¿Resucitó Jesús realmente? ¿Podemos dar fe de ello realmente en el mundo? Diera la impresión de que no. Parece que hubiéramos avanzado tan poco en los temas de convivencia, pareciera que la vida humana sigue significando muy poco en muchos lugares y para cada uno, cuando permitimos que haya tanta muerte en el mundo, especialmente por las guerras (Siria, ¿qué decir?), por la pobreza y la desnutrición, por las enfermedades curables que siguen matando…
Nosotros también creemos que no hay muerte sin resurrección de Jesús, una cosa no se explica sin la otra. Si en ello estamos hablando de cómo Dios, el amor de Dios, se nos reveló a través de su hijo, como testimonio pleno del mismo, y pasó por el drama de lapasión y la alegría de la resurrección. ¿No debiéramos entender que para todos los problemas del mundo existen (o pueden existir) respuestas y soluciones que nos son posibles de encaminar como sociedad? No es difícil constatar que estamos en un mundo que puede caminar sin sentido aparente o con poca (o ninguna) brújula u horizonte.
Sin embargo, consideramos que habitamos un mundo pleno de sentidos. Empezando porque la existencia de la vida en general (y de la vida humana en particular) necesita tener algún sentido razonable para que se dé (la de cada ser humano); no existimos sólo por azar. Felizmente nos han hecho (somos) seres inteligentes, lo cual permite darnos cuenta de ello y de muchas cosas más en el mundo. Más bien y normalmente, nos va a corresponder descubrirlo y convencernos de ello para sintonizar con el propósito de que una vida mejor para todos es lo que mejor le puede convenir a cada uno (así como de modo colectivo o societario), considerándolo en la realización del bien común de todas las sociedades y en todas sus dimensiones.
Hablar de Jesús, podría ser como hablar de personajes que marcaron la historia de diversas maneras como el Che Guevara, John Lennon, Mijail Gorbachov, Albert Einstein, Mahatma Gandhi, Martin Luther King y tantos nombres que podríamos recordar. Sin embargo, una singularidad en Jesús fue su paso tan casual por la historia del medio oriente y que llega a ser quizás el primer personaje global, el mismo que establece un antes y un después universal en la historia.
Todo a partir de un modo de vivir, al que nos invita a todos desde una lógica y estilo de vida fundado en el amor. Y no por eso fue sólo un “romántico”. Un amor que se centra en la valoración de la persona humana y de la naturaleza en todas sus dimensiones y que busca reconocerse, construirse y realizarse en todas las personas que existen, han existido y vendrán más adelante. ¿Es eso posible? Hasta se fundó una iglesia por sus seguidores y salieron otras tantas en su caminar histórico. Pero no se ha logrado realizar adecuadamente su mensaje ni su práctica.
Hoy tenemos el privilegio de contar con un Papa como Francisco, quien es un verdadero profeta de nuestro tiempo, aunque todavía poco se le escucha o se le reconoce a través de las decisiones mundiales que deberían acarrear varias de sus propuestas. Sin embargo, él navega como todo un Cristo de nuestros tiempos modernos de la internet y de las tecnologías de la comunicación, arando en el desierto, como gota de agua en un océano.
Él es camino de resurrección y nos da pautas de cómo corresponde resucitar hoy a Jesús en nuestras vidas. Sigámoslo como a Jesús!
Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 17 de Abril de 2017