El “espacio abierto” es una metodología muy dinámica y participativa que suele aplicarse a escenarios complejos o muy diversos, para intentar extraer algunos puntos en común, propósitos que pueden irse configurando de manera confluyente y que no requieren de ser “aprobados” porque siempre se trata de momentos de trabajo e iniciativas que van situando los temas de interés más de fondo.
Ello se aplicó en el trabajo del segundo día de labores de la reunión Latinoamericana, donde se encuentran muchos desafíos y posibilidades para nuestra CVX. No me adelanto en mencionar lo que todavía es un proceso de trabajo que arribará a sus conclusiones posteriormente. Lo que sí es real, son la buena disposición, compañerismo y deseos de marcar pautas más precisas en un caminar propio como región, poniendo en juego el sentido de la colaboración jesuitas – laicos y el sentido de compartir una misma misión de Dios.
En la Eucaristía tuve ocasión de conocer a Álvaro Zapata, delegado de Bolivia, persona muy jovial y comunicativa. Recordamos a algunos bolivianos cevequianos de anteriores jornadas, en particular a Limbert, con quien nos conocimos en eventos anteriores, aunque también por razones laborales. Intercambiamos la preocupación común (y necesidad) de contar con una labor de equipo en los Consejos de cada país, buscando siempre piezas de recambio que permita que diversos integrantes vayan asumiendo responsabilidad. En forma similar, en las labores de acompañamiento de las diversas comunidades y núcleos de CVX, más aún cuando se tiene dificultad creciente de contar con jesuitas en ello.
Constatamos también como un desafío el ver cómo se enamora (o se sigue enamorando) a la Compañía de Jesús en cada país y se puede hacer más dinámica la mutua colaboración en las iniciativas que puedan inspirar un trabajo más en común y de corresponsabilidad. Ciertamente, ello supone poder llegar a todos los niveles en cada “Provincia”, empezando desde los noviciados mismos de formación. Por cierto, desde CVX tenemos que saber darnos profundidad en nuestro compromiso, en nuestra formación y en el desarrollo de capacidades y liderazgos.
Conversando en otro momento con Mauricio López, presidente de nuestra CVX mundial, compartíamos la consternación por los atentados terroristas sucedidos en Londres. José Luis Gordillo SJ lo mencionó al inicio de la Eucaristía que ésta vez le tocó presidir. Orar por la paz en el mundo se hace cada vez más actual, porque nos importa también lo que sucede a muchos kilómetros de distancia, porque lo sentimos como parte de nosotros mismos también. Dejarnos amar fue la invitación que nos hizo José Luis; dejarnos amar para saber mejor amar y que ciertamente lo necesitamos por tan diversas razones.
Porque el amor nos predispone al perdón. Nos hace más sensibles a la justicia. Nos permite encontrar riqueza en las diferencias y en la diversidad. Nos hace abrirnos al otro, a saber escuchar, a ser más receptivos. A saber ser tolerantes, reconocer la paja en el propio ojo, a saber ser humildes y fuertes en lo que corresponde. Esa actitud es la que tiene que marcarnos en nuestro caminar y seguramente se reflejarán en las conclusiones que posteriormente se cuaje. Sigue el caminar y la experiencia.
Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 3 de junio de 2017