Aproximaciones al Budismo

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º Es muy interesante conocer más de cerca otras religiones tan distintas a las prácticas a las que uno ha estado “acostumbrado” con el cristianismo, ya que nos ayudan ha abrir los horizontes que podíamos tener sobre lo que consideramos religión y nuestras propias “verdades”. Cómo se puede llegar a propósitos de “elevación” espiritual por tan diversos caminos, incluso sin necesidad de recurrir a una “imagen” de Dios propiamente dicha. En éste caso simbolizada en ese estado denominado el nirvana.

º En su tiempo (25 siglos atrás), Buda no buscó dejar una doctrina acabada de su pensamiento; la tradición oral y la redacción posterior del canon dejarían puntos sin resolver que han dado lugar a diversas sectas. Sin embargo, la comunidad búdica (sangha) organizó desde un inicio una serie de reglas monásticas (vinaya) que han sido útiles para conservar su unidad, especialmente para quienes se hacían monjes. En los comienzos, los laicos que aceptaban su doctrina, les tocaba hacer méritos (por su fe y por su generosidad con los monjes) para asegurar su “existencia ultraterrena” y una mejor “reencarnación”; esto último, después ha caracterizado al budismo popular.

º La existencia del mundo no se considera creación de un ser superior o ultraterreno (bueno o malo), sino que “existe continuamente”; o sea, es creado por las acciones buenas o malas de las personas. Rechaza todo tipo de especulaciones filosóficas y teóricas del Samkhya y del Yoga, aunque desarrollará los análisis que hacen los maestros de los primeros y las técnicas contemplativas de los segundos. Pero no da respuesta a la finitud o eternidad del universo o la existencia del tathagata después de la muerte.

º Como forma de precisión de la visión de Buda se relata la “historia del hombre herido por la flecha envenenada”, donde éste no quiere que le retiren la misma hasta no saber por quién fue herido, de dónde provenía, sus características; ocurre que muere sin resolver esas inquietudes, como le ocurre a “quien se niega a seguir el camino de la santidad hasta resolver tal o cual problema filosófico”. Buda nos dice que esas cosas no son útiles ya que no nos ayudan a seguir una vida santa y espiritual, a desprenderse del mundo, o a interrumpir el deseo o a darnos tranquilidad y penetración profunda que nos puedan iluminar y acercarnos al nirvana.

º Para Buda lo importante son las “cuatro Nobles Verdades”. Ellas se refieren a:

(1) El dolor (dukkha): todo es dolor (el nacimiento, la decadencia, la muerte, estar separado de lo que se ama, etc.). Abarca diversas formas de felicidad y algunos estados espirituales.
(2) El deseo como origen del dolor: es el deseo, el apetito o la “sed” (tanha) lo que determina las reencarnaciones; son los goces de los placeres, el perpetuarse o el extinguirse.
(3) La liberación del dolor consiste en la extinción de los apetitos, lo cual equivale al nirvana.
(4) Conduce a la cesación del dolor. Para ello, lo importante es definir la enfermedad en uno; descubrir la causa; decidir la supresión de ésta; y, presentar los medios que hagan posible que desaparezca.

Se trata de medios para sanar “el mal de la existencia”; el método se conoce como el “camino intermedio”, el cual trata de evitar la búsqueda de la felicidad a través del placer de los sentidos o la beatitud mediante excesos ascéticos. Este consistirá en el “camino de ocho miembros”, centrado en tener una correcta o justa: visión u opinión; pensamiento; palabra; actividad; medios de vida; esfuerzo; atención; y, concentración. Estas reglas se van a explicar con diverso énfasis según el público al cual se dirija.

º No deja de sorprender cómo la reflexión sobre el dolor puede conducir a tanta profundidad de propósitos y crecimiento espiritual. No se trata de un sentido “dolorista” de la vida; mas bien, es una forma de entender que éste nos puede hacer conscientes de las realidades más profundas a las cuales se confronta todo ser humano (incluida la muerte) y que debe de sernos útil para encaminar una búsqueda de sentido profundo y no superficial del para qué de nuestra vida. Esa parábola del hombre herido con una flecha envenenada es muy sugerente, aunque me deja otras preguntas planteadas, como es lo relativo a la solidaridad o la conmiseración por el débil ¿cómo es posible de asumirse? Todo se mueve excesivamente en un plano del individuo, pese a que el budismo da más cabida a una serie de prácticas religiosas más comunitarias.

º Volvamos a las nobles verdades. Meditando sobre las dos primeras, se nos enseña que se puede descubrir la caducidad de las cosas, su insustancialidad y la del propio ser. Establece que el universo y todo cuanto existe puede ser ubicado en 5 categorías (“conjuntos” o “agregados” = skandha): las apariencias (cosas materiales, los órganos de los sentidos y sus objetos); las sensaciones (provocados por los órganos de los sentidos); las percepciones (fenómenos del conocimiento); las construcciones psíquicas (samskhara); los pensamientos (vijñana, producidos por el espíritu). El nirvana está más allá de todo esto.

No concuerda con el principio del atman (alma) o el purusha. En realidad negará el “yo” en cuanto egoísmo que se debe destruir y liberarse para alcanzar el nirvana.

º Sobre las otras dos nobles verdades se dirá que “han de meditarse juntas”; el término del dolor se puede obtener apagando la “sed”, de no apegarse a ella. Para ello hay que seguir el camino del “Sendero Octuple”. Se tiene el convencimiento de que el nirvana existe, para lo cual hay que recurrir a técnicas especiales de concentración y meditación. Se le define como lo inefable, beatitud, alcanzar la “inmortalidad”. La alcanzan los arhats (santos liberados), los que siguen el método.

La tradición budista se clasificará en tres categorías: las meditaciones, los corregimientos y las concentraciones. Con las meditaciones uno se deshace del deseo y logra serenidad; se hace indiferente y se llega a renunciar a la alegría lo mismo que al dolor. Con los recogimientos se logra la purificación del pensamiento. Las concentraciones corresponden a ejercicios de yoga, de entrenamiento psico-mental.

º Solo la práctica de dichos saberes y técnicas, con la guía de un maestro, hace posible entenderlos. Están guiados por la sabiduría (prajna); al hacerse inteligibles transmutan la conciencia normal; el progreso conduce a confirmar evidencia de un “absoluto”, de algo “no construido”. En esa lógica se ubica la aportación más significativa de Buda: un método de meditación que integra prácticas ascéticas y técnicas yóguicas en procesos de conocimiento profundo.

º Por último, se nos habla del nirvana como la “extinción de una llama”, en tanto regresión a un estado “virtual”. Penetrar en él significa dejar de existir; se cambia el “modo de ser en el mundo”. Es existir en un modo de ser, en lo incondicionado que “no cabe ni imaginar”. Ello conduce a un plano de lo paradójico, donde el ser coincide con el no ser; el yo existe y a la vez no existe; la liberación supone a la vez extinción y tiempo de beatitud. Se llega a “la aniquilación de todo mundo condicionado”. Habiendo hecho todo ese recorrido, Buda si sitúa en una actitud de profunda humildad al afirmar que lo suyo no es una doctrina “original” y que se limita a continuar lo que otros ya han establecido y encaminado.

º En el recorrido hecho, en ningún momento vemos denominar el “pecado” como preocupación de la vida espiritual de los budistas. Están situados en la lógica de desprenderse de los apegos, apetitos, “sed” de lo que puede atarlos en la vida “terrenal” del mundo. Pero no con un sentido moralista, sino de superación hacia la perfección de la persona. Pero no para quedarse en la persona (el “yo”) sino para negar su propio yo y poder así transitar hacia el nirvana, estado más elevado que, por atrevimiento, podríamos asemejar a nuestro “cielo” cristiano, aunque éste para el cristianismo no sea un “lugar” o “espacio” sino otra forma de denominar a “Dios”.

º Una última cosa. Estas aproximaciones me han hecho sentir una cercanía a la espiritualidad ignaciana, particularmente en las 3 y 4 nobles verdades. Cuando se habla del “método” de Buda, me hacía un recuerdo muy cercano al “método” ignaciano de los “Ejercicios Espirituales” con los cuales se sigue un proceso de meditación profunda que pasa por ese sentirse indiferente para aproximarse a la “voluntad de Dios” (con exageración podríamos decir el nirvana). No quiero extrapolar, pero en varios aspectos no podía dejar de sentir una serie de parentescos que me han hecho valorar éstas distintas aproximaciones al misterio del ser humano y de lo que experimentamos como presencia divina, de Dios.

Guillermo Valera Moreno
17 septiembre 2009

Basado en el libro de Eliade Mircea – Historia de las creencias y las ideas religiosas. Capítulo “El mensaje del Buda: del terror del eterno retorno a la bienaventuranza de lo inefable”.

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