Representación, sistema de partidos y elecciones: fortalecer el sistema político democrático

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Considero de especial interés que, en los procesos electorales que se avecinan, los aspectos de “ingeniería” electoral para el funcionamiento adecuado de las instituciones políticas se hagan muy conscientes. Parto de la pregunta (o preocupación) sobre en qué medida el desarrollo de mecanismos de inclusión y concertación en la modalidad de participación política electoral favorece la gobernabilidad y la posibilidad de configurar un sistema más estable de partidos.

La manera de aproximarme a dichas inquietudes puede darse de manera conceptual, normativa o desde la realidad del proceso político del país. Sin embargo, en ésta breve aproximación, nos parece importante resaltar los aspectos siguientes:

a) El tema de la representación política es algo que puede abordarse de diversos ángulos. En particular, es interesante apreciar cómo se construye ésta desde la intermediación que desarrollan los partidos políticos a través de procesos electorales que concluyen convirtiendo votos en escaños. La representación política que emerge desde las elecciones y que delega la función de gobierno de un espacio y población determinada en manos de unos “representantes”.

b) Un sistema de partidos políticos es de suma importancia para el funcionamiento de un sistema político y la posibilidad de que se desarrolle una capacidad adecuada de gobierno, agentes políticos consistentes y reglas de juego aceptadas por todos. Este no se desarrollará si no se genera capacidades de competencia entre grupos políticos diferentes que pueden dar lugar a sistemas de distintas características, particularmente los conocidos como sistemas bipartidistas y los sistemas multipartidistas. La realidad de nuestro país ha estado marcada principalmente por una aproximación a un sistema multipartidista.

c) Los sistemas electorales tienen como característica principal el procedimiento que se sigue de manera pública para convertir votos en gobernantes, haciendo uso de mecanismos que establecen proporción o desproporción entre los votos emitidos y los representantes que son elegidos. En forma general se alude con ello a sistemas electorales mayoritarios y sistemas proporcionales. De acuerdo a la historia de cada país se suele haber configurado los actuales sistemas de elección de los gobernantes. En el caso del Perú nos caracterizamos por un sistema que comparte elección por mayoría absoluta (para el caso del presidente) y elección por sistema proporcional para el caso de la elección de los representantes al Congreso. En éste último caso también se da diferencias de acuerdo tipo de circunscripciones con las cuales se ha procedido para la elección (distrito electoral único y distrito electoral múltiple).

d) En el Perú tenemos una realidad configurada por la baja continuidad de regímenes democráticos y por la predominancia de gobiernos autoritarios y dictatoriales, especialmente marcados por el caudillismo militar a lo largo de nuestra historia republicana, al punto de que sólo un tercio de ésta fue gobernada en democracia. Ello fue algo de lo que también se “contagió” el liderazgo civil, el cual devino también en un accionar caudillista, siendo alrededor de lo cual se dio forma a la experiencia de los partidos políticos, muy ganados por lógicas patrimonialistas Ello también fue incentivado por las características del sistema de gobierno, el cual ha sido predominantemente presidencialista, aunque jalado por algunos rasgos semipresidenciales o propios de un sistema más parlamentario (mecanismos de censura, voto de investidura del gabinete, etc.). Sin embargo, el presidente siempre ha mantenido la calidad de jefe de Estado y jefe de Gobierno.

A partir de esas características principales será importante observar y participar en los procesos electorales que se avecinan, sabiendo o siendo conscientes de la influencia que ejercen los mecanismos de elecciones existentes sobre los resultados que posteriormente se vayan a producir. De hecho, será muy importante cómo se mantiene la continuidad de la renovación democrática, así como el desafío de cómo se fortalece un sistema de partidos (superando el descalabro que se produjo en los años noventa), discerniendo las pistas que pueden conducirnos a fortalecer mejor el sistema político.

Guillermo Valera M.
23 de enero 2010

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