políticas públicas que pueden estar vinculadas a nuestra especialidad profesional o laboral, aún como “ciudadanos de a pie”? Es muy importante el infundirnos confianza y esperanza en nuestras propias posibilidades y las del país, aportando en todo lo que esté a nuestro alcance. Pienso que parte de ello sería el saber aproximarnos a los diversos mecanismos participativos ya existentes (y los que se puedan abrir) en los diversos niveles del gobierno, en aras a colaborar desde nuestros propios conocimientos y capacidades. A la luz de ello, cada uno tendría que ver la manera de cómo le afecta y le toca. Como granitos de arena enlazados siempre en redes y organizaciones. Como cauces de relación con otros.

Pensamos que es importante cultivar y crecer en una fe que encuentra valor, se inspira e intenta un seguimiento de Jesús desde éstas situaciones. Mirando por los más necesitados, los débiles, los pobres. Lo cual supone enraizarse en valores de solidaridad, dignidad de las personas, conciencia ciudadana responsable, capacidad de diálogo y justicia, ayudar a garantizar un desarrollo para todos. Por tanto, es pertinente plantearnos ¿cómo tendríamos que revisar nuestros quehaceres pequeños y grandes que cotidianamente realizamos a la luz de dichos elementos? Cómo podemos establecer las conexiones necesarias con los objetivos nacionales y de desarrollo que se planteen desde el nuevo gobierno. Siendo muy claros que no se tratará de manejarnos como con un “cheque en blanco” sino con la capacidad crítica y de vigilancia que pueda corresponder, para que se encaminen propósitos adecuados. Sintiéndonos parte de un Estado que requiere ser reformado y modernizado. Conscientes que muchas serán cosas que no se puedan alcanzar en el corto o mediano plazo.

Tocan tiempos de estar más visiblemente al servicio de la humanidad y de ayudar a poner lo humano al centro de todo lo que hacemos y vivimos. Con una lógica inclusiva, ecuménica e intercultural. Valorando lo pequeño como posibilidad para construir lo grande, para hacer presente el amor en todas las dimensiones de nuestro vivir. Donde nos sintamos continuadores de un esfuerzo temporal que podrá seguir encaminándose por otros ¿Es todo lo anterior parte de mi fe, es decir, de mi sentido de vida? ¿Cómo vivimos realmente la realidad desde tantas mediaciones, parte de las cuales somos nosotros mismos? Es bueno sabernos limitados en lo que podemos obrar, pero también con capacidades. Seguros de que todo lo que nos esforcemos en aportar puede ser un gran motivo de inspiración para quienes nos rodean. Lo cual conlleva, entre otros aspectos, a que sepamos discernir de la mejor manera lo que nos corresponde optar, hacer y ayudar a encaminar. Confiando “en que es posible construir un país en donde la persona sea el centro de todo, lo más importante” (Pronunciamiento de la Mesa de Movimientos Laicales, mayo 2011).

Estamos invitados a crecer con nuestro país, cada uno con su propia experiencia; a hacernos parte de ello; a ayudar a dicho crecimiento desde lo que somos y hacemos. Hoy estamos abiertos a una serie de posibilidades que debemos considerar como una gran oportunidad para avanzar en el Perú. Es cierto que seguirán existiendo dudas y murmuraciones sobre lo que se pueda lograr y las capacidades de liderazgo con las que se va a contar. Sin embargo, es de enorme responsabilidad ayudar a que se establezca los equilibrios necesarios para que haya un efectivo crecimiento económico con distribución; que se cierre ese drama de niños menores de cinco años que se mueren de hambre o que por desnutrición ven limitadas sus posibilidades de crecimiento de por vida; lograr una educación y salud universal de mayor calidad para todos; hacer de nuestra cultura un gran movilizador nacional, como ya ha venido emergiendo en cuestiones como la gastronomía; hacer del diálogo el vehículo de la mejor razón y forma de resolver los conflictos sociales; y tantas otras cuestiones más.

Guillermo Valera Moreno
1 de julio de 2011 Sigue leyendo

Nuevo tiempo político

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Podría decirse que la Plaza de Armas de Lima esta acusando visibles cambios de fisonomía e, incluso, hasta se podría decir que se esta adecentando un poquito más. Primero Susana Villarán es elegida Alcaldesa de Lima (octubre del año pasado), dejando atrás la experiencia del llamado “gerente” Luis Castañeda; luego ha ocurrido la elección de Ollanta Humala a la Presidencia y dejará atrás lo que ha sido un opaco gobierno de Alan García, ocupando uno de los cuatro frontis de la plazuela. Pareciera que el siguiente cambio debiera producirse en la acera siguiente, en los edificios que salvaguardan la cruz de la Catedral limeña, aunque por razones históricas (a estas alturas del siglo XXI, ya no muy claras), sus autoridades no se someten a un veredicto muy popular.

Por hoy asistimos a un escenario de centro izquierda que marcará el rumbo de la política peruana para los siguientes años, los cuales se espera se hagan con la pausa e inteligencia necesaria. A ello acompañarán con sus variantes, una buena parte de quienes presiden los gobiernos regionales (y por qué no, muchos de los gobiernos municipales electos a fines del año pasado), ya fuera porque directamente son de vertientes similares o autoridades dialogables.

En el país estamos ante una economía aceptablemente encaminada y en crecimiento. El Congreso de la república no debiera significar un factor de inestabilidad, más aún si se maneja como un escenario privilegiado de concertación nacional y fiscalización (como corresponde), cuestión que deberá trasladarse como política a todos los escenarios posibles, ya fueran en el ámbito social, de la mass media, del Acuerdo Nacional ya existente (y por hoy reconocido por todas las principales fuerzas políticas del país), de la cultura, de la política internacional (empezando por valorar mejor el Parlamento Andino y otros instrumentos ya existentes). Aportando una densidad de diálogo que permita crecer y afianzar la institucionalidad democrática con mayor solidez y amplitud.

Aunque no hay que gritarlo a voz en cuello, es evidente que estamos operando un cambio que no veíamos ni en las mejores épocas de la izquierda con Alfonso Barrantes Lingán en los años ochenta. Si bien no es estrictamente la izquierda la que ha ganado las elecciones, el panorama y escenario político ha “virado” hacia la izquierda y tendremos que mirar con ese matiz indispensable lo que se tenga que hacer y se deba hacer en adelante (al menos en los cinco años siguientes). Matiz que debe supone tender sobre la mesa cambios significativos, en razón de atender prioritariamente a los pobres del país y sus necesidades. No sólo como tema económico de redistribución o de servicios (que ya supone una buena chamba), sino y principalmente de dignidad y de ciudadanía, de respeto como personas y de superación de racismos y discriminaciones de toda índole, los cuales existen en muchos imaginarios de nuestra población, de la más diversa manera (empezando por la propaganda televisiva o los mediocres programas de “humor”).

Es necesario que se abra hoy un gran esfuerzo de creatividad constructiva; de recuperación de la confianza en las posibilidades de emprendimiento con las que cuenta nuestra población (la gastronomía y personajes como Gastón Acurio nos han dado lecciones ejemplares); de esperanza que debe verse potenciada por diversos mecanismos participativos; de sentar bases para con una alimentación más sólida y una educación y salud de calidad para nuestros niños, sin distinciones de origen social; de florecimiento cultural acorde a nuestra diversidad y riqueza de riquezas. Sustentada por una plana de profesionales y representantes que marquen una línea de profesionalismo y humildad.

Porque si algo deberá distinguir por encima de todo al nuevo gobierno de “Gana Perú” (Ollanta Humala) que empieza a germinar, tendrá que ser su definición ética y su sentido de bien común, cuestión que de por sí lo hará ya diferente. Pero no diferente por ser distinto (como simple juego de palabras), sino por generar una renovación de la política en todos los ámbitos de la vida del país, por marcar una pauta con otro sentido de servicio en la cosa pública, incorporando la justicia y la verdad como parte elemental de nuestro sentido común. No más “todo vale”; no más el “no importa que robe si hace obra”; como tampoco no más el “ojo por ojo y diente por diente”. Tenemos que recuperar a nuestra patria de las distintas rupturas vividas en lustros anteriores (de corrupción, de violencia, de exclusión, de narcotráfico, etc.) y superar la cultura política de la medianía a la que estuvimos acostumbrados.

No se trata sólo de soñar. Cada quien, desde lo que hace, tendrá que revisar lo que vino haciendo hasta hoy y cómo, renovar sus propias pautas, darse un renovado sentido ético a su propio caminar. Hagamos un alto necesario para discernir y dar paso a un momento de superación tanto personal como del conjunto social en el que nos inscribimos y, ciertamente, como país. Hagamos realidad la nueva etapa de concertación que se abrirá para el país, empezando por ser cada uno más dialogante en lo que hace, mejor concertador de opiniones y acuerdos, más reconocedor de las virtudes y aciertos, más positivo en la crítica y comprometido con lo que vea necesario de cambiar. Se abre otro tiempo político para el Perú en el que podemos adecentar un poco más la política y revolucionar nuestras relaciones.

Guillermo Valera Moreno
8 de junio de 2011 Sigue leyendo

Una copita de pisco

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Fernando se había quedado dormido y ya eran las 3 de la tarde, en casa de su amigo, con el que estuvieron echando unos tragos y se fueron de largo. Carajo, lo que más me jodía era que ya no alcanzaría a votar y tendría que pagar la multa. Lo peor era que era un voto menos para su candidato, justo en la final tan ajustada que se había planteado en esta segunda vuelta…

Parecían demasiados años los que habían trascurrido desde aquella primera vez que estuvo tirando piedras contra la “tombería” que les metió palo y casi lo pescan, sino es porque logró zafarse de su casaca y corrió, sintiendo que una (y después varias) gotas de sudor frío le bajaban por la espalda, como si estuviera en una delicada operación que no había sido otra cosa que haber protestado con los estudiantes de su universidad por el alza de los precios de productos de primera necesidad.

En casa de Felipe almorzaron como de costumbre, con el gusto de haber hecho las cosas con tiempo, de haber preparado un agradable almuerzo, aunque no lo pudieron compartir como hubieran querido. Aunque no se podía tomar por la ley seca, no faltaba una copita de pisco para bajar el almuerzo, pero medido nomás, para ser respetuoso de las normas, además por los chicos, que aprendan a manejarse dentro de lo adecuado.

¿Qué le habría pasado a Fernando? Al menos para el flash de las 4 p.m. estaría por la casa y podrían darse un gran abrazo de júbilo si ganaba su candidato. Si ganaba, porque la cosa estaba muy reñida y hasta se hablaba de fraude. Entre grupos de amigos se había generado enconos; muchas familias se habían dividido acremente por una u otra candidatura, la cosa estaba muy tensa.

Campeó el mutismo para algunos, puesto que su chamba podía correr peligro o se podía sentir que era “una cagada” hablar de por quién se iba a votar, sabiéndose que ambas candidaturas generaban anticuerpos. No sé si del todo justificado, pero las experiencias en torno a ellas establecían posturas rígidas, ya fuera de aceptación o de rechazo. Los medios de comunicación se habían vuelto más agresivos que los propios candidatos, al punto que se parecía mucho la escena de una dictadura ya vivida con los medios controlados; mejor dicho, autocontrolados, ya fuera por amenazas de distinto calibre y quien sabe qué cosas… ¿algún videíto oculto e inoportuno con el cual se ejercía chantaje (vaya uno a saber)?

Lo cierto es que fue mi hijo el que más gritó el triunfo del Comanche; así le decían al candidato de mi preferencia. También me alegré, aunque asumí una actitud sobria, devolviéndome a un pasado nuevamente de tres décadas y más atrás, cuando hubo posibles efluvios de unidad de la izquierda y aparecía como una alternativa de cambio radical, emparentada con corrientes internacionales del socialismo. Pensar que todo ello había quedado atrás y, ahora, lo único internacional que se admitía era la ideología neoliberal, la dictadura del mercado, incluso por encima de las formas democráticas. Herencia de los gringos seguramente, acostumbrados a tratarnos como su real “patio trasero”.

Nos tomamos otra copa de pisco para asentar esta vez el triunfo casi inobjetable del Comanche. Ya no lo alcanzarían ni con ayudita de Montesinos suelto u operando igual desde su celda. La distancia era suficientemente clara y generalizada entre todos los que dieron adelantos de los resultados que simplemente inhibió otra posibilidad, por más que se hubiera pensado o buscado. Hubo voces que los militares del alto mando se habían encuartelado “por si acaso”; el propio presidente pareció sufrir de alguna crisis de nervios y prefirió la actitud ”madura” de ya no aparecer en los medios, ni siquiera para saludar el triunfo del claro ganador; por supuesto, la contendora decidió esperar los resultados oficiales, pese a la evidencia del resultado; tan así que contagió de escrúpulos al propio ganador, quien casi se olvida de celebrar o agradecer a tanta gente y más de la mitad de la población por su triunfo.

En eso llegó Fernando… tío la hicimos, ganamos, derrotamos a la mafia, conseguimos lo que en tanto tiempo no se pudo y se volvió una broma de mal gusto, una caricatura, sobretodo con lo que tuvimos en la década de los noventas… Pucha, pero no puedo estar igual de feliz que todos. No llegué a votar, fui un tonto, por estar chupando. No podré gozar por igual del triunfo, no colaboré al triunfo con mi voto, que cagada, cómo me tenía que dormir y estar tan lejos de mi centro de votación… Cha pero la pasé bacán anoche, ah, estuvimos por Huaura y Huacho. No era de hacer nada fuera de lo normal, pero el frío y esa jaranita que encontramos con tu cuñado, fue tremenda.

¿Ya parece que van a dar los resultados del “conteo rápido”? A ver escuchemos, aunque todavía dicen que es al 81%, nos van a tener un rato más especulando, como si fuera bueno estar en vilo de cómo se determina el resultado final. Pero tío, ¿no decía que ya estaba definida la cosa? De cierta forma sí, pero mejor es tenerla bien segura, no vaya a ser que quieran voltear el pastel y la fregamos. ¿Qué sería? Así se arma una trifulca que no sabemos a donde nos llevaría, ojalá que las cosas se encaminen de buena manera. Porque la gente en distintas partes del país ya está celebrando y consideran que la cosa ya se definió.

Bueno sobrino, una nueva copita de pisco para consolidar nuestra alegría del triunfo logrado. No más, porque es mejor estar lúcido y mañana hay que chambear. Además, creo que desde ahora tenemos que dar otra imagen de lo que corresponde a la izquierda y al nacionalismo. Primero, mostrar que sí podemos ser gobierno, con responsabilidad y acierto. Segundo, que tenemos mejores capacidades de llegar a los sectores más pobres y no con dádivas sino con mejores posibilidades productivas y de desarrollo, podemos hacer distribución y no sólo “goteo”.

Tercero, podemos gobernar fortaleciendo las instituciones democráticas; más bien, le vamos a enseñar a la “derecha” lo que significa construir democracia, participación popular, fiscalización constructiva, resolver los problemas y conflictos en diálogo, y tantas cosas más. En cuarto lugar o como sea, generar un crecimiento cultural de nuestro país a todo nivel, lo cual abarca una mejora cualitativa de la educación pero significa cultivar nuestro espíritu creativo y emprendedor en todas las dimensiones de nuestro ser persona, regenerando nuestra identidad, autoestima y capacidades. Verás que eso revoluciona todo lo demás. Pero también hace falta que nos dejemos de envidias y descalificaciones; todos somos necesarios en la construcción de nuestro país, para los cambios que necesitamos hacer; todos somos necesarios en las distintas funciones y posibilidades de trabajo que se van a plantear.

Sabes sobrino que hubo alguien que me llamó romántico por cosas como las que te digo… Casi se molesta otro porque aludí a Mariátegui con esa frase tan hermosa de “conquistar el pan y la belleza”. Hemos pasado unas elecciones no tan tensas como otras; como decía un analista, las tensiones se situaron en las élites pero no fueron expresión de serios conflictos sociales… felizmente. Los finales del “fujimorismo” de los 90s sí fue bravo. Ahora tenemos mejores condiciones y podremos dar un mejor inicio. Cha tío, usted debiera meterse a la política un poco más, de verdad, ¿no cree?

Antes de irse a dormir, Felipe se tomó otra copita de pisco; la verdad que le vino muy bien y durmió profundamente, sabiendo que estábamos abriendo una nueva página, no escrita, por escribir.

Gabriel
6 de junio 2011 Sigue leyendo

Keiko Fujimori: el peor resultado para el país

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Un importante grupo de intelectuales politólogos peruanos y extranjeros se pronuncian en contra de la candidatura de la representante de la corrupción y la mafia fujimontesinista

Politólogos se pronuncian en contra de Keiko Fujimori
Lun, 30/05/2011

A la opinión pública

El Perú se prepara para una elección el próximo 5 de junio donde ninguno de los dos candidatos presidenciales exhibe las credenciales democráticas que desearíamos. Sin embargo, ante el dilema existente es ineludible optar, y los politólogos abajo firmantes creemos que la llegada de Keiko Fujimori al poder sería el peor resultado para el país.

Como politólogos valoramos especialmente el régimen democrático, pues permite el pluralismo y el debate abierto, protege las libertades fundamentales y los derechos humanos, restringe las oportunidades para la corrupción y favorece el logro de acuerdos que generan desarrollo y políticas públicas a favor de la población más vulnerable.

Debido a estas consideraciones de principio vemos con suma preocupación la elección de la señora Fujimori como Presidenta de la República, pues constituiría la reivindicación del gobierno de su padre que, precisamente, liquidó la democracia en el Perú e impuso un régimen autoritario que cometió crímenes de lesa humanidad como política organizada desde la cúspide del poder, y que hizo de la exclusión, el clientelismo, el abuso y la corrupción sus mecanismos principales de gobierno.

El fujimorismo actual, lamentablemente, no ha deslindado con las prácticas que deploramos del gobierno de Alberto Fujimori. En las últimas semanas hemos visto que sus voceros han elogiado, justificado o minimizado esas prácticas, lo que nos hace imposible creer que la señora Fujimori represente una opción diferente y democrática. Por tanto, y porque creemos que la defensa de los valores democráticos es parte fundamental de nuestro compromiso con el Perú, nos pronunciamos en contra de la candidatura de Keiko Fujimori.

Finalmente, independientemente de quién gane las elecciones presidenciales, consideramos que habrá que mantenerse alerta ante cualquier intento de pasar por encima del Estado de derecho y de las instituciones democráticas.

Rolando Ames, Pontificia Universidad Católica del Perú
Julio Cotler, Instituto de Estudios Peruanos
Henry Pease, Pontificia Universidad Católica del Perú
Francisco Miró Quesada, Diario El Comercio
Martín Tanaka, Pontificia Universidad Católica del Perú
Carlos Alza, Pontificia Universidad Católica del Perú
Rosa Alayza, Pontificia Universidad Católica del Perú
Mariana Alvarado, Pontificia Universidad Católica del Perú
Jorge Aragón, Pontificia Universidad Católica del Perú
Omar Awapara, Pontificia Universidad Católica del Perú
Rodrigo Barrenechea, Instituto de Estudios Peruanos
Fabiola Bazo,
Jo-Marie Burt, George Mason University
Maxwell Cameron, University of British Columbia
Julio F. Carrión, University of Delaware
Catherine Conaghan, Queen’s University
John Crabtree, Oxford University
Eduardo Dargent, Pontificia Universidad Católica del Perú
Henry Dietz, University of Texas at Austin
Joanna Drzewieniecki,
Graciela Ducantenzeiler, Université de Montréal
Romeo Grompone, Instituto de Estudios Peruanos
Carlos Indacochea, The George Washington University
Farid Kahatt, Pontificia Universidad Católica del Perú
Charles Kenney, University of Oklahoma
Denise Ledgard, Pontificia Universidad Católica del Perú
Steven Levitsky, Harvard University
Cynthia McClintock, The George Washington University
Andrés Mejía Acosta, University of Sussex
Carlos Meléndez, University of Notre Dame
Cynthia Milton, Université de Montréal
Paula Muñoz, University of Texas at Austin
Philip Oxhorn, Mc Gill University
Simón Pachano, FLACSO (Quito)
Luis Pásara, Universidad de Salamanca
Kenneth Roberts, Cornell University
María Ana Rodríguez, Pontificia Universidad Católica del Perú
Eduardo Romero, Nonprofit Roundtable of Greater Washington
Mariela Szwarcberg, University of Chicago
Carlos Torres Vitolas, London School of Economics
Jorge Valladares, University of Essex
Sofia Vera, Instituto de Estudios Peruanos
Alberto Vergara, Université de Montréal

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Comunicado que personalmente también suscribo, Guillermo Valera Moreno
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Queremos confiar, queremos construir…

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Queremos confiar en que es posible construir un país en donde la persona sea el centro de todo, lo más importante y donde la consideremos nuestro principal sacramento, porque cada uno somos imagen y semejanza de Dios.

Queremos construir un país sin pobres, sin desnutridos que se mueren de hambre o se quedan limitados de inteligencia de por vida, porque no tuvieron lo necesario en su primera infancia; porque nuestra sociedad no supo darles el cobijo necesario, pese a que llevamos 10 años de continuo crecimiento económico. A ellos les debemos principal atención pero no asistencialismo ni dádivas; empleo productivo, iniciativas empresariales, capacitación… pero no regalos.

Queremos confiar que se terminarán los abusos hacia los más débiles, recuperándose derechos laborales, respetando el medio ambiente, reinvirtiendo buena parte de las ganancias que se generan, tributando de forma justa, redistribuyendo y garantizando un crecimiento para todos y a todo nivel, velando por el desarrollo inclusivo y con equidad en todas las regiones de nuestro país.

Queremos construir una democracia que se respete y sea respetada, mejorando todos los mecanismos participativos de la población; garantizándose instrumentos efectivos de fiscalización, propiciando los cambios en el sistema político, que permitan reforzar su mejor funcionamiento, la representación y la búsqueda del bien común. Una democracia en la que el voto de cada ciudadano sea respetado y valorado; se ejerza con libertad y no se diluya en el miedo; sea signo de conciencia, compromiso, identidad y responsabilidad.

Queremos confiar en que podemos mirar el futuro sin incertidumbre o pesimismo; sin que sigamos marcados por ese pasado de violencia, corrupción, autoritarismo, mala administración económica y política del país, desánimo cultural o la increencia de nuestras propias posibilidades. Somos un país grande, con una gran historia, multiétnica y pluricultural, hermosa diversidad, creatividad e iniciativa, gente generosa y de mucho potencial; queremos que todo ello marque en adelante nuestro camino.

Queremos construir una Iglesia comprometida con los más pobres, que resalte los valores de respeto, tolerancia, solidaridad y diálogo, en la cual existan servidores comprometidos y no jefes; una Iglesia en la cual el cultivar sentidos de libertad y responsabilidad sea irrenunciable; una Iglesia de ciudadanos “adultos”, en la cual no se necesite que se nos diga lo que tenemos que hacer, cómo debemos comportarnos e incluso por quién votar en una elección.

Queremos confiar que surgirán más liderazgos que vayan sintonizando mejor con un sentido común de servicio y empatía, con amor al país y al mundo, cosmopolitas con raíces, de trabajo exigente, sencillos y aportando cosas concretas.

A la luz de lo mencionado y de lo que cada uno tiene en su corazón y pensamiento, reflexionemos sobre nuestro voto a emitir el próximo 5 de junio. Realmente sí importa quién pueda salir elegido. Tenemos que saber elegir y sentirnos parte de lo que viene después, con responsabilidad, apertura, identidad y patriotismo.

Lima, 26 de mayo de 2011

MESA DE MOVIMIENTOS LAICALES
Comunidad Héctor de Cárdenas – CHC; Comunidad de Vida Cristiana – CVX; Equipos Docentes del Perú – EDOP; Juventud Obrera Cristiana – JOC; Movimiento Internacional de Apostolado en los Medios Sociales Independientes – MIAMSI; Movimiento de Profesionales Cristianos – MPC; Movimiento de Trabajadores Cristianos – MTC – Unión Nacional de Estudiantes Católicos UNEC Sigue leyendo

Honestidad y visión en la opción del voto

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Discutiendo en familia, con amigos y personas diversas, he caído en la cuenta que hay forma de hacer razonables los puntos de vista por más confrontados que puedan estar ellos. El asunto esta en cómo consideramos que cada quien puede tener una “verdad” que le aguarda, más allá de consideraciones argumentativas y que muchas veces se mueve por posturas emotivas y de búsqueda de seguridades.

A propósito del proceso electoral peruano, veo que hay quienes defienden posiciones sin importar las razones que puedan sustentar éstas. Allí se sitúan los casos más difíciles de tratar, porque normalmente no dejan lugar a un diálogo de posiciones, sino que manda quien se impone de cualquier manera, también echando mano a argumentos pero sin importar bien lo que pueda considerarse como tales.

Por ejemplo, hay quienes defienden su voto por Keiko Fujimori, porque es mujer y, simplemente, debe ser presidenta y es la mejor opción porque sí… Otros dirán, porque mantendrá el modelo económico… sin saber muy bien de sus capacidades técnicas ya que los seis ministros de economía del primer gobierno de los Fujimori están procesados por corrupción. Desde el lado político, habrá los que afirmen que ella garantizará la democracia… a pesar que durante el primer gobierno de los Fujimori se dio un autogolpe y se impuso la reelección continuada. No faltará la palabra de quien afirme que defenderá los derechos humanos, aún a pesar de que Alberto Fujimori esta preso justamente por violentar los mismos.

Por el lado de Ollanta Humala también puede haber incoherencias que suscitan dudas. Donde a pesar de la firma de compromisos públicos por la democracia y alcances más razonables y concretos sobre lo que haría de ser gobierno, no terminan de arrancar un sentido de mayor confianza en la ciudadanía. Hay un halo de incertidumbre que perturba todo lo que puede ser propuestas de cambio, a pesar que la mayor motivación en el voto de Humala tendría que ver con representar una propuesta o sentimiento de cambio para el país, especialmente para las regiones. De hecho, la campaña orquestada de la mayor parte de medios de comunicación contra su candidatura ha ido haciendo mella en su imagen, dibujándose muchas veces una caricatura de lo que verdaderamente se esperaría de una opción así.

Sin embargo, de la manera como se han ido pintando las cosas y la polarización política entre Ollanta – Keiko, es importante compartir y aceptar el hecho que hay y habrán sectores independientes que apoyen a una u otra candidatura, y es necesario que no se les meta en “un mismo saco”. No sólo por ser sectores que se mueven por motivaciones distintas a las que pudieron votar en primera vuelta por cada uno de los dos candidatos. Algo más elemental e importante es que sepamos reconocer en una democracia (como la que estamos tratando de construir en el país) pueden haber opciones muy variadas y disímiles. Pero una clave está en la capacidad de diálogo que pueden expresar y lo mejor será que no se caiga en una polarización fanática que nos reduce la posibilidad de éste y de un sentido argumental.

Es, por tanto, conveniente y necesario que sepamos (y ayudemos) a dar sustento razonable a cada opción de voto (de una u otra opción, porque así será menos posible perder los cauces deliberativos. Que no sea que yo voto por tal porque fulanito me dijo que… Voto por tal candidato porque me regaló una bolsa de arroz. Mi voto es por tal postura porque soy anti- o tengo terror a que salga tal persona electa…Peor aún, voto por tal porque me dan asco los cholos o los de ojos rasgados y de ambos hemos visto manifestaciones lamentables y contrarias.

Es real que hay sectores que preferirían no votar o hacerlo en blanco y viciado, antes que darle su voto a uno de los contendores. Y hay que partir del hecho de ser muy franca y honesta una postura así, como lo son también la de muchos (o la mayoría) que pueden haber optado ya por alguna de las opciones en juego. El desafío parece estar en quién es más convincente con los gestos que pone en práctica o las declaraciones que desarrolla. La imagen que se construye o las propuestas que pueden resumir mejor las expectativas de la población.

Reconociéndose que, en ambos casos, se es factor de incertidumbre y desconfianza. Que se requiere una cuota de humildad y sencillez que no sea prefabricada. Que se tiene la habilidad de plantear propuestas pero también la capacidad de escuchar la voz de la población y de generar compromisos que no linden con la demagogia, sino que sean elementos de sintonía efectiva, como lo ha sido “pensión 65” o la defensa del gas para el consumo interno (en el caso de Humala) o “mi primera chamba” o el ofrecimiento asistencial de víveres, ollas, etc. para la población más pobre (como en el caso de Fujimori). Más allá de que se esté de acuerdo o qué tanto con ellas.

En todo esto, desde mi opinión que también cuenta, lo vemos más capacitado a Humala para establecer una pauta de mayor credibilidad, con mayor “cabeza propia”, rodeado de gente intelectual de mucho nivel, con apoyos de personalidades como los Vargas Llosa y otros. Confrontado a una opción complicada, difícil y que siento nos reclama desde nuestra propia dignidad; es decir, frente a la experiencia del primer gobierno de los Fujimori, la cual se caracterizó por ser una gran mafia organizada y corrupta, la cual nunca se disolvió del todo y siguió actuando de distintos modos. Pero también es verdad que no fue solo eso y pudo, en dicho contexto, meterse a la cárcel a los principales cabecillas de los grupos armados Sendero Luminoso y MRTA; además, se generó un cauce de reforma económica que revirtió tendencias inflacionarias y de crecimiento significativas para el país, llegando a muchos sectores pobres (en forma clientelista, pero llegó a ellos).

Por eso, es importante mantener el respeto por la diferencia en lo político; guardar respeto a todos aquellos a quienes creen con sinceridad en una opción como la de Keiko Fujimori. Lo cual no quita mi rotunda preocupación sobre el pasivo enorme que arrastra la candidata, reflejado en exabruptos como el más reciente, del fujimorista Jorge Trelles, quien reclamaba como mérito para el primer gobierno del Fujimorismo el que hubiese matado menos personas que los gobiernos anteriores. Cuestiones que seguramente se irán ampliando conforme se sientan más seguros de ganar. Sin embargo, necesitamos menos Trelles y menos Marthas Chávez (ambos voceros del fujimorismo, puestos en salmuera para “curarse en salud”). Necesitamos más Carlos Iván Degregori o Valentines Paniagua, por mencionar dos personalidades que ya nos dejaron. Nuestro país requiere de mejores liderazgos y cada uno esta llamado a construirlos.

Guillermo Valera Moreno
Martes, 24 de mayo de 2011
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Confiar en el país

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Alguien ha señalado a Jaime Bayly como un “mercenario mediático”, debido a su cualidad de venderse al mejor postor para tareas de demolición mediática. En ésta última oportunidad lo viene haciendo contra el candidato Ollanta Humala y a favor de la señora Keiko Fujimori, cuestión que pareciera que la hace, además, con la convicción de su voto, ya que piensa votar por ella. Ya empezó dicha labor desde un programa dominical de la televisión y, de mi parte, espero que no tenga mucho éxito.

También ha enfilado sus baterías contra Mario Vargas Llosa cuestionando su opción de voto en la segunda vuelta. ¿Se puede creer que si Ollanta Humala fuera un comunista, alguien tan inteligente y negado a esas posturas como nuestro premio Nobel de Literatura, haría campaña a favor de Ollanta Humala? ¿Ustedes creen que todo el problema con Keiko se reduce a que es hija de su padre, principal razón además que explica por qué salió como la segunda más votada en las últimas elecciones? ¿Se puede pensar que alguien ha deslindado con la persona que dice admirar como gobernante, como es el caso de la señora Keiko Fujimori respecto a su padre?

Si el problema con la señora Keiko Fujimori fuera sólo que es hija de su padre, la cosa sería muy benévola y totalmente inocente. Pero que se quiera recurrir a ello como argumento central de una discusión, cuando sabemos que la hija es nada sin la imagen, presencia y proyección política del papá, no hay comparación. Como tampoco puede haber punto de comparación entre el padre del señor Ollanta Humala, quien no ha gobernado el Perú, no está en la cárcel por robo o asesinato, ni es reivindicado por su hijo en sus opiniones políticas; tampoco se puede decir que su éxito político o el alcance del partido político Gana Perú se debe a su persona. A diferencia de Keiko Fujimori, en la cual su padre prácticamente lo es todo en todo y cumple todos los requisitos de dependencia en todo lo mencionado.

¿Realmente creen que se puede tomar distancia de un régimen como el fujimorista cuando se ha sido parte orgánica de éste y hasta se le hizo campaña a favor en todas las elecciones en que fue elegido; incluso, se le mantuvo toda fidelidad, a costa de sacrificar a la propia madre y entronizarse en su reemplazo como autoridad de “primera dama”? ¿Qué podemos decir de los estudios realizados por la señora Keiko (y sus hermanos) con dinero de todos los peruanos, cuestión a la que nunca se ha querido allanar en explicaciones la candidata Fujimori? Ya ni mencionar con detalle el hecho de que es seguro que libere a su padre de la condena de carcelería que, con justicia, libra.

De otro lado, podríamos ver quién tiene las manos más limpias y quién habla con mayor sinceridad si tomamos distintas referencias. Por ejemplo, veamos quiénes acompañan a cada candidato. En el caso del señor Humala son gente que tiene diversos liderazgos confiables para una labor parlamentaria como son Marisol Espinoza, Ricardo Delgado, Daniel Abugattas, Omar Cheade, Javier Diez Canseco, entre otros. Desde las tiendas de Fujimori, ¿Kenji Fujimori? Su alta votación, una vez más, se debe al tributo a su padre y no por méritos propios; ¿la señora Martha Chávez? ¿la señora Cuculiza? Identificadas plenamente con el personaje en mención…

Incluso en términos de planes, lo principal que se le atribuye a la señora Fujimori es que mantendrá el manejo económico seguido en los últimos años. ¿Es suficiente ello cuando el término del gobierno de su padre fue con una gran recesión, además del desfalco de las ventas de empresas públicas como parte de la corrupción? ¿Puede dar más confianza en el manejo de la economía alguien que tiene la misma edad del señor Alan García cuando inició su primer gobierno y fue el gran desastre que el país conoce? ¿Es suficiente decir que se van a regalar ollas y repartir víveres como política pública para resolver la pobreza, aún añadiendo a ello entrega de títulos de propiedad?

Me parece que con la señora Fujimori no sólo hay muchos interrogantes. Sin haber entrado a temas más espinosos como el respeto de los derechos humanos, pienso que no sólo hay que pensar bien el voto y no hacerlo por miedo. Es necesario que seamos razonables con las posibilidades reales que tienen hoy los candidatos Humala y Fujimori de gobernar y crecer como país. Como fuera, confiemos en nuestro país.

Guillermo Valera Moreno
7 de mayo de 2011 Sigue leyendo

Seamos emotivos para crear confianza y compromiso

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La contraposición de dos opciones políticas, llevadas por el miedo (como en el caso de Perú, entre Humala y Fujimori), puede llevar a equívocos, algunas veces involuntarios o inconscientes, en algunos sectores de la población, especialmente para quienes pueden creer que se les amenza sus bienes, sus libertades y sus creencias, más allá de si tienen objetivamente mucho o poco que perder.

Puede hacer tomar decisiones sin pensar, planteándose emotivamente un rechazo (o aceptación), a modo de “tabla de salvación”, sin aceptar razones, como si se tratara de un peligro personal a resolver. Por tanto, yo voto por… en tanto rechazo a la izquierda o a la derecha; se dirá, porque no quiero que mi país viva como en una dictadura (¿Chavista? / ¿Fujimorista?); no deseo que se vuelva a repetir una lacra de corrupción y autoritarismo, aunque sin plantearme cómo hacemos para que no ocurra con el propio potencial gobierno de mis simpatías… (o del opuesto).

Nos puede conducir a pensar que contraponer Fujimori – Humala significa necesariamente contraponer izquierda – derecha, cuando ni el nacionalismo de Humala es sinónimo de izquierda, ni toda la derecha tiene que cargar con el sanbenito del fujimorismo. Peor aún, cuando se asemeja por contraposición que, si se denuncia la violación de los derechos humanos durante la década de los 90s, para señalar su vinculación con la Señora Keiko Fujimori, se tenga (o quiera) endosar al Sr. Humala un vínculo a Sendero Luminoso por añadidura, para generar una proyección en el tiempo de la contraposición, creyendo que con ello se equilibra las críticas como si fueran equiparables. Como si pensáramos que el Sr. Humala fuera la continuación del “terrorismo” en el país, por el sólo hecho de no ser de “derecha” (con el respeto para quienes lo son con sinceridad y sin vergüenza).

Los racismos que emergieron de diversos lados con los resultados de la primera vuelta electoral, en buena medida sólo fueron mecanismos de desfogue de algunos sectores medios y altos del país y esperemos que hayan quedado allí; seguro tendrán ocasión o encontrarán otro momento de cómo asomarse. De hecho, ello es una de las expresiones que más expresa evidencia de frustración y alienación en las personas que lo profesan. Tan evidente como alguien que tiene rasgos bastante andinos salga a decir que no puede equipararse con la chola que vende apio a la vuelta de su casa de Surco o La Molina (barrios residenciales en Lima). Felismente el tema se atenuó debido a que ninguno de los dos que ganaron en la primera vuelta era propiamente blanquito y, por tanto, no se podía hacer un ejercicio de racismo “muy limpio” y la cosa se fue quedando por allí nomás. Cuestión que nos dice mucho de nuestra falta de identidad y baja autoestima por no saber reconocernos en la nación plural (en muchos aspectos) que somos.

A modo de comentario, debo decir que, desde que pasé por la universidad (estudié en la PUCP, segunda mitad de los años 70s), siempre constaté lo mismo referente a la derecha política y su senitimiento de inseguridad en el país. Su enorme incapacidad para generar una propuesta convincente y que hiciera sentir a la población que se tomaba en serio al país; que pudiera traducirse en una propuesta pensada y que lo hiciera viable como proyecto nacional. Por ello, en las últimas elecciones vivieron una vez más su fracazo.

Pareciera que, en el fondo, a los grupos de poder económico les preocupa poco dicha perfomance porque siempe han sabido tener éxito desde otros resortes de influencia, como han sido varios medios de comunicación social, los militares, la iglesia (en sus sectores más conservadores) y el “papá” dinero (de diversos orígenes). Y si no ganan sus directos representates, los domestican, como odurrió con el actual gobernante de turno (presidente Alan García). Ahora bien, la izquierda tampoco se caracterizó por afianzar una propuesta coherente, lo que terminó provocando que ella quedara “regada en el camino” (ya hace un par de décadas al menos), dando chance a opciones que trasgredieron y avasallaron caminos de cambio social y, más ampliamente, la institucionalidad del país, como fue la década del fujimorismo de los 90s.

Sin embargo, creo que por éstos aspectos puede abrirse caminos de entendimiento de cara al país. Más allá que se pueda declarar que se va a respetar la libertad de prensa; que se va a respetar los derechos humanos (y que ya no son una cojudez); que los crímenes de lesa humanidad son condenables e inaceptables. Se puede pedir perdón por errores (y horrores) del pasado; se puede afirmar que se es plural y se respeta toda forma de propiedad privada y la inversion económica de todo tipo. Todo ello esta muy bien y podría empezar a generar condiciones de entendimientos mayores, más allá de quién gane la segunda vuelta electoral.

Pero no basta si dicho temperamente no se traslada al conjunto de la población, encaminando a que salga lo mejor de cada peruano y peruana en términos de deseos, aspiraciones y compromiso con el país, más allá de quien pueda ganar la elección final del gobierno. Lo decimos y lo repetimos porque no basta que configuremos una votación sólo en la lógica del mal menor o del voto de rechazo; peor aún del voto en blanco o viciado. Requerimos generar confianza con nuestro país y con nosotros mismos; de que es posible forjar algo distinto, si bien nos movemos dentro de una todavía fragilidad institucionalidad. Que es posible comprometerse con el país para hacerlo más grande que su gastronomía, su paisaje, sus restos arqueológicos y sus condiciones turísticas, incluyendo por cierto a todas ellas. Podemos ser muchos más, tenemos que convencernos.

Guillermo Valera Moreno
30 de abril de 2011 Sigue leyendo

Respetar a los protagonistas

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No deja de sorprender que el ganador de una contienda electoral tenga que justificar y explicar a sus contrincantes por qué ganó, si tiene que cumplir sus promesas electorales o las puede cambiar; pedir permiso para cambiarlas o sólo poder hacerlo tentativamente, quizás en el sentido del que los perdedores pudieran demandar como “correcto”; pareciera haber un derecho de los perdedores a constituirse en el gran jurado de lo que podría estar bien o estar mal, manejando a discresión lo que pudiera afirmarse como verdad o convertirse en “verdad”.

Más allá de las desconfianzas que despertó el resultado de las últimas elecciones, especialmente en los grupos de poder económico y sectores medios, creo que hay un sentido común del respeto mínimo a los resultados que tiene que saber ponerse por delante. Salvo que hubiera habido resultados amañados o defectuosos que requirieran de aclaraciones (que no es el caso), debemos tomarnos en serio lo que se viene en términos de resultados y siguiente gobierno para el Perú (y no es “harina de otro costal”). Por tanto, considero que es justo y demandable a buena parte de los medios de comunicación de mi país y a los candidatos perdedores, sobre la necesidad de respetar los resultados y, por tanto, a los protagonistas de los resultados (los dos candidatos que han pasado a la 2da vuelta electoral, Ollanta Humala y Keyko Fujimori) y en el orden en que han quedado.

Insistir en el orden no es por un asunto formal ni banal. No sólo porque el candidato Humala quedó en primer lugar, a una distancia de más de 8 puntos de su más cercano seguidor, sino porque pareciera que otro hubiese sido el resultado, dada la cobertura que tiene en los medios la Sra. Fujimori, siendo muy parcial en su favor el manejo de la información. Ya una clarinada la ha dado el propio grupo editor de El Comercio (irónicamente uno de los abanderados en la libertad de prensa), habiendo despedido a dos de sus trabajadores por negarse a parcializar su labor apoyando a Fujimori en el manejo noticioso a su cargo. Esperemos que ello no se extienda.

No me corresponde salir en defensa del manejo de las propuestas del candidato de Gana Perú (Ollanta Humala), pero creo que si algo tiene de significativo el triunfo de Humala en las últimas elecciones, a diferencia del 2006, es que antes se marcó más como un estado de ánimo y ahora se vió más configurada una propuesta de gobierno que se ha encarrilado hacia un estilo de lo que ha sido el gobierno de Lula en Brasil, apareciendo como viable y recogiendo también la insatisfacción de la población con los gobiernos de los últimos lustros. Además, se ha dejado sentir la existencia de un equipo técnico que puso una marca significativa a su plan de gobierno, el mismo que centra su interés en ir a una economía nacional de mercado y darnos un marco jurídico de mayores consensos para las mayorías en el país.

No obstante, las variantes que se fueron generando en el transcurso de la campaña electoral (1ra vuelta electoral), en el sentido de ir haciendo precisiones que permitieran explicar mejor el sentido de ciertas afirmaciones del plan de gobierno general, especialmente en lo que concierne al manejo de la economía, la libertad de expresión, la reelección, entre otros, ha llevado a generar diversos manejos de la opinión pública (algunos muy tendenciosos). Sobretodo, en el sentido de que no hubiera claridad de lo que se quisiera hacer. Por tanto, y de todos modos, un desafío para Gana Perú, en los siguientes días y semanas, será dar claridad de lo que se propone como plan de gobierno mínimo, los equipos que respaldarían cada uno de los pasos que se puedan plantear como medidas de gobierno y con qué fondos se procedería lo que corresponda. Tanto a nivel de lo que se tenga que proponer (contenidos) como a nivel de saber comunicar adecuadamente lo que se plantee (difusión).

Se tiene que tomar en cuenta que no sólo por los opositores a Gana Perú, sino por la desconfianza más amplia en la que aún se mueve la candidatura del señor Humala, es necesario que se haga un esfuerzo especial por explicar el sentido de lo que son propuestas claves de temas como la redistribución del crecimiento económico, los cuales podrían quedar en el camino si se “pisa el palito” del mete miedo en que se sigue manejando buena parte de las discrepancias o ignorancias que se tiene respecto al candidato con mayor favoritismo del electorado.

Un ejemplo de ello ha sido el tema de la llamada “pensión 65”, la cual no busca otra cosa que aproximar el Estado y el reconocimiento de la sociedad a todos los mayores de 65 años, otorgándole una pensión de alrededor de 250 soles (menos de 100 dólares) mensuales, lógicamente dirigido a aquellos que no tienen ningún ingreso por pensión alguna y de modo voluntario. ¿Por qué no atender a nuestros viejitos y viejitas con una cuestión tan elemental y que va a favor de la redistribución económica en el país? Un tema que debiera ser de consenso elemental, se deforma planteándose que se quiere quitarle los fondos a las AFPs para financiar una iniciativa así; felizmente se ha ido aclarando y despejando las dudas, aunque no necesariamente se ha vuelto consenso para todos en cuanto política pública.

Aunque sea difícil pedirle a la Sra. Keyko Fujimori que juegue limpio en tanto lleva como gran peso la herencia del fujimorismo de los noventas, el cual ella ha reivindicado “a mucha honra”, creemos que será muy importante que desde el candidato Humala se encamine la serenidad y la altura necesaria de lo que resta de la campaña para que se logre generar confianza en quien salga; en creer en nuestro país más allá de quien salga elegido; en saber que el país no sólo lo hacen el presidente y sus congresistas sino que se puede influir de muchas maneras para establecer contrapesos e iniciativas diversas. Porque no sólo es importante ser vigilante con la realización de las promesas electorales sino con el respeto mínimo de las instituciones desde donde deben de encaminarse. Una clave estará en que sepamos respetar en todo momento a ambos candidatos, para tener mayor autoridad de cuestinarlos cuando sea legítimo y necesario. Otro aspecto clave lo vemos en promover un nuevo Acuerdo Nacional para el país.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 24 de abril de 2011 Sigue leyendo