Palmas para el magisterio

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No deja de ser conmovedor el que se haga un poco visible la bondad, vocación y compromiso de tantas personas que llevan una vida dedicada a la formación, a la educación, a promoverla en todos sus niveles y espacios, estimulante para inspirarnos a cosas semejantes o mayores … Realmente conmovedor, sentirse parte de un grupo de personas que dan de sí por nuestros niños y niñas, nuestros jóvenes, el crecimiento de las personas en general.

Es que premiaciones como las Palmas Magisteriales siempre es una sana manera de recordarnos que tenemos un país maravilloso, especialmente porque tenemos personas que lo posibilitan y ayudan a encaminarlo, con humildad, acompañados de tantas otras personas, porque se encontraron dicho derrotero en algún momento de su caminar y no dudaron en seguirlo y cultivarlo de modo muy desinteresado o donde terminó pesando ese deseo de aportar, de dar, de alimentarse desde el crecimiento de los demás.

Y no hablamos de tareas o caminos de santos o santas que seguro algo de ello también pueden tener. Simplemente testimonios que nos hablan de personas que pueden estar en el borde de los 100 años o de los 90, quizás es lo de menos, y están allí, bastante vigorosos para los años que llevan a cuestas, aunque pareciera que los años se pasen en ellos, porque no deja de brotar una sonrisa de agradecimiento, de cierta sorpresa, de gozo y cariño porque saben que otros también seguirán ese mismo derrotero. Sean educadores directamente, o de otras profesiones que honran su labor desde la medicina, la economía u otras…

Con las Palmas Magisteriales 2016 el Ministerio de Educación premió éste año a 20 personas, 7 en el grado de Educador, 8 en el nivel de Maestro y 5 en el honor de Amauta. No puedo dejar de mencionar dentro de ello, la gratitud especial que sentí por dos personas bastante cercanas que fueron reconocidas como “Amautas”. Me refiero a Lala Romero de la Oficina Central de Fe y Alegría, con quien compartimos hace largos años en el Consorcio Ignaciano de Obras Educativas de los Jesuitas (CONSIGNA). De otro lado, el gran maestro universitario de la PUCP , Máximo Vega Centeno, profesor de larga data y muy dedicado a la formación de tantas personalidades que han pasado por las Aulas de Ciencias Sociales de la “Cato”.

Fue también significativo que el propio Ministro de Educación tuviera un discurso más coloquial y cercano a los premiados, especialmente con los Amautas, a los cuales se dirigió de modo muy familiar, bromeó con más de uno y hasta contó anécdotas de sí mismo, cuando siendo alumno del Profesor Vega Centeno, alguna vez se quedó dormido en clase y le llamaron la atención. En realidad, ser autoridad no quita el sentido de humanidad que encierra cada persona y lo iguales que seguimos siendo todos como tales, cuestión que siempre es bueno recordarla, considerarla y hacerla explícita.

En realidad, tenemos muchas cosas y personas de qué enorgullecernos. Dejémonos contagiar todo lo más posible. Es una buena forma de reconocer cómo actúa Dios en nuestro mundo, de qué manera, de tan diversas formas… ¡Gracias queridos educadores!

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 29 de junio de 2016

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