Homilía – Eucaristía por el jubileo de oro (II)

[Visto: 550 veces]

Segunda Parte:
Nuestras Perspectivas a Futuro en CVX (a cargo de María Jesús Alfaro)

El boletín Proyecto 165, publicado por el EXCO en octubre de 2016, denominado “Juventud, herederos del pasado y pioneros del futuro” cita al poeta Americano Samuel Ullman cuando relata que la juventud no es sólo, una etapa en la vida, es un estado mental, una cuestión de voluntad, una cualidad de la imaginación, la energía de nuestras emociones, la predominancia de nuestro coraje sobre la timidez, y el amor por la aventura por encima a dejarnos llevar por lo fácil.

No hay excusa, para no ser jóvenes siempre. De la misma manera, el Señor, en la primera lectura nos recuerda que servirlo, no requiere actos heroicos, nos pide, en cambio, practicar la justicia, la bondad y la humildad. Nos recuerda, que solo, a Su servicio, encontraremos el verdadero sentido de nuestras vidas como individuos y nuestro lugar en el mundo y en la Iglesia como comunidad laica ignaciana.

Iniciar las celebraciones por el Jubileo de Oro de la CVX nos plantea como comunidad nacional cuestionarnos sobre nuestra identidad. En este sentido la Asamblea Mundial de Líbano 2013, nos invitaba a continuar con el trabajo de reafirmar la identidad laical a nivel mundial, así como, a recordar que, para ser un cuerpo apostólico laico, fundado en la espiritualidad ignaciana, debemos ser, ante todo, laicos.

Como sabemos, la vocación laical CVX, es un estilo particular de vivir nuestra vocación como bautizados. Todos nosotros, estamos llamados a articular y vivir esta vocación profunda y auténticamente para sentar los cimientos de una vida de fe capaz de hacer justicia en un mundo y en una realidad nacional golpeada por el peso de injusticias, estructuras de odio, y desigualdad. Un estilo de vida, que, de acuerdo a los principios generales, nos llama a comprometernos con nuestra comunidad local y nacional, así como, con nosotros mismos. Nos invita a luchar continuamente por nuestro crecimiento personal, social, espiritual, humano y apostólico. En la práctica, a estar disponibles, a hacernos indiferentes, al modo ignaciano, a soltar todo lo que nos ata, a apostar por la Bandera del Reino y a responder ante nuestros hermanos como hemos respondido en el Salmo “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”

La segunda Lectura, nos invita a ver dentro de cada uno de nosotros. A reconocer el Espíritu que nos habita y que se hace presente en cada uno de nuestros encuentros comunitarios y en nuestra vida diaria. Es el Espíritu, el que nos mueve a seguir creciendo, a aspirar una CVX que se proyecte al futuro, que deje huella, no sólo en nuestros corazones, sino en el de todos los que nos conocen, que trascendamos, que seamos esa “única carta de recomendación guiada por el Espíritu del Dios viviente”

El Jubileo de Oro, nos invita a ver hacia atrás, recordar lo aprendido y con ello dar un paso hacia el futuro. Adentrarnos en lo incierto, pero con metas y objetivo claros. Nos invita a delinear nuestras perspectivas a futuro. A pensar en la comunidad que fuimos, somos y sobretodo en la que queremos ser y a la que aspiramos.

Nos toca seguir edificando sobre las bases ya sentadas, levantar muros fortalecidos que sigan resistiendo el embate del tiempo. Apuntalar una CVX que trabaje en el fortalecimiento común de la Iglesia Católica, desde nuesta propia identidad. Buscar ser rostro de Cristo en la diversidad, en la desesperanza. Ser cuerpo laico reflexivo, pero sobretodo informado. Una comunidad capaz de construir y fortalecer su propio discurso formativo, que por sobretodo se sienta llamada a la acción. Seamos siempre contemplativos en la Acción. Hagamos nuestro el evangelio de hoy. Sin miedo, ante las dificultades y ante el futuro que tenemos por delante, involucrémonos más. Sigamos el ejemplo de María. Veamos a Dios en los ojos del desconocido y del hermano. Veámoslo en la realidad nacional que hoy está movida por donde se le vea. Asumamos nuestra Misión como una comunidad que da soporte, que escucha, que brinda conocimiento, pero sobretodo tiempo. Reconozcamos nuestros recursos comunes, generemos redes de profesionales, De manera que, “si un miembro padece, todos los miembros padecen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros se honran con él.” (1 Cor 12:26)

El Jubileo, las lecturas de hoy y nuestra vocación CVX, nos invitan a mirar el futuro con espíritu crítico, aprender de nuestras experiencias y a seguir experimentando, a no dejarnos paralizar por el miedo, a desarrollar un sentido de belleza y profundidad para encontrar a Dios más allá de las Palabras.

Recordemos siempre, que, mientras recibamos el mensaje de Dios con belleza, esperanza, alegría, grandeza, coraje y el poder de la tierra, de los hombres y de la infinita sabiduría del Señor, seguiremos siendo jóvenes, pisando firme hacia el futuro y continuando la construcción de un legado y un estilo de vida, sin temor alguno apostando por Cristo, como María.

Seamos una comunidad joven siempre, en constante crecimiento, y con conocimiento interno de Dios. “Con Cristo en el corazón y el corazón en el horizonte.”

Puntuación: 0 / Votos: 0

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *